MARLENE SEVERINO NOBRE |
No
hay duda de que la clonación humana es una de las grandes discusiones del
momento, intensificada, sobre todo, después que los investigadores Severino
Antinori y Panayotis Zavos declararan, el 7 de agosto de este año, ante la
Academia Americana de Ciencias, en Washington, que están listos para copiar
seres humanos.
De
hecho, desde 1996, la clonación humana quedo mucho más próxima, con el
nacimiento de la oveja Dolly, el primer clon mamífero, obtenido a través de la
técnica desarrollada por el Instituto Roslin, en Escocia.
Cuando
hablamos de clonación humana es preciso resaltar que estamos refiriéndonos a
dos modalidades: la reproductiva, que produce bebés que son xerocopias de seres
ya existentes, y la clonación terapéutica, que elabora embriones humanos con la
finalidad de fabricar tejidos orgánicos diversos. En este último caso, las
células tronco, conocidas como "semillas de vida", presentes en los
primeros catorce días del desarrollo embrionario, son empleadas en la formación
de tejido nervioso, pancreático, muscular, etc., con la finalidad de curar
enfermedades, como, por ejemplo, el mal de Parkinson, la diabetes, el músculo
infartado.
En
los últimos meses, miles de religiosos y especialistas vienen reuniéndose, en
varias partes del mundo, para discutir esos avances de la ciencia y sus
complicadas cuestiones éticas.
Para
nosotros, espíritas, las preocupaciones no son diferentes y precisan ser
discutidas. ¿El hombre tiene el derecho de hacer copias humanas? ¿De manipular
embriones? ¿El clon posee alma?
Algunas
respuestas son más fáciles, otras no tanto, exigiendo una madura reflexión,
libre de preconceptos y fanatismo.
Con
relación a la cuestión espiritual: Antes de responder si el clon tiene o no
alma, es preciso definirlo y recordar el proceso por el cual se pretende copiar
seres humanos.
El
clon es un ser vivo que tiene la misma constitución genética de otro.
Clonar,
por lo tanto, significa hacer xerocopias de seres vivos. Hace miles de años, la
naturaleza nos brinda clones humanos auténticos - los gemelos univitelinos -
portadores del mismo genoma.
En
la Clonación artificial, se hace la reproducción asexuada de un ser,
manteniendo su carga genética. Para fabricar a Dolly, fueron necesarias tres
ovejas. Una de ellas, la negra, donó el óvulo o gameto femenino, del cual se
retiró el núcleo; en el lugar de este, se introdujo el núcleo de una célula
mamaria adulta, retirada de otra oveja, la blanca, que se deseaba clonar. Por
procedimientos técnicos especiales, se llevó esa célula recién-formada, al
estado embrionario inicial, obteniéndose un embrión que fue trasplantado en el
útero de una tercera oveja, que dio a la luz a la famosa oveja.
En
líneas generales, ese mismo proceso, está siendo pensado para la clonación
humana.
Sin
duda, Dolly tiene alma, o mejor, tiene principio inteligente. Si así no fuera
no sería un ser vivo. En la clonación humana, el raciocinio es el mismo. Basta
recordar la enseñanza básica: "todo niño que ha sobrevivido a su
nacimiento, tiene forzosamente encarnado en él un Espíritu", de lo
contrario, “no sería un ser humano”. (El Libro de los Espíritus, pregunta 356
b). Así, si la clonación humana fuera un hecho, ciertamente, no producirá
robots, sino seres auténticos. ¿Cuál es el factor que atrae al Espíritu al
proceso reencarnatório? El principal de ellos es la sintonía magnética que
funciona tanto en la reencarnación normal como en la clonación.
“Cuando
un Espíritu debe encarnar en un cuerpo humano en vías de formación, un lazo
fluídico, mera extensión de su periespíritu, lo une al germen hacia el cual se
siente atraído por una fuerza irresistible, desde el momento mismo de la concepción",
afirma Kardec (La Génesis, capítulo 11). Esta fuerza irresistible es el
magnetismo.
En
verdad, para reencarnar, basta el magnetismo de los padres, aliado al fuerte
deseo del Espíritu reencarnante (ver “Entre la Tierra y el Cielo”, cap. 28). No
se puede olvidar que la “sintonía magnética” no obedece a las leyes clásicas de
la Física, sino está relacionada a la comunicación no local, que no depende del
espacio y del tiempo.
En
la clonación, los científicos llevan los genes de una célula adulta al estado
embrionario, con eso, las moléculas de ADN comienzan a vibrar como un diapasón,
repletas de poder magnético, constituyéndose, juntamente con el citoplasma del
óvulo, en un verdadero polo de atracción para el Espíritu.
Con
respecto a los problemas de la clonación: Vimos que el clon humano puede tener
éxito; el Espíritu puede reencarnar si las condiciones son favorables. Esto,
sin embargo, lleva a otra pregunta: ¿El clon humano es defendible?
De
entrada, es preciso resaltar que la clonación es una técnica muy ineficiente,
con un alto índice de fracaso. Para fabricar a Dolly, fueron hechas 277
tentativas, con un único éxito. Y aun así, ella ha envejecido precozmente; a
pesar de tener cinco años, sus células son equivalentes a la de una oveja de 12
años, exactamente la edad de la oveja cuyo ADN fue utilizado en la experiencia.
En
cinco años de clonación de mamíferos, hay menos de 50 animales clonados, lo que
representa muy poco para la investigación científica. En ese periodo, han sido
incontables las malformaciones, crías que nacen con enfermedades congénitas o
se enferman inmediatamente; algunos viven con serias limitaciones y muchos son
sacrificados.
La
única manera de llegar a la perfección en la clonación es por la práctica, por
la repetición, por la tentativa y el error; esto viene siendo hecho en
animales, utilizándose, ampliamente, el aborto y la eutanasia. Y con embriones
humanos, ¿cómo será?
Severino
Antinori dice que practicará el aborto en todos los casos necesarios, porque es
legal en el país donde pretende trabajar. Y la eutanasia, ¿la aplicará también?
Los
especialistas calculan que serían necesarios mil clones de animales, con
acompañamiento de 50 años para poder afirmar que la clonación humana es segura.
Desde
el punto de vista espiritual, la clonación de animales viene indicando que hay
problema con el fluido vital, porque los seres clonados envejecen precozmente.
Así, no son sólo los problemas biológicos a ser considerados, sino también los
relativos a los diversos envoltorios del Espíritu, los cuales, a rigor,
presiden la formación corpórea.
El
hecho es que la utilización del aborto y de la eutanasia, en las experiencias
de clonación, demuestran el irrespeto a la vida. Y el científico espírita debe
abstenerse de trabajar bajo tales condiciones.
La
realidad es que es muy temprano para clonar humanos, no sólo del punto de vista
de la Ciencia, sino también de la evolución espiritual de los terráqueos, que
necesitan, urgentemente, de mayores progresos en el campo del sentimiento.
Extraído del boletín SEI editado por el Hogar
Fabiano de Cristo.
Traducción
al español: Oscar Cervantes Velásquez
Centro de Estudios Espíritas Francisco
de Asís
Santa
Marta - Colombia
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