jueves, 15 de diciembre de 2016

Energía mediúmnica



Tomado del libro: Mediúmnidad de J. Herculano Pires.
Traducción del portugues: Oscar Cervantes Velásquez
Centro de Estudios Espíritas Francisco de Asís
Santa Marta - Colombia

Desde Kardec, la teoría de los fluidos ha provocado divergencias entre los científicos y los espíritus. Se llegó a crear una prevención contra la palabra fluido y algunos espíritas ligados a actividades científicas pusieron a consideración la teoría espírita al respecto, proponiendo modificaciones en la terminología doctrinaria. El rápido avance de las ciencias en este siglo mostró que la razón estaba con Kardec. El propio fluido magnético, que el descubrimiento de la sugestión hipnótica parecía haber anulado por completo, retornó al campo de las hipótesis. En la revolución conceptual provocada por Einstein, sin embargo, la teoría del fluido universal no fue apartada del campo científico, sino colocada por él entre paréntesis, como problema pendiente para soluciones posteriores. Hoy la situación es enteramente favorable al Espiritismo. La Física Nuclear nos presenta una imagen fluídica del Universo, verdadero dominio de los fluidos. Ellos se presentan como formas de energía en los campos de fuerza que estructuran el aparente vacío de los espacios siderales, como elementos sustentadores de la vida en los procesos fisiológicos, corno flujos de partículas infinitesimales, dotadas de asombroso poder e incluso como elementos constitutivos del tiempo y del pensamiento.

La fase reciente de la Efluviografía, con el descubrimiento de la cámara Kirlian de fotografías sobre campos imantados con energía eléctrica en alta frecuencia, y las recientes experiencias soviéticas con esas cámaras adaptadas a microscopios electrónicos de alta potencia, liquidarán esa vieja pendencia. Se abrió nuevamente en el campo científico el área de la fluídica. Ya podemos pensar en términos de fluidos sin cometer ninguna herejía científica. Pero sería temerario querer definir la mediúmnidad como una especie de energía fluídica, pues su naturaleza se evidenció, desde el tiempo de Kardec, como un simple proceso de intermediación, o sea, de relación. La mediúmnidad en sí no es un tipo específico de energía, pero se procesa, como todo cuánto existe, a través de energías espirituales y materiales en conjugación. El acto mediúmnico tiene su dinámica operacional bien conocida, que fue explicada por los espíritus a Kardec, a contrapié de las hipótesis por este formuladas.

El espíritu tiene en sí mismo una forma de energía pura y sutil que no podemos captar y analizar de través de aparatos materiales. En la teoría espírita es el principio inteligente, dotado de potencialidades insospechadas. En nuestro estado evolutivo sólo conocemos el espíritu por sus manifestaciones a través de las energías por él usadas, pero esas energías no son el espíritu y si las fuerzas de que él se sirve. La esencia del ser es una realidad que se escapa a todas las posibilidades cognitivas de las ciencias. Sólo la filosofía consigue abordarla a través de los métodos del pensamiento, pero así mismo sin poderla definir como desea. En el Espiritismo nos apoyamos en la expresión principio inteligente para definir esa esencia y su naturaleza, porque la inteligencia, como poder capaz de penetrar en la esencia de las cosas y darnos el conocimiento, es su aspecto más evidente para nosotros. En verdad, sólo nos conocemos por los efectos del que somos, no por lo que somos.

Las energías de la mediúmnidad y su modo de actuar fueron definidas por Kardec, a través de sus investigaciones y con la ayuda de entidades espirituales superiores. Esa definición atrevida, largamente combatida, criticada y ridiculizada por sabios y no sabios, está hoy plenamente confirmadas por las investigaciones científicas de la Parapsicología, de la Física Nuclear, de la Metapsíquica en el plano fisiológico y así por delante. El Espiritismo se afirma hoy, como ciencia avanzada que forjó el avance de las ciencias a mediados del siglo pasado y aún tiene mucho que ofrecer en el futuro.

Las leyes que rigen los fenómenos mediúmnicos fueron esclarecidas por las investigaciones de Kardec, a pesar de las dudas y criticas irónicas de más de un siglo sobre esa innegable conquista científica, que están actualmente confirmadas. Eso nos muestra la solidez de la obra kardeciana.

La acción del espíritu sobre la materia, que sufrió contestaciones sofísticas durante un siglo, a pesar de su evidencia en nuestra propia estructura orgánica, fueron ahora confirmadas por las investigaciones de dos científicos soviéticos en la Universidad de Kirov, en Rusia, materialistas y desconocedores de la Doctrina Espírita. El impacto de ese descubrimiento provocó reacciones violentas del poder soviético, que sintió amenazada por ella la estructura ideológica del estado. Cesaron las noticias sobre la gran hazaña científica, con una especie de excomunión de los responsables, pero la divulgación hecha por las investigadores de la Universidad de Prentice Hall (EUA) que estuvieron en la URSS y entrevistaron a los investigadores soviéticos, son suficientes para mostrarnos la grandeza del hecho.

El mayor y más constante rechazo de los científicos a las conclusiones de las investigaciones espíritas sobre los fenómenos mediúmnicos se verificó en el área de los efectos físicos. Aún hoy, en el panorama parapsicológico, la propia existencia de esos fenómenos es puesta en duda por científicos sistemáticos, que se apegan a las concepciones materialistas o a las posiciones religiosas sectarias. Para tener una idea de ese tipo de posición, basta recordar la opinión expresada por un conocido físico paulista, profesor universitario, sobre el fenómeno de materialización. Dice él que el fenómeno es teóricamente posible, ante los conocimientos actuales de la Física, pero que, para realizarse sería necesaria una cantidad de energía sólo posible de obtener en un periodo de doscientos años. Sin embargo, como quedó demostrado en las experiencias científicas del Espiritismo, él puede ser comprobado en cualquier momento, pues el fenómeno de materialización se produce en pocos minutos. El engaño del físico fue esclarecido por un investigador espírita que demostró su error de clasificación científica. La materialización no es un fenómeno físico, exigiendo doscientos años de funcionamiento de la Central Hidroeléctrica de Urubupungá, sino un fenómeno fisiológico. La acción del espíritu sobre el médium provoca la emanación de ectoplasma de su organismo. El ectoplasma, descubierto y nombrado por Richet, Premio Nobel de Fisiología, no acumula materia en gran cantidad para formar un cuerpo físico real, sino que reviste el periespíritu o cuerpo espiritual del espíritu, dándole la apariencia de un cuerpo real. El físico opinaba, por engaño, aunque de buena fe, sobre un fenómeno que no pertenece al campo de su especialidad y que ya había sido confirmado por un gran especialista. Toda la producción de fenómenos físicos en el campo de la mediúmnidad es hecha por elaboración y aplicación de energías vitales y orgánicas del médium, con la colaboración involuntaria de los participantes de la reunión en que se verifica la experiencia.
Los científicos soviéticos, fascinados por los resultados de sus investigaciones y ajenos a los problemas ideológicos, constataron oficialmente, en la famosa Universidad de Kirov, que el hombre posee un campo energético que responde por la vitalidad y las funciones del cuerpo carnal. Verificaron que, en los casos de movimiento y levitación de objetos sin contacto, ese cuerpo energético expande corrientes de energía que impregnan los objetos a ser movidos a distancia por el médium. Son esas energías, cargadas de materia orgánica, a la cual Richet llamó ectoplasma y que el profesor Crawford, de la Universidad de Belfast, catedrático de mecánica, consiguió observar en toda su compleja mecánica de expansión y acción, descubriendo objetivamente el funcionamiento de palancas de ectoplasma en la producción de los fenómenos. Como se ve, la mediúmnidad es un proceso de relación-inductiva, en la que entran en juego energía psicofísicas y energías espirituales. En la Parapsicología eso quedó demostrado a través de numerosas investigaciones. El Profesor Rhine diferenció los dos tipos de energía al clasificar el pensamiento como extra físico. Las energías mentales son de naturaleza espiritual y provocan reacciones materiales en el cerebro. Las energías espirituales, que Rhine llamó extra físicas, no están sujetas a las leyes físicas. No sufren la acción de la gravedad, no se desgastan en su proyección a cualquier distancia y no son interceptadas por ninguna especie de barreras físicas. Experiencias en contravía, realizadas en la URSS por Vassiliev, con el fin de demostrar que no pasaban de ser un nuevo tipo de energías físicas, fracasaron por completo. De esa manera, la tesis espírita de la existencias de energía espirituales típicas quedo también comprobada científicamente. Continúa, y es natural, los debates teóricos al respecto, pero lo que importa en la Ciencia no son las opiniones y si los hechos. Y los hechos, como siempre, continúan fieles a la Doctrina Espírita. La mediúmnidad dispone de esos dos tipos de energía, pero no es en sí misma, ninguna de ellas. No hay una energía mediúmnica específica, sólo la acción controladora de la mente sobre la materia. Esta acción es la misma que dio origen al mundo y a toda la realidad, cuando el espíritu (en el caso del principio inteligente) aglutinó las partículas de materia y les dio estructuras múltiples. La relación espíritu-materia es una constante universal que se evidencia particularmente en los fenómenos vitales: en el vegetal, en el animal y en el hombre. Pero el acto mediúmnico es el punto de concentración en el que sus leyes se revelan con la debida claridad a los investigadores. Es natural que los científicos ajenos a los problemas espíritas encuentren dificultades en aceptar esa tesis. Además de eso, como observó el profesor Remy Chauvein, del Instituto de Altos Estudios de Paris, existe en el medio científico un caso alarmante de alergia al futuro.

Recientemente se proclamó en Rio de Janeiro el descubrimiento de un nuevo tipo de fenómeno espírita, basado en el principio de la inducción. Se trataba de la inducción de los estados patológicos de espíritus inferiores a criaturas humanas. Ese fenómeno, tantas veces tratado por Kardec, nada tiene de nuevo y se encuadra naturalmente en el capítulo de las obsesiones. Todo el proceso mediúmnico es de naturaleza inductiva. El espíritu y el médium funcionan como vasos comunicantes, en el sistema de relación-inductiva de la mediúmnidad. La misma hipnosis es también un proceso inductivo, lo que llevó a Kardec a acentuar la íntima relación entre hipnosis y mediúmnidad. El obsesor consciente actúa hipnóticamente sobre el obsesado. Estos problemas precisan ser estudiados con la debida atención por todos los que se entregan a trabajos mediúmnicos, principalmente cuando asumen responsabilidades de dirección. Muchos engaños y muchas desilusiones en la práctica mediúmnica surgen exclusivamente de la falta de conocimiento de la naturaleza y dinámica de la mediúmnidad.

lunes, 12 de diciembre de 2016

Historiografía sobre las colonias espirituales en la literatura




Plano central de la ciudad Nuestro Hogar, tomado del libro "Ciudad del Más Allá".

Por: Oscar Cervantes Velásquez
Centro de Estudios Espíritas Francisco de Asís
Santa Marta - Colombia
Las primeras referencias sobre las colonias espirituales datan del siglo XVIII, gracias a la videncia del sueco Emmanuel Swedenborg, el mismo que aparece firmando en compañía de otros espíritus como San Juan Evangelista, San Agustín, San Vicente De Paul, San Luis, El Espíritu De Verdad, Sócrates, Platón, Fenelón y Franklin el Prolegómenos de El Libro de los Espíritus.

Para tener una idea de las capacidades psíquicas de Swedenborg, nos remitimos a la obra de Arthur Conan Doyle, Historia del Espiritismo, donde asegura que: “Ya desde niño Swedenborg tuvo momentos visionarios, pero ese delicado aspecto de su naturaleza fue dominado por la extraordinaria energía de su edad viril. Sus facultades psíquicas aparecieron en diversos momentos de su vida, demostrando en varias ocasiones que poseía esas fuerzas vulgarmente llamadas «clarividencia a distancia», en que el alma parece salir del cuerpo, adquirir informes de cosas apartadas y volver a él con noticias de lo que ocurre en aquellos lugares… Veamos cuáles fueron los hechos principales que registró en aquellos viajes y hasta qué punto coinciden con los que han sido obtenidos desde entonces por métodos psíquicos. 

Encontró que el otro mundo consistía en un número de esferas diferentes que representaban varios grados de luminosidad y felicidad, a cada una de las cuales vamos después de la muerte, según las condiciones espirituales que tenemos en vida... Encontró en aquellas esferas que la escena y las condiciones de este mundo estaban reproducidas con fidelidad, así como la armazón general de la sociedad. Halló casas en las cuales vivían familias, templos en los cuales se adoraba, salones en los que la gente se reunía para fines sociales, palacios en los cuales habitaban soberanos.

No hubo detalle insignificante para su observación en las esferas espirituales. Habla de la arquitectura, del trabajo de los artesanos, de las flores y los frutos, de los bordados, del arte, de la música, de la literatura, de la ciencia, de las escuelas, de los museos, de los colegios, de las librerías y de los deportes. Esto puede chocar a las inteligencias convencionales, pero hay que preguntarse por qué toleramos coronas y tronos y, en cambio, negamos otras cosas menos materiales… Tales son algunas muestras de la enorme masa de informes que Dios envió al mundo por medio de Swedenborg y que después también han sido referidas por la palabra y por la pluma de muchos espiritistas iluminados. El mundo no les concedió importancia estimándolas como concepciones sin sentido. Sin embargo, gradualmente, el nuevo conocimiento se ha abierto camino y, cuando sea aceptado por completo, se reconocerá la verdadera grandeza de la misión de Swedenborg, mientras va cayendo en el olvido su exégesis bíblica”.

A juzgar por las informaciones que presenta Swedenborg en su obra y las que posteriormente André Luiz, a través de la psicografía de Chico Xavier nos hizo llegar, son muy pocas las diferencias que encontramos, entre ambos médiums, en cuanto a la vida en el mundo espiritual.

Allan Kardec, en la Revista Espírita de noviembre de 1859, plantea algunos comentarios acerca del médium sueco, bajo el título de Swedenborg: 

“… Haciendo justicia al mérito personal de Swedenborg, como sabio y como hombre de bien, no podemos constituirnos en los defensores de doctrinas que el más vulgar sentido común condena. Lo que de ella resalta más claramente, según lo que conocemos ahora de los fenómenos Espíritas, es la existencia de un mundo invisible y la posibilidad de comunicarse con él… Para nosotros, era un médium vidente y un escritor intuitivo, como hay miles; facultades que entran en la condición de los fenómenos naturales.

Él cometió un error, muy perdonable, teniendo en cuenta su inexperiencia con las cosas del mundo oculto, que fue aceptar ciegamente todo lo que le era dictado, sin someterlo al severo control de la razón. Si hubiese sopesado detenidamente los pros y los contras, hubiera reconocido principios irreconciliables con una lógica aun poco rigurosa. Hoy, probablemente, no caería en la misma falta, porque tendría los medios para juzgar y apreciar el valor de las comunicaciones de ultratumba; sabría que es un campo donde no todas las hierbas son buenas para recoger, y que entre unas y otras, el sentido común, que no nos ha sido dado por nada, debe saber elegir. La cualidad que se le atribuyó al espíritu que se manifestó, bastaría para ponerlo en guardia, sobre todo considerando la trivialidad de su comienzo. Lo que él no hizo, corresponde a nosotros hacerlo ahora, no tomando en sus escritos sino lo que es racional; sus propios errores deben ser una enseñanza para los médiums demasiado crédulos a los que ciertos espíritus tratan de engañar halagando su vanidad o sus prejuicios, con un lenguaje pomposo o de apariencias engañosas.

…El mérito incontestable de Swedenborg, su profundo saber, su alta reputación de sabiduría fueron de gran peso en la propagación de estas ideas, que hoy se popularizan más y más, por eso mismo crecen abiertamente y, que lejos de buscar la sombra del misterio, recurren a la razón. A pesar de sus errores de sistema, Swedenborg no es menos por ello, una de las grandes figuras cuyo recuerdo quedará unido a la historia del Espiritismo, del cual fue uno de los primeros y más celosos promotores[1]”.

Es el mismo Arthur Conan Doyle quien en su ya citada obra Historia del Espiritismo, quien nos remite a otro personaje que en su obra “Visión del Más Allá”, nos habla de sus experiencias con el mundo espiritual, nos referimos a Andrew Jackson Davis, quien en sus experiencias psíquicas afirma que es Emanuel Swedenborg quien le transmite muchas de las informaciones por él recibidas.

Conan Doyle asevera que: “Ambos poseían el conocimiento cuando se hallaban en estado de iluminación. Pero Swedenborg era el hombre más ilustrado de Europa, mientras Davis era un muchacho tan ignorante como el que más en el Estado de Nueva York. Las revelaciones de Swedenborg eran tal vez más grandes, pero también es probable que estuvieran influidas por su propio cerebro. La revelación de Davis era un milagro incomparablemente mayor”.

Predijo el Espiritismo en sus Principios de la Naturaleza, publicados en 1847, donde dice: “Es una verdad que los espíritus se comunican entre sí mientras uno se halla en el cuerpo y el otro en las esferas elevadas, y ello aunque la persona corporal sea inconsciente de tal influjo y, por consiguiente, no pueda ser convencida por los hechos. Antes de mucho tiempo esta verdad será revelada en forma de demostración viviente. El mundo saludará con alegría la venida de esa era en que se establecerá la comunicación espiritual como ya lo está entre los habitantes de Marte, Júpiter y Saturno”.

“En su Visión del Más Allá, Davis vio una disposición del universo que corresponde muy aproximadamente a la de Swedenborg, y a lo que más tarde dijeron los espíritus y fue aceptado por los espiritistas. Vio una vida que se parecía a la de la tierra, una vida que puede llamarse semimaterial, con placeres y objetivos adaptados a nuestras naturalezas, que la muerte no modifica en manera alguna. Vio estudio para los estudiosos, labor genial para los enérgicos, arte para los artistas, belleza para los amantes de la Naturaleza, reposo para los cansados. Vio fases graduales en la vida espiritual, a través de las cuales se asciende a lo sublime y a lo celestial.

… Describió esas esferas como círculos concéntricos alrededor del globo, pero como declara que ni el espacio ni el tiempo están claramente definidos en sus visiones, no podemos tomar su geografía en un sentido demasiado literal. El objeto de la vida es merecer una calificación superior y el medio más adecuado para el mejoramiento humano consiste en no caer en el pecado, no sólo en los pecados actualmente reconocidos, sino en los pecados de superstición y estrechez de miras, tan despreciables así en relación con la carne efímera como con el espíritu eterno. Para conseguir ese fin, es esencial volver a la vida sencilla, a las creencias simples y a la fraternidad primitiva. El dinero, el alcohol, la lujuria, la violencia y el sacerdocio en su sentido estrecho, son las rémoras del progreso de la raza humana”.

Como vemos, Andrew Jackson Davis considerado por algunos estudiosos del espiritismo como precursor de la Doctrina Espírita, también nos ofrece referencias sobre las esferas espirituales.

Apoyándonos nuevamente en la obra de Conan Doyle, traemos a colación la obra “El Caso de Lester Coltman”, de Lilian Walbrook, he ahí parte del mensaje dado por Coltman: “Mi trabajo continua aquí como se inició en la Tierra, o sea, en el terreno científico. Para progresar en mis estudios, visito frecuentemente un laboratorio, donde encuentro facilidades tan completas como extraordinarias para la realización de experiencias. Tengo casa propia, verdaderamente bella, con una gran biblioteca, en la cual existe toda clase de libros de consulta: históricos, científicos, de Medicina, y de todos los géneros de la Literatura. Para nosotros, estos libros son tan interesantes como para vosotros, los de la Tierra. Tengo una sala de música con toda suerte de instrumentos. Tengo cuadros de rara belleza y muebles de buen gusto.” En la secuencia, Lester Coltman se refiere a un paisaje extraordinariamente bello que él podría descorrer de sus ventanas y decir que allí había magnificas escuelas para la instrucción de los Espíritus de niños”.

De la literatura espírita queremos resaltar el aporte de Cairbar Schutel en una de sus obras “La Vida en el Otro Mundo”, de la casa editora O Clarim, y salida a la luz pública en el año 1932, once (11) años antes de la publicación del libro Nuestro Hogar, donde el autor explica entre otras cosas: “Hay en el Otro Mundo diversos planos de existencia, y no podría ser de otro modo, porque los Espíritus, revestidos de su cuerpo espiritual, no pueden vivir en un medio que no esté de acuerdo con su vestimenta espiritual, que vibra siempre al ritmo de la elevación de cada uno, en sabiduría y moralidad. Una región vacía de oxigeno sería hostil a los Espíritus aun necesitados de oxígeno. Los círculos que envuelven la Tierra se diferencian por la fluidez de la materia que los compone”.

Y continúa explicando: “El primer plano del Mundo Espiritual es muy parecido con el plano terráqueo. Se puede decir que nuestro plano aquí en la Tierra es una copia materializada de ese plano, lo que explica la existencia allí de habitaciones semejantes a las nuestras”.

Cairbar Schutel nos hace claridad sobre la utilización del término “mundo” en la literatura espírita: “El término “mundo”, en el lenguaje Espírita, no se refiere solamente a los planetas o globos, sino también a lo que llamamos capas atmosféricas y que envuelven los planetas, cometas, estrellas, soles y otros mundos imperceptibles aún a los astrónomos y a los que se dedican a las cosas espirituales. Podríamos llamar a esos mundos como mundos aéreos, sin embargo reales, pues es en ellos que vivemos nuestra vida verdadera. En los mundos materiales nuestra vida es ligera, aparente, transitoria, sujeta a los cinco sentidos y limitada a la personalidad, mientras que, en el Mundo Espírita, no es la personalidad la que vive, más si la individualidad, con el sentido amplio que barca su pasado”.

 En la obra “Ciudad del Más Allá”, también de origen espírita, su autora Heigorina Cunha, comenta que a finales de los años setenta tuvo unas experiencias en desdoblamiento hacia la colonia Nuestro Hogar. De su obra, podemos extraer los siguientes párrafos:

“Vi la ciudad con algunos detalles, guardando, al despertar, todo el recuerdo de la experiencia de aquella noche maravillosa que se interrumpió, en pleno amanecer, cuando el Espíritu que me acompañaba me invitó a regresar a la Tierra.
No podía perder la visión de tan bello acontecimiento y, de esa manera, resolví diseñar, pintando lo que me fue posible conocer en aquella rápida visita. Esclarezco que no soy diseñadora, por eso, los diseños que elabore, procurando pintar lo que vi, no tienen pretensión técnica ni bastan para reflejar íntegramente la belleza de las formas, plasmadas en el papel.

A pesar de eso, hice el diseño y lo guarde sin revelar nada a nadie. Después de tres años, se repitió la experiencia, con mayor nitidez, y pude ver mucho más de lo que había visto, mientras volaba sobre la ciudad, enfocándome en los detalles de su paisaje. El Amigo Espiritual que me conducía me dejó en un Departamento de la ciudad, y se fue hacia otro, a atender las tareas que le competían. Permanecí en su espera e, tiempo después, me llamaron a través de un aparato de comunicación interna, con forma de teléfono, para informarme que debería quedarme en aquella sección, pues no me convenía irme para donde él estaba, en las Cámaras, donde había mucho sufrimiento, previniéndome que me buscaría para el regreso.
Recordé con un dolor agudo en el cuerpo, sintiendo aún una especie de mareo, pero con la consciencia integra de todo lo que había visto. De ese viaje, salió el segundo diseño o planta baja de la ciudad "Nuestro Hogar" y que corresponde al Plano Piloto, según esclareció después Francisco Cándido Xavier.

Debo esclarecer, sin embargo, que, aunque la forma sea la verdadera, la ciudad no se circunscribe al número de casas y de cuadras indicadas en el diseño solo para efecto ilustrativo, toda vez que se trata de una ciudad de vastas dimensiones, que alberga cerca de un millón de habitantes…. Entusiasmada con el segundo diseño, lo mostré a algunas personas más cercanas y de mi confianza. Una de ellas fui un primo, que llevo la noticia a Francisco Cándido Xavier. El bondadoso médium de Uberaba se interesó y me pidió que le llevase los diseños, y cuál no sería mi sorpresa cuando me afirmo tratarse de la ciudad "Nuestro Hogar", correspondiendo exactamente con la forma.

Bajo el estímulo de su cariño y comprensión, procuré grabar otros detalles de la ciudad. Deposite en las manos de Francisco Cándido Xavier, que se incumbió generosamente de los detalles complementarios y del envío del material para el Instituto de Difusión Espírita, de Araras, que, a final lo editó.

Quiero agradecer a Dios y a los Buenos Espíritus por la participación que tuve en este trabajo, pidiendo excusas, inclusive a los lectores, por las deficiencias naturales impuestas por mis limitaciones personales”. 

HEIGORINA CUNHA, Sacramento, 4 de febrero de 1983.


No está de más anotar que en el año 2010 estas imágenes del Más Allá servirían de inspiración para crear el diseño arquitectónico de la ciudad espiritual del filme "Nuestro Hogar". 

Queremos finalizar este capítulo histórico sobre las colonias espirituales, con el aporte que muy sesudamente nos entrega Allan Kardec en el capítulo III del libro “El Cielo y el Infierno o la Justicia Divina según el Espiritismo”, “los antiguos creían en la existencia de muchos cielos superpuestos de materia sólida y transparente, formando esferas concéntricas y teniendo a la Tierra por centro. Esa idea provenida de la deficiencia de conocimientos astronómicos fue la de todas las teogonías de los cielos, así, escalados los diversos grados de las bienaventuranzas: El último de ellos era la morada de la suprema felicidad. Según la opinión común había siete cielos”; de ello podemos inferir que el concepto de esferas espirituales, colonias y moradas es muy antiguo y que las informaciones provenientes de Swedenborg, el Reverendo Robert Dale Owen, Lester Colman, Andrew Jackson Davis y André Luiz a través de la psicografía de Chico Xavier, entre otros, representan la confirmación de una realidad reconocida, por una parte de la Humanidad, ligada al conocimiento profundo de las verdades espirituales.





[1] Revista Espírita, 1859. Allan Kardec. Traducción del portugués al español Oscar Cervantes Velásquez.

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