lunes, 19 de agosto de 2019

MEDIÚMNIDAD DE BEBES

Imagen utilizada como referencia. Tomada de Elisaramosgil.com



El señor Jenken, abogado, tenía un bebé de cinco meses y medio que escribió una comunicación en las condiciones siguientes. Su relato nos fue proporcionado por el señor James Wason (Médium and Daybreack, 8 de mayo de 1874. Traducción francesa de la obra “Animismo y Espiritismo”, pág. 346):
      
       El narrador habitaba con la familia Jenken en Brigton. El señor Jenken fatigado por sus continuos viajes a Londres sufría intensamente del estómago y los intestinos y el señor Wason no había podido convencerlo de que tales molestias se debían a un exceso de fatiga…

       El 6 de marzo, alrededor de las 13, continúa el señor Wason, la niñera estaba sentada, teniendo sobre sus rodillas al bebé, en el comedor. Yo escribía en una mesa, y la señora Jenken se hallaba en el cuarto vecino, con la puerta entreabierta. De pronto la niñera exclama: “El bebé tiene un lápiz en la mano”. No dijo que el lápiz había sido colocado en la mano del niño por una fuerza invisible. Por mi parte no le preste mayor atención porque sabía por experiencia, con que entusiasmo toman los niños todo lo que tienen a su alcance y continué escribiendo. Pero la niñera exclamó en seguida con mayor admiración aún: “El bebé escribe”, cosa que intrigó a la señora Jenken, que vino a la habitación. Yo me levanté también y observé por encima del hombro de la señora Jenken y vi que, en efecto, el niño tenía un lápiz en la mano, la cual se apoyaba en un extremo del papel con la comunicación de la que en seguida tomamos una fotografía. Decía así: “Amo a este niño. Que Dios lo bendiga. Aconsejo a su padre volver en todos los casos, los lunes a Londres. Susana”.

       Debo agregar que Susana era el nombre de mi difunta esposa, quien amaba mucho a los niños y cuyo espíritu (así lo suponemos nosotros) se había manifestado varias veces por “raps” y escrituras automáticas por intermedio de la señora Jenken. Esta señora era Kate Fox cuando soltera, y en su familia se produjeron en los alrededores de Nueva York las primeras manifestaciones medianímicas, los “raps” de Rochester, que inauguraron el movimiento espiritualista de nuestro siglo…
Firmado: James Wason
Wason Biuldings. – Liverpool.

       El relato publicado por “Médium et Daybreack” reproduce el facsímil de la escritura y firmas del señor Wason, señora de Jenken y la niñera. Esta no fue la única comunicación obtenida por el bebé. He aquí otros detalles tomados a “Spiritualiste” del 20 de marzo de 1874:

       La facultad de escribir del niño parece continuar. El 11 de marzo nos hallábamos sentados a la mesa mi esposa, la niñera con el bebé y yo. Mi esposa colocó un lápiz en la mano del niño y un papel en las rodillas de la niñera debajo del lápiz. La mano del bebé escribió inmediatamente esta frase: “Amo a este niñito. Que Dios bendiga a su madre. Me siento feliz. J. B. T.”.

       Expresé el deseo de que el niño escribiera algunas palabras a su abuelita, que tenía más de 90 años, e instantes después la fuerza invisible levantó una hoja de papel de una mesa y la pasó sobre las rodillas de la niñera – al mismo tiempo un lápiz se halló colocado en la mano del niño, y este trazó rápidamente estas palabras: “Amo a mi abuelita”. El papel y el lápiz fueron arrojados al suelo y algunos golpecitos me advirtieron que mi deseo se había cumplido.

       Carecemos de razón alguna para poner en duda la palabra del señor Wason, cuyo título oficial ofrece una garantía de sinceridad. Tampoco el señor Jenken ha sido jamás sospechoso de mala fe. Es necesario pues admitir estos relatos como verídicos, por raros que parezcan, sobre todo porque no se trata de casos únicos.

       La pequeña hija del barón Seymour Kirkup ¡escribió a la edad de nueve días! Esta es la carta enviada al señor Jenken por el barón (“Spiritualist”, 1875, tomo I, pág. 222).

       Mi hija era médium a los dos años de edad; ahora tiene 21 años. Su hija escribió automáticamente cuando tenía nueve días. He conservado los mensajes escritos por ella y le enviaré las fotografías. Nació sietemesina y muy débil. La madre la sostenía de una mano sobre un almohadón teniendo en la otra un libro con una hoja de papel; no sé por qué medio llegó el lápiz a la mano de la niña. En todos los casos Valentina (así se llamaba) lo tenía con firmeza en su pequeño puño.

       Primero escribió las iniciales de sus cuatro guías R. A. D. J., luego de lo cual se le cayó el lápiz. Creía que eso sería todo, pero mi hija Imogene exclamó: “Tiene el lápiz nuevamente”. La niña trazó entonces las siguientes palabras, con escritura vacilante y por encima de las letras escritas antes: “Non mutare, questa buona prova, foi cossa ti abbiano detto; adidio”. (No cambiar nada, es una buena prueba, haz lo que te hemos dicho; adios)…

       El señor Jenken agrega: “La carta que recibí de Kirkup venía acompañada de una fotografía de la escritura de la niña, de un relato testificado por siete firmas y de un excelente retrato espírita de la abuela, la célebre Regina”.

       Aksakof refiere también tomado del “Baner of Ligth” de 1876, el caso de una niña médium de dos años, Essie Mott, de Memphis (Missourí), que escribía sobre pizarra sin que persona alguna se hallara cerca de ella y que no conocía las letras. El hecho es testificado por una persona independiente, el respetable señor Waren Chose.

       El señor Call Black se convirtió a la creencia en los hechos espiritistas, luego de haber recibido comunicaciones por intermedio de otro niño (ver “Religio-Philosophical.Journal, del 25 de enero de 1890).
      
       Aquí haremos una observación muy importante relativa a estas escrituras producidas por niños de tan corta edad, y es la de que aun no deseando admitir ninguna intervención espiritual y quiera atribuirse a la madre la acción ejercida sobre su bebé, no puede seguirse menos de ello que existe en el niño un estado receptivo destacado, o una mediúmnidad propiamente dicha. La escritura no puede ser producida por una transmisión del pensamiento puesto que el cerebro del niño no contiene todavía las asociaciones dinámicas indispensables para producir los movimientos necesarios al grafismo de la escritura. La fuerza actuante debe por consiguiente ejercerse directamente sobre la mano, y cualquier extensión que se suponga a la exteriorización de la madre, es muy difícil admitir que sea ella la que actúe tan enérgicamente, permaneciendo en estado de vigilia absoluta y sin la menor conciencia de producir una acción tan enérgica como complicada.

       Podríamos citar otros ejemplos de mediúmnidad en niños de poca edad, pero preferimos recomendar al lector la historia “De lo maravilloso”, tomo II, de L. Figuier y la obra de Bonnemeré “Les Camisards des Cévennes”, que relatan cómo los niños de trece meses se expresaban durante el trance en excelente francés, lengua no usada en aquella época en las campañas.


Tomado del libro: "Investigaciones sobre la Mediúmnidad" del Ing. Gabriel Delanne.

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