Como es comprensible, la planificación para las reencarnaciones es casi infinita, y obedece a criterios que se derivan de las conquistas morales o de los perjuicios ocasionales de cada candidato.
En general, existen automatismos establecidos que
funcionan sin mayores preocupaciones por parte de los técnicos en renacimiento,
y por los cuales la gran mayoría de Espíritus retorna a la carne, señalados por
sus propias imposiciones evolutivas.
Junto a este extraordinario automatismo de las
leyes de la Reencarnación, hay programas y labores especializados para atender
finalidades específicas, en la ejecución de tareas relevantes y realizaciones
ennoblecedoras, que exigen un gran esfuerzo de los Mentores encargados de
promover y ayudar a sus pupilos, en el rumbo del progreso y de la redención.
Sin desear detenernos en pormenores de los casos
especiales, referentes a los misioneros del Amor y a los abnegados cultores de
la Ciencia y del Arte, los candidatos en nivel medio de evolución, antes de ser
encaminados a las experiencias terrenas, solicitan la oportunidad, empeñando
los mejores propósitos y presentando los recursos que esperan utilizar, con el
fin de granjearse la bendición del recomienzo, en la bendita escuela humana...
Examinados por hábiles y dedicados programadores,
que recurren a técnicas muy especiales de evaluación de las posibilidades
presentadas, son sometidos a demorados entrenamientos, de acuerdo con el
servicio a emprender, con vistas al bienestar de la Humanidad, tras lo cual son
seleccionados los mejores, disminuyendo, con este expediente, el margen de
fracaso. Los que no son aceptados, vuelven a cursos de especialización para otras
actividades, especialmente de equilibrio, con que se arman de fuerzas para vencer
las malas inclinaciones provenientes de las existencias anteriores que
fracasaron, así como para la adquisición de valiosas habilidades que les
despuntarán, futuramente, en el cuerpo, como tendencias y aptitudes.
Concomitantemente, de acuerdo con la ficha
personal que identifica al candidato, se realiza la búsqueda sobre aquellos que
le pueden ofrecer amparo, dentro de los mapas kármicos, proveyéndose los
necesarios encuentros o reencuentros en la esfera de los sueños, si los futuros
genitores ya están en el vehículo físico, o directamente, cuando se trata de un
plan elaborado con gran antelación, en el cual los miembros del futuro clan
conviven, primero, en la Erraticidad, de donde parten ya con la familia
previamente establecida...
Ejecutada la etapa de evaluación de las
posibilidades y la aproximación con la necesaria anuencia de los futuros
padres, son meticulosamente estudiados los mapas genéticos para que faciliten,
en el cuerpo, la ocurrencia de las manifestaciones tanto físicas como
psíquicas, de salud y enfermedad, normalidad o idiocia, lucidez e inteligencia,
memoria y armonía emocional, duración del emprendimiento corporal y
predisposiciones para el prolongamiento o anticipación del viaje de retorno,
posibilitando, así, probabilidades dentro del comportamiento de cada alumno
para el aprendizaje terrenal...
Se establecen fenómenos deterministas con espacio
para alternancias resultantes del uso del libre albedrío, permitiendo un amplio
rango de movimiento con cierta independencia emocional en torno al destino, aunque
bajo controles que funcionan automáticamente, en consonancia con las leyes del
equilibrio general.
Se mantienen debates entre el futuro reencarnante
y sus garantes espirituales, con la exposición de las dificultades a enfrentar
y de los problemas a vencer, naciendo y desplegando la euforia y la esperanza con
relación al futuro.
En clima de plegaria, entre promesas de lucha y
coraje, bajo el apoyo de abnegados Instructores, el Espíritu se sumerge en el
océano compacto de la psicosfera terrena y se vincula a la célula fecundada, iniciando
un nuevo compromiso.
Los que le aman, en la Espiritualidad, quedan
expectantes e interesados por los acontecimientos, preocupados por los sucesos
que se darán, y buscando interceder en las horas graves, auxiliando en los
momentos más difíciles, alentando siempre...
La reencarnación, sin embargo, que conlleva el olvido
parcial de las responsabilidades, a causa de la imantación celular que se
realiza, es siempre un emprendimiento de gran magnitud y alta gravedad.
Conseguido el éxito del renacimiento, continúa el
intercambio, durante la primera infancia, con los Amigos de la retaguardia
espiritual y, a medida que el cuerpo absorbe al Espíritu o este se adueña de
aquel, se van apagando los recuerdos más cercanos mientras que resurgen las fijaciones
más fuertemente vivas en el ser, dando nacimiento a las tendencias y pasiones
que la educación y la disciplina moral deben corregir para beneficio del
educando.
Nunca cesan, en momento alguno, los socorros
inspirativos que proceden de la esfera espiritual, en continuos intentos por el
aprovechamiento integral de la valiosa inversión a la que el Espíritu se
propuso.
El retorno se realiza, casi siempre, con altos
índices de fracaso, con agravamiento de responsabilidades; de falta de éxito, a
causa de la invigilancia y de la indolencia, dando pie a la amargura y a la
perturbación; de pérdida del intento, gracias a la fatuidad y a los graves
compromisos del pretérito, de los que no consiguieron liberarse...
Se puede comprender la preocupación afectuosa de
los Benefactores Espirituales que acompañan a sus pupilos, a medida que estos
se alejan de su influencia benéfica y se transfieren espontáneamente de área
vibratoria, entregándose a los envolvimientos perniciosos y destructivos.
Instan, estos nobles cooperadores del bien, para
que sus protegidos retomen el derrotero trazado, usando mil recursos sutiles, o
de interferencias más vigorosas, tales como las enfermedades inesperadas, los
accidentes imprevistos, las dificultades económicas, la carencia afectiva, de
modo a despertar del anestésico de la ilusión a los que se enredaron en los
hilos de la ligereza o se intoxicaron por el hedor del orgullo, del egoísmo, de
la cólera...
Otras veces, recurren a otros amigos y
bienhechores, a favores de la vida y a ayudas que les faciliten la marcha,
perseverando incluso cuando, rechazados, permanecen a distancia, aguardando...
La reencarnación es la mayor inversión de la vida
para el Espíritu en proceso evolutivo, el cual, sin ella, padecería la
hipertrofia de valores intelecto-morales, por la falta de la oportunidad de la
convivencia con aquellos que se le vinculan por el amor santificado, por el
amor salvaje de las pasiones disolventes, o por el amor enloquecido en el odio,
en la violencia, en la persecución...
La coyuntura carnal constituye un valioso aprendizaje
para la fijación de los recursos más elevados del bien y del progreso en la
escalada inevitable de la evolución.
Sin duda, el parcial olvido de los compromisos
asumidos es responsable de algunos factores del fracaso, pero, al mismo tiempo,
esto constituye la más expresiva concesión del amor del Padre, evitando que se
compliquen los fenómenos de la animosidad y del resentimiento, de las penas y
de las preferencias exclusivistas, que tenderían a reunir a los afines en
gustos y afectos, produciendo un clima de desprecio y agresión contra aquellos
que se les opusiesen.
Como el Espíritu jamás retrocede en su proceso
evolutivo, los fracasos no afectan las conquistas, que permanecen, agravando,
eso sí, el programa de responsabilidades de las que se desobligará, cuando
fallen las pruebas remisoras, mediante las expiaciones redentoras que serán
utilizadas como terapéutica final.
Todas las conquistas de la inteligencia — y
siempre se logran nuevas etapas, en ese campo, en cada reencarnación —
permanecen, aunque las adquisiciones morales, más lentas, pero más importantes,
solo a través de sacrificio y renuncia, de amor y devoción consiguen ser
alcanzadas.
En la actualidad, con las luces proyectadas por
el Espiritismo, el emprendimiento de la reencarnación adquiere una más amplia
comprensión por los hombres, que reconocen su procedencia espiritual,
identificándola y, a su vez, preparándose para el retorno a la vida que fluye y
en ella se encuentra, inevitablemente, sea en el cuerpo o fuera de él.
Tomado del libro: "Temas de la vida y de la muerte"
Manoel Philomeno de Miranda/Divaldo Franco
No hay comentarios:
Publicar un comentario