domingo, 15 de enero de 2017

REFLEXIONES ACERCA DE LAS ESFERAS O REGIONES ESPIRITUALES EN LA CODIFICACIÓN KARDECIANA

Imagen tomada del Anuario Espírita 1993

Por: Oscar Cervantes Velásquez
Centro de Estudios Espíritas Francisco de Asís
Santa Marta - Colombia

El tema de las colonias espirituales genera resistencia a ser aceptadas por parte de quienes se aferran psicorrígidamente a la Codificación Kardeciana, asegurando que El Espíritu de Verdad en sus respuestas a Allan Kardec en ningún momento habló de las supuestas esferas ni de las colonias espirituales ubicadas en ellas, razón por la cual rechazan de plano las obras complementarias de la codificación y otras fuera de ella, que mencionamos en el artículo referente a la historiografía de las colonias espirituales. Empero, examinando los libros de la codificación, observamos que el término esfera aparece en la mayoría de los libros, en algunos refiriéndose a los planetas (mundos) y en otros haciendo alusión a regiones espirituales.

En El Libro de los Espíritus, pregunta 87, El Espíritu de Verdad nos clarifica sobre aquellas regiones ocupadas por los Espíritus que, errantes, deambulan de acuerdo a su estado de evolución espiritual después de la desencarnación. Eh aquí la respuesta:

“Los Espíritus se encuentran por doquier. Los espacios infinitos se hallan poblados por ellos. Los hay que están sin cesar al lado de vosotros, observándonos y obrando sobre vosotros sin que lo advirtáis, pues los Espíritus son una de las potencias de la Naturaleza y los instrumentos de que Dios se sirve para el cumplimiento de sus designios providenciales. Pero no todos van a todas partes, porque hay regiones que están prohibidas a los menos adelantados”.

En la pregunta 279, el maestro lionés vuelve a preguntar: ¿Todos los Espíritus pueden acercarse recíprocamente? Y la espiritualidad responde:

“Los buenos van a todas partes, y precisa que así sea para que puedan ejercer su influencia sobre los malos. Pero las regiones habitadas por los buenos están prohibidas para los Espíritus imperfectos, a fin de que éstos no puedan llevar a ellas la perturbación de las malas pasiones”.

Aquí surge la pregunta: ¿A qué regiones se refieren los Espíritus? ¿Serán las regiones a las que se refirió Jesús en la parábola del mal rico[1]? En dicha parábola, Abraham le responde a Epulón, ante el requerimiento de agua que le hacía a Lázaro: “una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quieran pasar de aquí a vosotros no pueden, ni de allá pasar acá”.

En la obra El Cielo y el Infierno, o La Justicia Divina según El Espiritismo, Capítulo III, Espíritus de mediana condición, encontramos una comunicación suministrada por el guía del médium, mensaje recibido del espíritu que se identificó como Eric Stanislas:

“Hijos míos, éste es un Espíritu que ha sido muy infeliz porque estuvo mucho tiempo extraviado. Ahora, comprendiendo sus faltas, y arrepintiéndose por fin, ha vuelto sus miradas hacia Dios, a quien había desconocido. Su posición no es la de dicha, pero aspira a ella y no sufre. Dios le ha permitido venir a escuchar, y después ir a una esfera inferior a instruir y hacer adelantar a los Espíritus que, como él, han quebrantado las leyes del Eterno. La reparación es lo que se le ha pedido. En adelante conquistará la felicidad, porque tiene voluntad para ello”.

Analizando esta comunicación, observamos que el Espíritu que se identifica como el guía del médium, asegura que el espíritu de Eric Stanislas, irá a “una esfera inferior a instruir y hacer adelantar a los Espíritus que, como él, han quebrantado las leyes del Eterno”; contextualizando y de acuerdo con las definiciones que poseemos sobre dichas esferas, la simple lógica nos lleva a inferir que se refiere a aquellas esferas ubicadas en el denominado Umbral donde, tal como aconteció con André Luiz se encuentran gran cantidad de Espíritus sirviendo y aprendiendo antes de regresar a una nueva experiencia en la carne.

En esta misma obra, Capítulo IV, Espíritus Sufrientes, encontramos una comunicación de un espíritu identificado como Clara, quien ante algunas explicaciones ofrecidas por el espíritu de San Luis acerca de las tinieblas, participa con la siguiente comunicación:

“Heme aquí, Puedo responder también a la citada pregunta sobre las tinieblas, porque he errado y sufrido largo tiempo en esos limbos, donde todo son sollozos y miserias. Sí, las tinieblas visibles de que habla la escritura existen, y los desgraciados que, habiendo terminado sus pruebas terrestres, dejan la vida, ignorantes o culpables, son sumergidos en la fría región, ignorantes de sí mismos y de sus destinos. Creen en la eternidad de su situación, balbucean todavía las palabras de la vida que les han seducido, se admiran y se espantan de su gran soledad.

Son tinieblas estos lugares vacíos y poblados, estos espacios, a donde van a parar dolientes espíritus, errantes y pálidos, sin consuelo, sin afecciones, sin ningún socorro. ¿A quién se dirigirán? Sienten por un lado la eternidad que pesa sobre ellos, y tiemblan y lloran los mezquinos intereses que miden sus horas. Por otra parte, echan de menos la noche en que, sucediendo al día, pasaban muchas veces sus cuidados en un sueño feliz. Las tinieblas son para los espíritus la ignorancia, el vacío y el horror a lo desconocido... No puedo continuar...”.

Ante esta lectura nos preguntaríamos, ¿Cuáles son estas regiones o lugares vacíos y poblados en el mundo espiritual? Y si existen, porque dudar denominados “abismos y tinieblas, esferas sub-costrales, ubicadas debajo de nuestra superficie y las cuales corresponden a regiones de intensos sufrimientos y manifestaciones del mal[2]”.

Emmanuel en el prefacio a la obra Nuestro Hogar nos dice:

“Reconocemos que este libro no es único. Otras entidades comentaron ya las condiciones de la vida, más allá de la tumba…

Sin embargo, desde hace mucho, deseamos traer a nuestro círculo espiritual a alguien que pueda transmitir a otros, el valor de la experiencia propia, con todos los detalles posibles a la legítima comprensión del orden, que preside el esfuerzo de los desencarnados laboriosos y bien intencionados, en las esferas invisibles a la vista humana, aunque íntimamente ligadas al planeta.

Con seguridad, numerosos amigos sonreirán al contacto con determinados pasajes de estas narraciones. Es que lo inusual causa sorpresa en todos los tiempos. ¿Quién no se sonreiría en la Tierra, años atrás, cuando se le hablase de aviación, de electricidad o de radiofonía?

La sorpresa, la perplejidad y la duda son propias de todos los aprendices que aún no pasaron por la lección. Es más que natural, justísimo. No comentaríamos, de ese modo, ninguna impresión ajena. Todo lector necesita analizar lo que lee”.

Continuando con la obra El Cielo y el Infierno, en el Capítulo VIII, Expiaciones Terrestres, en la comunicación titulada Instrucción de un espíritu sobre los idiotas y los imbéciles dada a la Sociedad de París, Allan Kardec hace un comentario referente a la posición de los imbéciles y su futuro espiritual, asegurando que:

“No teniendo ninguna noción del bien y del mal, ¿cuál es su suerte en la eternidad? ¿Serán dichosos al igual que los hombres inteligentes y trabajadores? ¿Más por qué se concedería este favor, puesto que no han hecho bien? ¿Irán a lo que se llama limbo, estarán en un estado mixto que no es ni la dicha ni la desgracia? Pero, ¿por qué esta inferioridad eterna? ¿Es culpa suya si Dios los ha creado imbéciles? Desafiamos a todos los que rechazan la doctrina de la reencarnación a que salgan de este círculo estrecho y sin salida. Con la reencarnación, al contrario, lo que parece injusto viene a ser una admirable justicia. Lo que es inexplicable, se explica de una manera muy racional”.

Y continúa: “Cada uno tiene la posibilidad de no volver a ella, mejorándose lo suficiente para merecer pasar a una esfera más elevada. Pero en esas esferas venturosas no se admite el egoísmo ni el orgullo. Es necesario trabajar despojándose de estas dolencias morales, si se quiere ascender un grado”.

Nuevamente apelamos a la racionalidad que nos ofrece la Doctrina Espírita para interpretar lo que Allan Kardec, con sus oportunos comentarios, nos esclarece con relación a las esferas elevadas o venturosas a las cuales todos tenemos la posibilidad de acceder en la medida en que mejoramos de nuestras dolencias morales.

En el Libro de los Espíritus, pregunta No. 300, Allan Kardec vuelve a inquirir a los Espíritus: “Dos Espíritus que simpatizan por entero, cuando ya se han reunido ¿lo están para la eternidad, o bien pueden separarse y unirse a otros Espíritus?

Responden los Espíritus: Todos los Espíritus están unidos entre sí. Me refiero a los que han llegado a la perfección. En las esferas inferiores, cuando un Espíritu se eleva no siente ya igual simpatía por aquellos que ha dejado”.

Asimismo, en la pregunta 342, Allan Kardec inquiere: En el momento de su reencarnación ¿es acompañado el Espíritu por otros Espíritus amigos suyos, que asisten a su partida del Mundo Espírita, así como acuden a recibirlo cuando en él reingresa?

Responden los Espíritus: Esto depende de la esfera en que el Espíritu habite. Si se halla en alguna de las esferas en que reina el afecto, los Espíritus que le aman lo acompañan hasta el último momento, alentándolo, y a menudo incluso lo siguen en la vida.

En otra obra de la Codificación, El Evangelio según El Espiritismo, Capítulo VI, El Consolador Prometido, Advenimiento del Espíritu de Verdad, en una comunicación ofrecida por El Espíritu de Verdad, leemos: “Nada está perdido en el reino de nuestro Padre, y vuestros sudores y vuestras miserias forman el tesoro que debe haceros ricos en las esferas superiores, en donde la luz substituye a las tinieblas y donde el más desnudo de todos vosotros será, tal vez, el más resplandeciente”.

Más adelante en el Capítulo VIII, Bienaventurados los que tienen el Corazón Puro, ítem Bienaventurados los que tienen los ojos cerrados, el Cura D´Ars nos esclarece que: “¡Oh!, sí, bienaventurado el ciego que quiere vivir con Dios; más feliz que vosotros que estáis aquí, siente la felicidad, la toca, ve las almas y puede lanzarse con ellas a las esferas espirituales, que aun los predestinados de vuestra Tierra no ven”.

Una vez más nos preguntamos: ¿A qué esferas espirituales se refiere el Cura D´Ars?

En El Libro de los Médiums, Capítulo XXV, De las Evocaciones, 282, preguntas sobre las Evocaciones, igualmente encontramos una referencia directa a las esferas espirituales, ante la pregunta que Allan Kardec plantea:

¿Cuáles son las causas que pueden impedir a un Espíritu el venir a nuestro llamamiento?

Los Espíritus responden entre otras cosas: “Hay Espíritus que no pueden comunicarse nunca; estos son aquellos que por su naturaleza pertenecen aun a los mundos inferiores a la Tierra. Los que están en las esferas de castigo tampoco lo pueden a menos de un permiso superior que solo se concede con un fin útil y general. Para que un Espíritu pueda comunicarse, es menester que haya alcanzado el grado de adelanto del mundo en que es llamado; de otro modo es extraño a las ideas de este mundo y no tiene ningún punto de comparación. No sucede lo mismo con los que son enviados en misión o en expiación en los mundos inferiores; éstos tienen las ideas necesarias para contestar”. Considero que la respuesta diferencia muy claramente entre esferas y mundos (planetas).

En El Génesis, Milagros y Profecías según El Espiritismo, todas las referencias que existen en relación a las esferas, involucran a los planetas o mundos de la inmensidad del Universo.

En Obras Póstumas, en el capítulo Influencia perniciosa de las ideas materialistas, Allan Kardec recibió la siguiente comunicación del espíritu de San Luis, denominado La música celeste:  Cuando leías a tu hija el pasaje de El Libro de los Espíritus que trata de la música celeste, ella dudaba; no comprendía que pudiese existir la música en el mundo espiritual, y he aquí por qué esta noche le he dicho que era cierto; no habiéndola podido persuadir, Dios permitió, para convencerla, que le fuese enviado un sueño sonambúlico. Entonces, emancipándose su Espíritu del cuerpo dormido, se lanzó al espacio, y admitido que fue en las regiones etéreas, su éxtasis fue producido por la impresión que le causó la armonía celeste; así ha exclamado: “¡qué música!, ¡que música!”, pero sintiéndose por momentos arrastrada hacia las regiones elevadas del mundo espiritual, por lo cual ha pedido que se la despertara, indicándote como, esto es, con agua.

“Todo se hace por la voluntad de Dios. El Espíritu de tu hija no dudará más; aun cuando al despertar no haya conservado claramente en la memoria cuanto le ha sucedido, su Espíritu sabe a qué atenerse”.

Una vez más observamos en esta lectura como se hace referencia a las regiones elevadas del mundo espiritual, adonde fue llevada en el desprendimiento propio del sueño (desdoblamiento inconsciente) la joven hija del médium, viviendo una hermosa experiencia con la música propia del mundo espiritual.

Por último queremos referirnos a la nota que aparece en La Revista Espírita 1858 y denominada Platón: doctrina de la elección de las pruebas, donde Platón haciendo alegoría del Huso de la Necesidad, supone un diálogo entre Sócrates y Glaucón en un cuadro imaginario que conduce al desarrollo de la idea principal: la inmortalidad del alma, la sucesión de las existencias, la elección de esas existencias por efecto del libre albedrío, en fin, las consecuencias felices o desdichadas de esa elección, a menudo imprudente; y termina Allan Kardec planteando que “todas estas proposiciones se encuentran en El Libro de los Espíritus, y vienen a confirmar los numerosos hechos citados en esta Revista”.

Para tener una idea del dialogo entre Sócrates y Glaucón, planteado por Platón, transcribimos un pequeño trecho del mismo por su extensión y remitimos a nuestros lectores a la Revista Espírita 1858:

En primer lugar vio que las almas juzgadas desaparecían, unas dirigiéndose al cielo, las otras descendiendo a la Tierra a través de las dos aberturas que se correspondían: mientras que por la segunda abertura de la Tierra vio salir almas cubiertas de polvo y de inmundicia, al mismo tiempo que por la segunda abertura del cielo descendían otras almas que eran puras y sin mancha. Todos parecían venir de un largo viaje y se detenían con gusto en la pradera como en un punto de reunión. Las que se conocían se saludaban entre sí y se pedían noticias de lo que sucedía en los lugares donde ellas venían: el cielo y la Tierra. Aquí, entre gemidos y lágrimas, recordaban todo lo que habían sufrido y visto sufrir durante su estancia en la Tierra; allí, se contaban las alegrías del cielo y la felicidad de contemplar las maravillas divinas[3].

Más adelante continúa: “Esa alma añadía que, entre tantos objetos terribles, nada les causaba más miedo que el bramido del abismo, y que había sido para ellas una extrema alegría salir de allí en silencio. Tales eran, aproximadamente, los juicios de las almas, sus castigos y sus recompensas”.




[1] Lucas 16: 19 a 31.
[2] Las esferas espirituales, Salvador Gentile, Anuario Espírita 1993. Editora Mensaje Fraternal, 1993.
[3] El Mito de Er, es una leyenda escatológica que finaliza La República de Platón. En ella Er habla de su viaje al más allá, da cuenta de la reencarnación y de las esferas celestes del plano astral.

lunes, 2 de enero de 2017

La conducta del profesor



Marcus de Mario*

En el día a día de la escuela, ante los desafíos de la vida que invaden los salones de clases, especialmente en relación a temas como sexualidad, luto, muerte, separación, drogas y violencia doméstica es posible detectar cinco posturas comunes del profesor de primaria y secundaria (y también de enseñanza superior):

Intentar ignorar los problemas

Ante preguntas sobre drogas, sexualidad, violencia u otras, la tendencia del profesor es ignorar el asunto en el salón de clases, o aplicar un buen sermón para callar cualquier tentativa de abordaje del mismo, como si eso resolviese los dramas e indagaciones de los alumnos.

Decir que no está preparado para lidiar con eso

Aunque reconozca la importancia de las preguntas presentadas por los alumnos, declara no tener conocimiento ni preparación pedagógica específica para tratar el tema, y muchas veces remite la situación hacia la coordinación o al director de la escuela.

Fingir que está ante ellos sólo para dictar los contenidos del área

Esta es una postura común de gran parte de los profesores, entrando y saliendo del salón de clases con un planeamiento cerrado, como si dar clases fuese sinónimo de escribir y borrar, dictar lecciones y corregir ejercicios, muchas veces haciendo que los alumnos "gasten" el tiempo sólo copiando la clase.

Alegar que no le pagan para encarar esas situaciones

Es muy común, pero irresponsable esa actitud. Ningún profesional puede eximirse de dar todo de sí en el trabajo que ejerce, y el profesor no es la excepción, porque la formación intelectual y moral del futuro ciudadano está en sus manos. Todo el mundo sabe que el salario del profesor es bajo, y no por eso dejan de estudiar la profesión, el argumento, por eso mismo, no es válido.

Repetir, año tras año, las mismas pruebas, test, trabajos, textos, ejercicios

Por comodidad y facilidad el tiempo pasa y el trabajo se repite, de tal forma que alumnos de cursos más adelantados le explican a aquellos de los cursos iniciales todo lo que el profesor va a hacer en el salón de clases. Esa actitud del profesor es una puerta abierta para a la desactualización pedagógica y su desligamiento de la realidad.

¿Pero, qué hacer para cambiar esas actitudes comunes del profesorado? Proponemos trabajar en grupos de estudio y cursos de capacitación los Principios de Conducta del Educador, que son los siguientes:


  • Afecto: Desarrollar el sentimiento de simpatía y afecto de los estudiantes.

  • Ayuda: Satisfacer las necesidades de cada día de los estudiantes.

  • Amor: Imprimir en los corazones de los estudiantes ese sentimiento a través del incesante contacto.

  • Bondad: Utilizar la calma y la paciencia en la solución de los problemas.

  • Estímulo: Desarrollar en los estudiantes las habilidades y raciocinios que los capaciten para hacer uso eficiente y constante de ellos en todas las relaciones y circunstancias.

  • Naturaleza: Estudiar los asuntos del bien y del mal, haciendo que los estudiantes se posicionen y se preparen con hechos reales, como base para sus concepciones de estética y arte, justicia y vida moral.

  • Convicción: Creer en lo que hace, creer en el proceso de la educación moral y comunicar eso al estudiante a través del entusiasmo y de la perseverancia.


Estos siete principios hacen parte del Proyecto de Educación Moral y Formación del Carácter del Instituto Brasilero de Educación Moral (IBEM), basados en la filosofía espírita y exigen un cambio de postura del profesor, pasando de transmisor de conocimientos hacia constructor de consciencias.

Ignorar los temas de la vida o dejar pasar los mismos, implica crear vacios en el proceso educativo, que fatalmente harán falta para el pleno desarrollo intelectual y moral del estudiante.

Es urgente el trabajo de estimular el pensamiento, o sea, hacer que el estudiante piense sobre sí mismo, la vida y la construcción de la sociedad, para que pueda identificarse plenamente consigo mismo, con el prójimo y con la naturaleza.

Por lo tanto, proponemos un trabajo pedagógico amplio, total y hecho con amor y no mero profesionalismo, ni con discursos extraídos de estudios y lecturas de libros, sino con la práctica transformadora de crear una escuela participativa y una enseñanza desafiante, que identificamos como Escuela del Sentimiento.

Como hacerlo

Transcribimos abajo el texto que se encuentra en el libro Escuela del Sentimiento, de nuestra autoría:

"Toda actividad bien orientada desarrolla la inteligencia y hace despertar el sentido moral, y nada mejor que la propia vida como contenido del quehacer escolar y de construir al hombre.

La escuela necesita traer a su ambiente los medios que valorizan la educación en el hogar, y también los medios que influencian la educación del hombre en la sociedad, única manera de asegurar al educando una formación humanitaria y no una formación artificial.

El educador debe ser, en la escuela, un segundo padre o una segunda madre, aprendiendo a dar amor, calor humano y afecto al estudiante, haciendo que este se sienta amado, protegido y con confianza en sí mismo, pues siente que está siendo tratado como ser humano y debidamente valorizado. La escuela debe reflejar el hogar, única manera de promover la educación moral. Feliz el educador que, como crítica, oye que la escuela en que trabaja parece más una familia.

¿Cómo el estudiante acepta lo que es bueno?

Seguramente no porque el educador lo quiera.

El estudiante, cuando quiere, lo quiere por sí mismo.

El estudiante no debe obedecer la voluntad del maestro, debe sentir la relación de él con las cosas que necesita para su bienestar, es entonces cuando reconoce el valor del bien.

"Todo aquello que él (el niño) hace con placer, cualquier que acción aumenta la confianza en sí mismo, cualquier cosa despierta en el los poderes latentes y lo alienta en la realización de sus aspiraciones, llevándola a sentir y a decir: yo puedo. He ahí lo que realmente quiere, aunque no tenga plena consciencia de ello" (Pestalozzi).

Para la realización plena de este trabajo, la escuela precisa tener como parámetro un proyecto pedagógico bien desarrollado, como el que aquí presentamos, donde estén abolidos los sermones, las presiones, los reglamentos impuestos por la dirección, los ejercicios estén listos y ya establecidos:

1.  La conquista y mejoramiento de los sentimientos de los estudiantes;
2.  El despertar en los estudiantes de las nobles y puras cualidades morales; y
3.  El desarrollo de esas cualidades en las acciones externas, a través de la actividad y de la obediencia consciente".

La amplia visión del Espiritismo

El proyecto educativo que estamos abordando posee como principios el contenido de la Doctrina Espírita, siendo uno de ellos el enunciado de la pregunta 966 de El Libro de los Espíritus, que tiene la siguiente respuesta: ¿Comprende el niño como el adulto? Además, depende también de lo que se le ha enseñado. En esto es donde se hace necesaria la reforma". Complementando el asunto, leemos en la pregunta 974-a: "Si enseñáis cosas que más tarde rechaza la razón, producís una impresión que no será duradera ni saludable.". No estamos leyendo un libro cualquiera de pedagogía, estamos leyendo la obra básica del Espiritismo. Modificar el contenido de lo que se enseña dando prioridad a la educación moral, tesis defendida por Allan Kardec y por los Espíritus Superiores (lea las preguntas 685-a, 780-a, 813, 889, 917 e 928-a) nos remite a formular nuevas conductas para el profesor, pues si este no modifica sus actitudes no modificará la enseñanza.

Así también en la Evangelización Infanto-Juvenil Espírita, pues el Espíritu está lleno de carencias afectivas, y es el amor lo que él está necesitando.

Bibliografía:


  • DE MARIO, Marcus Alberto. 1. ed. Escuela del Sentimiento. Rio de Janeiro: Sapiens, 2000, 45p.
  • DE MARIO, Marcus Alberto. 1. ed. Visión Espírita de la Educación. Matão: O Clarim, 1999, 106p.
  • KARDEC, Allan. El Libro de los Espíritus. São Paulo: Feesp, 1972, 410p.

*Marcus De Mario es educador y escritor. Director del Instituto Brasileiro de Educación Moral y colaborador del Centro Espírita Humildad y Amor.

Traducción: Oscar Cervantes Velásquez
Centro de Estudios Espíritas Francisco de Asís
Santa Marta - Colombia

domingo, 1 de enero de 2017

Investigaciones sobre el origen histórico de las especulaciones acerca de la reencarnación en espiritualistas franceses


Por el Honorable Alexandre Aksakof, Consejero Imperial Ruso y Caballero de la Orden del Santo Estanislao.

En la expectativa de la publicación de la traducción para el Inglés de los trabajos de Allan Kardec, de los cuales el volumen principal, El Libro de los Espíritus (del inglés The Spirits’ Book), ya salió, siento que es mi deber exponer ante al público inglés el resultado de mis investigaciones sobre el sentido del origen del dogma de la Reencarnación. Cuando el “Espiritismo”, recientemente bautizado con este nombre es codificado en cuerpo de doctrina por Kardec, y comenzó a esparcirse en Francia, nada me sorprendió más que la divergencia de esta doctrina, del “Espiritualismo”, en lo referente al punto de la Reencarnación. Esta divergencia era más extraña aún porque las fuentes de las afirmaciones contradictorias reivindican ser las mismas, a saber, el mundo de los espíritus y las comunicaciones dadas por los espíritus. Cuando el Espiritismo nació en 1856 con la publicación de El Libro de los Espíritus (del inglés The Book of Spirits), quedó claro que para resolver este enigma sería necesario comenzar con el origen histórico de este libro. Es notable que en algún lugar, en este volumen, o en cualquiera de los otros, diera Kardec sobre este asunto detalles insignificantes. ¿Y esto por qué? El punto esencial de cualquier crítica seria es saber antes que todo como este libro llegó a existir. Como yo no vivía en Paris, era difícil para mí obtener la información necesaria; todo lo que yo podía saber era que una cierta sonámbula, la Srta. Celina Japhet, contribuyó enormemente para el trabajo, pero que ella ya había fallecido hace algún tiempo. Durante mi estadía en Paris en 1873, le explique a un amigo Espiritualista mi pesar por nunca haber encontrado a esta sonámbula en mi vida, a lo que el replicó que también había oído que ella había muerto, pero que el dudaba si el rumor era verdadero; le dije que el también tenía razones para creer que no pasaba de ser un rumor esparcido por los Espíritas y que sería interesante si yo investigase personalmente. El me suministró una dirección anterior de Madame Japhet, y cual no fue mi sorpresa y alegría al encontrarla en perfecta salud. Cuando le hable de mi sorpresa, ella respondió que no era una novedad para ella, porque los Espíritas estaban haciéndola pasar por muerta. Aquí está la esencia de la información que ella fue amable en ofrecerme.


La Srta. Celina Bequet era una sonámbula natural desde muy temprana edad. A los 16 o 17 años de edad, cuanto residía con sus padres en Paris, fue magnetizada por primera vez por Ricard, y después tres veces más. En 1841 viviendo en el campo fue atacada por una enfermedad grave; habiendo perdido el uso de sus piernas, quedó confinada en su cama durante 27 meses; posteriormente, después de perder toda esperanza en la medicina, fue magnetizada y puesta a dormir por su hermano; entonces, ella prescribió los remedios necesarios y después de un tratamiento de seis semanas dejó la cama y pudo andar con la ayuda de muletas, a las que fue obligada a usar por once meses. Finalmente, en 1843, recuperó completamente su salud.

En 1845 fue a Paris en busca del Sr. Ricard y conoció al Sr. Roustan en la casa del Sr. Millet, un mesmerista (¿existe esta palabra?). Tomó, entonces, por consideración a la familia, el nombre Japhet y se convirtió en una sonámbula profesional bajo el control del Sr. Roustan y permaneció así hasta más o menos 1848. Ella dio, con el nombre adoptado, recomendaciones médicas bajo la dirección espiritual de su abuelo, que había sido médico, y también de Hahnemann y Mesmer, de quien ella recibió gran número de comunicaciones. De esta misma manera en 1846 la doctrina de la Reencarnación le fue dada por los espíritus de su abuelo, Santa Teresa y otros. (A medida que los poderes sonambúlicos de Madame Japhet se desarrollaban bajo la influencia magnética del Sr. Roustan, es interesante observar que el mismo Sr. Roustan creía en la pluralidad de las existencias terrestres. Véase Santuario del Espiritualismo de Cahagnet, Paris, 1850, pág. 164: desde la fecha del 24 de agosto de 1848).

En 1849 la Sra. d’Abnour, de regreso de América, deseó formar un círculo del fenómeno espiritual, del cual ella había sido testigo recientemente. Con este propósito, recurrió al Sr. de Güldenstubbe, por quien el Sr. Roustan y Celina Japhet fueron invitados a participar de este círculo de espíritus. (Véase la edición alemana de Pneumología Positiva del Barón de Güldenstubbe, Stuttgart, 1870, pág. 87). A este círculo se asoció Abbé Chatel y las tres señoritas Bouvrais; se componía, por tanto, de nueve personas. Este círculo se encontraba una vez por semana en la casa de Madame Japhet, Calle de los Mártires, 46; posteriormente, prácticamente hasta la época de la guerra de 1870, se reunían dos veces por semana. En 1855 el círculo estaba compuesto de las siguientes personas: Sr. Tierry, Sr. Taillandier, Sr. Tillman, Sr. Ramon de la Sagra (como muerto… no sé si es correcto), señores Sardou (padre e hijo), Madame Japhet y Sr. Roustan, que continuó como miembro hasta más o menos 1864. Ellos comenzaron por hacer una corriente, a la manera americana, en forma de herradura, alrededor de Madame Celina y conseguían fenómenos espirituales más o menos notables; pero luego Madame Celina se desarrolló como médium escribiente y fue a través de este canal que la mayor parte de las comunicaciones fueron obtenidas.

En 1856 ella conoció al Sr. Denizard Rivail, presentado por el Sr. Victorien Sardou. Él correlacionó los materiales por un número de preguntas; el mismo ordenó el conjunto en orden sistemático y publicó El Libro de los Espíritus si nunca mencionar el nombre de Madame Celina Japhet, a pesar de que tres cuartas partes de este libro habían sido dados por su mediúmnidad. El resto fue obtenido a través de comunicaciones de Madame Bodin, que pertenecía a otro círculo de espíritus. Ella no es mencionada excepto en la última página del primer número de la Revista Espírita, donde, como consecuencia del número de cuestionamientos dirigidas a él, (Kardec) hace una breve mención de ella. Como él era afecto a un importante periódico, El Universo (L’Univers), publicó su libro con los nombres que había nacido en sus dos existencias anteriores. Uno de estos nombres era Allan – un hecho revelado a él por Madame Japhet, y el otro nombre, Kardec, fue revelado a él por el médium Roze. Después de la publicación de El Libro de los Espíritus, del cual Kardec no le presentó al menos una copia a Madame Japhet, él abandonó el círculo y formó otro en su propia casa, teniendo al Sr. Roze como médium. Por lo tanto, cuando el partió, poseía un gran número de manuscritos que tomó de la casa de Madame Japhet y se apropió de los derechos de editor (organizador) porque nunca se los devolvió. Ante los innumerables pedidos de restitución que le fueron hechos, el se limitó a responder “Déjenme procesarla”. Estos manuscritos fueron hasta cierto punto útiles en la compilación de El Libro de los Médiums, del cual todo el contenido, así Madame Japhet, fue conseguido a través de comunicaciones mediúmnicas.

Sería esencial para completar este artículo una revisión de las ideas sobre la pre-existencia y la reencarnación que estaban muy en boga en Francia un poco antes de 1850. Un resumen de ellas puede ser encontrado en el trabajo del Sr. Pezzani en Pluralidad de las Existencias. Los trabajos de Cahagnet también deben ser consultados. Como ahora estoy lejos de mi biblioteca, me es imposible suministrar con exactitud los puntos de referencia.

Además del asunto precedente, detalles suplementarios en relación al origen de El Libro de los Espíritus y los diferentes puntos conectados con ella, pueden y deben ser obtenidos de los testimonios vivos para lanzar luz sobre la concepción y el nacimiento de este libro, tales como Madame Japhet, Srta. de Güldenstubbe, Sr. Sardou y el Sr. Taillandier. Este último continúa, hasta la presente, trabajando con Madame Japhet como médium; ella continúa poseyendo sus poderes sonámbulicos y continúa dando consultas. Ella se adormece a si misma por medio de objetos que fueron magnetizados por el Sr. Roustan. Yo creo que es un deber, en esta ocasión, dar testimonio a la excelencia de su lucidez. La consulte respecto a mí y ella me dio informaciones exactas en cuanto a una enfermedad local, y en cuanto a mí estado general de salud. ¿No es sorprendente que una persona tan notable, que hizo tanto por el Espiritismo Francés, este viviendo completamente en la incógnita por veinte años sin noticias u observaciones respecto a ella? En vez de ser el centro de la atención del público, ella es totalmente ignorada; de hecho, ¡ellos la enterraron viva! Esperemos que la reparación que ella merece le sea hecha un día. “El Espiritualismo” debe, en este asunto, ofrecer un ejemplo noble para el “Espiritismo”.*

Ahora, volviendo al asunto de la Reencarnación, dejo a los críticos ingleses hacer sus deducciones de los hechos que esclarecí por mis investigaciones, aunque incompletas; haré nada menos que lanzar las siguientes ideas: Que la propagación de esta doctrina por Kardec fue una cuestión de fuerte predilección está claro; que en el comienzo, la Reencarnación no fue presentada como un objeto de estudio, sino como un dogma. Para sustentar esto, el siempre recurrió a médiums escribientes, que, como es sabido, pasan muy fácilmente bajo la influencia psicológica de ideas preconcebidas; y el Espiritismo engendró eso en profusión; considerando que a través de médiums físicos las comunicaciones son no sólo más objetivas, sino contrarias a la doctrina de la Reencarnación, Kardec adoptó el plan de siempre desacreditar este tipo de mediúmnidad, alegando como pretexto su inferioridad moral. De esta manera, el método experimental es completamente desconocido en el Espiritismo; ¡por veinte años no hubo el menor progreso intrínseco en ella se mantuvo en total ignorancia del Espiritualismo anglo-americano! Los pocos médiums físicos franceses que desarrollaron sus habilidades a despecho de Kardec nunca fueron mencionados por él en la Revista; ellos permanecieron prácticamente desconocidos para el Espiritismo, y ¡sólo porque sus espíritus no sustentaban la doctrina de la Reencarnación! Hasta Camille Brédif, un óptimo médium físico, sólo ganó celebridad a raíz de su visita a San Petersburgo. Yo no recuerdo jamás haber visto en la Revista Espírita la menor noticia sobre él, menos aún cualquier descripción de las manifestaciones producidas en su presencia. Conociendo la reputación del Sr. Home, Kardec le hizo varias ofertas para tenerlo de su lado; él tuvo dos entrevistas con Home con este propósito, pero el Sr. Home le dijo que los espíritus que se comunicaban a través de él nunca apoyarían la idea de la Reencarnación, Kardec desde entonces lo ignoró, desdeñando el valor de las manifestaciones que eran producidas en su presencia. Yo tengo, sobre ese asunto, una carta del Sr. Home, aunque en el presente momento no la tengo a mi alcance.

Concluyendo, es necesario señalar que todo lo que he dicho aquí no afecta a la cuestión de la Reencarnación, considerada por sus propios méritos, pero sólo dice respecto a las causas de su origen y de su propagación como Espiritismo.
Chateau de Krotofka, Rusia, 24 de julio de 1873.

* Dirección de Madame Japhet en Paris, Calle de las Enfants Rouge, 6.
  

Tomado de: O Espiritualista – 13 de agosto de 1875 – pág. 74 e 75

Traducción: Oscar Cervantes Velásquez
Centro de Estudios Espíritas Francisco de Asís
Santa Marta - Colombia
 

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