Mensaje del Bimestre por Juana de Ángelis
Después de la necesaria separación
de la fe religiosa con la investigación científica de los hechos a partir del
siglo XVII y con el renacimiento del atomismo griego, el materialismo avanzó
con seguridad por los desconocidos caminos de la realidad.
Dejando a un lado las fantasías y
las supersticiones confluentes de la ignorancia ancestral que utilizaban
algunas doctrinas religiosas, estableciendo la época del terror de la fe y
generador de crímenes hediondos, los científicos sinceros y los investigadores
comprometidos con la conciencia libre de dogmatismos y preconceptos penetraron
en los arcanos de la Naturaleza y fueron interpretando las leyes que la
constituyen, rebasando los mitos y estableciendo nuevos paradigmas de seguridad
para el avance cultural y el progreso en general.
Es comprensible que, después de
milenios de esclavitud y servilismo de cualquier naturaleza, cuando se alcanza
la libertad de pensamiento y de acción, ocurra el desequilibrio como consecuencia
de la falta de nuevos conceptos que establezcan lo que es licito en relación a
aquello que no lo es, y el materialismo en su amplio carácter, como era
natural, paso a imponerse mediante los métodos absolutistas que condenaba en
los comportamientos ancestrales.
Filósofos apasionados e
imprudentes, acuciados algunos por
amarguras y conflictos, declararon la muerte de Dios, e investigadores
entusiasmados proclamaron que el alma es una sudoración del cerebro, a
semejanza de la orina, que es una excreción de los riñones…
Sin los soportes del buen sentido y
de la razón armonizada con la emoción, la ética-moral entro en desvarío, y
muchos descalabros morales y sociales pasaron a ser considerados legales, en
nombre de la libertad individual y colectiva de las masas, tales como: la pena
de muerte, el suicidio, la eutanasia, el aborto provocado, el gozo exhaustivo.
El hedonismo sustituyo el profundo
sentido psicológico de la existencia humana y el placer se torno la meta
anhelada, teniendo en cuenta la brevedad de la existencia carnal y el exiguo
tiempo para gozar de todos los favores del placer.
El monstruo de la guerra encontró
soporte para proseguir en la alucinada destrucción de vidas y de culturas y en
los engaños del poder capaz de pisotear a los otros, con el fin de disponer de
más recursos para la ociosidad y la opulencia, sin ningún respeto por la vida
que pasaron a someter en sus tenazas vigorosas.
El consumismo sustituyo el
comportamiento saludable del uso correcto de los recursos; las disputas
individuales, colectivas e internacionales se convirtieron en perversas y
egoístas, demostrando, sin embargo, que todas las conquistas del conocimiento
exterior no lograron hacer más felices a los individuos, ni mas dichosos que
sus antepasados.
Se eliminaron, sin duda,
enfermedades diezmadoras, pero otras surgieron no menos destructoras; se
consiguió expulsar de la Tierra pandemias ultrajantes, mientras otras
aparecieron más crueles, al tiempo que técnicas de diagnostico mediante
tecnologías de avanzada descubrió otros factores de aniquilamiento del cuerpo
con carácter degenerativo, al lado de las profundas perturbaciones nacidas del
vacío existencial, en la pérdida del sentido psicológico, en los tormentos del
sexo y en las fugas a través de las drogas adictivas y por los vicios
devastadores…
El paisaje humano del materialismo
ha sido sombrío, atormentado, y las sonrisas que la enmascaran, en la gran
mayoría, son más monerías y extravagancias que júbilos…
¿Hacia dónde camina la Humanidad?
Sin duda y a pesar de todo ¡hacia Dios!
*
Ante circunstancias negativas
ostensivas, llenas de agresividad y rebelión, Dios existe y vela por el
Universo…
Lenta y con seguridad, científicos
con coraje y valor moral poco común
yerguen sus voces para afirmar que encontraron a Dios en sus retortas, a través
de instrumentos avanzados, ya sea en las lentes ópticas de los telescopios fuera del planeta, como de
los microscopios, de los aparatos de la nanotecnología, de la holografía, de
las ultrasonografías, de los choques de micropartículas, demostrando Su autoría
en relación al Cosmos y a todo cuanto
existe.
Algunos de ellos confirmaron que
existe una Ley Moral en el Universo que se encarga de todo, de manera
consciente y adecuada, estableciendo los paradigmas de la realidad.
Otros se deslumbran al concluir que
existe en el ser humano un DNA de Dios, responsable por la creencia natural que
existe en todas las criaturas.
Otros experimentadores audaces
definen que el rastro de luz, llamado también Boson de Higgs, resultado del choque
de protones que reproduce la gran explosión, es la firma de Dios en la
creación.
*
Resuena en la astrofísica la
afirmación de un gran sabio, que el Universo es un Gran Pensamiento, tiene
vida, se expande, y en su infinita grandiosidad es una Unidad pulsante.
Algunos investigadores optaron por
sustituir el verbo creer, relativo a los diversos cambios que se permiten, por
el saber, y cuando interrogados si creían en Dios, respondieron con simplicidad
y sin explicaciones: ¡Yo sí!
Pero algunos observadores atentos
encontraron en el cerebro humano, gracias a las investigaciones con tecnologías
avanzadas, un punto de luz, que denominaron como punto de Dios y otros
investigan las innumerables expresiones de todo cuanto existe, atribuyéndoles
una causa única, inteligente, que todo elaboro de un solo principio…
En el pasado, desde Lord Bacon,
pasando por los más notables científicos e investigadores que promovieron el
desarrollo e las diversas doctrinas en que hoy se basan algunas tesis
materialistas, sus exponentes eran fervientes creyentes en Dios y lo declaraban
con el valor moral de que estaban constituidos.
Ineluctablemente Dios está de
vuelta a la cultura Moderna.
No solo a través del encuentro con
él en las Leyes Universales, así como en lo íntimo de los sentimientos de
quienes lo necesitan, a fin de ser ecuacionados los tormentos que lo hacen
infeliz, lanzando a sus víctimas a los abismos de la insensatez y del suicidio.
Fundamentado todo en su
contribución liberador de la creencia en Dios, el Espiritismo afirma que Dios
es la inteligencia suprema, causa primera de todas las cosas, en sintética
definición que dieran los Espíritus al Codificador, cuando los interrogo.
Dios, por lo tanto, se encuentra íntimamente
en el ser, aguardando ser descubierto y ampliado, así como en el Universo en
todas sus manifestaciones.
*
Dulcemente Jesús lo llamaba Padre,
en una expresión de infinita dulzura y afabilidad, permitiendo a todos buscarlo
y vivenciarlo a lo largo de su experiencia evolutiva que más lo aproxima a él.
Permearse de su Amor y auscultarlo
en la mente y en el corazón es el deber que a todos cumple vivenciar en este
duro momento de aflicciones y dolores que domina a los individuos y a la
sociedad terrena.
(…) Mientras, ¡Dios ama y aguarda!
Página psicografiada por el médium
Divaldo Pereira Franco, en la mañana del 5 de junio de2013, en la residencia de
Armandine y Dominique, en París, Francia.
Traducción al español: Oscar Cervantes Velásquez
Centro de Estudios Espíritas Francisco de Asís
Santa Marta - Colombia
Octubre 23 de 2013
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