Cristina Alochio |
Por: Giovanna Campos
Con la definición del título, dictada por el espíritu André Luiz
en la obra Entre la Tierra y el Cielo, psicografiada por Chico Xavier, la neumóloga Christina Alochio
presento un paralelo entre las enfermedades crónicas y la calidad de vida y
como la Doctrina Espírita puede ayudar en la comprensión de esos cuadros
enfermizos, muchas veces pruebas difíciles tanto para los pacientes como para
sus familiares.
¿Cómo definir y cuáles son las enfermedades crónicas?
Enfermedades crónicas son las de larga duración y progresión generalmente
lenta. Son la principal causa de mortalidad en el mundo, lo que, en 2008, representó
el 63% de todas las muertes en el mundo, es decir, 36 millones. La Organización
Mundial de la Salud (OMS) define como enfermedades crónicas las enfermedades
cardíacas, el accidente vasculo-cerebral, el cáncer, las enfermedades respiratorias
crónicas y la diabetes. La OMS también incluyo en esa lista aquellas enfermedades
que contribuyen al sufrimiento de los individuos, de las familias y de la
sociedad, tales como los desordenes mentales y neurológicos, las enfermedades
bucales, óseas y articulares, los desordenes genéticos y las patologías
oculares y auditivas. Todas ellas exigen continua atención y esfuerzos de los gobiernos
y las familias.
De acuerdo con la OMS,
¿qué es calidad de vida?
La OMS define como calidad de vida la percepción del individuo
sobre su posición en la vida, en el contexto cultural y de los sistemas de
valores en los cuales vive, en relación a sus objetivos, expectativas, patrones
y preocupaciones. Por lo tanto, a pesar de ser la misma enfermedad, en el mismo
grado de intensidad, la calidad de vida de los individuos puede ser
completamente diferente, de acuerdo con su historia de vida y de sus creencias.
¿Cómo entender la calidad de vida en los casos de enfermedades
crónicas?
Cada vez más informaciones sobre calidad de vida vienen siendo
incluidas tanto como indicadores para la evaluación de la eficacia, eficiencia
e impacto de determinados tratamientos en algunas enfermedades, en cuanto a la comparación
entre procedimientos para el control de los problemas de salud.
Pensar más en calidad de vida y con el desarrollo de nuevas investigaciones
en esa área podrá resultar en cambios en las prácticas asistenciales y en la consolidación
de nuevos paradigmas en el proceso salud-enfermedad, lo que puede ser de gran
importancia para la superación de modelos de atendimiento eminentemente
biológicos, que descuidan importantes aspectos socio-económicos, culturales,
psicológicos y espirituales en las acciones de promoción, prevención, tratamiento
y rehabilitación en salud.
Clínicamente, ¿que despierta o causa la cronicidad de una enfermedad?
La medicina aun no dispone de medios de cura para algunas enfermedades
o sus secuelas, necesitan mantener el tratamiento por largo tiempo, a veces,
para toda la vida.
¿La experiencia física es factor decisivo para el perfeccionamiento
espiritual?
Si, Emmanuel, en El Consolador, nos dice que “La enfermedad incurable trae consigo profundos
beneficios. ¿Qué sería de las criaturas terrestres sin las molestias dolorosas
que le pudren la vanidad? ¿Hasta dónde podrían ir el orgullo y el personalismo
del espíritu humano, sin la constante amenaza de una carne frágil y
atormentada?”.
André Luiz, en Entre la Tierra
y el Cielo, afirma que “La enfermedad larga es una bendición
desconocida entre los hombres, constituye valioso curso preparatorio del alma
para la gran liberación. Sin la molestia dilatada, es muy difícil el éxito
rápido en el trabajo de la muerte”.
¿Cómo hacer un paralelo entre esas enfermedades y el
Espiritismo?
El Espiritismo nos enseña que la enfermedad es un proceso de
ajuste a la Ley de Dios, que infringimos en esta vida o en las pasadas, siendo
un recurso necesario para colocarnos en armonía con la Ley de Dios. “Enfermedad
y dificultad son, algunas veces, las muletas de que carecemos en largos
períodos de reajuste” (Estante de la Vida, por el Espíritu Hermano X, Humberto de Campos).
¿Hay investigaciones apuntando a la espiritualidad como factor
de promoción de mejor calidad de vida en los cuadros crónicos?
Los trabajos sugieren que los pacientes gravemente enfermos muchas
veces se vuelcan hacia prácticas espirituales para ayudarlos a enfrentar esos
eventos, porque la espiritualidad parece ayudar al proceso de ajuste y disminuye
algunos de los efectos psicológicos negativos que muchos experimentan.
Son escasas las investigaciones que estudian directamente los
mecanismos por los cuales la espiritualidad puede llevar a un mejor enfrentamiento,
cicatrización y control de la enfermedad. La oración y la meditación han sido
asociadas con el relajamiento, un acentuado sentido de control y el aumento del
efecto placebo (1, 2). Algunos estudios de laboratorio clínicos, a su vez, ligan
esos estados con una mejoría del funcionamiento de los sistemas fisiológico,
bioquímico e inmune (3, 4, 5). Prácticas espirituales, especialmente aquellas
asociadas con la religión formal, pueden ser asociadas con la reducción de
comportamientos de alto riesgo para la salud (fumar, beber, usar drogas, por ejemplo)
(6, 7) y apoyo social reforzado (8, 9, 10).
Las investigaciones sobre la influencia de la espiritualidad en
la calidad de vida son innumerables, como, por ejemplo:
- En el cáncer: Pacientes con cáncer que relatan fuerte sentido
de espiritualidad aumentan los sentimientos de paz, confort y soporte (11),
menos efectos debilitantes de la fatiga (12), dolor menos intenso (13,14), y
menos ansiedad (15). Brady et al (12) propusieron que la espiritualidad es parte
tan importante en la recuperación de un paciente de cáncer y de salud que deben
ser incorporados como herramientas válidas para medir la calidad de vida.
- En enfermedades cardiovasculares: Investigación observacional demostró
una ligación entre la frecuencia regular a la iglesia y la disminución de la mortalidad
causada por la enfermedad coronaria, en una muestra de 393 pacientes de una
unidad coronaria (16). La frecuencia a la iglesia también ha sido asociada a
una menor presión arterial, que puede ser un mecanismo por el cual la
espiritualidad puede afectar la recuperación de las enfermedades cardíacas (17,
18).
También puede ocurrir que la religión sea un factor negativo para
enfrentar la enfermedad, cuando el individuo tiene una visión de que la enfermedad
es un castigo divino (punición) o un abandono de Dios. En un grupo de cuidados intensivos
con pronóstico de días o semanas, esas creencias fueron positivamente asociadas
a la angustia, confusión, depresión, y negativamente asociada con el bienestar
físico y emocional, calidad de vida, así como pacientes con dolor crónico fueron
asociados al dolor más intenso o más prolongado (19, 20).
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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In: Glaser R, Kiecolt- Glaser J, editors. Handbook of human stress and immunity. San Diego, CA: Academic Press; 1994.
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13) Idler EL. Religion, health, and nonphysical senses
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14) Yates JW, Chalmer BJ, St. James P,
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16) Comstock GW, Partridge KB. Church attendance and health. J Chron Dis 1995; 25:665–72.
17) Jorgenson RJ, Bolling DR, Yoder OC,
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18) Levin JS, Vanderpool HY. Is religión therapeutically significant
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Soc Sci Med 1989; 21:69–78.
19) Judith Hills, Spirituality and Distress in Palliative
Care Consultation, Journal of Palliative Medicine, vol. 8, number
4, 2005
20) Elizabeth Rippentrop, The Relationship between
religion/spirituality and Physical Health, Mental Health, and Pain in Chronic
Pain Population, Pain 116 (2005) 311–321
Traducción al español: Oscar
Cervantes Velásquez
Centro de
Estudios Espíritas Francisco de Asís
Santa Marta –
Colombia
Octubre 20 de 2013
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