De
la Revista Espirita de agosto de 1858, tomamos la siguiente comunicación de San
Vicente de Paul recibida en sesión del 8 de junio del mismo año, en la Sociedad
de Estudios Espíritas dirigida por Allan Kardec.
En
ella, Vicente de Paul aborda el tema de la caridad, oportunidad aprovechada por
el emérito maestro lionés para realizar una serie de preguntas que despejan
dudas, para muchos, acerca de la manera de encarar el apoyo a tantos
necesitados que se nos aproximan en busca de ayuda material a sus
necesidades.
Imagen tomada de la Web. |
Agradecemos
a san Vicente de Paúl por la bella y buena comunicación que ha tenido a bien
darnos.
–
Resp. Gustaría que fuese
provechosa para todos.
¿Podríais
permitirnos algunas preguntas complementarias con respecto a lo que acabáis de
decirnos?
–
Resp. Lo consiento; mi
objetivo es el de esclareceros; preguntad lo que deseáis.
1.
La caridad puede entenderse de dos maneras:
la limosna propiamente dicha y el amor a los semejantes. Cuando nos habéis
dicho que era preciso dejar al corazón abrirse al ruego del desdichado que nos
tiende la mano, sin preguntarle si su miseria es fingida, ¿habéis querido
hablar de la caridad desde el punto de vista de la limosna?
–
Resp. Sí, solamente en ese párrafo.
2.
Nos habéis dicho que era preciso dejar a la
justicia de Dios la apreciación de la miseria fingida; sin embargo, nos parece
que dar sin discernimiento a personas que no tienen necesidad o que podrían
ganarse la vida con un trabajo honesto, es estimular el vicio y la pereza. Si
los perezosos encontrasen muy fácilmente la bolsa de los otros abierta, se
multiplicarían al infinito, en detrimento de los verdaderos desdichados.
– Resp. Podéis discernir los que pueden trabajar,
y entonces la caridad os obliga a hacer todo para proporcionarles trabajo; pero
también hay pobres mentirosos que saben simular hábilmente las miserias que no
pasan; es para éstos que es preciso dejar a Dios toda la justicia.
3.
Aquel que sólo puede dar una moneda y que
tiene que elegir entre dos desdichados que le piden, ¿no tiene razón en indagar
quién es el que realmente tiene más necesidad, o debe dar sin examen al primero
que llega?
– Resp. Debe dar a aquel que parezca sufrir más.
4.
¿Puede considerarse también como haciendo
parte de la caridad la manera de hacerla?
– Resp. Es sobre todo en la manera de hacerla que
la caridad es verdaderamente meritoria; la bondad es siempre el indicio de una
bella alma.
5.
¿Qué tipo de mérito otorgáis a los que son
llamados benefactores rudos?
– Resp. No hacen el bien sino por la mitad. Sus
beneficios son recibidos, pero no conmueven.
6.
Jesús ha dicho: «Que vuestra mano izquierda
no sepa lo que da vuestra derecha». Aquellos que dan por ostentación, ¿tienen
alguna especie de mérito?
– Resp. No tienen sino el mérito del orgullo, por
el cual serán punidos.
7.
La caridad cristiana, en su más amplia
acepción, ¿no abarca también la dulzura, la benevolencia y la indulgencia para
con las debilidades ajenas?
– Resp. Imitad a Jesús; Él os ha dicho todo esto;
escuchadlo más que nunca.
8.
¿Es bien entendida la caridad cuando es
exclusiva entre las personas de una misma opinión o de un mismo partido?
– Resp. No; es sobre todo el espíritu de secta y
de partido que es preciso abolir, porque todos los hombres son hermanos. Es
sobre esta cuestión que concentramos nuestros esfuerzos.
9.
Supongamos que un individuo ve a dos hombres
en peligro y que sólo pueda salvar a uno, pero uno es su amigo y otro su
enemigo; ¿a cuál de los dos debe salvar?
– Resp. Debe salvar a su amigo, porque este amigo podría reclamar de aquel que decía amarlo; en cuanto al otro, Dios se encargará de él.