jueves, 4 de noviembre de 2021

CELOTIPIA, CUANDO EL AMOR SE CONVIERTE EN SUFRIMIENTO

 

Imagen de referencia tomada de la Web.

Por: Oscar Cervantes Velásquez

Todos los seres humanos, en algún momento de nuestra vida, y atendiendo a las circunstancias, hemos sentido el gusanito de los celos. Dentro de la inferioridad que manejamos en un planeta como el nuestro, podríamos decir que es algo normal, a pesar de ser un estado emocional negativo, sin embargo, muchas veces la forma intensa e irracional con que celamos, convierten las relaciones en un grave problema de convivencia que, generalmente, acaba con las relaciones afectivas, afectando en mayor o menor grado, a las personas implicadas.

 

Los celos, desde la óptica de las ciencias psicológicas, es considerada una enfermedad psíquica, que “consiste en ideas pensamientos, impulsos o imágenes que no se logran quitar de la mente. Entran ahí de modo prepotente y se perciben como algo extraño que escapa al control. Van más allá de un simple pensamiento no deseado que al final desaparece[1]”.

 

En el caso de los celos patológicos, estos representan un fenómeno complejo de la personalidad, que afecta la estabilidad emocional del individuo que lo padece, llevándolo a niveles de ansiedad e inseguridad tal, que le impide racionalizar con equilibrio, sus pensamientos. En ese tormentoso estado, el hombre, “fija su identidad en la necesidad de lo que denomina amor y se proyecta, inconscientemente, sobre la persona que dice amar, se le impone con ansiedad irrefrenable, en terrible desarmonía interior[2]”.


La causa de este tipo de enfermedad psíquica, es la falta de madurez psicológica del ser, entendiendo que esta reencarnación es la sumatoria de las diferentes experiencias del ayer, que pesan sensiblemente en su inconsciente, lo cual, a su vez, termina por generar conflictos, obsesiones y ansiedades, en sus relaciones interpersonales y en particular las de pareja.


Hay algo que es importante considerar en relación a los celos, pues muchas veces, de forma errónea, hemos escuchado que se cela a la pareja, porque se ama, situación que está lejos de ser una expresión del amor, por el contrario, representa estados de inseguridad del ser y una demostración de fracaso en el manejo de sus emociones; como asegura la autora espiritual Juana de Ángelis, “el Espíritu inmaduro, sometido por desvíos del comportamiento en existencias pasadas, renace con el sistema emocional señalado por marcas infelices[3]”.


En este orden de ideas, comprendiendo las herencias del pasado y la forma en que ese pasado repercute en nuestra vida presente, se hace necesario la educación de nuestras emociones partiendo de la necesidad de aceptarnos tal como somos, con nuestras limitaciones, pero con algo fundamental e importante para nuestro futuro espiritual, la perfectibilidad que estamos en capacidad de desarrollar trabajando en nuestra reforma moral.   


Sabemos, que “la existencia física tiene por meta el perfeccionamiento de los valores espirituales que yacen latentes en el ser humano, que adquiere sabiduría y paz, de modo que pueda disfrutar de la salud integral”; de ahí el por qué “trabajar la emoción, reflexionar en torno a los propios sentimientos y a los del prójimo constituyen una saludable psicoterapia para la adquisición de la confianza en sí mismo y de los demás[4]”.

 



[1] Madurez psicológica y espiritual. Wenceslao Vial. La obsesión y la compulsión, pág. 194. Ediciones Palabra, Madrid – España. 3ª. Edición.

[2] Juana de Ángelis/Divaldo Franco. El Ser Consciente. Ser y persona, pág. 45. Ediciones Juana de Ángelis, Buenos Aires – Argentina. 1997.

[3] Juana de Ángelis/Divaldo Franco. Conflictos existenciales, Celos, pág. 70. Ediciones Juana de Ángelis, Buenos Aires – Argentina. 2005.

[4] Ibidem, pág. 71.


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