sábado, 4 de octubre de 2025

REENCARNACIÓN - DON DE DIOS

 


Como es comprensible, la planificación para las reencarnaciones es casi infinita, y obedece a criterios que se derivan de las conquistas morales o de los perjuicios ocasionales de cada candidato.

En general, existen automatismos establecidos que funcionan sin mayores preocupaciones por parte de los técnicos en renacimiento, y por los cuales la gran mayoría de Espíritus retorna a la carne, señalados por sus propias imposiciones evolutivas.

Junto a este extraordinario automatismo de las leyes de la Reencarnación, hay programas y labores especializados para atender finalidades específicas, en la ejecución de tareas relevantes y realizaciones ennoblecedoras, que exigen un gran esfuerzo de los Mentores encargados de promover y ayudar a sus pupilos, en el rumbo del progreso y de la redención.

Sin desear detenernos en pormenores de los casos especiales, referentes a los misioneros del Amor y a los abnegados cultores de la Ciencia y del Arte, los candidatos en nivel medio de evolución, antes de ser encaminados a las experiencias terrenas, solicitan la oportunidad, empeñando los mejores propósitos y presentando los recursos que esperan utilizar, con el fin de granjearse la bendición del recomienzo, en la bendita escuela humana...

Examinados por hábiles y dedicados programadores, que recurren a técnicas muy especiales de evaluación de las posibilidades presentadas, son sometidos a demorados entrenamientos, de acuerdo con el servicio a emprender, con vistas al bienestar de la Humanidad, tras lo cual son seleccionados los mejores, disminuyendo, con este expediente, el margen de fracaso. Los que no son aceptados, vuelven a cursos de especialización para otras actividades, especialmente de equilibrio, con que se arman de fuerzas para vencer las malas inclinaciones provenientes de las existencias anteriores que fracasaron, así como para la adquisición de valiosas habilidades que les despuntarán, futuramente, en el cuerpo, como tendencias y aptitudes.

Concomitantemente, de acuerdo con la ficha personal que identifica al candidato, se realiza la búsqueda sobre aquellos que le pueden ofrecer amparo, dentro de los mapas kármicos, proveyéndose los necesarios encuentros o reencuentros en la esfera de los sueños, si los futuros genitores ya están en el vehículo físico, o directamente, cuando se trata de un plan elaborado con gran antelación, en el cual los miembros del futuro clan conviven, primero, en la Erraticidad, de donde parten ya con la familia previamente establecida...

Ejecutada la etapa de evaluación de las posibilidades y la aproximación con la necesaria anuencia de los futuros padres, son meticulosamente estudiados los mapas genéticos para que faciliten, en el cuerpo, la ocurrencia de las manifestaciones tanto físicas como psíquicas, de salud y enfermedad, normalidad o idiocia, lucidez e inteligencia, memoria y armonía emocional, duración del emprendimiento corporal y predisposiciones para el prolongamiento o anticipación del viaje de retorno, posibilitando, así, probabilidades dentro del comportamiento de cada alumno para el aprendizaje terrenal...

Se establecen fenómenos deterministas con espacio para alternancias resultantes del uso del libre albedrío, permitiendo un amplio rango de movimiento con cierta independencia emocional en torno al destino, aunque bajo controles que funcionan automáticamente, en consonancia con las leyes del equilibrio general.

Se mantienen debates entre el futuro reencarnante y sus garantes espirituales, con la exposición de las dificultades a enfrentar y de los problemas a vencer, naciendo y desplegando la euforia y la esperanza con relación al futuro.

En clima de plegaria, entre promesas de lucha y coraje, bajo el apoyo de abnegados Instructores, el Espíritu se sumerge en el océano compacto de la psicosfera terrena y se vincula a la célula fecundada, iniciando un nuevo compromiso.

Los que le aman, en la Espiritualidad, quedan expectantes e interesados por los acontecimientos, preocupados por los sucesos que se darán, y buscando interceder en las horas graves, auxiliando en los momentos más difíciles, alentando siempre...

La reencarnación, sin embargo, que conlleva el olvido parcial de las responsabilidades, a causa de la imantación celular que se realiza, es siempre un emprendimiento de gran magnitud y alta gravedad.

Conseguido el éxito del renacimiento, continúa el intercambio, durante la primera infancia, con los Amigos de la retaguardia espiritual y, a medida que el cuerpo absorbe al Espíritu o este se adueña de aquel, se van apagando los recuerdos más cercanos mientras que resurgen las fijaciones más fuertemente vivas en el ser, dando nacimiento a las tendencias y pasiones que la educación y la disciplina moral deben corregir para beneficio del educando.

Nunca cesan, en momento alguno, los socorros inspirativos que proceden de la esfera espiritual, en continuos intentos por el aprovechamiento integral de la valiosa inversión a la que el Espíritu se propuso.

El retorno se realiza, casi siempre, con altos índices de fracaso, con agravamiento de responsabilidades; de falta de éxito, a causa de la invigilancia y de la indolencia, dando pie a la amargura y a la perturbación; de pérdida del intento, gracias a la fatuidad y a los graves compromisos del pretérito, de los que no consiguieron liberarse...

Se puede comprender la preocupación afectuosa de los Benefactores Espirituales que acompañan a sus pupilos, a medida que estos se alejan de su influencia benéfica y se transfieren espontáneamente de área vibratoria, entregándose a los envolvimientos perniciosos y destructivos.

Instan, estos nobles cooperadores del bien, para que sus protegidos retomen el derrotero trazado, usando mil recursos sutiles, o de interferencias más vigorosas, tales como las enfermedades inesperadas, los accidentes imprevistos, las dificultades económicas, la carencia afectiva, de modo a despertar del anestésico de la ilusión a los que se enredaron en los hilos de la ligereza o se intoxicaron por el hedor del orgullo, del egoísmo, de la cólera...

Otras veces, recurren a otros amigos y bienhechores, a favores de la vida y a ayudas que les faciliten la marcha, perseverando incluso cuando, rechazados, permanecen a distancia, aguardando...

La reencarnación es la mayor inversión de la vida para el Espíritu en proceso evolutivo, el cual, sin ella, padecería la hipertrofia de valores intelecto-morales, por la falta de la oportunidad de la convivencia con aquellos que se le vinculan por el amor santificado, por el amor salvaje de las pasiones disolventes, o por el amor enloquecido en el odio, en la violencia, en la persecución...

La coyuntura carnal constituye un valioso aprendizaje para la fijación de los recursos más elevados del bien y del progreso en la escalada inevitable de la evolución.

Sin duda, el parcial olvido de los compromisos asumidos es responsable de algunos factores del fracaso, pero, al mismo tiempo, esto constituye la más expresiva concesión del amor del Padre, evitando que se compliquen los fenómenos de la animosidad y del resentimiento, de las penas y de las preferencias exclusivistas, que tenderían a reunir a los afines en gustos y afectos, produciendo un clima de desprecio y agresión contra aquellos que se les opusiesen.

Como el Espíritu jamás retrocede en su proceso evolutivo, los fracasos no afectan las conquistas, que permanecen, agravando, eso sí, el programa de responsabilidades de las que se desobligará, cuando fallen las pruebas remisoras, mediante las expiaciones redentoras que serán utilizadas como terapéutica final.

Todas las conquistas de la inteligencia — y siempre se logran nuevas etapas, en ese campo, en cada reencarnación — permanecen, aunque las adquisiciones morales, más lentas, pero más importantes, solo a través de sacrificio y renuncia, de amor y devoción consiguen ser alcanzadas.

En la actualidad, con las luces proyectadas por el Espiritismo, el emprendimiento de la reencarnación adquiere una más amplia comprensión por los hombres, que reconocen su procedencia espiritual, identificándola y, a su vez, preparándose para el retorno a la vida que fluye y en ella se encuentra, inevitablemente, sea en el cuerpo o fuera de él.


Tomado del libro: "Temas de la vida y de la muerte"

Manoel Philomeno de Miranda/Divaldo Franco

 

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