La amistad es una de las
mejores experiencias del ser humano, en el campo de la afectividad, la cual se
fortalece en la conquista de valores, que hacen de ella, imperecedera condición
para construir relaciones edificantes y fraternales.
Es de suma sabiduría, que, a
mayor edad, tengamos menos amigos y muchos conocidos, esto porque en la mayoría
de edad, la amistad se reconoce como un bien imperecedero, guardado en la
recóndito de nuestra alma, lo cual representa una conquista que nos ayuda a
llevar una vida sana y feliz, es por eso que la autora espiritual Juana de
Ángelis asegura que, “el amigo es un tesoro que se encuentra al alcance,
siempre dispuesto a contribuir en beneficio del otro[1]”.
Para que una amistad se
mantenga en el tiempo, se hace necesario ciertas condiciones como son: un
fuerte vínculo afectivo, una confianza incondicional y un compañerismo a prueba
de fuego y, cultivar la confianza, tarea que muchos pretenden desconocer, pues
muchas veces un silencio compasivo, ante las adversidades del compañero,
redunda en paz en los corazones amados.
Por eso, jamás te olvides
del amigo sincero que ayer te arropó en tus momentos de infortunio y que hoy, quizás,
transita en silencio cargando los suyos. Recuerda que “la gratitud, como el
amor, es también un deber que no solo da calor a quien la recibe, como también
reconforta a quien la ofrece[2]”.
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