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Francisco Cándido Xavier |
Cerrando nuestras actividades socorristas en la reunión
del 21 de octubre de 1954, fuimos reconfortados con la visita del Hermano
Ernesto Senra, antiguo lidiador de los eventos espiritistas de Minas Gerais.
Fue él uno de los fundadores del “Centro Espírita Amor y
Luz”, la primera organización doctrinaria de Pedro Leopoldo, instalada el 5 de
febrero de 1903, prestan-do, años más tarde, su valiosa colaboración a las
casas espíritas de Belo Horizonte.
Su palabra de compañero esclarecido y perspicaz denota
gran conocimiento de nuestra vida mental y de nuestras necesidades
doctrinarias, mereciendo, por ello, nuestra justa atención.
Imaginad una pequeña bandeja
de papel sobre un imán.
Las partículas de hierro se
organizarán, según las líneas de fuerza del campo magnético por él establecido.
Imaginemos las radiaciones
gravitantes que arrojamos de nosotros, alrededor de nuestro propio cuerpo. Los
órganos vivos que lo constituyen reproducirán su impulso y naturaleza,
inclinándonos al equilibrio o al desequilibrio, a la salud o a la enfermedad.
Nuestra mente puede ser
comparada a vigorosa central electromagnética de emisión y recepción, y nuestro
cuerpo espiritual, sea en el círculo de la carne o en nuestro presente estado
evolutivo fuera de ella, es un condensador en que los centros de fuerza
desempeñan la función de baterías y en que los nervios sirven como hilos
conductores, transmitiéndonos las emanaciones mentales y absorbiéndolas, de
primera mano, de conformidad con la ley de correspondencia o de flujo y
reflujo.
En el examen de cualquier
perturbación, es indispensable el servicio de autoanálisis para conocer la onda
vibratoria en que nos situamos y a fin de ponderar en cuanto a los elementos
que estamos atrayendo.
Eso es de fundamental
importancia en el estudio de nuestras impresiones orgánicas, porque provocando
los efluvios mórbidos de las entidades enfermas que se asocian a nuestro mundo
psíquico, ya estamos consumiendo esos mismos efluvios, originariamente
producidos por nuestro propio pensamiento, colocándonos en relación indeseable
con los habitantes de la sombra.
A través de nuestras
radiaciones favorecemos la eclosión o el desarrollo de molestias aflictivas,
como son la neurastenia y la debilidad, la epilepsia y la locura, la parálisis
y la angina, la tuberculosis y el cáncer, sin que nos reportemos a las
enfermedades menores, catalogadas en los cuadros de la sintomatología común.
Sin embargo, nos referimos
al asunto, no para investigar los rayos de la tiniebla, de cuya intimidad
necesitamos distancia.
Tocamos la cuestión,
destacando el impositivo de trabajo para nuestros sectores doctrinarios en el
campo del Espiritismo, para que acuñemos nuevos patrones para nuestras
actitudes y actividades, creando un estado de conciencia individual y colectiva
en que preponderen la salud y la armonía, la comprensión y la tolerancia, la
bondad y el optimismo, el altruismo y la fortaleza moral. A cada paso,
encontramos grupos de nuestra Doctrina que más se asemejan a muros de
lamentaciones repletos de petitorios y necesidades, cuando poseemos en nuestro
movimiento toda una fuente de bendiciones renovadoras y dones divinos, como
ricos potenciales, a movilizar en la concreción de nuestro idealismo con Jesús.
De esa forma, nos compete
accionar las energías a nuestro alcance para que nuestra tarea no se convierta
en gratuita cosecha de bienestar particular, y sí en una campaña viva y activa
de valores educacionales, ya que el Espiritismo envuelve en sí mismo el más
vasto proyecto de espiritualización hasta ahora surgido en el mundo.
Valioso es nuestro
patrimonio doctrinario. Pero si el tesoro permanece encerrado en el cofre de
las teorías inoperantes, en verdad perderemos la oportunidad más preciosa del
siglo, expresada en ocasión de nuestra propia edificación al sol del
Cristianismo redivivo.
En nuestra posición de
asociados de lucha, encontramos también adoctrinadores siempre ágiles en la
administración de la enseñanza, con inmensa dificultad de asimilarla para sí
mismos; compañeros que exaltan la paciencia, conservando el corazón cual pozo
de irascibilidad y de orgullo; hermanas que se refieren a la humildad,
transformando el hogar que el Señor les confía en trinchera de guerra contra
sus familiares, y amigos que glorifican la lección del Maestro resaltando el
impositivo de la bondad y del perdón, con absoluta incapacidad de soportar a
los hermanos de la retaguardia.
Nos cabe, así, modelar
recursos e iniciativas que perfeccionen no sólo nuestros corazones, sino
también nuestras casas de trabajo, para que se fundamenten en nuestras propias
almas.
Para ese fin, es
indispensable el coraje de aceptar los principios, incorporándolos a nuestra
existencia.
Los viejos hombres del mar
abandonaron la vela que les dificultaba la navegación; entretanto, para
alcanzar ese resultado investigaron el vapor y se dispusieron a recibir sus
beneficios.
Las antiguas ciudades
abolieron el servicio deficiente del gas, sin embargo, para eso, estudiaron la
electricidad y adoptaron la bombilla.
Reclamamos un Espiritismo no
solamente sentido, creído y enseñado, sino sustancialmente vivido, porque
mañana seremos congregados por la Vida Eterna y el trabajo en la Vida Eterna
brillará en las manos de aquellos servidores que, desde ahora, procuren realizar
su propia renovación para el bien.
Amigos, creemos no estar
usando la palabra de manera ociosa.
Deseamos hacer en vuestra
compañía esa misma cruzada en que empeñáis el corazón, una vez que nosotros,
vuestros compañeros desencarnados, también somos caminantes de la liberación,
decididos a establecer nuevos rumbos en nosotros mismos, a fin de que nuestra
fe sea tanto ahí como aquí, trabajo vivo y santificante.
Ernesto
Senra
Tomado del libro “Instrucciones Psicofónicas”
Diversos Espíritus/Chico Xavier
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