lunes, 30 de septiembre de 2019

TRAICIONES


Tomado del libro: Allan Kardec, La Biografia.
Marcel Souto Maior

Hasta entonces, habría años de pruebas, de acuerdo con el guión elaborado por el Espíritu de la Verdad. Al lanzar El Libro de los Espíritus y asumir la identidad de Allan Kardec, Rivail se preparó para los contraataques de la ciencia, la prensa y la religión.

Ya en el texto introductorio de la obra, se anticipó a las críticas para desafiar a los antagonistas. No por casualidad intituló su artículo como “Refutación de varias objeciones” – título eliminado en la segunda edición del libro.

Los detractores lanzarán una mirada justa a los seguidores de la creencia espírita y verán si entre ellos solo se hayan ignorantes, y si el inmenso número de hombres de mérito y respeto que la han abrazado les permitirá legarla a las filas de las creencias de las criadas. De ellos, por el carácter y el conocimiento, tal vez valga la pena decir: si ellos afirman la doctrina espírita, es necesario que al menos contenga algo de cierto.


Kardec lanzó dos acusaciones contra los científicos que renegaban de los fenómenos espíritas: preconcepto contra “cosas desconocidas” y apego estrecho a su especialidad, sin considerar nuevas causas y nuevos efectos:

El hombre que se ha formado en una especialidad, sujeta a ella sus ideas. (…) Por lo tanto, consultaré con gusto y confianza a un químico sobre análisis químico, a un físico sobre la energía eléctrica y a un mecánico sobre una fuerza motriz; pero los eruditos me permitirán (…) que yo preste atención a su opinión negativa sobre el espiritismo, o que lo aprecie tanto como el juicio de un arquitecto acerca de una cuestión de música.

Las primeras reacciones indeseables llegaron poco después de la publicación del libro, y de donde el profesor menos esperaba: de los propios colaboradores. Al lanzar su obra – o, mejor dicho, la obra de los espíritus superiores -, Rivail no había dado crédito alguno a las hermanas Caroline y Julie Baudin, a Ruth Japhet y a otros médiums también consultados.

Ruth Japhet no se conformó. Según sus cuentas, las tres cuartas partes del libro se debieron a su mediúmnidad y a sus manuscritos, por lo que la omisión de su nombre era inadmisible. En un desahogo al escritor ruso Alexander Aksakof, Ruth se quejaba que ni siquiera se había ganado un ejemplar del libro y que no había recibido sus manuscritos cuando se los pidió al profesor.

Aksakof haría estas revelaciones en un artículo publicado en el periódico Spiritualist Newspaper en 1875. Rivail que había muerte seis años antes –no pudo defenderse, ni a través de mensajes mediúmnicos.

Dieciocho años después de la publicación de El Libro de los Espíritus, Ruth seguía insatisfecha con la falta de crédito y consideración, pero en ningún momento de su entrevista negó la comunicación con los espíritus ni la autenticidad de los mensajes atribuidos al más allá.

A los amigos y colaboradores más cercanos, Rivail les había dado la siguiente explicación por la omisión de los nombres y de las médiums en los libros: quería preservar la identidad de ellas para salvarlas de una exposición innecesaria. Además, la autoría de la obra debería ser atribuida a los espíritus y no a los intermediarios – hasta para evitar riesgos como la vanidad y el orgullo, perjudiciales para quienes se proponen servir de canal desinteresado con el más allá.

A juzgar por uno de los mensajes de los espíritus a Allan Kardec, impreso en la primera edición del libro – y también suprimido de la segunda -, la relación del maestro con lo invisible fue mucho más allá de las intermediaciones de Ruth y asumió contornos algo invasivos:

-      Estaremos contigo todas las veces que nos lo pidas y tú también estarás a nuestro servicio cada vez que te llamemos.

En anotaciones personales – reveladas después de su muerte, en Obras Póstumas -, Rivail daría más detalles sobre esta relación con el otro mundo:

Más de diez médiums prestaron concurso a este trabajo. De la comparación y de la fusión de todas las respuestas, coordinadas, clasificadas y muchas veces retocadas en el silencio de la meditación, fue que elaboré la primera edición de El Libro de los Espíritus.

       Al ser ignorada, despreciada o simplemente preservada por Rivail, Ruth Japhet pudo haberse librado de los riesgos a los que se enfrentaron sus colegas estadounidenses más famosas: las hermanas Fox, consideradas por muchos como las “precursoras del espiritualismo moderno. La celebridad les costó caro.


Traducción: Oscar Cervantes Velásquez
Centro de Estudios Espíritas Francisco de Asís
Santa Marta - Colombia
Septiembre 30 de 2019


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