jueves, 29 de agosto de 2019

LA EPÍFISIS




Las funciones del organismo animal son reguladas por dos sistemas principales: el nervioso y el hormonal o endocrino.

Este es constituido por varias glándulas que segregan hormonas, que originan estímulos. Las hormonas son lanzadas en la circulación sanguínea, siendo transportadas hacia las diferentes partes del organismo.

Las glándulas endocrinas son: páncreas, paratiroides, epífisis o pineal, pituitaria o hipófisis, tiroides, adrenales o suprarrenales y sexuales (ovarios y testículos).

La epífisis, glándula de forma periforme, es un cuerpo ovoide, con las dimensiones de un guisante mediano y reposa sobre el techo mecencefálico.

“Descartes consideraba a la glándula pineal la sede del alma” (Anatomía y Fisiología Humana, de A. Almeida Junior; Editora Nacional, 8ª parte, cap. 40).

“La anatomía comparada vio en ella sólo un órgano en regresión: el ojo pineal”.

En “Misioneros de la Luz”, cap. 2, André Luiz observa que, en el médium, en servicio mediúmnico, esa glándula se transforma en núcleo radiante, y, a su alrededor, sus rayos forman un loto de pétalos sublimes.

Recuerda que, según los “orientadores clásicos terrestres”, las funciones de la epífisis se circunscriben al control sexual, en la época infantil, velador de los instintos hasta cierta edad, en que la actividad sexual se puede deslizar con regularidad. Ahí, decrece en fuerza, se relaja, casi desaparece, para que las glándulas genitales la sucedan en el campo de la energía plena. Dice, además: “No se trata de un órgano muerto. Es la glándula de la vida mental. Ella despierta en el organismo del hombre, en la pubertad, las fuerzas creadoras y, en seguida, empieza a funcionar como el más avanzado laboratorio de elementos psíquicos de la criatura terrestre”. ”En relación al período de desarrollo infantil, fase de reajuste de ese importante centro del cuerpo periespiritual preexistente, la epífisis parece constituir el freno a las manifestaciones del sexo; mientras, hay que rectificar observaciones. A los catorce años, aproximadamente, en posición estática en cuanto a sus atribuciones esenciales, vuelve a funcionar en el hombre reencarnado.

Representando control, fuente creadora y válvula de escape. La glándula pineal se reajusta al concepto orgánico y reabre su mundo maravilloso de sensaciones e impresiones en la esfera emocional.

Se entrega a la criatura en la recapitulación de la sexualidad; examina el inventario de sus pasiones vividas en otras épocas, las cuales reaparecen bajo fuertes impulsos”.

Continúa André Luiz: “La glándula pineal preside los fenómenos nerviosos de la emotividad, como órgano de elevada expresión en el cuerpo etéreo. Desata, en cierto modo, los lazos divinos de la Naturaleza, los cuales ligan las existencias unas a otras, en la secuencia de las luchas por el perfeccionamiento del alma, y deja entrever la grandeza de las facultades creadoras de que la criatura se halla investida” (Cuerpo etéreo, igual Periespíritu).

Las glándulas genitales son “demasiado mecánicas, para guardar los principios sutiles y casi imponderables de la generación. Se hallan absolutamente controladas por el potencial magnético de que la epífisis es fuente fundamental”.

Las glándulas genitales segregan las hormonas del sexo, pero la pineal segrega “hormonas psíquicas” o “unidades fuerza” que van a actuar, de manera positiva, en las energías generadoras.

“Los cromosomas de la bolsa seminal no se escapan de la influencia absoluta y determinada”.

Prosigue André Luiz: “Segregando delicadas energías psíquicas, la glándula pineal conserva ascendencia en todo el sistema endocrino. Ligada a la mente, a través de principios eletromagnéticos del campo vital, comanda las fuerzas subconscientes bajo la determinación directa de la voluntad. Las redes nerviosas constituyen los hilos telegráficos para órdenes inmediatas a todos los departamentos celulares, y bajo su dirección se efectúan los suministros de energías psíquicas a todos los armazones autónomos de los órganos”.

“De modo general, todos nosotros, ahora o en el pasado, viciamos ese foco sagrado de fuerzas creadoras, transformándolo en un imán relajado, entre las sensaciones inferiores de naturaleza animal….” …de ahí “se suceden los dolorosos fenómenos de la herencia fisiológica, que debería constituir, invariablemente, un cuadro de adquisiciones benditas y puras”. Por ello, la necesidad de las reglas morales.

“Renuncia, abnegación, continencia sexual y disciplina emotiva no representan meros preceptos de forma religiosa. Son providencias de tenor científico, para enriquecimiento efectivo de la personalidad”.

Nada significa alcanzar la muerte física exhibiendo gestos y palabras convencionales, si el hombre no se preocupó por alcanzar su propio perfeccionamiento. Sentimientos profundos, en el instante supremo, ayudan decididamente, en las actividades de regeneración más allá del túmulo, pero no constituyen la necesaria realización.

“Recibir un cuerpo, en las concesiones de la reencarnación, no es ganar un barco para una nueva aventura, al acaso de las circunstancias; significa responsabilidad definida en los servicios de aprendizaje, elevación o reparación, en los esfuerzos evolutivos o redentores”, concluye André Luiz.

Los materialistas colocan el deporte, en todas sus modalidades, como terapia para canalización de las fuerzas nerviosas (secreciones eléctricas de la epífisis), contra los posibles peligros de su excesiva acumulación, en el sentido de preservar la juventud, la plástica y la eugenesia.

Tal práctica puede ser, a lo máximo, leve atenuante, pero no ayuda definitiva.

El único deporte completo, sirviendo como cura definitiva para los excesos en el campo sexual, es la educación cristiana. Jesús enseñó: ” La virtud como deporte del alma”.

En el campo mediúmnico, la epífisis impulsa e intensifica el poder de emisión y recepción, de acuerdo con nuestra esfera espiritual - Ley de sintonía.


BIBLIOGRAFÍA

Misioneros de la Luz - André Luiz.



Tomado de la obra: Curso de Mediúmnidad, primer año. Federación Espírita de Sao Paulo.


Traducción al español: Oscar Cervantes Velásquez
Centro de Estudios Espíritas Francisco de Asís
Santa Marta - Colombia


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