Allan Kardec obtuvo de los Espíritus Superiores, en
respuesta a la pregunta 95 de El Libro de los Espíritus, la siguiente
revelación:
“El periespíritu asume la forma que le guste
al Espíritu. De esa manera, el Espíritu puede ser reconocido por el hombre.
Esto ocurre cuando es visto, a veces, en los sueños o en estado de vigilia.
Otras veces en las apariciones, cuando asume una forma visible e incluso palpable”.
Ya en la pregunta 150ª, Allan Kardec obtuvo de los
Espíritus Superiores la afirmación que la aparición del periespíritu en la vida
espiritual es la misma de la última encarnación.
“El alma, sin el cuerpo material, ve su individualidad a
través del fluido que lo envuelve y que representa la apariencia de su última
encarnación: su periespíritu”.
En las preguntas 284 a 290, Allan Kardec obtuvo las
siguientes revelaciones adicionales sobre el mismo tema:
“Los Espíritus constatan su individualidad por el periespíritu,
que hace de ellos seres diferentes entre sí, como el cuerpo entre los hombres”.
"Los Espíritus se reconocen por la apariencia del periespíritu:
el hijo reconoce a su padre y un amigo reconoce al otro. (...) Entonces, los
parientes y amigos van al encuentro del alma buena que aman, la saludan como al
regreso de un viaje y le ayudan a desprenderse de los lazos corporales”.
En la pregunta 321-B, Allan Kardec obtuvo de los Espíritus
superiores la siguiente confirmación de la forma humana del periespíritu:
"El día de la conmemoración de los muertos, los Espíritus
acuden, al llamado del pensamiento de sus familiares y amigos, bajo la forma
por la cual eran conocidos en vida. Así serían reconocidos, si pudiesen hacerse
visibles y ser vistos".
De esta manera, el periespíritu conserva la forma y la
apariencia de la última encarnación del Espíritu. Su cuerpo fluídico o
espiritual se asemeja al cuerpo material que tenía cuando se encarnó, aunque sea
de naturaleza fluídica o etérea. Esto permite a los Espíritus reconocerse y
restablecer en la vida espiritual, por afecto mutuo, las relaciones de simpatía
y amistad que han establecieron en la vida terrena.
Prueba de eso lo encontramos en el Capítulo II: Espíritus
Felices, de la Segunda Parte del libro El Cielo y el Infierno: el Espíritu del señor
Jobard respondió de la siguiente forma a la pregunta que Allan Kardec le dirigió:
Kardec:
¿Cómo os veríamos si lo pudiéramos hacer?
Jobard:
Me veríais con la apariencia del mismo Jobard que se sentaba a vuestra mesa.
En la Revista Espírita, Allan Kardec publicó el resultado
de diversas evocaciones que hizo de varios Espíritus, a través de diferentes
médiums. En ellas, los Espíritus evocados confirmaron que el periespíritu
conservaba la misma forma y apariencia que tenían en la vida terrena. Como
ejemplos, tenemos:
"No tengo más el cuerpo que tanto me hizo sufrir,
pero tengo su apariencia (...) Ya me has visto muchas veces en tus sueños".
(Espíritu Júlia, enero de 1858, artículo: "¡Mamá, Aquí
Estoy!").
“Me encuentro aquí bajo la apariencia de mi forma
corpórea".
(Espíritu Georges, enero de 1858, artículo: "Una
Conversación").
"Estoy aquí bajo la forma que tenía cuando
vivo".
("El Tambor de Beresina", julio de 1858).
Además de eso, en el artículo "Apariciones",
contenido en la Revista Espírita de diciembre de 1858, Allan Kardec registró lo
siguiente:
· El
periespíritu no es obra de la imaginación, pues fueron los propios Espíritus los
que lo revelaron. Su existencia puede ser constatada por los sentidos, porque
pode ser visto y tocado, cuando pasa por una especie de condensación o por un cambio
en la disposición molecular.
· Separado
del cuerpo material, el periespíritu tiene una forma determinada y limitada, y
esta forma normal es la del cuerpo humano, aunque el Espíritu, a su voluntad, pueda
darle las más variadas apariencias, por ser eminentemente plástico y flexible.
· Los
Espíritus generalmente aparecen a los hombres bajo una forma humana.
· Los
buenos Espíritus tienen ordinariamente una forma bella y regular: largos cabellos
cayendo sobre las espaldas y amplias túnicas envolviendo al cuerpo. Pero si lo desean,
ellos asumen exactamente todos los rasgos bajo los cuales fueron conocidos y, cuando
sea necesario, la apariencia de la vestimenta.
En el artículo "Adrien, Médium Vidente",
contenido en ese mismo número de la Revista Espírita, Allan Kardec mencionó que
aquel extraordinario médium veía a los Espíritus bajo la forma humana, pudiendo
hacer un retrato de sus características con notable semejanza. Así, gracias al
periespíritu, el Espíritu es un ser real, con la forma y apariencia humana que
tenía cuando encarnado.
Es bueno mencionar además que, en el artículo
"Adrien, Médium Vidente, parte II", contenido en la Revista Espírita de
enero de 1859, Allan Kardec reafirmó la forma humana del periespíritu con las
siguientes palabras:
"La forma aparente de los Espíritus
depende del periespíritu, cuya naturaleza, esencialmente flexible, se presta a
todas las modificaciones que le quiera dar el Espíritu. Dejando el envoltorio
material, el Espíritu lleva consigo su envoltorio etéreo, el cual constituye
otra especie de cuerpo En su estado normal, tiene este cuerpo una forma humana,
pero no calcado trazo a trazo sobre aquel que quedó, principalmente cuando fue
dejado hace algún tiempo”.
"En los primeros instantes que siguen a
la muerte y mientras existe un lazo entre las dos existencias, mayor es la
similitud; ésta se apaga a medida que se opera el desprendimiento y que el
Espíritu se vuelve más extraño a su último envoltorio. Sin embargo, él puede retomar
siempre esa primera apariencia, tanto en cuanto a las facciones, como a la
ropa, cuando juzga útil para darse a conocer; en general, sin embargo, esto
requiere un gran esfuerzo de la voluntad. No es pues, de admirar que en ciertos
casos la semejanza falla en algunos detalles: le bastan los rasgos principales”.
Además, en el artículo "La joven cataléptica de Suabia",
contenido en la Revista Espírita de enero de 1866, Allan Kardec reafirmó de la
siguiente manera la forma humana del periespíritu:
"Ella también ve a los que están
muertos. Entonces, todavía queda algo. ¿Qué es lo que ella ve? No puede ser el
cuerpo, que ya no existe; sin embargo, los ve con una forma humana, la que
tuvieron en vida. Lo que ella ve es el alma vestida con su cuerpo fluídico o
periespíritu”.
Aún, en el artículo "Fotografía del Pensamiento",
publicado en la misma Revista, de junio de 1868, Allan Kardec presentó las
consideraciones bajo la apariencia humana del periespíritu:
"Un espíritu se presenta a la vista de un encarnado
dotado de visión psíquica, bajo la apariencia que tenía cuando vivo, en la
época en que lo conocieron (...) su pensamiento reportándose a la época en que
era así, el periespíritu toma instantáneamente las apariencias, que deja inmediatamente,
desde que el pensamiento cesa de actuar. Si, pues, una vez fue negro y otro
blanco, se presentará como negro o como blanco, conforme a las dos
encarnaciones bajo la cual sea invocado, y a la cual se reportará su
pensamiento”.
Con todos esos hechos espíritas, no queda la menor duda
que el periespíritu conserva, en la vida espiritual, la forma y apariencia
humana que tenía en la vida terrena.
Tomado de la obra: "Periespíritu: lo que los Espíritus dijeron al respecto", de la autoría de Geziel Andrade.
Traducción al español: Oscar Cervantes Velásquez
Centro de Estudios Espíritas Francisco de Asís
Santa Marta - Colombia
Abril 9 de 2019
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