lunes, 12 de diciembre de 2016

Historiografía sobre las colonias espirituales en la literatura




Plano central de la ciudad Nuestro Hogar, tomado del libro "Ciudad del Más Allá".

Por: Oscar Cervantes Velásquez
Centro de Estudios Espíritas Francisco de Asís
Santa Marta - Colombia
Las primeras referencias sobre las colonias espirituales datan del siglo XVIII, gracias a la videncia del sueco Emmanuel Swedenborg, el mismo que aparece firmando en compañía de otros espíritus como San Juan Evangelista, San Agustín, San Vicente De Paul, San Luis, El Espíritu De Verdad, Sócrates, Platón, Fenelón y Franklin el Prolegómenos de El Libro de los Espíritus.

Para tener una idea de las capacidades psíquicas de Swedenborg, nos remitimos a la obra de Arthur Conan Doyle, Historia del Espiritismo, donde asegura que: “Ya desde niño Swedenborg tuvo momentos visionarios, pero ese delicado aspecto de su naturaleza fue dominado por la extraordinaria energía de su edad viril. Sus facultades psíquicas aparecieron en diversos momentos de su vida, demostrando en varias ocasiones que poseía esas fuerzas vulgarmente llamadas «clarividencia a distancia», en que el alma parece salir del cuerpo, adquirir informes de cosas apartadas y volver a él con noticias de lo que ocurre en aquellos lugares… Veamos cuáles fueron los hechos principales que registró en aquellos viajes y hasta qué punto coinciden con los que han sido obtenidos desde entonces por métodos psíquicos. 

Encontró que el otro mundo consistía en un número de esferas diferentes que representaban varios grados de luminosidad y felicidad, a cada una de las cuales vamos después de la muerte, según las condiciones espirituales que tenemos en vida... Encontró en aquellas esferas que la escena y las condiciones de este mundo estaban reproducidas con fidelidad, así como la armazón general de la sociedad. Halló casas en las cuales vivían familias, templos en los cuales se adoraba, salones en los que la gente se reunía para fines sociales, palacios en los cuales habitaban soberanos.

No hubo detalle insignificante para su observación en las esferas espirituales. Habla de la arquitectura, del trabajo de los artesanos, de las flores y los frutos, de los bordados, del arte, de la música, de la literatura, de la ciencia, de las escuelas, de los museos, de los colegios, de las librerías y de los deportes. Esto puede chocar a las inteligencias convencionales, pero hay que preguntarse por qué toleramos coronas y tronos y, en cambio, negamos otras cosas menos materiales… Tales son algunas muestras de la enorme masa de informes que Dios envió al mundo por medio de Swedenborg y que después también han sido referidas por la palabra y por la pluma de muchos espiritistas iluminados. El mundo no les concedió importancia estimándolas como concepciones sin sentido. Sin embargo, gradualmente, el nuevo conocimiento se ha abierto camino y, cuando sea aceptado por completo, se reconocerá la verdadera grandeza de la misión de Swedenborg, mientras va cayendo en el olvido su exégesis bíblica”.

A juzgar por las informaciones que presenta Swedenborg en su obra y las que posteriormente André Luiz, a través de la psicografía de Chico Xavier nos hizo llegar, son muy pocas las diferencias que encontramos, entre ambos médiums, en cuanto a la vida en el mundo espiritual.

Allan Kardec, en la Revista Espírita de noviembre de 1859, plantea algunos comentarios acerca del médium sueco, bajo el título de Swedenborg: 

“… Haciendo justicia al mérito personal de Swedenborg, como sabio y como hombre de bien, no podemos constituirnos en los defensores de doctrinas que el más vulgar sentido común condena. Lo que de ella resalta más claramente, según lo que conocemos ahora de los fenómenos Espíritas, es la existencia de un mundo invisible y la posibilidad de comunicarse con él… Para nosotros, era un médium vidente y un escritor intuitivo, como hay miles; facultades que entran en la condición de los fenómenos naturales.

Él cometió un error, muy perdonable, teniendo en cuenta su inexperiencia con las cosas del mundo oculto, que fue aceptar ciegamente todo lo que le era dictado, sin someterlo al severo control de la razón. Si hubiese sopesado detenidamente los pros y los contras, hubiera reconocido principios irreconciliables con una lógica aun poco rigurosa. Hoy, probablemente, no caería en la misma falta, porque tendría los medios para juzgar y apreciar el valor de las comunicaciones de ultratumba; sabría que es un campo donde no todas las hierbas son buenas para recoger, y que entre unas y otras, el sentido común, que no nos ha sido dado por nada, debe saber elegir. La cualidad que se le atribuyó al espíritu que se manifestó, bastaría para ponerlo en guardia, sobre todo considerando la trivialidad de su comienzo. Lo que él no hizo, corresponde a nosotros hacerlo ahora, no tomando en sus escritos sino lo que es racional; sus propios errores deben ser una enseñanza para los médiums demasiado crédulos a los que ciertos espíritus tratan de engañar halagando su vanidad o sus prejuicios, con un lenguaje pomposo o de apariencias engañosas.

…El mérito incontestable de Swedenborg, su profundo saber, su alta reputación de sabiduría fueron de gran peso en la propagación de estas ideas, que hoy se popularizan más y más, por eso mismo crecen abiertamente y, que lejos de buscar la sombra del misterio, recurren a la razón. A pesar de sus errores de sistema, Swedenborg no es menos por ello, una de las grandes figuras cuyo recuerdo quedará unido a la historia del Espiritismo, del cual fue uno de los primeros y más celosos promotores[1]”.

Es el mismo Arthur Conan Doyle quien en su ya citada obra Historia del Espiritismo, quien nos remite a otro personaje que en su obra “Visión del Más Allá”, nos habla de sus experiencias con el mundo espiritual, nos referimos a Andrew Jackson Davis, quien en sus experiencias psíquicas afirma que es Emanuel Swedenborg quien le transmite muchas de las informaciones por él recibidas.

Conan Doyle asevera que: “Ambos poseían el conocimiento cuando se hallaban en estado de iluminación. Pero Swedenborg era el hombre más ilustrado de Europa, mientras Davis era un muchacho tan ignorante como el que más en el Estado de Nueva York. Las revelaciones de Swedenborg eran tal vez más grandes, pero también es probable que estuvieran influidas por su propio cerebro. La revelación de Davis era un milagro incomparablemente mayor”.

Predijo el Espiritismo en sus Principios de la Naturaleza, publicados en 1847, donde dice: “Es una verdad que los espíritus se comunican entre sí mientras uno se halla en el cuerpo y el otro en las esferas elevadas, y ello aunque la persona corporal sea inconsciente de tal influjo y, por consiguiente, no pueda ser convencida por los hechos. Antes de mucho tiempo esta verdad será revelada en forma de demostración viviente. El mundo saludará con alegría la venida de esa era en que se establecerá la comunicación espiritual como ya lo está entre los habitantes de Marte, Júpiter y Saturno”.

“En su Visión del Más Allá, Davis vio una disposición del universo que corresponde muy aproximadamente a la de Swedenborg, y a lo que más tarde dijeron los espíritus y fue aceptado por los espiritistas. Vio una vida que se parecía a la de la tierra, una vida que puede llamarse semimaterial, con placeres y objetivos adaptados a nuestras naturalezas, que la muerte no modifica en manera alguna. Vio estudio para los estudiosos, labor genial para los enérgicos, arte para los artistas, belleza para los amantes de la Naturaleza, reposo para los cansados. Vio fases graduales en la vida espiritual, a través de las cuales se asciende a lo sublime y a lo celestial.

… Describió esas esferas como círculos concéntricos alrededor del globo, pero como declara que ni el espacio ni el tiempo están claramente definidos en sus visiones, no podemos tomar su geografía en un sentido demasiado literal. El objeto de la vida es merecer una calificación superior y el medio más adecuado para el mejoramiento humano consiste en no caer en el pecado, no sólo en los pecados actualmente reconocidos, sino en los pecados de superstición y estrechez de miras, tan despreciables así en relación con la carne efímera como con el espíritu eterno. Para conseguir ese fin, es esencial volver a la vida sencilla, a las creencias simples y a la fraternidad primitiva. El dinero, el alcohol, la lujuria, la violencia y el sacerdocio en su sentido estrecho, son las rémoras del progreso de la raza humana”.

Como vemos, Andrew Jackson Davis considerado por algunos estudiosos del espiritismo como precursor de la Doctrina Espírita, también nos ofrece referencias sobre las esferas espirituales.

Apoyándonos nuevamente en la obra de Conan Doyle, traemos a colación la obra “El Caso de Lester Coltman”, de Lilian Walbrook, he ahí parte del mensaje dado por Coltman: “Mi trabajo continua aquí como se inició en la Tierra, o sea, en el terreno científico. Para progresar en mis estudios, visito frecuentemente un laboratorio, donde encuentro facilidades tan completas como extraordinarias para la realización de experiencias. Tengo casa propia, verdaderamente bella, con una gran biblioteca, en la cual existe toda clase de libros de consulta: históricos, científicos, de Medicina, y de todos los géneros de la Literatura. Para nosotros, estos libros son tan interesantes como para vosotros, los de la Tierra. Tengo una sala de música con toda suerte de instrumentos. Tengo cuadros de rara belleza y muebles de buen gusto.” En la secuencia, Lester Coltman se refiere a un paisaje extraordinariamente bello que él podría descorrer de sus ventanas y decir que allí había magnificas escuelas para la instrucción de los Espíritus de niños”.

De la literatura espírita queremos resaltar el aporte de Cairbar Schutel en una de sus obras “La Vida en el Otro Mundo”, de la casa editora O Clarim, y salida a la luz pública en el año 1932, once (11) años antes de la publicación del libro Nuestro Hogar, donde el autor explica entre otras cosas: “Hay en el Otro Mundo diversos planos de existencia, y no podría ser de otro modo, porque los Espíritus, revestidos de su cuerpo espiritual, no pueden vivir en un medio que no esté de acuerdo con su vestimenta espiritual, que vibra siempre al ritmo de la elevación de cada uno, en sabiduría y moralidad. Una región vacía de oxigeno sería hostil a los Espíritus aun necesitados de oxígeno. Los círculos que envuelven la Tierra se diferencian por la fluidez de la materia que los compone”.

Y continúa explicando: “El primer plano del Mundo Espiritual es muy parecido con el plano terráqueo. Se puede decir que nuestro plano aquí en la Tierra es una copia materializada de ese plano, lo que explica la existencia allí de habitaciones semejantes a las nuestras”.

Cairbar Schutel nos hace claridad sobre la utilización del término “mundo” en la literatura espírita: “El término “mundo”, en el lenguaje Espírita, no se refiere solamente a los planetas o globos, sino también a lo que llamamos capas atmosféricas y que envuelven los planetas, cometas, estrellas, soles y otros mundos imperceptibles aún a los astrónomos y a los que se dedican a las cosas espirituales. Podríamos llamar a esos mundos como mundos aéreos, sin embargo reales, pues es en ellos que vivemos nuestra vida verdadera. En los mundos materiales nuestra vida es ligera, aparente, transitoria, sujeta a los cinco sentidos y limitada a la personalidad, mientras que, en el Mundo Espírita, no es la personalidad la que vive, más si la individualidad, con el sentido amplio que barca su pasado”.

 En la obra “Ciudad del Más Allá”, también de origen espírita, su autora Heigorina Cunha, comenta que a finales de los años setenta tuvo unas experiencias en desdoblamiento hacia la colonia Nuestro Hogar. De su obra, podemos extraer los siguientes párrafos:

“Vi la ciudad con algunos detalles, guardando, al despertar, todo el recuerdo de la experiencia de aquella noche maravillosa que se interrumpió, en pleno amanecer, cuando el Espíritu que me acompañaba me invitó a regresar a la Tierra.
No podía perder la visión de tan bello acontecimiento y, de esa manera, resolví diseñar, pintando lo que me fue posible conocer en aquella rápida visita. Esclarezco que no soy diseñadora, por eso, los diseños que elabore, procurando pintar lo que vi, no tienen pretensión técnica ni bastan para reflejar íntegramente la belleza de las formas, plasmadas en el papel.

A pesar de eso, hice el diseño y lo guarde sin revelar nada a nadie. Después de tres años, se repitió la experiencia, con mayor nitidez, y pude ver mucho más de lo que había visto, mientras volaba sobre la ciudad, enfocándome en los detalles de su paisaje. El Amigo Espiritual que me conducía me dejó en un Departamento de la ciudad, y se fue hacia otro, a atender las tareas que le competían. Permanecí en su espera e, tiempo después, me llamaron a través de un aparato de comunicación interna, con forma de teléfono, para informarme que debería quedarme en aquella sección, pues no me convenía irme para donde él estaba, en las Cámaras, donde había mucho sufrimiento, previniéndome que me buscaría para el regreso.
Recordé con un dolor agudo en el cuerpo, sintiendo aún una especie de mareo, pero con la consciencia integra de todo lo que había visto. De ese viaje, salió el segundo diseño o planta baja de la ciudad "Nuestro Hogar" y que corresponde al Plano Piloto, según esclareció después Francisco Cándido Xavier.

Debo esclarecer, sin embargo, que, aunque la forma sea la verdadera, la ciudad no se circunscribe al número de casas y de cuadras indicadas en el diseño solo para efecto ilustrativo, toda vez que se trata de una ciudad de vastas dimensiones, que alberga cerca de un millón de habitantes…. Entusiasmada con el segundo diseño, lo mostré a algunas personas más cercanas y de mi confianza. Una de ellas fui un primo, que llevo la noticia a Francisco Cándido Xavier. El bondadoso médium de Uberaba se interesó y me pidió que le llevase los diseños, y cuál no sería mi sorpresa cuando me afirmo tratarse de la ciudad "Nuestro Hogar", correspondiendo exactamente con la forma.

Bajo el estímulo de su cariño y comprensión, procuré grabar otros detalles de la ciudad. Deposite en las manos de Francisco Cándido Xavier, que se incumbió generosamente de los detalles complementarios y del envío del material para el Instituto de Difusión Espírita, de Araras, que, a final lo editó.

Quiero agradecer a Dios y a los Buenos Espíritus por la participación que tuve en este trabajo, pidiendo excusas, inclusive a los lectores, por las deficiencias naturales impuestas por mis limitaciones personales”. 

HEIGORINA CUNHA, Sacramento, 4 de febrero de 1983.


No está de más anotar que en el año 2010 estas imágenes del Más Allá servirían de inspiración para crear el diseño arquitectónico de la ciudad espiritual del filme "Nuestro Hogar". 

Queremos finalizar este capítulo histórico sobre las colonias espirituales, con el aporte que muy sesudamente nos entrega Allan Kardec en el capítulo III del libro “El Cielo y el Infierno o la Justicia Divina según el Espiritismo”, “los antiguos creían en la existencia de muchos cielos superpuestos de materia sólida y transparente, formando esferas concéntricas y teniendo a la Tierra por centro. Esa idea provenida de la deficiencia de conocimientos astronómicos fue la de todas las teogonías de los cielos, así, escalados los diversos grados de las bienaventuranzas: El último de ellos era la morada de la suprema felicidad. Según la opinión común había siete cielos”; de ello podemos inferir que el concepto de esferas espirituales, colonias y moradas es muy antiguo y que las informaciones provenientes de Swedenborg, el Reverendo Robert Dale Owen, Lester Colman, Andrew Jackson Davis y André Luiz a través de la psicografía de Chico Xavier, entre otros, representan la confirmación de una realidad reconocida, por una parte de la Humanidad, ligada al conocimiento profundo de las verdades espirituales.





[1] Revista Espírita, 1859. Allan Kardec. Traducción del portugués al español Oscar Cervantes Velásquez.

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