sábado, 30 de mayo de 2020

RACISMO Y SEGREGACIÓN RACIAL, DOS CONCEPTOS DE UNA MISMA ECUACIÓN


Fotografía tomada de la Web: https://www.abc.es/

Por: Oscar Cervantes Velásquez
  
       La Doctrina Espírita nos enseña que, por la multiplicidad de existencias hasta hoy vividas, hemos reencarnado en diversas razas, nacionalidades e incluso en ambos sexos, demostrándonos que todos somos iguales y no existe, entre quienes habitamos en la tierra, ninguna diferencia.

       Debemos comprender, que somos Espíritus y como tal, en el mundo espiritual ya esclarecidos, no experimentamos ninguna de estas características que cargamos como encarnados y que nos insensibilizan ante nuestros semejantes. Todo es aprendizaje de las lecciones no asimiladas en el pasado.

       Es lamentable reconocer que el racismo, aún subyace en el pensamiento de muchos, que aún no han podido superar la pretensión de determinados grupos humanos de sentirse superiores a otros o, de odiar, a quien consideran diferente. Ignoran aún, que “el origen de las razas se pierde en la noche de los tiempos[1]” y como ha sucedido con algunas razas que han desaparecido totalmente, asegurandonos la espiritualidad superior, que ello se debe a “que otras han tomado su lugar, así como otras tomarán el lugar de la vuestra algún día[2]”.

Es menester traer a colación, para aquellos que desconocen informaciones provenientes de los Espíritus y que nos ayudan a entender la importancia de las razas aposentadas en la Tierra, en el contexto histórico de nuestro planeta, el espíritiu Emmanuel, en la obra “A Camino de la Luz”, afirma que cuando las razas adámicas, quienes forjaron a los predecesores de las civilizaciones futuras de la humanidad, llegaron al planeta, “introdujeron grandes beneficios en el seno de la raza amarilla y la raza negra, que ya existían[3]”. Luego entonces, lejos estamos de comprender los niveles de compromiso que aún sumen a estas razas en los complejos dilemas del racismo y la segregación.

En realidad, este no es un problema con la raza negra, pues igualmente chinos, indígenas, zambos, mulatos, judíos, árabes, etc., de una u otra forma han sufrido el trato indignante de aquellos que se consideran de raza superior, desconociendo las leyes divinas que, solo te pide que ames a tu prójimo, sin condición de raza, credo, color político o de piel, como a ti mismo; eso, ya te coloca en una condición de superioridad moral, que agrada a la divinidad

La historia contemporánea nos recuerda incontestablemente, como los nazis sometieron a los judíos en los famosos guetos, el tristemente célebre apartheid en Suráfrica, no muy distinto al vivido por la población afrodescendiente en los EEUU, y el fenómeno de los migrantes, tanto en Europa como en Suramérica, como un triste canto a la infamia, por parte de la raza humana, esa misma a la que él Maestro Jesús trató de “¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar?[4].

Este tema, recurrente en la historia de la humanidad, se ha dado en muchas partes del planeta, desde las épocas en que los conquistadores sometían a segregaciones humillantes a los pueblos sojuzgados. Hoy, la multiplicidad de formas en que se manifiesta el racismo, en pleno siglo XXI, nos demuestra cuán lejos estamos aún de comprender la importancia de la convivencia fraternal y solidaria, como hermanos que somos, por quienes se mantienen en las franjas vibracionales inferiores, olvidados totalmente de la necesidad del perdón y de la solidaridad que vincula a los seres del presente con el pasado y el porvenir.





[1] Kardec, Allan. El Libro de los Espíritus. Pregunta No. 690.
[2] Ídem, pregunta 688.
[3] Xavier, Francisco C./Emmanuel. A Caminho da Luz, pág. 38, Federación Espírita Brasilera, Brasilia, 1996.
[4] Mateo 17:17.

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