Imagen tomada del Anuario Espírita 1993 |
Por: Oscar Cervantes Velásquez
Centro de Estudios
Espíritas Francisco de Asís
Santa Marta - Colombia
El tema de las colonias espirituales genera
resistencia a ser aceptadas por parte de quienes se aferran psicorrígidamente a
la Codificación Kardeciana, asegurando que El Espíritu de Verdad en sus
respuestas a Allan Kardec en ningún momento habló de las supuestas esferas ni
de las colonias espirituales ubicadas en ellas, razón por la cual rechazan de
plano las obras complementarias de la codificación y otras fuera de ella, que
mencionamos en el artículo referente a la historiografía de las colonias
espirituales. Empero, examinando los libros de la codificación, observamos que
el término esfera aparece en la mayoría de los libros, en algunos refiriéndose
a los planetas (mundos) y en otros haciendo alusión a regiones espirituales.
En El Libro de los Espíritus, pregunta
87, El Espíritu de Verdad nos clarifica sobre aquellas regiones ocupadas por
los Espíritus que, errantes, deambulan de acuerdo a su estado de evolución
espiritual después de la desencarnación. Eh aquí la respuesta:
“Los
Espíritus se encuentran por doquier. Los espacios infinitos se hallan poblados
por ellos. Los hay que están sin cesar al lado de vosotros, observándonos y
obrando sobre vosotros sin que lo advirtáis, pues los Espíritus son una de las
potencias de la Naturaleza y los instrumentos de que Dios se sirve para el
cumplimiento de sus designios providenciales. Pero no todos van a todas partes,
porque hay regiones que están prohibidas a los menos adelantados”.
En la
pregunta 279, el maestro lionés vuelve a preguntar: ¿Todos los Espíritus pueden
acercarse recíprocamente? Y la espiritualidad responde:
“Los buenos
van a todas partes, y precisa que así sea para que puedan ejercer su influencia
sobre los malos. Pero las regiones habitadas por los buenos están prohibidas
para los Espíritus imperfectos, a fin de que éstos no puedan llevar a ellas la
perturbación de las malas pasiones”.
Aquí surge la pregunta: ¿A qué regiones se
refieren los Espíritus? ¿Serán las regiones a las que se refirió Jesús en la
parábola del mal rico[1]? En dicha parábola,
Abraham le responde a Epulón, ante el requerimiento de agua que le hacía a
Lázaro: “una gran sima está puesta entre
nosotros y vosotros, de manera que los que quieran pasar de aquí a vosotros no
pueden, ni de allá pasar acá”.
En la obra El Cielo y el Infierno, o La Justicia Divina
según El Espiritismo, Capítulo III, Espíritus de mediana condición,
encontramos una comunicación suministrada por el guía del médium, mensaje
recibido del espíritu que se identificó como Eric
Stanislas:
“Hijos míos, éste es un Espíritu que ha sido muy infeliz porque estuvo mucho
tiempo extraviado. Ahora, comprendiendo sus faltas, y arrepintiéndose por fin,
ha vuelto sus miradas hacia Dios, a quien había desconocido. Su posición no es
la de dicha, pero aspira a ella y no sufre. Dios le ha permitido venir a
escuchar, y después ir a una esfera inferior a instruir y hacer adelantar a los
Espíritus que, como él, han quebrantado las leyes del Eterno. La reparación es
lo que se le ha pedido. En adelante conquistará la felicidad, porque tiene
voluntad para ello”.
Analizando esta comunicación,
observamos que el Espíritu que se identifica como el guía del médium, asegura
que el espíritu de Eric Stanislas, irá a “una
esfera inferior a instruir y hacer
adelantar a los Espíritus que, como él, han quebrantado las leyes del Eterno”;
contextualizando y de acuerdo con las definiciones que poseemos sobre dichas
esferas, la simple lógica nos lleva a inferir que se refiere a aquellas esferas
ubicadas en el denominado Umbral donde, tal como aconteció con André Luiz se
encuentran gran cantidad de Espíritus sirviendo y aprendiendo antes de regresar
a una nueva experiencia en la carne.
En esta misma obra, Capítulo
IV, Espíritus Sufrientes, encontramos una comunicación de un espíritu
identificado como Clara, quien ante algunas explicaciones ofrecidas por el
espíritu de San Luis acerca de las tinieblas, participa con la siguiente
comunicación:
“Heme aquí, Puedo responder también a la citada pregunta sobre las
tinieblas, porque he errado y sufrido largo tiempo en esos limbos, donde todo
son sollozos y miserias. Sí, las tinieblas visibles de que habla la escritura
existen, y los desgraciados que, habiendo terminado sus pruebas terrestres,
dejan la vida, ignorantes o culpables, son
sumergidos en la fría región, ignorantes de sí mismos y de sus destinos. Creen
en la eternidad de su situación, balbucean todavía las palabras de la vida que
les han seducido, se admiran y se espantan de su gran soledad.
Son tinieblas estos
lugares vacíos y poblados, estos espacios, a donde van a parar dolientes espíritus, errantes y
pálidos, sin consuelo, sin afecciones, sin ningún socorro. ¿A quién se
dirigirán? Sienten por un lado la eternidad que pesa sobre ellos, y tiemblan y
lloran los mezquinos intereses que miden sus horas. Por otra parte, echan de
menos la noche en que, sucediendo al día, pasaban muchas veces sus cuidados en
un sueño feliz. Las tinieblas son para los espíritus la ignorancia, el vacío y
el horror a lo desconocido... No puedo continuar...”.
Ante esta lectura nos
preguntaríamos, ¿Cuáles son estas regiones o lugares vacíos y poblados en el
mundo espiritual? Y si existen, porque dudar denominados “abismos y tinieblas, esferas sub-costrales, ubicadas debajo de nuestra
superficie y las cuales corresponden a regiones de intensos sufrimientos y
manifestaciones del mal[2]”.
Emmanuel en el prefacio a la
obra Nuestro Hogar nos dice:
“Reconocemos que este libro no es único. Otras entidades comentaron ya
las condiciones de la vida, más allá de la tumba…
Sin embargo, desde hace mucho, deseamos traer a nuestro círculo
espiritual a alguien que pueda transmitir a otros, el valor de la experiencia
propia, con todos los detalles posibles a la legítima comprensión del orden,
que preside el esfuerzo de los desencarnados laboriosos y bien intencionados,
en las esferas invisibles a la vista humana, aunque íntimamente ligadas al planeta.
Con seguridad, numerosos amigos sonreirán al contacto con determinados
pasajes de estas narraciones. Es que lo inusual causa sorpresa en todos los
tiempos. ¿Quién no se sonreiría en la Tierra, años atrás, cuando se le hablase
de aviación, de electricidad o de radiofonía?
La sorpresa, la perplejidad y la duda son propias de todos los
aprendices que aún no pasaron por la lección. Es más que natural, justísimo. No
comentaríamos, de ese modo, ninguna impresión ajena. Todo lector necesita
analizar lo que lee”.
Continuando con la obra El Cielo y el Infierno,
en el Capítulo VIII, Expiaciones Terrestres, en la comunicación titulada Instrucción de un espíritu sobre los idiotas
y los imbéciles dada a la Sociedad de París, Allan
Kardec hace un comentario referente a la posición de los imbéciles y su futuro
espiritual, asegurando que:
“No teniendo ninguna noción del bien y del mal, ¿cuál es su suerte en la
eternidad? ¿Serán dichosos al igual que los hombres inteligentes y
trabajadores? ¿Más por qué se concedería este favor, puesto que no han hecho
bien? ¿Irán a lo que se llama limbo, estarán en un estado mixto que no es ni la
dicha ni la desgracia? Pero, ¿por qué esta inferioridad eterna? ¿Es culpa suya
si Dios los ha creado imbéciles? Desafiamos a todos los que rechazan la
doctrina de la reencarnación a que salgan de este círculo estrecho y sin
salida. Con la reencarnación, al contrario, lo que parece injusto viene a ser
una admirable justicia. Lo que es inexplicable, se explica de una manera muy
racional”.
Y continúa: “Cada uno tiene la posibilidad de no volver a ella,
mejorándose lo suficiente para merecer pasar a una esfera más elevada. Pero en
esas esferas venturosas no se admite el egoísmo ni el orgullo. Es necesario trabajar
despojándose de estas dolencias morales, si se quiere ascender un grado”.
Nuevamente apelamos a la
racionalidad que nos ofrece la Doctrina Espírita para interpretar lo que Allan
Kardec, con sus oportunos comentarios, nos esclarece con relación a las esferas
elevadas o venturosas a las cuales todos tenemos la posibilidad de acceder en
la medida en que mejoramos de nuestras dolencias morales.
En el Libro
de los Espíritus, pregunta No. 300, Allan Kardec vuelve a inquirir a los
Espíritus: “Dos Espíritus que simpatizan
por entero, cuando ya se han reunido ¿lo están para la eternidad, o bien pueden
separarse y unirse a otros Espíritus?
Responden los Espíritus: Todos los Espíritus están unidos entre sí. Me refiero a los que han
llegado a la perfección. En las esferas inferiores, cuando un Espíritu se eleva
no siente ya igual simpatía por aquellos que ha dejado”.
Asimismo, en la pregunta 342, Allan Kardec
inquiere: En el momento de su
reencarnación ¿es acompañado el Espíritu por otros Espíritus amigos suyos, que
asisten a su partida del Mundo Espírita, así como acuden a recibirlo cuando en
él reingresa?
Responden los Espíritus: Esto depende de la esfera en que el Espíritu habite. Si se halla en
alguna de las esferas en que reina el afecto, los Espíritus que le aman lo
acompañan hasta el último momento, alentándolo, y a menudo incluso lo siguen en
la vida.
En otra obra de la Codificación, El
Evangelio según El Espiritismo, Capítulo VI, El Consolador Prometido,
Advenimiento del Espíritu de Verdad, en una comunicación ofrecida por El
Espíritu de Verdad, leemos: “Nada está perdido en el reino de nuestro Padre, y vuestros sudores y
vuestras miserias forman el tesoro que debe haceros ricos en las esferas
superiores, en donde la luz substituye a las tinieblas y donde el más desnudo
de todos vosotros será, tal vez, el más resplandeciente”.
Más adelante en el Capítulo
VIII, Bienaventurados los que tienen el Corazón Puro, ítem Bienaventurados los
que tienen los ojos cerrados, el Cura D´Ars nos esclarece que: “¡Oh!, sí, bienaventurado el ciego que
quiere vivir con Dios; más feliz que vosotros que estáis aquí, siente la
felicidad, la toca, ve las almas y puede lanzarse con ellas a las esferas
espirituales, que aun los predestinados de vuestra Tierra no ven”.
Una vez más nos preguntamos:
¿A qué esferas espirituales se refiere el Cura D´Ars?
En El Libro de los Médiums,
Capítulo XXV, De las Evocaciones, 282, preguntas sobre las Evocaciones,
igualmente encontramos una referencia directa a las esferas espirituales, ante
la pregunta que Allan Kardec plantea:
¿Cuáles son las causas que pueden impedir a un Espíritu el venir a
nuestro llamamiento?
Los Espíritus responden
entre otras cosas: “Hay Espíritus que no
pueden comunicarse nunca; estos son aquellos que por su naturaleza pertenecen
aun a los mundos inferiores a la Tierra. Los que están en las esferas de
castigo tampoco lo pueden a menos de un permiso superior que solo se concede
con un fin útil y general. Para que un Espíritu pueda comunicarse, es menester
que haya alcanzado el grado de adelanto del mundo en que es llamado; de otro
modo es extraño a las ideas de este mundo y no tiene ningún punto de comparación.
No sucede lo mismo con los que son enviados en misión o en expiación en los
mundos inferiores; éstos tienen las ideas necesarias para contestar”.
Considero que la respuesta diferencia muy claramente entre esferas y mundos
(planetas).
En El Génesis, Milagros y Profecías
según El Espiritismo, todas las referencias que existen en relación a
las esferas, involucran a los planetas o mundos de la inmensidad del Universo.
En Obras Póstumas, en el
capítulo Influencia perniciosa de las ideas materialistas, Allan Kardec recibió
la siguiente comunicación del espíritu de San Luis, denominado La
música celeste: “Cuando leías a tu hija el pasaje de El Libro
de los Espíritus que trata de la música celeste, ella dudaba; no comprendía que
pudiese existir la música en el mundo espiritual, y he aquí por qué esta noche
le he dicho que era cierto; no habiéndola podido persuadir, Dios permitió, para
convencerla, que le fuese enviado un sueño sonambúlico. Entonces, emancipándose
su Espíritu del cuerpo dormido, se lanzó al espacio, y admitido que fue en las
regiones etéreas, su éxtasis fue producido por la impresión que le causó la
armonía celeste; así ha exclamado: “¡qué música!, ¡que música!”, pero
sintiéndose por momentos arrastrada hacia las regiones elevadas del mundo
espiritual, por lo cual ha pedido que se la despertara, indicándote como, esto
es, con agua.
“Todo se hace por la voluntad de Dios. El Espíritu de tu hija no dudará
más; aun cuando al despertar no haya conservado claramente en la memoria cuanto
le ha sucedido, su Espíritu sabe a qué atenerse”.
Una vez más observamos en
esta lectura como se hace referencia a las regiones elevadas del mundo
espiritual, adonde fue llevada en el desprendimiento propio del sueño
(desdoblamiento inconsciente) la joven hija del médium, viviendo una hermosa
experiencia con la música propia del mundo espiritual.
Por
último queremos referirnos a la nota que aparece en La Revista Espírita 1858 y
denominada Platón:
doctrina de la elección de las pruebas, donde Platón haciendo alegoría
del Huso de la Necesidad, supone un diálogo entre Sócrates y Glaucón en
un cuadro imaginario que conduce al desarrollo de la idea principal: la
inmortalidad del alma, la sucesión de las existencias, la elección de esas
existencias por efecto del libre albedrío, en fin, las consecuencias felices o
desdichadas de esa elección, a menudo imprudente; y termina Allan Kardec
planteando que “todas estas proposiciones
se encuentran en El Libro de los Espíritus, y vienen a confirmar los
numerosos hechos citados en esta Revista”.
Para tener una idea del dialogo entre Sócrates
y Glaucón, planteado por Platón, transcribimos un pequeño trecho del mismo por
su extensión y remitimos a nuestros lectores a la Revista Espírita 1858:
“En primer lugar vio que las almas juzgadas
desaparecían, unas dirigiéndose al cielo, las otras descendiendo a la Tierra a
través de las dos aberturas que se correspondían: mientras que por la segunda
abertura de la Tierra vio salir almas cubiertas de polvo y de inmundicia, al
mismo tiempo que por la segunda abertura del cielo descendían otras almas que
eran puras y sin mancha. Todos parecían venir de un largo viaje y se detenían
con gusto en la pradera como en un punto de reunión. Las que se conocían se
saludaban entre sí y se pedían noticias de lo que sucedía en los lugares donde
ellas venían: el cielo y la Tierra. Aquí, entre gemidos y lágrimas, recordaban
todo lo que habían sufrido y visto sufrir durante su estancia en la Tierra;
allí, se contaban las alegrías del cielo y la felicidad de contemplar las
maravillas divinas[3]”.
Más
adelante continúa: “Esa alma añadía que,
entre tantos objetos terribles, nada les causaba más miedo que el bramido del
abismo, y que había sido para ellas una extrema alegría salir de allí en
silencio. Tales eran, aproximadamente, los juicios de las almas, sus castigos y
sus recompensas”.
[1] Lucas 16: 19 a 31.
[2] Las esferas espirituales,
Salvador Gentile, Anuario Espírita 1993. Editora Mensaje Fraternal, 1993.
[3] El Mito de Er, es una leyenda escatológica que finaliza La República de Platón.
En ella Er habla de su viaje al más allá, da cuenta de la reencarnación y de las
esferas celestes del plano astral.
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