Estatua en honor al Abad Faria en Panaji, Goa. |
Poco
se habla de José Custodio de Faria, el abad Faria; figura envuelta en gran
misterio. Respetado en los círculos científicos, fue pionero en la manipulación
de fluidos magnéticos a través de sugestiones verbales, es decir, mediante el
hipnotismo. Una vez, en Lisboa, invitado a predicar ante la reina María I, la
Loca, el abad no conseguía pronunciar ni una sola palabra por el enorme pánico
que lo dominaba. Su padre se acercó discretamente y le dijo: “¡Son solo vegetales,
corte las vegetales!” Después de esta ayuda, su miedo pasó. Intrigado, comenzó
a estudiar cómo las palabras verbalizadas podían influir en la conducta de una
persona.
Fue
a partir de estos estudios que en 1813 comenzó a practicar el magnetismo a
través de Puységur. Con una formación más sólida en este campo, demostró que
las interpretaciones de Mésmer y Puységur eran erróneas, defendiendo en su obra
póstuma titulada “De La Cause Du Sommeil Lúcide” (Sobre la causa del sueño
lúcido), de 1819, que el magnetismo era un fenómeno natural debido a predisposiciones,
circunstancias fortuitas o causa inmediata, es decir, atribuía el proceso de
curación a través de la autosugestión monitoreado por la orden verbal del
hipnotizador.
Egas
Moniz (1874-1955), Premio Nobel de Fisiología en 1949, comenta que “el Padre
Faria vio el problema de la hipnosis en sus propios fundamentos con gran
precisión y claridad. Fue el primero en definir la hipnosis y sus límites
naturales (...) Fue el primero en defender la doctrina sobre la interpretación
de los fenómenos del sonambulismo, punto de partida de toda su doctrina”.
El
abad Faria comienza sus actividades en París promoviendo el hipnotismo. A
través de manifestaciones públicas, su fama se extendió por toda la ciudad,
generando animadversión en unos, tachándolo de charlatán, y admiración en
otros, considerándolo divino; inicia una revolución en la comunidad científica
y en las doctrinas teológicas.
José
Custodio de Faria nació en Candolim de Bardez, Goa (antiguo estado de la India)
el 31 de mayo de 1746. Cuando aún era joven, su padre lo llevó a Lisboa para
que adquiriera formación teológica y se convirtiera en sacerdote. Un año
después, viajó a Roma para completar sus estudios, incluido más tarde el
doctorado en Teología. El abad Faria era un hombre de gran inteligencia, lo que
causó buena impresión en las autoridades eclesiásticas, además de su compostura
moral.
Defensor
de la Revolución Francesa, en 1795, instalado en París, dirigió uno de los
batallones revolucionarios del famoso “10 du Vendinaire” contra la Convención
Nacional. Algún tiempo después, sin motivo aparente, fue detenido en el
«Chateau d’If» y permaneció allí durante largo tiempo. La mayor parte de su
tiempo practicaba sus teorías de autosugestión. Una vez liberado, percibe que opiniones
opuestas a su teoría prevalecían, causándole disgusto. Se retiró a la vida
monástica y murió de una apoplejía fulminante en París el 20 de septiembre de
1819.
El
abad Faria es inmortalizado en la novela de Alexandre Dumas (padre), “El Conde
de Montecristo”, en el episodio en el que fue encarcelado junto a Edmund
Dantés.
Se
considera que el Abad Faria favoreció enormemente el establecimiento de la
psicoterapia psicoanalítica y del psicoanálisis.
Tomado de la revista “Vórtice” boletín sobre
magnetismo de diciembre de 2008.
Traducción del portugués: Oscar Cervantes Velásquez
Centro de Estudios Espíritas Francisco
de Asís
Santa Marta – Colombia
Enero 20 de 2024
No hay comentarios:
Publicar un comentario