LA "REVISTA ESPIRÍTA"
Pregunta. Tengo la intención de publicar un periódico
espiritista; ¿pensáis que llegaré a realizarlo? ¿Qué me aconsejáis? La persona
a quien me he dirigido, Mr. Tiedeman, no parece estar decidida a prestar su
concurso pecuniario.
Respuesta. Sí, conseguirás lo que te propones siendo perseverante.
La idea es buena y de óptimos resultados.
Pregunta. Temo que otros me aventajen.
Respuesta. Haz porque salga pronto.
Pregunta. No solicito ya ventajas, pero el tiempo me falta.
Desempeño dos empleos que me son necesarios; bien lo sabéis, y quisiera poder
renunciarlos a fin de consagrarme por entero a la causa, sin ninguna otra
preocupación.
Respuesta, No importa que no los renuncies por el momento; hay
tiempo para todo, muévete y a todo llegarás.
Pregunta. ¿Debo hacerlo sin el concurso de Mr. Tiedeman?
Respuesta. Hazlo con o sin su concurso; no te inquietes por él;
puedes muy bien prescindir de su apoyo.
Pregunta. Tenía la intención de publicar un primer número como
ensayo, tanto para adquirir la propiedad como para formar idea del
recibimiento, reservándome continuar o no su publicación, según me pareciese.
¿Qué pensáis?
Respuesta. La idea es buena, pero un primer número no basta, con
tanto mayor motivo cuanto que es, más que útil, necesario para preparar el
camino al resto de tu empresa. Debe salir bueno de interés, de manera que sirva
para sentar las bases de una existencia duradera. Si lo haces defectuoso, nada
esperes de él porque la primera impresión es la que ha de decidir de su
porvenir. Que satisfaga la curiosidad de todos desde el primer número,
abarcando por igual lo serio y lo ameno: lo serio para que atraiga a los
hombres de ciencia, lo ameno para que recree al vulgo. Esta parte es esencial,
pero la otra es la más importante, porque sin ella no tendría el periódico
fundamento sólido. En una palabra, evita la monotonía con la variedad, reúne a
la instrucción sólida el interés siempre creciente, y tendrás un auxiliar
poderoso para tus trabajos ulteriores.
Nota
- Me apresuré a poner en orden el primer número y lo di al público el primero
de febrero de 1857, sin comunicárselo a nadie. No contaba con un solo suscriptor
ni solicité de nadie fondos. Lo hice por completo a mi cuenta y riesgo, y por
cierto que no tuve ocasión de arrepentirme. A partir del primero de enero los números
se sucedieron sin interrupción, y, como lo había previsto el Espíritu, el periódico
fue para mí un poderoso auxiliar. Más tarde reconocí que gané mucho con no
solicitar fondos de nadie, porque de este modo era absolutamente libre; por el
contrario, si un extraño cualquiera hubiera tenido participación en la empresa,
posible es que hubiera intentado imponerme sus ideas y su voluntad, y
entorpecer de este modo mi marcha. Solo, no tuve que rendir cuentas a nadie ni
siquiera de lo espinoso de mi empeño.
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