jueves, 21 de junio de 2018

POLTERGEIST

El fantasma lanzador de piedras de Tucson
A primeros de septiembre de 1983, empezó una pesadilla para Mr. y Mrs. Berkbigler y sus cinco hijos. Acababan de trasladarse a su grande pero aún no terminada casa en el desierto, cuando grandes piedras empezaron a golpear la estructura cada noche. Las piedras no parecían venir de ninguna parte y ni siquiera la policía podía encontrar al responsable. Dicho en pocas palabras, los Berkbigler eran víctimas de un poltergeist, una especie de duende particularmente enojoso que se divierte apedreando las casas. Los miembros de la familia salían invariablemente para pescar al culpable, pero nunca podían ver a nadie. Los ataques empezaban generalmente entre las 5:30 y las 7:00 de la tarde, cuando volvían a casa del trabajo o del colegio. Las piedras llegaban en breves ráfagas, cesaban y empezaban de nuevo. A veces, la familia oía también misteriosos golpes en las puertas y ventanas.

Los Berkbigler creyeron al principio que un vagabundo era el responsable de aquella trastada, pero Mrs. Berkbigler estaba menos segura de la causa. «Tal vez es un espíritu -dijo al fin a los reporteros del Arizona Daily Star-. Tal vez hemos construido la casa sobre un cementerio sagrado o algo parecido.»

Pronto la prensa local se refirió al problema del «fantasma lanzador de piedras» de los Berkbigler. Durante las semanas siguientes, la policía local visitó la casa y puso un helicóptero de vigilancia para resolver el misterio. Terminaron siendo ellos mismos alcanzados por las piedras, a menudo a plena luz del día, y se mostraron reacios a visitar la finca.

El episodio más espantoso se produjo el domingo 4 de diciembre. Las piedras se habían mostrado activas pero esporádicas durante todo el día, por lo que dos reporteros del Star visitaron la casa para entrevistar a la familia. A las 6:10 de aquella tarde, fueron lanzadas piedras con tanta violencia contra la puerta lateral de la casa que los reporteros no podían salir. El asedio duró dos horas, hasta que la familia llamó al fin a la policía que acompañó a los reporteros lejos de allí.

Lo más chocante era que, para golpear la puerta lateral, las piedras tenían que pasar a través del garaje abierto de la casa. Como aquella tarde había una furgoneta aparcada allí, las piedras tenían que ser lanzadas con extraordinaria puntería a través de un espacio de sesenta centímetros entre el techo del garaje y el de la furgoneta. Sin embargo, el fantasma conseguía esta hazaña sobrehumana sin la menor dificultad.

El caos llegó a su punto culminante el 6 y el 7 de diciembre, cuando docenas de personas se presentaron en la casa para ayudar a la familia a atrapar al culpable. A pesar de la constante vigilancia de la finca, las piedras fueron arrojadas como de costumbre, alcanzando a personas en la noche oscura del desierto con asombrosa habilidad. El improvisado pelotón consiguió arrojar a un intruso de la propiedad, pero éste resultó ser miembro de la oficina del sheriff.

Pero entonces cesó simplemente el lanzamiento de piedras. Los asedios diarios terminaron después de la segunda noche de búsqueda y el caso del misterioso lanzador de piedras de Tucson quedó sin resolver. Y hoy continúa la incógnita.


Tomado del libro: "Un mundo de fenómenos extraños" de Charles Berlitz

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