Zé Arigó (Médium curador) - Imagen de referencia.
“La energía, condensándose para crear la forma, asume innumerables
modalidades y aspectos”; “al estacionarse, la masa de energía condensada pasa a
vibrar en sus características propias de forma, tono, luz y color”.
En los cuerpos simples, esa tonalidad es uniforme,
unísona, pero en los compuestos, resulta una amalgama de todas las tonalidades
parciales, pertenecientes a los diversos elementos individuales que forman el
conjunto.
Así como hay una tonalidad musical característica de cada
grado vibratorio en una determinada escala, hay también una tonalidad fisiológica
perteneciente a todos los cuerpos y seres orgánicos e inorgánicos.
En el cuerpo físico del hombre o del animal, cada célula,
órgano, aparato o sistema, posee tonalidad propia, y el conjunto de todas
ellas, amalgamadas, fundidas en una sola, forma la tonalidad individual
orgánica[1]”.
André Luiz[2] habla
sobre un aparato o “psicoscopio” que facilita los exámenes y estudios “del alma
con el poder de definir las vibraciones y con capacidad para efectuar diversas
observaciones en torno de la materia”.
“Funciona a base de electricidad y magnetismo, utilizando
elementos radiantes, análogos en su esencia a los rayos gamma”. Identifica “los
valores de la individualidad humana por los rayos que emite. La moralidad, los
sentimientos, la educación y el carácter son claramente perceptibles, a través
de una ligera inspección”.
André Luiz, usando el aparato, pudo observar “que todas
las cosas, techos, paredes y objetos de uso cotidiano, estaban formadas de
corrientes de fuerza, y emitían baja claridad, y que los encarnados en oración,
alrededor de la mesa de trabajo, estrechamente asociados entre sí, se distinguían
por los círculos radiantes que les nimbaban las cabezas”.
“Todo lo creado por Dios es sonido, luz, color y
movimiento, y todo resulta de las innumerables transformaciones que a todo
instante ocurren en los sectores del Espíritu, la Energía y la Materia.
La tonalidad individual corresponde a determinada tensión
vibratoria funcional que se modifica con excesos, vicios y desenfrenos
pasionales; y esas alteraciones pueden ser bruscas o lentas, de efectos
inmediatos o tardíos, produciendo molestias agudas o crónicas.
Ese desequilibrio vibratorio interno desajusta también al
individuo en relación al ambiente exterior, causándole perturbaciones más o
menos serias, que, a veces, se tornan hasta incomprensibles[3]”.
Dice Armond que “el ser humano, como un organismo celular
dinámico, es una unidad vibratoria que absorbe y emite radiaciones diferentes:
las físicas - calor, magnetismo, luz; las psíquicas - ondas vitales, esencias,
pensamientos, ideas, deseos, etc.
Todo eso actúa sobre los otros seres, influenciándolos en
su voluntad, sentimientos, pensamientos y actos, sufriendo a su vez la
influencia de otros afines. Todo se refleja en la radiación tonal, en el aura
individual, creando una atmósfera buena o mala, atractiva o repulsiva. Las
afinidades vibratorias son las que regulan ese intercambio de dar y recibir en
el plano invisible, fuerzas y fluidos”.
Se puede decir que la vibración, como concepto, es el
acto o efecto de vibrar, oscilar, balancear.
Y la forma ondulatoria es como se presenta una radiación,
que es el acto o efecto de radiar, esto es, propagación de la Energía bajo la
forma de ondas. Irradiar es lanzar de sí, emitir.
En síntesis: todo ser humano irradia de si un fluido
vital o ectoplásmico, dando origen a las radiaciones de energías
electromagnéticas, que se presentan en forma vibratoria. Por eso, se debe tener
cuidado, por cuanto muchas veces, un término es empleado en lugar de otro, dada
la semejanza conceptual.
Edgard Armond (1), (cap. 23) clasifica las radiaciones en
mentales y fluídicas. Las mentales ocurren de un proceso intelectual, mediante
el cual el individuo proyecta a un blanco determinado, pensamientos de fuerza,
coraje y confianza. Las fluídicas ocurren de proyecciones amorosas o
sentimientos de amor, y tienen su origen en el corazón. Dice Armond: “En los
casos de radiaciones mentales, la eficiencia depende del poder de la voluntad
del emisor, de su capacidad de proyectar ondas telepáticas más o menos
poderosas; pero, en los casos de radiaciones fluídicas, la fuerza está en el
sentimiento, en la capacidad del emisor en sentir la necesidad del prójimo, en
el deseo ardiente de ayudarlo y en la capacidad de producirlo, y enseguida,
proyectar ondas de luz, de vida y de amor”.
La Doctrina Espírita, sin embargo, muestra que todas las
radiaciones ocurren por acción del Espíritu, o sea, que son mentales.
Todos los Espíritus, encarnados y desencarnados, poseen
la facultad de emitir y proyectar radiaciones a cualquier distancia. Cuando la
mente está volcada hacia los ideales superiores de la fe activa, al expresarse
en amor a sus semejantes; cuando la disciplina es constante, a través de la renuncia
amorosa, de la bondad, del esfuerzo propio al bien, y en el estudio noblemente conducido,
la criatura adquiere elevado tenor de radiación mental.
André Luiz explica que “el hombre encarnado es un
generador de fuerzas electromagnéticas” y “que todas las sustancias vivas de la
tierra emiten energías, encuadradas en los dominios de las radiaciones
ultravioletas”. Existen “almas regularmente evolucionadas, en apreciables condiciones
vibratorias por la sincera devoción al bien, con olvido de sus deseos. Pueden,
de ese modo, proyectar rayos mentales, en vías de sublimación, asimilando
corrientes superiores y enriqueciendo los rayos vitales de que son dínamos
comunes”. Complementa André Luiz que esos rayos pueden ser llamados rayos
ectoplasmáticos y son peculiares a todos los seres vivos. Y es en “base a ellos
que se efectúan todos los procesos de materialización mediúmnica, por cuanto los
sensitivos encarnados que los favorecen liberan esas energías con más
facilidad. Todas las criaturas, por ello, las guardan, emitiéndolas en
frecuencia que varían en cada una, de conformidad con las tareas que el Plano
de la Vida les señala. En el estudio de la mediúmnidad reposan las bases de la
mente con su prodigioso campo de radiaciones”. (En los Dominios de la Mediúmnidad,
cap. 2).
El mismo autor espiritual[4]
escribe: “Cada uno de nosotros respira en determinado tipo de onda. Cuanto más
primitiva se revela la condición de la mente, más débil es el influjo
vibratorio del pensamiento, induciendo a la compulsoria aglutinación del ser a
las regiones de la conciencia embrionaria o torturada, donde se reúnen las
vidas inferiores que le son afines”.
Además “En los Dominios de la Mediúmnidad”, cap. 17,
refiriéndose al servicio de pases, André Luiz habla sobre la donación de tales recursos
magnéticos por los médiums curadores, aplicados a reducida distancia, los
cuales penetran el halo vital o aura de los enfermos, provocando
modificaciones. Dice que esas donaciones comunican a los enfermos vigor y
salud, que “el pensamiento influye, de manera decisiva, en la donación de
principios curadores. Sin la idea iluminada por la fe y por la buena voluntad,
el médium no conseguiría ligazón con los Espíritus amigos que actúan sobre esas
bases”.
El pase es una transfusión de energías, pero no todos los
enfermos alcanzan la más leve mejoría, y eso se da por la falta de confianza.
Es indispensable la fe, para que la criatura reciba la ayuda que necesita.
Dice André Luiz, que “en el terreno de las ventajas
espirituales, es imprescindible que el candidato presente una cierta tensión
favorable”. Dice que esa “tensión, ocurre de la fe”, que, en la asistencia
magnética, los recursos espirituales se envuelven entre el emisor y el
receptor, ayudando a la criatura necesitada, para que se ayude a sí misma. La
mente reanimada reconstruye las vidas microscópicas que le sirven en el templo
del cuerpo, edificando valiosas reconstrucciones. Complemente que, “en los
pases a distancia, compañeros espirituales se ajustan en el trabajo de auxilio,
favoreciendo la realización, y la oración silenciosa será el mejor vehículo de
la fuerza curadora”.
BIBLIOGRAFIA
ü L.M., Cap. XIV, items 175 y 176.
ü SEARA DE LOS MÉDIUMS,
lecciones 81 y 83 - Emmanuel.
Tomado
del: “Curso de Educación Mediúmnica- 1er
año”
Federación
Espírita del Estado de Sao Paulo
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