domingo, 16 de agosto de 2020

FUNDAMENTOS DOCTRINARIOS DE LAS CREACIONES FLUÍDICAS O IDEOPLASTIAS DE LOS ESPÍRITUS


Imagen referencia
Por: Oscar Cervantes Velásquez
Centro de Estudios Espíritas Francisco de Asís
Santa Marta - Colombia


Uno de los puntos capitales que se discuten, acerca de la apariencia material de las colonias espirituales, es, de que están hechas las cosas (casas, vestidos, plantas, etc.), que se describen en las diferentes obras en relación a las ciudades espirituales. Para ello, nos vamos a basar a las referencias escritas en las obras de la codificación y otras obras complementarias, que nos demuestran de forma objetiva, la manipulación que hacen los Espíritus del Fluido Cósmico Universal, para la creación de los diferentes elementos, de acuerdo a sus necesidades.

Es importante resaltar que el término ideoplastía fue acuñado por el doctor Joseph Pierre Durans de Gros[1], en 1860, para designar inicialmente los principales caracteres de la sugestión. Sin embargo, sería en 1912 cuando el profesor Charles Richet propusiera su aplicación a los fenómenos de materialización mediúmnica.

Retomando la idea principal de este post, el maestro lionés Allan Kardec, en un artículo publicado en la Revista Espírita del 3 de marzo de 1866, titulado “Introducción al estudio de los fluidos espirituales”, entre muchas consideraciones afirma que:

“El fluido cósmico, como principio elemental universal, ofrece dos estados distintos: el de eterización o imponderabilidad, que se puede considerar como el estado normal primigenio, y el de la materialización o de ponderabilidad, que solo le es, de alguna manera, consecutivo. El punto intermedio es aquel de la transformación del fluido en materia tangible; pero, acá aún, no hay transición brusca, pues se pueden considerar nuestros fluidos imponderables como un término medio entre los dos estados.

Cada uno de esos dos estados da lugar, necesariamente, a fenómenos específicos; al segundo pertenecen aquellos del mundo visible y al primero, aquellos del mundo invisible. Los llamados fenómenos materiales son de competencia de la ciencia propiamente dicha; los otros, calificados de fenómenos espirituales, porque se relacionan con la existencia de los Espíritus, son de competencia del Espiritismo; pero tienen entre ellos tan numerosos puntos de contacto que sirven para esclarecerse mutuamente y, como lo hemos dicho, el estudio de unos no podría estar completo sin el estudio de los otros”.

En El Libro de los Médiums, Segunda Parte, Cap. VII, Transfiguración y Bicorporeidad, Allan Kardec comenta una historia que nos demuestra la capacidad que tienen los Espíritus (encarnados o no), para hacerse identificar manipulando los fluidos, dice así:

“Otra señora, que reside fuera de la capital, hallándose gravemente enferma, vio cierta vez, alrededor de las diez de la noche, a un señor entrado en años que residía en la misma ciudad y con el cual se había encontrado algunas veces en reuniones sociales, pero sin que mantuvieran una relación más estrecha. Este señor estaba sentado en un sillón al pie de la cama de la enferma y, de vez en cuando, tomaba un poco de rapé. Parecía velar por ella. Sorprendida con semejante visita a esa hora, quiso preguntarle el motivo de la misma, pero el señor le hizo una señal para que no hablara y tratara de dormir. Varias veces intentó la señora dirigirle la palabra, pero siempre recibía la misma recomendación, hasta que acabó por dormirse. Algunos días después, ya restablecida, recibió la visita del referido señor, pero a una hora más conveniente. Esa vez él estaba allí realmente. Usaba la misma ropa, la misma caja de rapé, y sus modales eran exactamente los mismos. Convencida de que el hombre la había visitado durante su enfermedad, ella le agradeció la molestia que se había tomado. Bastante sorprendido, él le manifestó que hacía mucho tiempo que no tenía el placer de verla. La señora, que conocía los fenómenos espíritas, comprendió lo que había ocurrido, pero como no quería entrar en mayores explicaciones, se limitó a decirle que probablemente lo había soñado”.

Igualmente, en El Libro de los Médiums, Segunda Parte, Cap. VIII, Laboratorio del Mundo Invisible, Allan Kardec consulta al Espíritu de San Luis, acerca de la caja de rapé que portaba el Espíritu encarnado en su visita a la señora enferma:

Hemos citado un caso de aparición del Espíritu de una persona viva. Ese Espíritu tenía una caja de rapé, cuyo polvo aspiraba. La sensación que él experimentaba, ¿era idéntica a la que siente un individuo cuando toma rapé?

“No”.

La caja de rapé tenía la misma forma de la caja que él usaba habitualmente, que estaba guardada en su casa. ¿Qué era, pues, la caja que la aparición sostenía con las manos?

“Una apariencia. Era para que la circunstancia fuera notada, como realmente lo fue, y para que la aparición no fuera tomada por una alucinación producida por el estado de salud de la vidente. El Espíritu quería que la señora en cuestión creyese en la realidad de su presencia, y para eso adoptó todas las apariencias de la realidad”.

¿Tienen esos objetos su doble etéreo en el mundo invisible, del mismo modo que los hombres están representados en él por los Espíritus?

“No sucede de ese modo. El Espíritu dispone, sobre los elementos materiales que se hallan diseminados en todas partes en el espacio, en vuestra atmósfera, de un poder que estáis lejos de sospechar. Puede concentrar a voluntad esos elementos y darles la forma aparente adecuada a sus proyectos”.

Más adelante complementa Kardec, de esta manera:

“De esta explicación resulta que los Espíritus logran, a voluntad, que la materia etérea sufra transformaciones. Así, por ejemplo, en el caso de la caja de rapé, el Espíritu no la encontró hecha, sino que él mismo la hizo en el momento en que la necesitó, mediante un acto de su voluntad. Y también pudo deshacerla. Lo mismo debe de ocurrir con todos los demás objetos, como ropas, joyas, etc.”.

“Es evidente”.

Para comprender que tanto puede durar una de estas creaciones hechas con el pensamiento y la voluntad por parte de los Espíritus, Allan Kardec vuelve a inquirir:

Los objetos que se vuelven tangibles mediante la voluntad del Espíritu, ¿pueden adquirir un carácter permanente y estable, y ser de uso frecuente?

“Eso puede suceder, pero no se hace. Está fuera de las leyes”.

¿Todos los Espíritus tienen en un grado similar el poder de producir objetos tangibles?

“No cabe duda de que cuanto más elevado es el Espíritu, tanto más fácilmente lo consigue. Sin embargo, eso también depende de las circunstancias: los Espíritus inferiores pueden tener ese poder”.

De estas respuestas entregadas por los Espíritus, Kardec hace las siguientes consideraciones:

La teoría precedente puede ser resumida de este modo: el Espíritu actúa sobre la materia. Extrae de la materia cósmica universal los elementos necesarios para formar, según lo desee, objetos que tengan la apariencia de los diversos cuerpos que existen en la Tierra. También puede, mediante su voluntad, operar sobre la materia elemental una transformación íntima, que le confiera determinadas propiedades. Esta facultad es inherente a la naturaleza del Espíritu, que la ejerce a menudo como un acto instintivo, cuando es necesario, y sin percatarse de ello. Los objetos que el Espíritu forma tienen una existencia temporaria, subordinada a su voluntad o a la necesidad. Puede hacerlos y deshacerlos según lo desee. En ciertos casos, esos objetos pueden tener en presencia de las personas vivas todas las apariencias de la realidad, es decir, volverse momentáneamente visibles e incluso tangibles. Existe formación, pero no creación, ya que el Espíritu no puede extraer cosa alguna de la nada.

Otra de las obras que nos clarifica el tema que estamos analizando es “La Génesis, los Milagros y las Predicciones según el Espiritismo”, donde Allan Kardec elucida sobre la forma en que los Espíritus manipulan los fluidos espirituales:

“Los Espíritus actúan sobre los fluidos espirituales, pero no como los hombres manipulan los gases, sino con la ayuda del pensamiento y la voluntad. Para los Espíritus, el pensamiento y la voluntad son lo que la mano para el hombre. Mediante el pensamiento, ellos imprimen a esos fluidos tal o cual dirección, los aglomeran, los combinan o dispersan, y forman con ellos conjuntos que presentan una apariencia, una forma, un color determinados; modifican sus propiedades igual que un químico transforma las de los gases o las de otros cuerpos, al combinarlos según ciertas leyes. Se trata del inmenso taller o laboratorio de la vida espiritual.

En algunos casos, esas transformaciones son el resultado de una intención; la mayoría de las veces, son el producto de un pensamiento inconsciente. Basta con que un Espíritu piense en una cosa para que esta se produzca”.

Y continúa explicando, en la misma línea de pensamiento.

Por un efecto análogo, el pensamiento del Espíritu crea fluídicamente los objetos que él estaba habituado a utilizar. Un avaro manipulará oro, un militar mostrará sus armas y su uniforme, un fumador su pipa, un labriego su arado y sus bueyes, una anciana su rueca. Esos objetos fluídicos son tan reales para el Espíritu, como lo eran en el estado material para el hombre vivo; no obstante, debido a que son creaciones del pensamiento, su existencia es tan efímera como este.

Juana de Ángelis, en la obra “En el borde del infinito”, afirma que las creaciones fluídicas de las colonias espirituales, son “plasmados por mentes que las moldean en el fluido universal, son populosos centros de vida donde el amor se agita, verdaderos cielos para los que actúan en los ideales de ennoblecimiento, posadas de los Espíritus dichosos” … “No se trata de lugares hipotéticos, o de centros donde predomina la ociosidad en demorada inercia, o de un paisaje fantasioso para el reposo de la inutilidad[2]”.

Igualmente, Manoel Philomeno de Miranda, a través de la mediúmnidad de Divaldo Franco, reafirma la existencia de dependencias donde se presta auxilio a entidades en condiciones dolorosas, después del proceso desencarnatorio, al aseverar que muchos Espíritus “llegan afligidos, en deplorable estado de turbación, confundiendo la realidad de donde proceden con las realidades legítimas, que ahora enfrentan y no pueden identificar… Se apegan a los despojos mortales y conservan las fijaciones mentales perniciosas, por lo que es necesario internarlos en sanatorios especializados, que la caridad de los abnegados mensajeros de Jesús han edificado, en beneficio de esos pobres delincuentes[3]”.

Para Hermelindo Bravo, Espíritu, en la vida más allá de la tumba, “hay regiones vibratorias de tono variado, desde las más rudimentarias primitivas, hasta aquellas de constitución tan sutil y elevada que a la mayoría de nosotros se nos escapa por el momento, como comprensible, por falta evolución espiritual…Ideoplastías envuelven a hombres y a Espíritus como consecuencia de sus fijaciones mentales, que se transforman, con el transcurso del tiempo, en formas casi vivas, fantasmagóricas, que los perturban[4]”.

No quisiéramos terminar el tema de las creaciones fluídicas o Ideoplastías, sin hablar de las experiencias de Charles Richet en sus experiencias con los fenómenos mediúmnicos a través de médiums con Frank Kluski y Eusapia Paladino.

“Es un fenómeno singular que ha recibido el nombre, muy bien compuesto, de ideoplastía, del cual se pueden citar numerosos ejemplos, de suerte que los fantasmas no serían sino fenómenos de ideoplastía, es decir, que el espíritu del médium puede fabricar objetos materiales con solo la fuerza de su pensamiento. Tuve con Eusapia un ejemplo notable. Sostengo en mi mano, durante veintiocho segundos, detrás de la cortina, la mano materializada de John King, mano esa mucho más grande que la de Eusapia, que tiene las suyas controladas por la Sra. Curie y por mí. Yo había pedido un anillo (uno annello). La mano inmediatamente me hizo sentir un anillo; después pedí una pulsera y sentí en mi muñeca la presión de una pulsera de mujer, cuyo cierre era una hebilla[5]”.

En esta obra, Richet coloca muchos ejemplos de este tipo, reafirmando la capacidad de los Espíritus para realizar estas creaciones fluídicas, utilizando para ello, pensamiento y voluntad.



[1] Científico y filósofo francés, también conocido como Dr. Smith, que define su pensamiento como panteísmo espiritualista o panpsiquismo. Es reconocido por su participación en el análisis del conocido “Hombre Lobo de Allariz”, asesino en serie, considerado como una representación real del Sacamantecas o El hombre del saco.
[2] Divaldo Franco/Juana de Ángelis, En el borde del infinito, cap. 12, La vida espírita o espiritual. Editora Mensaje Fraternal, 1986.
[3] Manoel Philomeno de Miranda/Divaldo Franco. Mediúmnidad, desafíos y bendiciones; Sufrimientos morales en el más allá, pág. 29 – 30. Editorial Kimpres S.A.S. 2017.
[4] Hermelindo Bravo/Divaldo Franco. Hacia las Estrellas. Provincias de sombra y de dolor, pág. 29 – 30. Librería Espírita Alvorada Editora. 1990.
[5] Charles Richet, La gran esperanza. Pág. 228.

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