jueves, 29 de agosto de 2019

LA EPÍFISIS




Las funciones del organismo animal son reguladas por dos sistemas principales: el nervioso y el hormonal o endocrino.

Este es constituido por varias glándulas que segregan hormonas, que originan estímulos. Las hormonas son lanzadas en la circulación sanguínea, siendo transportadas hacia las diferentes partes del organismo.

Las glándulas endocrinas son: páncreas, paratiroides, epífisis o pineal, pituitaria o hipófisis, tiroides, adrenales o suprarrenales y sexuales (ovarios y testículos).

La epífisis, glándula de forma periforme, es un cuerpo ovoide, con las dimensiones de un guisante mediano y reposa sobre el techo mecencefálico.

“Descartes consideraba a la glándula pineal la sede del alma” (Anatomía y Fisiología Humana, de A. Almeida Junior; Editora Nacional, 8ª parte, cap. 40).

“La anatomía comparada vio en ella sólo un órgano en regresión: el ojo pineal”.

En “Misioneros de la Luz”, cap. 2, André Luiz observa que, en el médium, en servicio mediúmnico, esa glándula se transforma en núcleo radiante, y, a su alrededor, sus rayos forman un loto de pétalos sublimes.

Recuerda que, según los “orientadores clásicos terrestres”, las funciones de la epífisis se circunscriben al control sexual, en la época infantil, velador de los instintos hasta cierta edad, en que la actividad sexual se puede deslizar con regularidad. Ahí, decrece en fuerza, se relaja, casi desaparece, para que las glándulas genitales la sucedan en el campo de la energía plena. Dice, además: “No se trata de un órgano muerto. Es la glándula de la vida mental. Ella despierta en el organismo del hombre, en la pubertad, las fuerzas creadoras y, en seguida, empieza a funcionar como el más avanzado laboratorio de elementos psíquicos de la criatura terrestre”. ”En relación al período de desarrollo infantil, fase de reajuste de ese importante centro del cuerpo periespiritual preexistente, la epífisis parece constituir el freno a las manifestaciones del sexo; mientras, hay que rectificar observaciones. A los catorce años, aproximadamente, en posición estática en cuanto a sus atribuciones esenciales, vuelve a funcionar en el hombre reencarnado.

Representando control, fuente creadora y válvula de escape. La glándula pineal se reajusta al concepto orgánico y reabre su mundo maravilloso de sensaciones e impresiones en la esfera emocional.

Se entrega a la criatura en la recapitulación de la sexualidad; examina el inventario de sus pasiones vividas en otras épocas, las cuales reaparecen bajo fuertes impulsos”.

Continúa André Luiz: “La glándula pineal preside los fenómenos nerviosos de la emotividad, como órgano de elevada expresión en el cuerpo etéreo. Desata, en cierto modo, los lazos divinos de la Naturaleza, los cuales ligan las existencias unas a otras, en la secuencia de las luchas por el perfeccionamiento del alma, y deja entrever la grandeza de las facultades creadoras de que la criatura se halla investida” (Cuerpo etéreo, igual Periespíritu).

Las glándulas genitales son “demasiado mecánicas, para guardar los principios sutiles y casi imponderables de la generación. Se hallan absolutamente controladas por el potencial magnético de que la epífisis es fuente fundamental”.

Las glándulas genitales segregan las hormonas del sexo, pero la pineal segrega “hormonas psíquicas” o “unidades fuerza” que van a actuar, de manera positiva, en las energías generadoras.

“Los cromosomas de la bolsa seminal no se escapan de la influencia absoluta y determinada”.

Prosigue André Luiz: “Segregando delicadas energías psíquicas, la glándula pineal conserva ascendencia en todo el sistema endocrino. Ligada a la mente, a través de principios eletromagnéticos del campo vital, comanda las fuerzas subconscientes bajo la determinación directa de la voluntad. Las redes nerviosas constituyen los hilos telegráficos para órdenes inmediatas a todos los departamentos celulares, y bajo su dirección se efectúan los suministros de energías psíquicas a todos los armazones autónomos de los órganos”.

“De modo general, todos nosotros, ahora o en el pasado, viciamos ese foco sagrado de fuerzas creadoras, transformándolo en un imán relajado, entre las sensaciones inferiores de naturaleza animal….” …de ahí “se suceden los dolorosos fenómenos de la herencia fisiológica, que debería constituir, invariablemente, un cuadro de adquisiciones benditas y puras”. Por ello, la necesidad de las reglas morales.

“Renuncia, abnegación, continencia sexual y disciplina emotiva no representan meros preceptos de forma religiosa. Son providencias de tenor científico, para enriquecimiento efectivo de la personalidad”.

Nada significa alcanzar la muerte física exhibiendo gestos y palabras convencionales, si el hombre no se preocupó por alcanzar su propio perfeccionamiento. Sentimientos profundos, en el instante supremo, ayudan decididamente, en las actividades de regeneración más allá del túmulo, pero no constituyen la necesaria realización.

“Recibir un cuerpo, en las concesiones de la reencarnación, no es ganar un barco para una nueva aventura, al acaso de las circunstancias; significa responsabilidad definida en los servicios de aprendizaje, elevación o reparación, en los esfuerzos evolutivos o redentores”, concluye André Luiz.

Los materialistas colocan el deporte, en todas sus modalidades, como terapia para canalización de las fuerzas nerviosas (secreciones eléctricas de la epífisis), contra los posibles peligros de su excesiva acumulación, en el sentido de preservar la juventud, la plástica y la eugenesia.

Tal práctica puede ser, a lo máximo, leve atenuante, pero no ayuda definitiva.

El único deporte completo, sirviendo como cura definitiva para los excesos en el campo sexual, es la educación cristiana. Jesús enseñó: ” La virtud como deporte del alma”.

En el campo mediúmnico, la epífisis impulsa e intensifica el poder de emisión y recepción, de acuerdo con nuestra esfera espiritual - Ley de sintonía.


BIBLIOGRAFÍA

Misioneros de la Luz - André Luiz.



Tomado de la obra: Curso de Mediúmnidad, primer año. Federación Espírita de Sao Paulo.


Traducción al español: Oscar Cervantes Velásquez
Centro de Estudios Espíritas Francisco de Asís
Santa Marta - Colombia


lunes, 19 de agosto de 2019

MEDIÚMNIDAD DE BEBES

Imagen utilizada como referencia. Tomada de Elisaramosgil.com



El señor Jenken, abogado, tenía un bebé de cinco meses y medio que escribió una comunicación en las condiciones siguientes. Su relato nos fue proporcionado por el señor James Wason (Médium and Daybreack, 8 de mayo de 1874. Traducción francesa de la obra “Animismo y Espiritismo”, pág. 346):
      
       El narrador habitaba con la familia Jenken en Brigton. El señor Jenken fatigado por sus continuos viajes a Londres sufría intensamente del estómago y los intestinos y el señor Wason no había podido convencerlo de que tales molestias se debían a un exceso de fatiga…

       El 6 de marzo, alrededor de las 13, continúa el señor Wason, la niñera estaba sentada, teniendo sobre sus rodillas al bebé, en el comedor. Yo escribía en una mesa, y la señora Jenken se hallaba en el cuarto vecino, con la puerta entreabierta. De pronto la niñera exclama: “El bebé tiene un lápiz en la mano”. No dijo que el lápiz había sido colocado en la mano del niño por una fuerza invisible. Por mi parte no le preste mayor atención porque sabía por experiencia, con que entusiasmo toman los niños todo lo que tienen a su alcance y continué escribiendo. Pero la niñera exclamó en seguida con mayor admiración aún: “El bebé escribe”, cosa que intrigó a la señora Jenken, que vino a la habitación. Yo me levanté también y observé por encima del hombro de la señora Jenken y vi que, en efecto, el niño tenía un lápiz en la mano, la cual se apoyaba en un extremo del papel con la comunicación de la que en seguida tomamos una fotografía. Decía así: “Amo a este niño. Que Dios lo bendiga. Aconsejo a su padre volver en todos los casos, los lunes a Londres. Susana”.

       Debo agregar que Susana era el nombre de mi difunta esposa, quien amaba mucho a los niños y cuyo espíritu (así lo suponemos nosotros) se había manifestado varias veces por “raps” y escrituras automáticas por intermedio de la señora Jenken. Esta señora era Kate Fox cuando soltera, y en su familia se produjeron en los alrededores de Nueva York las primeras manifestaciones medianímicas, los “raps” de Rochester, que inauguraron el movimiento espiritualista de nuestro siglo…
Firmado: James Wason
Wason Biuldings. – Liverpool.

       El relato publicado por “Médium et Daybreack” reproduce el facsímil de la escritura y firmas del señor Wason, señora de Jenken y la niñera. Esta no fue la única comunicación obtenida por el bebé. He aquí otros detalles tomados a “Spiritualiste” del 20 de marzo de 1874:

       La facultad de escribir del niño parece continuar. El 11 de marzo nos hallábamos sentados a la mesa mi esposa, la niñera con el bebé y yo. Mi esposa colocó un lápiz en la mano del niño y un papel en las rodillas de la niñera debajo del lápiz. La mano del bebé escribió inmediatamente esta frase: “Amo a este niñito. Que Dios bendiga a su madre. Me siento feliz. J. B. T.”.

       Expresé el deseo de que el niño escribiera algunas palabras a su abuelita, que tenía más de 90 años, e instantes después la fuerza invisible levantó una hoja de papel de una mesa y la pasó sobre las rodillas de la niñera – al mismo tiempo un lápiz se halló colocado en la mano del niño, y este trazó rápidamente estas palabras: “Amo a mi abuelita”. El papel y el lápiz fueron arrojados al suelo y algunos golpecitos me advirtieron que mi deseo se había cumplido.

       Carecemos de razón alguna para poner en duda la palabra del señor Wason, cuyo título oficial ofrece una garantía de sinceridad. Tampoco el señor Jenken ha sido jamás sospechoso de mala fe. Es necesario pues admitir estos relatos como verídicos, por raros que parezcan, sobre todo porque no se trata de casos únicos.

       La pequeña hija del barón Seymour Kirkup ¡escribió a la edad de nueve días! Esta es la carta enviada al señor Jenken por el barón (“Spiritualist”, 1875, tomo I, pág. 222).

       Mi hija era médium a los dos años de edad; ahora tiene 21 años. Su hija escribió automáticamente cuando tenía nueve días. He conservado los mensajes escritos por ella y le enviaré las fotografías. Nació sietemesina y muy débil. La madre la sostenía de una mano sobre un almohadón teniendo en la otra un libro con una hoja de papel; no sé por qué medio llegó el lápiz a la mano de la niña. En todos los casos Valentina (así se llamaba) lo tenía con firmeza en su pequeño puño.

       Primero escribió las iniciales de sus cuatro guías R. A. D. J., luego de lo cual se le cayó el lápiz. Creía que eso sería todo, pero mi hija Imogene exclamó: “Tiene el lápiz nuevamente”. La niña trazó entonces las siguientes palabras, con escritura vacilante y por encima de las letras escritas antes: “Non mutare, questa buona prova, foi cossa ti abbiano detto; adidio”. (No cambiar nada, es una buena prueba, haz lo que te hemos dicho; adios)…

       El señor Jenken agrega: “La carta que recibí de Kirkup venía acompañada de una fotografía de la escritura de la niña, de un relato testificado por siete firmas y de un excelente retrato espírita de la abuela, la célebre Regina”.

       Aksakof refiere también tomado del “Baner of Ligth” de 1876, el caso de una niña médium de dos años, Essie Mott, de Memphis (Missourí), que escribía sobre pizarra sin que persona alguna se hallara cerca de ella y que no conocía las letras. El hecho es testificado por una persona independiente, el respetable señor Waren Chose.

       El señor Call Black se convirtió a la creencia en los hechos espiritistas, luego de haber recibido comunicaciones por intermedio de otro niño (ver “Religio-Philosophical.Journal, del 25 de enero de 1890).
      
       Aquí haremos una observación muy importante relativa a estas escrituras producidas por niños de tan corta edad, y es la de que aun no deseando admitir ninguna intervención espiritual y quiera atribuirse a la madre la acción ejercida sobre su bebé, no puede seguirse menos de ello que existe en el niño un estado receptivo destacado, o una mediúmnidad propiamente dicha. La escritura no puede ser producida por una transmisión del pensamiento puesto que el cerebro del niño no contiene todavía las asociaciones dinámicas indispensables para producir los movimientos necesarios al grafismo de la escritura. La fuerza actuante debe por consiguiente ejercerse directamente sobre la mano, y cualquier extensión que se suponga a la exteriorización de la madre, es muy difícil admitir que sea ella la que actúe tan enérgicamente, permaneciendo en estado de vigilia absoluta y sin la menor conciencia de producir una acción tan enérgica como complicada.

       Podríamos citar otros ejemplos de mediúmnidad en niños de poca edad, pero preferimos recomendar al lector la historia “De lo maravilloso”, tomo II, de L. Figuier y la obra de Bonnemeré “Les Camisards des Cévennes”, que relatan cómo los niños de trece meses se expresaban durante el trance en excelente francés, lengua no usada en aquella época en las campañas.


Tomado del libro: "Investigaciones sobre la Mediúmnidad" del Ing. Gabriel Delanne.

domingo, 11 de agosto de 2019

EL HOMBRE QUE DOMINABA LA RULETA CON LA MENTE

CASOS EXTRAORDINARIOS

John Robertson, australiano, fue un hombre con poderes psicocinéticos que hizo estrago en los casinos más importantes de Europa durante una sola temporada, la de 1925.

En 1922 Robertson estaba hastiado de la vida, iba dando tumbos de aquí para allá, fracasando en todo lo que hacía. A los 34 años decidió emigrar a Gran Bretaña con el propósito de inicia una nueva vida.

Se instaló en Londres trabajando como obrero temporal. Se pasaba las horas libres jugando solo a los dados. Así fue como se dio cuenta que podía pensar en un número determinado y al lanzar los dados salía el número pensado.

Progresivamente; el juego de acertar números se convirtió en una obsesión y amplió su campo de experimentos. Lanzaba monedas al aire y salía la cara deseada. Más tarde, un vecino de habitación le dejó una pequeña ruleta y probó suerte. De esta forma se dio cuenta que en realidad salía el número que él quería que saliera, aunque no entendía cómo era posible.

Robertson averiguó que pasaba. Se informó a través de la “Society for Psychical Research” de Londres y tomó conciencia que era su mente la que producía el fenómeno.

       A principios de 1925, Robertson vendió todo cuanto pudo y con el dinero que consiguió compró dos trajes nuevos y un billete para el transbordador del canal de la Mancha. Se instaló en París dispuesto a utilizar sus facultades.

       Durante los primeros meses, recorrió los principales casinos europeos: París, Niza, Deauville y Montecarlo. Observaba atentamente que juegos había con el propósito de encontrar el más apropiado a sus condiciones. Decidió que la bolita de marfil que saltaba sobre la ruleta era el objetivo sobre el que podría actuar con más facilidad.

La gran depresión económica sufrida en las primeras décadas del siglo XX afectó a multitud de sectores sociales que, en muchos casos, al igual que John Robertson, se vieron obligados a emigrar a otras tierras en busca de nuevas oportunidades.

       El 4 de agosto de 1925, Robertson decidió empezar su aventura paranormal. A primeras horas de la tarde entró en el casino de Deauville y se sentó por primera vez ante una ruleta con la cantidad de 100 libras esterlinas.
      
       Robertson borró de su mente todo lo que le envolvía y concentró su interés en la bola de la ruleta. Empezó jugando con cautela a un número concreto. Tiraron la bola, giró vertiginosamente y salió un número diferente al previsto. Había perdido. Lo intentó una segunda vez y cuando la bola iba a quedarse en el número pensado, se deslizó y saltó al de al lado. Lo reintentó una tercera. Esta vez visualizó el número deseado fijando la vista en la bola… y acertó.
      
       Desde ese momento, el poder de Robertson sobre la bolita de marfil actuó con tanta destreza que esta se convirtió en la esclava de sus proyecciones. Al final de la noche, y sin llamar la atención, recuperó el dinero apostado y ganó 500 libras esterlinas.

       En los meses siguientes, Robertson jugó en los casinos más famosos sin llamar demasiado la atención. En menos de un año, consiguió un capital de 40.000 libras esterlinas. Vivía en las suites más lujosas de los mejores hoteles de la Costa Azul, viajaba en un enorme coche color gris perla, y aunque él no lo quisiera, había empezado a correr la voz en los casinos que era un hombre que nunca perdía.

       Ante los éxitos continuos empezó a producirse el fenómeno que todos en la sala se sumaban a su juego, apostaban con él y ganaban.

       Responsables de los casinos estudiaron el comportamiento de Robertson y una vez descartado el fraude dirigieron sus investigaciones hacia los posibles poderes psíquicos. Constataron que Robertson cerraba los ojos y se concentraba unos instantes en el momento en que la bola se ponía en movimiento. Con el asesoramiento del “Institute Metapsychique International” de París, desvelaron la probabilidad de la facultad psicocinética. Dicha facultad solo podría ser contrarrestada por otra que funcionara en el sentido opuesto.

       A finales de otoño de 1925, localizaron a Jean Leone, un sensitivo francés. Este no tenía tanto poder como Robertson, pero podía perturbar la onda psi y neutralizar sus efectos. El casino Metropolitan de Montecarlo le contrató.


GUERRA DE MENTES

La ruleta se convirtió en una fuente inagotable de riqueza para John Robertson. Él ha sido el único hombre, reconocido por los casinos, que tenía la capacidad de influir mentalmente sobre la pequeña bola de marfil que decide el número ganador.


       El 28 de septiembre de 1925, Robertson entró en el Metropolitan y estuvo ganando una fortuna durante dos noches. El 30 de septiembre llegó al casino el paragnosta contratado.

       Robertson estaba jugando en la ruleta principal. Detrás de todos los jugadores, pero frente a él, apoyado en una balaustrada de cobre se situó Leone. Estuvo durante mucho tiempo estudiando el método que seguía Robertson mientras acertaba una y otra vez. Lo difícil era sincronizar el instante de concentración de Robertson en el que proyectaba su influencia psi sobre la bola de marfil para neutralizar la onda psíquica.

       Tras una serie de intentos fallidos el objetivo se logró. Robertson apostó 1000 libras al número 14, la bola saltó por encima de los números y finalmente se paró en el 3, algo inaudito. Robertson, tranquilo, jugo otras 1000 libras y volvió a perder.

       Durante minutos Robertson dejó de jugar estudiando lo que pasaba. Leone lo observaba impasible. Robertson lo intentó de nuevo y siempre perdía. Descansó, intentó recuperar fuerzas para volver al combate. Notaba que algo le estaba afectando, pero no pudo saber que o quien le interfería.

       A las 2 de la madrugada del 1 de noviembre de 1925, Robertson se jugó todo su capital al número 7. El croupier lanzó la bola, rodó y salió un número distinto. Optó por abandonar la mesa. Pasó por caja y en gerencia firmó un pagaré por todos sus bienes. John Robertson salió del Metropolitan de Montecarlo tan pobre como el primer día que entró en un casino.

       Murió en Bélgica, en 1944, en un hospital para indigentes. Con el desapareció el jugador que pudo haber arruinado todos los casinos del mundo.


Tomado de la "Enciclopedia de la parapsicología y ciencias ocultas", Editorial Salvat

domingo, 4 de agosto de 2019

EL PERIESPÍRITU, EN LA VIDA ESPIRITUAL, ¿CONSERVA LA FORMA FEMENINA O MASCULINA?




Los Espíritus Superiores revelaron a Kardec, en las respuestas a las preguntas 200 a 202 de El Libro de los Espíritus:

"Los espíritus no tienen sexo tal como lo entendemos por la constitución orgánica, sino que establecen entre ellos relaciones de amor y simpatía, que se basan en la similitud de sentimientos”.

Por tener un sexo definido, el Espíritu puede reencarnar tanto en un cuerpo masculino como en uno femenino, dependiendo de las pruebas, misiones o expiaciones que haya escogido o necesita sufrir.

Allan Kardec publicó, en el capítulo de la Segunda Parte de El Cielo y el Infierno, la siguiente respuesta que el espíritu de Sansón le ofreció, cuando se le preguntó si en el nuevo estado en que se encontraba tenía una naturaleza más masculina que femenina y si lo mismo le sucedía a un Espíritu que había abandonado su cuerpo material durante mucho tiempo:

“No tenemos que poseer una naturaleza masculina o femenina: los Espíritus no se reproducen. Dios los creó por su voluntad, y si, en sus maravillosos designios quiso que los Espíritus reencarnaran en la Tierra, debió disponer la reproducción de las especies por medio del macho y la hembra. No obstante, debéis notar, sin que medien mayores explicaciones, que lo Espíritus no pueden tener sexo”.

Allan Kardec, ante tal respuesta, agregó:

“Siempre se ha dicho que los Espíritus no tienen sexo. Los sexos sólo son necesarios para la reproducción de los cuerpos. Dado que los Espíritus no se reproducen, los sexos serían inútiles para ellos. Nuestra pregunta no tenía por finalidad la confirmación de ese hecho, sino saber, visto que el señor Sansón había desencarnado recientemente, qué impresiones conservaba de su estado terrenal”.

“Los Espíritus purificados comprenden perfectamente su naturaleza, pero entre los Espíritus inferiores, que no se han desmaterializado, muchos son los que creen que todavía están en la Tierra, y conservan las mismas pasiones y los mismos deseos. De ese modo, consideran que siguen siendo hombres o mujeres, lo que ha llevado a algunos a la suposición de que realmente tienen sexo. Algunas contradicciones en ese sentido provienen de los diferentes grados de adelanto de los Espíritus que se comunican. El error no es de ellos, sino de quienes los interroga sin tomarse el trabajo de profundizar estas cuestiones”.

Para reforzar la realidad que algunos Espíritus conservan características masculinas o femeninas, llamamos la atención sobre la lección que Allan Kardec presentó en la Revista Espírita de septiembre de 1958, cuando publicó la larga conversación que sostuvo con el Espíritu de la señora Schwabenhaus, la cual se mantenía bajo la forma femenina:

“Me encuentro bajo mi última forma femenina”.

“(…) Me encuentro bajo mi última forma para satisfacer las leyes que rigen a los Espíritus cuando son evocados y obligados a retomar aquello a que ustedes llamáis periespíritu”.

       Además, Allan Kardec, en su evocación al Espíritu de Humboldt, publicada en la Revista Espírita de junio de 1859, preguntó a este Espíritu como se vería, si esto fuera posible:

       La respuesta fue muy objetiva: - “Como hombre”.

       Allan Kardec, en el artículo “Consideraciones sobre el Espíritu de Carcassone”, publicado en la Revista Espírita de junio de 1863, explicó, de una manera muy esclarecedora, por qué el espíritu de Felicia continuaba en la vida espiritual perteneciendo al sexo femenino:

“La primera respuesta dada por el espíritu de Felicia a ciertas personas, puede parecer una contradicción. Dice que es del sexo femenino y se sabe que los Espíritus no tienen sexo. Es cierto que no tienen sexo, pero se sabe que, para ser reconocidos, se presentan en la forma en que los conocimos en vida. Para su exmarido, Felicia es siempre una mujer. No podía, por lo tanto, presentarse de otra manera, ya que le habría perturbado sus recuerdos. Hay más, cuando él entre al mundo de los Espíritus, la encontrará como era en la Tierra; de lo contrario no la reconocería. Poco a poco se van borrando los caracteres físicos para permitir que subsistan los esencialmente morales. Es así como la madre encuentra al hijo en la tierna edad, de hecho, ya no es más un niño. También añadiríamos que los caracteres morales son más persistentes entre menos desmaterializados los espíritus, es decir, menos elevados en la jerarquía de los seres. Depurándose, las huellas de la materialidad desaparecen a medida que el pensamiento se desconecta de la materia. E ahí por qué los Espíritus inferiores, aún apegados a la Tierra, son, en el mundo invisible, más o menos lo que eran en vida, con los mismos gustos e inclinaciones”.

       Allan Kardec, en el artículo, “¿Tienen las mujeres alma?”, en la Revista Espírita de enero de 1866, hizo las siguientes consideraciones sobre el mantenimiento, en el periespíritu, de las características masculinas o femeninas:

“A medida que el Espíritu encarnado sufre la influencia del organismo, su carácter cambia según las circunstancias y se duplica de acuerdo a las necesidades y exigencias impuestas por el propio organismo. Esta influencia no desaparece inmediatamente después de la destrucción de la envoltura material, ni pierde instantáneamente sus gustos y hábitos terrenales. En este caso, puede suceder que el Espíritu recorra una serie de existencias en el mismo sexo, lo que hace que, durante mucho tiempo, pueda conservar en el estado de Espíritu, el carácter de hombre o de mujer, cuya marca quedó impresa en él. Solo cuando se ha logrado un cierto grado de progreso y desmaterialización, es que la influencia de la materia se extingue completamente y, con ella, el carácter de los sexos. Aquellos que se nos presentan como hombres o mujeres es para recordarnos la existencia en que los conocimos”.

De esta manera, entendemos por qué los Espíritus, especialmente para ser reconocidos, se presentan en la forma y la apariencia humana que tuvieron en su vida corporal.


Tomado del libro: "Periespíritu, los que los Espíritus dijeron" de Geziel Andrade.

Traducción al español: Oscar Cervantes Velásquez
Centro de Estudios Espíritas Francisco de Asís
Santa Marta - Colombia
Agosto 4 de 2019

JUNG Y EL ESPIRITISMO

  CARLOS GUSTAV JUNG ARQUETIPOS, ESPÍRITUS Y COMPLEJOS: EL ESPIRITISMO A LA LUZ DE LA PSICOLOGÍA JUNGUIANA Núñez, M. (1996). Archetypes ...