El hombre no posee en propiedad sino lo que
puede llevarse de este mundo. Lo que encuentra cuando llega y lo que deja
cuando se va, lo goza mientras permanece en la Tierra; pero, puesto que es forzado
a abandonarlo, sólo tiene el usufructo y no la posesión real.
¿Qué posee pues? Nada de lo que es para uso
del cuerpo, todo lo que es de uso del alma: la inteligencia, los conocimientos,
las cualidades morales, esto es lo que trae y lo que se lleva, lo que nadie
tiene el poder de quitarle, lo que le servirá más en el otro mundo que en este;
de él depende el ser más rico cuando se va que cuando llega, porque de lo que
haya adquirido en bien, depende su posición futura. Cuando un hombre va a un
país lejano, arregla su equipaje con los objetos que pueda usar en el país;
pero no se carga con aquellos que le serían inútiles. Haced, pues, lo mismo
para la vida futura y haced provisión de todo lo que podrá serviros en ella.
Al viajero que llega a una posada, se le da
una bella habitación si puede pagarla; al que tiene poca cosa, se le da una menos
confortable; en cuanto al que no tiene nada, duerme en la paja. Esto sucede al
hombre a su llegada al mundo de los Espíritus: su ubicación está subordinada a
lo que posee; pero no se paga con oro. No se le preguntará: ¿Cuánto teníais en
la Tierra? ¿Qué posición ocupabais en ella? ¿Erais príncipe o artesano? Pero sí
se le preguntará: ¿Qué traéis de ella? No se le calculará el valor de sus
bienes ni de sus títulos, sino la suma de sus virtudes; pues con esta cuenta,
el artesano puede ser más rico que el príncipe. En vano alegará que antes de su
partida, pagó su entrada con oro, pues se le responderá: Aquí no se compran los
puestos sino que se ganan con el bien que se hizo; con el dinero terrestre,
pudiste comprar campos, casas, palacios; aquí todo se paga con las cualidades
del corazón. ¿Sois rico de estas cualidades? Sed bienvenidos y podéis ir a la
primera clase donde os esperan todas las felicidades; ¿Sois pobre de ellas? Id
a la última en la que seréis tratado en razón de lo que tenéis. (PASCAL,
Ginebra, 1860).
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