Las funciones del organismo animal son reguladas por dos
sistemas principales: el nervioso y el hormonal o endocrino.
Este es constituido por varias glándulas que segregan
hormonas, que originan estímulos. Las hormonas son lanzadas en la circulación
sanguínea, siendo transportadas hacia las diferentes partes del organismo.
Las glándulas endocrinas son: páncreas, paratiroides,
epífisis o pineal, pituitaria o hipófisis, tiroides, adrenales o suprarrenales
y sexuales (ovarios y testículos).
La epífisis, glándula de forma periforme, es un cuerpo
ovoide, con las dimensiones de un guisante mediano y reposa sobre el techo
mecencefálico.
“Descartes consideraba a la glándula pineal la sede del
alma” (Anatomía y Fisiología Humana, de A. Almeida Junior; Editora Nacional, 8ª
parte, cap. 40).
“La anatomía comparada vio en ella sólo un órgano en
regresión: el ojo pineal”.
En “Misioneros de la Luz”, cap. 2, André Luiz observa que,
en el médium, en servicio mediúmnico, esa glándula se transforma en núcleo
radiante, y, a su alrededor, sus rayos forman un loto de pétalos sublimes.
Recuerda que, según los “orientadores clásicos
terrestres”, las funciones de la epífisis se circunscriben al control sexual,
en la época infantil, velador de los instintos hasta cierta edad, en que la
actividad sexual se puede deslizar con regularidad. Ahí, decrece en fuerza, se
relaja, casi desaparece, para que las glándulas genitales la sucedan en el
campo de la energía plena. Dice, además: “No se trata de un órgano muerto. Es
la glándula de la vida mental. Ella despierta en el organismo del hombre, en la
pubertad, las fuerzas creadoras y, en seguida, empieza a funcionar como el más
avanzado laboratorio de elementos psíquicos de la criatura terrestre”. ”En relación
al período de desarrollo infantil, fase de reajuste de ese importante centro
del cuerpo periespiritual preexistente, la epífisis parece constituir el freno
a las manifestaciones del sexo; mientras, hay que rectificar observaciones. A
los catorce años, aproximadamente, en posición estática en cuanto a sus
atribuciones esenciales, vuelve a funcionar en el hombre reencarnado.
Representando control, fuente creadora y válvula de
escape. La glándula pineal se reajusta al concepto orgánico y reabre su mundo
maravilloso de sensaciones e impresiones en la esfera emocional.
Se entrega a la criatura en la recapitulación de la
sexualidad; examina el inventario de sus pasiones vividas en otras épocas, las
cuales reaparecen bajo fuertes impulsos”.
Continúa André Luiz: “La glándula pineal preside los
fenómenos nerviosos de la emotividad, como órgano de elevada expresión en el
cuerpo etéreo. Desata, en cierto modo, los lazos divinos de la Naturaleza, los
cuales ligan las existencias unas a otras, en la secuencia de las luchas por el
perfeccionamiento del alma, y deja entrever la grandeza de las facultades
creadoras de que la criatura se halla investida” (Cuerpo etéreo, igual
Periespíritu).
Las glándulas genitales son “demasiado mecánicas, para
guardar los principios sutiles y casi imponderables de la generación. Se hallan
absolutamente controladas por el potencial magnético de que la epífisis es
fuente fundamental”.
Las glándulas genitales segregan las hormonas del sexo,
pero la pineal segrega “hormonas psíquicas” o “unidades fuerza” que van a
actuar, de manera positiva, en las energías generadoras.
“Los cromosomas de la bolsa seminal no se escapan de la
influencia absoluta y determinada”.
Prosigue André Luiz: “Segregando delicadas energías
psíquicas, la glándula pineal conserva ascendencia en todo el sistema
endocrino. Ligada a la mente, a través de principios eletromagnéticos del campo
vital, comanda las fuerzas subconscientes bajo la determinación directa de la
voluntad. Las redes nerviosas constituyen los hilos telegráficos para órdenes inmediatas
a todos los departamentos celulares, y bajo su dirección se efectúan los
suministros de energías psíquicas a todos los armazones autónomos de los
órganos”.
“De modo general, todos nosotros, ahora o en el pasado,
viciamos ese foco sagrado de fuerzas creadoras, transformándolo en un imán
relajado, entre las sensaciones inferiores de naturaleza animal….” …de ahí “se
suceden los dolorosos fenómenos de la herencia fisiológica, que debería constituir,
invariablemente, un cuadro de adquisiciones benditas y puras”. Por ello, la necesidad
de las reglas morales.
“Renuncia, abnegación, continencia sexual y disciplina
emotiva no representan meros preceptos de forma religiosa. Son providencias de
tenor científico, para enriquecimiento efectivo de la personalidad”.
Nada significa alcanzar la muerte física exhibiendo
gestos y palabras convencionales, si el hombre no se preocupó por alcanzar su
propio perfeccionamiento. Sentimientos profundos, en el instante supremo, ayudan
decididamente, en las actividades de regeneración más allá del túmulo, pero no
constituyen la necesaria realización.
“Recibir un cuerpo, en las concesiones de la
reencarnación, no es ganar un barco para una nueva aventura, al acaso de las
circunstancias; significa responsabilidad definida en los servicios de
aprendizaje, elevación o reparación, en los esfuerzos evolutivos o redentores”,
concluye André Luiz.
Los materialistas colocan el deporte, en todas sus modalidades,
como terapia para canalización de las fuerzas nerviosas (secreciones eléctricas
de la epífisis), contra los posibles peligros de su excesiva acumulación, en el
sentido de preservar la juventud, la plástica y la eugenesia.
Tal práctica puede ser, a lo máximo, leve atenuante, pero
no ayuda definitiva.
El único deporte completo, sirviendo como cura definitiva
para los excesos en el campo sexual, es la educación cristiana. Jesús enseñó: ”
La virtud como deporte del alma”.
En el campo mediúmnico, la epífisis impulsa e intensifica
el poder de emisión y recepción, de acuerdo con nuestra esfera espiritual - Ley
de sintonía.
BIBLIOGRAFÍA
Misioneros de la Luz - André Luiz.
Tomado de la obra: Curso
de Mediúmnidad, primer año. Federación Espírita de Sao Paulo.
Traducción al español: Oscar Cervantes Velásquez
Centro de Estudios Espíritas
Francisco de Asís
Santa Marta - Colombia