jueves, 2 de mayo de 2019

Y TÚ ¿QUÉ TAN CERCA ESTÁS DEL CIELO?

Por: Oscar Cervantes Velásquez


El cielo, ese lugar prometido a los justos después del fenómeno biológico de la muerte, se hace un lugar imposible de alcanzar para muchos de los que transitamos, como encarnados, el planeta Tierra. Mientras nos mantengamos alejados de nuestras responsabilidades morales, respecto a Dios y ante nuestra propia conciencia, seguiremos sometidos a la tiranía del mal uso del libre albedrío.

Curiosa es la historia del mancebo rico quien se acerca al Maestro de Galilea y le pregunta:

  •    "Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?"
  •       ¿Por qué me llamas bueno? —respondió Jesús—. Nadie es bueno sino solo Dios. Ya sabes los mandamientos: “No mates, no cometas adulterio, no robes, no presentes falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madre” (Mc. 10, 17).

La respuesta dada por Jesús no tiene nada de extraño para quien relaciona el decálogo con el tipo de comportamiento esperado de los hombres con respecto a Dios y, fundamentalmente con su prójimo. Es la enseñanza del Maestro en su más viva acepción, esto lo corroboramos en esta otra enseñanza que nos recuerda nuestros deberes para con nuestros semejantes:

  •    Entonces dirá el Rey a los que estén a su derecha: Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para vosotros desde el principio del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; no tenía techo, y me hospedasteis; estuve desnudo, y me vestisteis; estuve enfermo, y me visitasteis; estuve en prisión, y fuisteis a verme [1]”.

Para saber que tan cerca estamos del cielo prometido, debemos revisar nuestra actitud para con el prójimo, desde el más cercano, la familia, hasta aquel que se aleja de nuestro círculo familiar, es decir, el resto de la humanidad. ¿Será que nuestras acciones se acercan a estas enseñanzas? ¿Será que ese cielo añorado, se nos escapa por el egoísmo y el orgullo, que cual espejismo opaca nuestra sensibilidad cristiana? O quizás, ¿no hemos recibido la educación espiritual necesaria para comprender la lealtad que le demos a cada uno de los mandamientos?

Hoy comprendemos que ese cielo que nos hicieron creer, a lo largo de los siglos, no es un lugar circunscrito ni un sitio especial donde eternamente gozaremos la inefable dicha de contemplar a Dios, no, “el cielo es el espacio universal, son los planetas, las estrellas y los mundos superiores donde los Espíritus gozan de la plenitud de sus facultades, sin padecer de las tribulaciones de la vida material ni las angustias inherentes a la inferioridad[2]”.

El cielo que tanto anhelamos se encuentra más allá del mundo corporal, al cual estamos habituados, es el mundo espiritual o de las inteligencias incorpóreas, el cual preexiste y sobrevive a todo. En pocas palabras, cuando morimos, regresamos al mundo espiritual, donde nos sentiremos felices o desgraciados, según el bien o el mal que hayamos realizado. Luego, la cercanía a ese idílico cielo esperado, dependerá del cumplimiento que le hayamos dado a los mandamientos ofrecidos por Dios a la humanidad.

Entonces, regresemos a la frase que da título a este post: Y tú ¿Qué tan cerca estás del cielo?
      



[1] Evangelio según el Espiritismo, cap. 15, Fuera de la caridad no hay salvación, Editora Edicei.
[2] Allan Kardec, El Libro de los Espíritus, pregunta 1016, Edicei.

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