viernes, 24 de febrero de 2023

REENCARNACIONES IMPUESTAS (COMPULSORIAS)

 


Por: Oscar Cervantes Velásquez

Centro de Estudios Espíritas Francisco de Asís

Santa Marta - Colombia

Conforme lo define el diccionario de la RAE, reencarnar “es volver a encarnar, en referencia a seres o espíritus que vuelven a tomar forma corpórea[1]”. Esta forma corpórea nada tiene en común con las encarnaciones anteriores y el objetivo de esta es “la expiación y mejoramiento progresivo de la Humanidad”, acorde a lo enseñado por los Espíritus a Allan Kardec[2].

Teniendo claro el concepto de reencarnación y sus objetivos, pretendemos analizar la situación de muchos espíritus que, debido a su notorio atraso espiritual, son compelidos a reencarnaciones impuestas por sus guías espirituales con el fin de que se cumpla en ellos la ley del progreso. Este tipo de reencarnación va dirigida esencialmente a aquellos Espíritus que por su grado de elevación moral-espiritual, se apegan a la materia, pretendiendo ignorar la importancia del sentido espiritual de su existencia.

Ante la notoria incapacidad para programar con sus mentores espirituales una nueva oportunidad reencarnatoria, haciendo uso de su libre albedrío, son sus guías quienes deciden los detalles pertinentes a su nuevo renacimiento. En El Libro de los Espíritus, pregunta 231, la espiritualidad nos esclarece que: “a los Espíritus errantes no siempre le es permitido reencarnarse como sería de su agrado, lo que entonces constituye un castigo”. 

Podríamos ejemplificar en este caso, la reencarnación impuesta a Laerte, el papá de André Luiz, de acuerdo con la información aportada por él, a través de la mediumnidad de Chico Xavier, en la obra “Nuestro Hogar”. Su madre, que era un Espíritu más evolucionado, planeaba reencarnar y casarse nuevamente con el padre de André Luiz, quien se encontraba en las regiones inferiores del umbral sufriendo por los desatinos causados en su existencia, entre ellos, las dos amantes con las que le había sido infiel a su esposa, las cuales lo mantenían en esas fajas vibratorias ligados fluídicamente, en una condición mental deplorable. Nos remitimos al dialogo sostenido entre madre e hijo en la obra en mención, para comprender la situación del progenitor:

Volveré nuevamente al mundo, dentro de pocos días, donde me encontraré con Laerte para la realización de los servicios que el Padre nos confiara.

     Pero –indagué– ¿cómo se encontrará él con usted? ¿En Espíritu?

–No –dijo mi madre con significativa expresión fisonómica–. Con la colaboración de algunos amigos lo situé en la Tierra la semana pasada, preparando su reencarnación inmediata, sin que él identificase nuestro auxilio directo. Quiso huir de las mujeres que todavía lo subyugan, tal vez con razón, y aprovechamos esa disposición para someterlo a la nueva situación carnal.

–Pero ¿es eso posible? ¿Y la libertad individual?

Mi madre sonrió, algo triste, y respondió:

–Hay reencarnaciones que tienen carácter drástico. Aunque el enfermo no se sienta valeroso, hay amigos que lo ayudan a tomar el remedio santo, aunque sea muy amargo. Con relación a la libertad ilimitada, el alma puede invocar ese derecho solamente cuando comprenda el deber y lo practique. Por lo demás, es indispensable reconocer que el deudor es esclavo del compromiso asumido. Dios creó el libre albedrío y nosotros creamos la fatalidad. Por tanto, es necesario quebrantar las cadenas que hemos fundido para nosotros mismos.

Para discernir de mejor manera lo anteriormente expuesto, recurrimos a la respuesta dada por la espiritualidad a la pregunta 262ª de El Libro de los Espíritus, donde aseguran que se “puede, sin embargo, imponer una existencia al Espíritu, cuando éste, por su inferioridad o mala voluntad, no es apto para comprender lo que podría serle más saludable y cuando ve que esa existencia además de servirle de expiación contribuye a su purificación y adelanto”.

En cuanto a la situación de las dos amantes de Laerte, nos aseguran desde la espiritualidad en la obra traída a colación, que igualmente serán obligadas a una reencarnación de tipo impositiva, porque “para ellas, no hay posibilidades de programar una nueva reencarnación, y, por sugerencia y deseos de ayudarlas en su progreso evolutivo a través de la Ley de Amor, la madre de André Luiz solicita traerlas como hijas”.

Comprendemos de esta manera, la importancia de la familia en el proceso reencarnatorio, pues en ella, podemos ayudar a aquellos que necesitan salir avante de los errores morales ocasionados a su prójimo y así poder enmendar todo daño causado a sus semejantes por la insania de sus actos. Es la oportunidad, igualmente, del perfeccionamiento de sus malas tendencias y de recuperar las oportunidades dilapidadas en sus existencias pasadas, siempre y cuando acepten con humildad, las expresiones del amor que les son ofrecidas.

A fin de entender con más detalle la situación particular que viven quienes son sometidos a este tipo de encarnación, volvemos a la obra madre de la Doctrina Espírita, El Libro de los Espíritus, pregunta 337, donde Kardec inquiere a los Espíritus acerca de la siguiente cuestión:

-      ¿La unión del Espíritu con determinado cuerpo puede ser impuesta por Dios?

-      “Sobre todo, cuando el Espíritu no está aún apto para hacer una elección con conocimiento de causa. Como expiación, el Espíritu puede ser obligado a unirse al cuerpo de cierto niño que, por su nacimiento y la posición que ocupará en el mundo, podría llegar a ser un instrumento de castigo para él”.

Espíritus en esta condición, reciben, acorde a sus necesidades, probaciones que los ayuden en su adelantamiento moral; de esta manera, los vemos resurgir con limitaciones mentales o físicas, o en familias con grandes dificultades a nivel socioeconómico, todo ello con la finalidad de ayudarles en su proceso evolutivo. En pocas palabras, no existe una receta en particular para este tipo de Espíritus y si múltiples oportunidades para que se opere en ellos la reforma íntima.

Queremos finalizar este escrito con una observación hecha por el codificador en la Revista Espírita, en relación con una de las muchas comunicaciones recibidas en su grupo de estudios mediumnicos, haciendo alusión al tema propuesto acerca de las reencarnaciones impuestas:

Observación. – He aquí un Espíritu que, por su liviandad y poco adelantamiento, no sospecha de la reencarnación. Cuando le llegue el momento de retomar una nueva existencia, ¿qué elección podrá hacer? Evidentemente una elección de acuerdo con su carácter y sus hábitos, para gozar y no para expiar, hasta que su Espíritu esté lo suficientemente desarrollado para comprender las consecuencias. Es la historia del chico inexperto, que se lanza atolondrado a todas las aventuras y que adquiere experiencia a su costa. Recordemos que, para los espíritus atrasados, incapaces de elegir con pleno conocimiento de causa, existen encarnaciones impuestas”[3].



[1] https://dle.rae.es/reencarnar

[2] Allan Kardec, El Libro de los Espíritus, p. 167.Ediciones Mensaje Fraternal.

[3] Allan Kardec, Revista Espírita, año V, noviembre de 1862.


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