Muchas
son las dádivas que has recibido de la divinidad, en el largo devenir
de las múltiples reencarnaciones que hasta hoy has experimentado. Sin embargo,
cuántas veces te has preguntado ¿qué tanto me he aprovechado de ellas para mi crecimiento
espiritual?
Más no es la
multiplicidad de experiencias reencarnatorias lo que te enaltece como Espíritu,
sino el buen uso que haces de las mismas, enriqueciendo tu acervo de
conocimientos intelectuales y la puesta en práctica de las conductas morales
atesoradas en la relación para con tu prójimo.
Son tantas
las dificultades enfrentadas en el transcurrir de las diferentes encarnaciones,
que deberías se un maestro en el manejo de las mismas, empero, cada vez que ellas
aparecen en tu vida, dudas, vacilas y aún te sientes abandonado, desconociendo
las leyes espirituales que rigen las relaciones entre el hombre y la divinidad,
teniendo que recomenzar lecciones que ya han debido ser aprendidas.
Reacciona,
aún estás a tiempo para reiniciar un nuevo ciclo de reencarnaciones en busca de
la renovación necesaria que te haga sentir que la esperanza de mejores días han
de llegar, removiendo los cimientos que la insania y la desidia espiritual
generaron en ti, y de esta manera, recomenzar con fe y optimismo, un nuevo despertar.
Aprovecha al máximo las experiencias positivas
del pasado, irguiéndote cuál ave fénix, para tu bienestar futuro, avizorando un
nuevo amanecer en este ciclo planetario que se avecina, el cual te acogerá como
al hijo grato que regresa al redil, recordándonos la parábola del “hijo prodigo”,
que con tanta sapiencia nos enseño Jesús.
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