La ciencia
humana aún no sabe cuál es el poder que entorpece la mente durante el sueño, ni
mucho menos, las leyes que lo regulan. Sabe, sin embargo, que existe una
actividad mental, y que a través del sueño el cuerpo rehace sus energías.
Según la
Doctrina Espírita, durante el sueño “la vida del cuerpo cede lugar a la vida
del alma” (LE, 413). El sueño es por eso:
a.
Usado, indistintamente, como recurso para rehacer las energías;
b.
Una forma utilizada por el Espíritu para retornar,
momentáneamente, al plano extra físico, mientras el cuerpo reposa;
c.
La puerta que Dios abrió para el contacto con la esfera
espiritual, o para el recreo después del trabajo, pues mientras el hombre
duerme, su Espíritu despierta;
d.
Una especie de vaso comunicante entre las dos esferas, por medio
de la cual los encarnados están siempre en relación con los desencarnados, y es
eso lo que hace que los Espíritus Superiores consientan, sin demasiada repulsa,
en encarnarse (LE, 400 a
418).
El sueño, según
Spencer y Bozzano (1), marca en el hombre el origen sensorial de la creencia en
la sobrevivencia, cuando el salvaje, se siente libre del cuerpo y en lugares
diversos y, además, cuando a través de los sueños premonitorios, percibe con
anterioridad un acontecimiento futuro.
Según
concepciones antiguas, los sueños, muchas veces fueron considerados como
visiones proféticas y reveladoras del futuro, por los cuales los hombres
entraban en relación con los dioses o demonios. Otras veces, se perdían en
diferentes interpretaciones, ligadas a supersticiones, creencias, astrología,
numerología, etc.
La
simbología de los sueños deviene de la imaginación y de la ignorancia de los
hombres sobre las causas determinantes de los sueños. Aún hoy, existe mucha
gente que es engañada, porque se complacen con estas veleidades, en la búsqueda
de la riqueza fácil, de honras y pasiones, tornándose en juguete en manos de
personas insensatas o espíritus livianos, burlones y obsesores.
Para los
psicoanalistas, todo lo que existe en el mundo mental proviene de la
experiencia de una vida única. Todo permanece en la memoria. Lo que está en el
inconsciente, aflora en los sueños, que es una manifestación instintiva o
mecanismo que trae ese contenido al recuerdo.
Los sueños
son vistos como una válvula de compensación de las frustraciones diarias, y la actividad
onírica siempre es vista como una profilaxis de la mente, o sea, un mecanismo
para limpiar las redes nerviosas del cerebro.
Los
patrones que aparecen en los sueños no son muchos; sin embargo, reflejan preocupaciones
básicas de cada persona, como el nacimiento, la muerte, sexo, posesión, pérdida,
siendo prácticamente imposible interpretarlos de forma padronizada.
Según la
Doctrina Espírita, los sueños son un estado de emancipación del alma, como la catalepsia,
la letargia y el sonambulismo. Son recuerdos de experiencias que el Espíritu
vive, mientras está emancipado del cuerpo (LE, 402). Además, dicen los
Espíritus en este mismo ítem: “Pero notad que no en todos los casos soñáis,
porque no os acordáis siempre de lo que habéis visto o de todo lo que visteis.
El recuerdo no os muestra el alma en todo su desarrollo.
A menudo
sólo recordáis la turbación que acompaña a vuestra partida o reingreso, a lo
que se agrega la memoria de lo que habéis hecho o de lo que os preocupaba en
estado de vigilia”.
Aquí
muestran los espíritus la diferencia entre los sueños reales y las actividades
de la propia imaginación del hombre, ya vistos en el “Curso Básico de Espiritismo”,
1° año, lección 18, página 177.
La lucidez
de los recuerdos de los sueños depende:
a.
Del mayor o menor interés de ese recuerdo para la vida material
del hombre, según la Ley de Dios;
b.
De la mayor o menor evolución del alma;
c.
Del “bloqueo” que la materia ejerce sobre los recuerdos del
alma. Siendo el cuerpo, materia pesada y grosera, “difícilmente conserva las
impresiones recibidas por el espíritu, porque el espíritu no las percibió por
intermedio de los órganos corporales” (LE, 403);
d.
De la mayor o menor atención que el hombre de a sus propios
sueños.
“Los
sueños no son verdaderos como lo entienden lo decidores de la buenaventura”,
sino que son verdaderos en el sentido de presentar imágenes reales para el
Espíritu, pero que a menudo no tienen relación con lo que le sucede en la vida
corporal (LE, 404). “Es un estado de sonambulismo imperfecto” (LE, 425), por cuanto
el alma emancipada recibe, imperfectamente, las impresiones producidas por los
objetos o por causas exteriores.
Dice André
Luiz (2): “Como en la mayoría de los hermanos encarnados, los sueños solo reflejan
las perturbaciones fisiológicas o sentimentales a la que se entregan; Sin
embargo, existe gran número de personas que, con más o menos precisión, están
aptas a desarrollar este intercambio espiritual”.
En ese
intercambio, durante el sueño, el hombre puede tener relaciones con el bien; estudios
educativos, tratamientos espirituales, buenas conversaciones, trabajo
productivo, o puede también, tener relaciones con el mal: obsesiones inferiores,
persecuciones persistentes, vampirismo destructor, tentaciones diversas,
ociosidad. Dice además André Luiz (Los Mensajeros, cap. 38), que son pocos, los
hermanos que saben dormir para el bien”.
Si los
hombres supiesen “dormir para el bien” tendrían muchas oportunidades para
estudiar y trabajar durante el sueño, en la esfera espiritual. Narra también
André Luiz en “Misioneros de la Luz”, cap. 8, el ejemplo de una escuela en el
Plano Espiritual, donde había cerca de 300 alumnos encarnados matriculados, pero
donde sólo asistían en forma constante 32 alumnos.
Informa
que la mayoría de los que faltaban se dejaban llevar por las seducciones
comunes, decurrentes de su naturaleza animal y, aún, el recuerdo del
aprendizaje variaba de alma a alma y de acuerdo con la evolución de cada uno.
Cuando el
hombre duerme, su alma busca la convivencia con espíritus afines, tal como acontece
entre los hombres, de acuerdo con la ley de sintonía. “La criatura consciente,
sea donde sea en el Universo, sólo asimilará las influencias a que se aficione”
(Mecanismos de la Mediúmnidad, cap. 17, André Luiz). De ahí la importancia de
la reforma íntima, como corrección a los vicios y defectos de la personalidad
humana.
Sabiendo
el hombre que durante la vida en la Tierra pasa un tercio de ella durmiendo,
debe esforzarse en dormir para el bien, aprovechándose por lo tanto de las
lecciones doctrinarias para hacer un aprendizaje integral, aumentando sus
posibilidades espirituales a través de ese intercambio durante el sueño.
BIBLIOGRAFÍA
LE
LAS
INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS – Sigmund Freíd
EN EL
MUNDO MAYOR – André Luiz
EVOLUCIÓN
EN DOS MUNODS - André Luiz
(1) EL
ESPÍRITU Y EL TIEMPO – Herculano Pires
(2) LOS
MENSAJEROS - André Luiz
MISIONEROS
DE LA LUZ - André Luiz
MECANISMOS
DE LA MEDIUMNIDAD - André Luiz
Imagen tomada de la página Web Diviernet.Com!
Imagen tomada de la página Web Diviernet.Com!
Tomado del libro: Curso de Mediúmnidad
Traducción: Oscar Cervantes Velásquez
Centro de Estudios Espíritas Francisco de Asís
Santa Marta - Colombia
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