Los Espíritus Superiores revelaron a Kardec,
en las respuestas a las preguntas 200 a 202 de El Libro de los Espíritus:
"Los espíritus no tienen sexo tal como
lo entendemos por la constitución orgánica, sino que establecen entre ellos
relaciones de amor y simpatía, que se basan en la similitud de sentimientos”.
Por tener un sexo definido, el Espíritu puede
reencarnar tanto en un cuerpo masculino como en uno femenino, dependiendo de
las pruebas, misiones o expiaciones que haya escogido o necesita sufrir.
Allan Kardec publicó, en el capítulo de la
Segunda Parte de El Cielo y el Infierno, la siguiente respuesta que el espíritu
de Sansón le ofreció, cuando se le preguntó si en el nuevo estado en que se
encontraba tenía una naturaleza más masculina que femenina y si lo mismo le
sucedía a un Espíritu que había abandonado su cuerpo material durante mucho
tiempo:
“No tenemos que poseer una
naturaleza masculina o femenina: los Espíritus no se reproducen. Dios los creó
por su voluntad, y si, en sus maravillosos designios quiso que los Espíritus
reencarnaran en la Tierra, debió disponer la reproducción de las especies por
medio del macho y la hembra. No obstante, debéis notar, sin que medien mayores
explicaciones, que lo Espíritus no pueden tener sexo”.
Allan Kardec, ante tal respuesta, agregó:
“Siempre se ha dicho que los
Espíritus no tienen sexo. Los sexos sólo son necesarios para la reproducción de
los cuerpos. Dado que los Espíritus no se reproducen, los sexos serían inútiles
para ellos. Nuestra pregunta no tenía por finalidad la confirmación de ese
hecho, sino saber, visto que el señor Sansón había desencarnado recientemente,
qué impresiones conservaba de su estado terrenal”.
“Los Espíritus purificados
comprenden perfectamente su naturaleza, pero entre los Espíritus inferiores,
que no se han desmaterializado, muchos son los que creen que todavía están en
la Tierra, y conservan las mismas pasiones y los mismos deseos. De ese modo,
consideran que siguen siendo hombres o mujeres, lo que ha llevado a algunos a
la suposición de que realmente tienen sexo. Algunas contradicciones en ese
sentido provienen de los diferentes grados de adelanto de los Espíritus que se
comunican. El error no es de ellos, sino de quienes los interroga sin tomarse
el trabajo de profundizar estas cuestiones”.
Para reforzar la realidad que algunos
Espíritus conservan características masculinas o femeninas, llamamos la
atención sobre la lección que Allan Kardec presentó en la Revista Espírita de
septiembre de 1958, cuando publicó la larga conversación que sostuvo con el
Espíritu de la señora Schwabenhaus, la cual se mantenía bajo la forma femenina:
“Me encuentro bajo mi última
forma femenina”.
“(…) Me encuentro bajo mi
última forma para satisfacer las leyes que rigen a los Espíritus cuando son
evocados y obligados a retomar aquello a que ustedes llamáis periespíritu”.
Además, Allan
Kardec, en su evocación al Espíritu de Humboldt, publicada en la Revista
Espírita de junio de 1859, preguntó a este Espíritu como se vería, si esto
fuera posible:
La respuesta
fue muy objetiva: - “Como hombre”.
Allan Kardec,
en el artículo “Consideraciones sobre el Espíritu de Carcassone”, publicado en
la Revista Espírita de junio de 1863, explicó, de una manera muy esclarecedora,
por qué el espíritu de Felicia continuaba en la vida espiritual perteneciendo
al sexo femenino:
“La primera respuesta dada
por el espíritu de Felicia a ciertas personas, puede parecer una contradicción.
Dice que es del sexo femenino y se sabe que los Espíritus no tienen sexo. Es
cierto que no tienen sexo, pero se sabe que, para ser reconocidos, se presentan
en la forma en que los conocimos en vida. Para su exmarido, Felicia es siempre
una mujer. No podía, por lo tanto, presentarse de otra manera, ya que le habría
perturbado sus recuerdos. Hay más, cuando él entre al mundo de los Espíritus,
la encontrará como era en la Tierra; de lo contrario no la reconocería. Poco a
poco se van borrando los caracteres físicos para permitir que subsistan los
esencialmente morales. Es así como la madre encuentra al hijo en la tierna
edad, de hecho, ya no es más un niño. También añadiríamos que los caracteres
morales son más persistentes entre menos desmaterializados los espíritus, es
decir, menos elevados en la jerarquía de los seres. Depurándose, las huellas de
la materialidad desaparecen a medida que el pensamiento se desconecta de la
materia. E ahí por qué los Espíritus inferiores, aún apegados a la Tierra, son,
en el mundo invisible, más o menos lo que eran en vida, con los mismos gustos e
inclinaciones”.
Allan Kardec,
en el artículo, “¿Tienen las mujeres alma?”, en la Revista Espírita de enero
de 1866, hizo las siguientes consideraciones sobre el mantenimiento, en el
periespíritu, de las características masculinas o femeninas:
“A medida que el Espíritu
encarnado sufre la influencia del organismo, su carácter cambia según las
circunstancias y se duplica de acuerdo a las necesidades y exigencias impuestas
por el propio organismo. Esta influencia no desaparece inmediatamente después de
la destrucción de la envoltura material, ni pierde instantáneamente sus gustos
y hábitos terrenales. En este caso, puede suceder que el Espíritu recorra una
serie de existencias en el mismo sexo, lo que hace que, durante mucho tiempo,
pueda conservar en el estado de Espíritu, el carácter de hombre o de mujer,
cuya marca quedó impresa en él. Solo cuando se ha logrado un cierto grado de
progreso y desmaterialización, es que la influencia de la materia se extingue
completamente y, con ella, el carácter de los sexos. Aquellos que se nos
presentan como hombres o mujeres es para recordarnos la existencia en que los
conocimos”.
De esta manera, entendemos por qué los
Espíritus, especialmente para ser reconocidos, se presentan en la forma y la apariencia
humana que tuvieron en su vida corporal.
Tomado del libro: "Periespíritu, los que los Espíritus dijeron" de Geziel Andrade.
Traducción al español: Oscar Cervantes Velásquez
Centro de Estudios Espíritas Francisco de Asís
Santa Marta - Colombia
Agosto 4 de 2019
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