J. HERCULANO PIRES |
Algunos no creen en las comunicaciones de los Espíritus,
otros creen demasiado y quieren obtenerlas con la facilidad de una llamada
telefónica. ¡Ni tanto al cielo, ni tanto a la Tierra! Si las comunicaciones
entre las criaturas terrenas no siempre son fáciles, ¿qué decir de las que se procesan
entre los espíritus y los hombres? Mucha gente busca al médium como si él fuese
una especie de cabina telefónica. Pero no siempre el circuito está libre y muchas
veces el espíritu evocado no puede atender.
No hay duda que estamos en la época profetizada por Joel,
en que las manifestaciones se intensifican por todas partes. Sin embargo, no
todos los espíritus están en condiciones de comunicarse con facilidad. Además, la
manifestación solicitada puede ser inconveniente en el momento, tanto para el espíritu
como para el encarnado.
La muerte es un fenómeno psicobiológico que ocurre de varias
maneras de acuerdo con las condiciones ideo-emotivas de cada caso, envolviendo a
los que parten y a los que quedan. La pregunta 155 de El Libro de los Espíritus explica
de manera clara la complejidad del proceso de desencarnación. Algunos Espíritus
se liberan rápidamente del cuerpo, otros se demoran en hacerlo y eso retarda su
posibilidad de comunicarse.
Debemos recordar además, que los Espíritus son criaturas libres
y conscientes. No están a merced de nuestros caprichos y ningún médium o director
de sesiones tiene el poder de hacerlos atender nuestros llamados. Cuando quieren
manifestarse, ellos lo hacen espontáneamente y, no es raro que lo hagan de manera
inesperada. Se engañan los que piensan que pueden dominarlos. Ya enseñaba Jesús,
como vemos en los Evangelios: el espíritu sopla donde quiere, y nadie sabe de
dónde viene, ni a dónde va.
Es natural que los familiares afligidos busquen obtener la
comunicación de un ser querido. Pero es necesario que recuerden la necesidad de
respetar las leyes que rigen las condiciones del Espíritu en la vida y en la
muerte. El intercambio mediúmnico es un acto de amor, que solo debe realizarse cuando
es conveniente para los dos lados de la vida. El Espiritismo nos enseña a respetar
la muerte como respetamos la vida, confiándonos a los designios de Dios. Solo la
misericordia divina puede regular el diálogo entre los vivos de la Tierra y los
vivos del Más Allá. Hagamos nuestras oraciones en favor de los que partieron y esperemos
en Dios la gracia del reencuentro que solo Él nos puede conceder.
Muchos religiosos condenan
las comunicaciones mediúmnicas, alegando que ellas violan el misterio de la muerte
y perturban el reposo de los muertos. Se olvidan que los mismos Espíritus de
los fallecidos buscan comunicarse con los vivos. Fue de esa búsqueda de comunicación
de los muertos, tan insistente en el mundo entero, que se iniciaron de manera
natural las relaciones mediúmnicas entre el mundo visible y el invisible.
El concepto erróneo de
la muerte, como aniquilamiento o transformación total de la criatura humana, genera
y sustenta esas formas de superstición. El Espiritismo, reviviendo los
fundamentos olvidados del Cristianismo puro, nos muestra que la comunicación mediúmnica
es ley de la vida, para liberarnos de errores y temores supersticiosos del pasado.
Tomado del Diario de Sao Paulo, "Chico pide licencia".
Traducción: Oscar Cervantes Velásques
Centro de Estudios Espíritas Francisco de Asís
Santa Marta (Colombia)
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