lunes, 11 de junio de 2007

EL FENÓMENO DE LA MUERTE DESDE DIFERENTES CULTURAS

Por: Oscar Cervantes Velásquez
Centro de Estudios Espíritas Francisco de Asís
Santa Marta - Colombia


El fenómeno biológico de la muerte, desde la aparición del hombre en la Tierra, ha sido observada en algunas culturas como la continuidad de la vida, relacionándolas con las creencias religiosas acerca de la naturaleza de la muerte y la existencia de una vida después de ella y, en algunas otras, como la negación absoluta de la misma, especialmente en la cultura occidental, donde las religiones han influido notoriamente sobre sus adeptos creándoles un cielo o un infierno donde estarán irremediablemente destinados hasta el fin de los tiempos.

Todo el ritual que acompaña a la desencarnación del ser implican importantes funciones psicológicas, sociológicas y simbólicas para los miembros de una colectividad y tiene que ver, no sólo con la preparación y despedida del cadáver, sino también con la completa satisfacción de los familiares y la permanencia del espíritu del fallecido entre ellos.

En todos los pueblos primitivos se han encontrado vestigios de la creencia en la inmortalidad del alma, sin que esos grupos étnicos 
mantuvieran jamás, cualquier contacto entre ellos. Habitando distintos puntos del planeta y desarrollando su propia cultura, en ellos se presentan los mismos cultos, basadas en la certeza de un principio creador, justo y sabio, que recibe, para juzgar, a aquellos que retornan de la Tierra después de la muerte física.

La mitología de cada país es un inmenso océano de hechos espirituales, en el cual desembocan infinidad de ríos del conocimiento que terminan por confundirse, en relación a la continuación de la vida después del desgaste carnal.

Los primeros entierros de que se tienen evidencias son de grupos de Homo sapiens. Además, se conoce de restos arqueológicos que indican que ya el hombre de Neandertal pintaba a sus muertos con ocre rojo. Otras prácticas como lavar el cuerpo, vestirlo con ropas especiales y adornarlo con objetos religiosos o amuletos son muy comunes en muchos pueblos. A veces, al fallecido se le atan los pies, tal vez con la intención de impedir que el espíritu salga del cuerpo. Otro tipo de tratamiento realizado con mayor meticulosidad, es el del embalsamamiento, que nació, casi con seguridad, en el antiguo Egipto. Los egipcios creían que el cuerpo tenía que estar intacto para que el alma pudiera pasar a la siguiente vida, y para conservarlo desarrollaron el proceso de la momificación. 

Para cultura como los Sumerios, el difunto entraba en el Kur, el “Gran Abajo”,  allí presentaba ofrendas a los dioses con los que se quería conciliar. Luego, era acogido por otros muertos con los que viviría en el “País sin Retorno”.

En el caso de los Egipcios, el alma del difunto accedía al reino de Am-Duat, donde se beneficiaba de los favores de Osiris, dios de la inmortalidad. Pero antes de vivir en paz para toda la eternidad, el alma tenía que sufrir varias pruebas reveladas en el Libro de los Muertos, llamado así por los arqueólogos que encontraron el manuscrito, pero que sería más correcto traducir como Libro de la Salida a la Luz del Día. En el antiguo Egipto, la muerte no era considerada como un final en sí mismo, sino como un nacimiento.

En la cultura egipcia, los funerales de los gobernantes representaban un evento religioso para la población, y las pirámides eran un símbolo y prueba de la autoridad real, pues los faraones encarnaban la autoridad espiritual y temporal y su muerte ponía en peligro todos estos elementos.

En la India, la creencia en la reencarnación se basa en un sistema complejo que permite saber si el alma del difunto volverá o no a la Tierra. Según el Hinduismo, existen 16 puertas divididas en tres grupos por las que el alma puede salir. Según el grupo de puertas por las que se escapa, podrá acceder el difunto a un reino superior, tal vez renacerá, o bien, finalmente se transfigurará y entrará definitivamente en un ciclo de renacimientos. Además, llegado al lugar previsto para la ceremonia funeraria, el cortejo se paseaba alrededor del féretro y antiguamente, en algunos grupos, la viuda realizaba el suttee, es decir, se autoincineraba en la pira funeraria del marido. Finalmente las cenizas se depositaban en un río considerado sagrado.

En Grecia, Egipto y la China, los esclavos, muchas veces eran enterrados con sus amos, ya que se creía que en la otra vida el muerto iba a seguir necesitando sus servicios.

En Tailandia, después de la cremación del monarca, el nuevo rey y los miembros de la familia real tradicionalmente buscaban entre las cenizas fragmentos de huesos. Estas reliquias se convertirían en objetos de culto que, de forma indirecta, significaban la continuidad de la presencia y autoridad del monarca fallecido.

Pueblos griegos y latinos representaban a la muerte como una figura triste, con una antorcha apagada. En el cristianismo, se simboliza con un esqueleto armado de una guadaña.

Según el antropólogo B. Malinowski, los nativos de las islas Trobriand, cuando celebran su fiesta anual de la Milamala, tienen especial cuidado de no exponer al aire ningún tipo de punta, extremo de lanza u objetos punzantes, ya que estos podrían dañar a los espíritus de sus difuntos, que en tal fecha acuden en masa a sus poblados para celebrar con ellos tan importante efemérides.

En la sociedad occidental moderna se realiza este proceso para evitar que los familiares tengan que enfrentarse con el proceso de putrefacción de los restos. El ritual funerario varia acorde con las costumbres de cada pueblo y en todas las sociedades se prepara el cadáver antes de colocarlo en el féretro, y su despedida está en función de las creencias religiosas, el clima, la geografía y el rango social. La cremación se práctica en algunas culturas con la intención de liberar el espíritu del muerto. La exposición al aire libre es común en las regiones árticas y entre los parsis (seguidores de la antigua religión persa, el zoroastrismo), donde también tiene un significado religioso. Practicas menos comunes son arrojar el cadáver al agua después de un traslado en barco y el canibalismo.

En el caso de las sociedades precolombinas de América, la muerte era un acontecimiento muy ritualizado, lo que obligaba a ceremonias de todo tipo, acompañadas de ofrendas, alimentos y objetos de acompañamiento y regalos de mucha utilidad durante el largo viaje que se iniciaba tras la muerte.

Entre los Mayas se diferenciaba el enterramiento según la clase y categoría del muerte. La gente ordinaria se enterraba bajo el piso de la casa, pero los nobles solían ser incinerados y sobre sus tumbas se erigían templos funerarios.

Los Aztecas, que creían en la existencia de paraísos e infiernos, preparaban a los difuntos para un largo camino lleno de obstáculos. Tenían que pelear para poder llegar al final y ofrecer obsequios y regalos al señor de los muertos, que decidía su destino final.

Entre los indígenas americanos se creía que el alma de los difuntos viajaba a otra parte del universo, donde disfrutaba de una vida placentera mientras que desarrollaba las actividades cotidianas. El alma de los desdichados o perversos, vagaba por los alrededores de sus antiguas viviendas, provocando desgracias.

Es de destacar, que la Iglesia Católica instituyó el 2 de noviembre como el Día de los Difuntos, cuyo objetivo es interceder ante Dios con oraciones, sacrificios y limosnas por las almas del purgatorio para que abandonen esta morada y vayan al cielo. Fue declarado por primera vez en los monasterios Cluniacenses en el año 998.

En culturas como la mejicana, se cree que las almas de los muertos vienen a visitar a sus amigos y familiares, por ello acuden a los cementerios para arreglar las tumbas y colocar flores, velas y alimentos. Para ellos, no es un día de duelo, sino de celebración, con desfiles mercadillos y conciertos.

A través de la antropología se ha logrado determinar que existen cuatro elementos simbólicos principales en las prácticas funerarias. El primer simbolismo es el color negro, el cual es asociado con la muerte en algunas culturas y en la actualidad esta ampliamente difundido. El segundo elemento es el pelo de los familiares, que puede estar rapado o, por el contrario, largo y desordenado en señal de tristeza. El tercer elemento son las actividades ruidosas con golpes de tambor o cualquier otro instrumento y el cuarto elemento, es la utilización de algunas prácticas mundanas en la procesión con el cadáver.

En las sociedades occidentales modernas, los rituales funerarios engloban velatorios, procesiones, tañido de campanas, celebración de un rito religioso y la lectura de un panegírico. El deseo de mantener viva la memoria del difunto ha dado lugar a muchos tipos de actos, como la conservación de una parte del cuerpo como reliquia, la construcción de mausoleos, la lectura de elegías y la inscripción de un epitafio en la tumba. Uno de los más intrigantes problemas humanos ha sido la interpretación del hombre sobre la vida después del fenómeno de la muerte, saber si la vida se acaba cuando sufre la transformación material ha constituido un gran desafío para la inteligencia.

La documentación es preciosa y muy amplia, y es periódicamente reexaminada y aumentada con nuevos hechos y datos que la enriquecen cada vez más. Si la vida fuera destruida con la muerte, ella no tendría sentido en sí misma, ni finalidad, en razón de su fragilidad y brevedad.

Para los materialistas, la muerte es el fin de todo, pues la vida se reduce a nacer y morir: no creen que algo sobreviva después de la muerte, ni en el alma o espíritu, no creen en Dios, y por consecuencia creen que extinguida la vida material todo se acaba. Los materialistas son tan orgullosos que no admiten la posibilidad que exista alguien superior a ellos, e ahí la causa de no creer en Dios.

Los espiritualistas creen que existe un alma o espíritu que sobrevive después de la muerte física, pero su destino está definido por su conducta en una única existencia. Para ella sólo hay dos posibilidades: el cielo eterno para quienes hicieron el bien o el infierno eterno, para quienes hicieron el mal.

No creen que los muertos puedan comunicarse con los vivos, porque Moisés lo prohibió (Deuteronomio 18:10 - 12 y Levítico 19:31 y 20:27). Ahora, si Moisés lo prohibió es porque era posible comunicarse con ellos, pues nadie prohíbe algo imposible. Y, si los muertos van al cielo o al infierno de acuerdo a su comportamiento en la vida, ¿porqué entonces, vamos al cementerio a recordarlos y orar por ellos? Se supone que ellos no nos oyen más, o no podemos interceder por ellos, puesto que su suerte está irremediablemente definida. Jesús, nos mostró que podía ser posible el intercambio entre vivos y muertos, conversando con Elías y Moisés en el Monte Tabor.

La demostración mediúmnica de la inmortalidad del alma, proporciona valor al hombre, cuyos horizontes se hacen más amplios y lejanos, asignándole posibilidades infinitas y realizaciones sin término.

Desde entonces, los valores éticos se agigantan y el amor adquiere una dimensión ilimitada, uniendo a todos los seres bajo el árbol de la fraternidad que impulsa a la búsqueda de la felicidad por medio del trabajo y de la lucha que subliman.

Vemos a madres de criminales que lloran por sus hijos que están presos, pidiendo a Dios su regeneración. Jesús, el amigo excelso, nos enseñó que debemos perdonar siempre, ¿porqué Dios, que es más perfecto y bueno que nosotros, no nos perdonaría nuestros errores? Dios nos perdona siempre. Si caminamos en el error, con certeza iremos a zonas de sufrimiento, pero saldremos de allí, arrepintiéndonos y reparando el mal que realizamos. Si nos vamos para el “infierno” o los “umbrales de la vida”, no es porque Dios nos castigó, sino porque transgredimos las Leyes de Dios, y esta ley, como todas las otras, da una reacción a cada acción que practicamos.

Para la cultura Espírita, la muerte no existe, pues somos espíritus inmortales y solo cambiamos de plano cuando dejamos la vida física, ya que retornamos a nuestra patria espiritual. Para nosotros no existe ni el cielo, ni el infierno, solo estados de conciencia. Es decir, quienes son buenos, tienen la conciencia tranquila y viven en paz; pero para aquellos que persisten en el camino del error y del mal, sufrirán penas morales por los actos practicados y solo saldrán de ese estado, cuando se arrepientan y reparen el mal que hicieron.

La Tierra ya no es el punto final, la estancia única para el ser, sino que es una escuela para el aprendizaje y para la adquisición de la experiencia, lo cual, junto trabaja a favor del perfeccionamiento del espíritu.

El dolor deja de ser un castigo de la vida para transformarse en inevitable efecto de la opción personal de cada cual, que escoge tal o cual camino, de paz o de violencia, de esfuerzo o pereza para crecer y progresar.

Por eso, el día de los muertos, recordémonos siempre de nuestros familiares y amigos desencarnados, con alegría. Y no nos olvidemos de prepararnos para nuestra partida de este mundo, mejorando nuestra conducta moral ante nuestro prójimo y procurando no apegarnos mucho a los bienes terrenales, para que cuando regresemos al mundo espiritual podamos llegar con nuestra conciencia tranquila.

La mentora espiritual Juana de Angelis, en su libro “Autodescubrimiento”, nos enseña que “el dolor ante la muerte de un ser querido, es consecuencia entre otros factores, de atavismos psicológicos, filosóficos y religiosos, que no educaron al individuo a considerar natural, como lo es, al acontecimiento que forma parte del proceso orgánico para el cual la vida se expresa”.

“La propia conceptuación de la muerte como fin, es frágil e insostenible, porque nada se extermina y los muertos no han interrumpido el flujo existencial. Se transfieren de onda vibratoria, se dislocan temporariamente, pero no se aniquilan. Continúan viviendo, se comunican con aquellos que quedaron en la Tierra , establecen nuevos lazos de intercambio, aguardan a los afectos y los reciben, a su vez, cuando desencarnan”.

“Es justo que se sufra el dolor de la separación, que se llore la ausencia, que se interrogue en silencio cómo se encontrará en la nueva situación el ser amado. No obstante, la desesperación no se justifica, por no ecuacionar ni llenar el vacío que queda”.

“Manifestar el dolor mediante los recuerdos felices, señalados por el rocío de las lágrimas, revivir episodios marcantes con ternura, repartir los haberes con los necesitados en su memoria, envolverlos en oraciones y crecer íntimamente, son recursos valiosos para la liberación de las amarguras consecuentes de la muerte”.

Con la Doctrina Espírita existe “la esperanza del reencuentro, de la comunicación y gracias al afecto preservado, se ilumina, se suaviza y mantiene sólo las señales de la gratitud por haber disfrutado de esa presencia querida”.

lunes, 4 de junio de 2007

AMELIE GABRIELLE BOUDET: LA AMIGA, LA SOCIA, LA ESPOSA.



Ponencia presentada en el X Congreso Espiritista Colombiano, realizado en Santafé de Bogotá, el 8, 9 y 10 de abril de 2004 por Oscar Cervantes Velásquez


Cuando hablamos de Espiritismo inmediatamente se nos viene a la mente la figura del maestro lionés Allan Kardec, a no dudarlo representante en la Tierra, por antonomasia, de la Doctrina que los Espíritus en cabeza del Maestro Jesús, hicieron llegar a los hombres como su Consolador Prometido. Pero es muy poco lo que se ha escrito para reconocer el apoyo irrestricto que le brindo su esposa Amelia Gabriela Boudet, cuando decide tomar las riendas de la naciente doctrina y acompañarlo en todo momento, aún en las dificultades, para que así pudiera cumplir fielmente el mandato divino al cual se sometió al regresar a la Tierra. Por medio de este trabajo queremos resaltar su labor, apoyo y sobretodo, su decidida colaboración en la ardua tarea de su esposo, pues ella se tornó en su secretaria, secundándolo en los nuevos trabajos que le ocupaban todo el tiempo, estimulándolo e incentivándolo en el cumplimiento de su misión. He aquí pues, lo que hemos llamado “Cronología de una Relación”.

1795 - Nació en Thiais, comuna del departamento parisiense de Val-de Marme (parte SE del antiguo departamento del Sena) a los 2 del frimario del año IV, según el calendario republicano francés entonces vigente en Francia y que corresponde al 23 de noviembre de 1795. Hija única de Julien-LouisBoudet, propietario y antiguo notario, hombre por tanto de bien y de Julie-Louise Seigneat de Lacombe, recibió en la pila bautismal el nombre de Amelie Gabriele Boudet. Demostró desde muy temprana edad gran vivacidad y fuerte interés por el estudio, dándole muchas alegrías a sus padres, que, a la par de una fina educación moral, le proporcionaron muchos dotes intelectuales. Después de cursar la escuela primaria, se estableció con su familia en París, ingresando a una escuela normal donde se diplomó como profesora de 1ª clase. Era de baja estatura, ojos pardos y serenos, gentil, graciosa y vivaz en los gestos y las palabras, aliaba a todos estos predicados una sonrisa tierna y bondadosa. Fue una valerosa mujer, que enfrentó al lado de su esposo y sin miedo las tempestades de la crítica, de las campañas difamatorias y de las calumnias, con el coraje inaudito de los fuertes.

Gaby, como Kardec la llamaba en su intimidad, era una mujer delicada pero extremadamente fuerte. Profesora de artes y excelente miniaturista, poseía una buena cultura general y fue el apoyo para Kardec en las grandes luchas enfrentadas contra el poder de las ciencias y del clero católico y protestante. Acompañaba a su esposo en sus viajes para visitar los grupos Espíritas que se formaban en las ciudades de Francia y del extranjero. Tanto así que, León Denis, aún muy joven, guardó en su memoria un cuadro bucólico de la visita de Kardec y Gaby en Tours, el cariñoso gesto de Allan Kardec subiendo en una silla para cortar un racimo de uva y ofrecérselo gentilmente a su esposa. Pero el valor y denuedo de esta mujer se mostró por entero después de la desencarnación de Allan Kardec, cuando fundó la Sociedad para la Preservación y Continuidad de las Obras de Kardec. Gracias a esto, la Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas y la Revista Espírita continuaron existiendo.

1825 – Publicación por parte de Amelia Gabriela Boudet de la obra Cuentos Primaverales.

1826 – Publica la obra Nociones de Dibujo.

1826 – Fundación del Instituto Rivail, establecimiento técnico en el cual se enseña física, química, conocimientos generales de anatomía y fisiología y otras materias. El instituto se inauguró gracias al apoyo económico de un tío y el apoyo magisterial de una distinguida señorita de nombre Amelia Gabriela Boudet, Demás está en decir que esta colaboradora de Rivail prestó un eficiente servicio en la buena marcha del Instituto y habiéndose formado una honda compenetración y comprensión anímica entre ella y el fundador del Instituto, posteriormente sería su esposa.

1828 – Publica la obra Lo Esencial en Bellas Artes.

1832 – Se casa con León Hipolito Denizard Rivail (Allan Kardec), a quien desde la fundación del Instituto Rivail le venía colaborando en el desenvolvimiento de dicho instituto. La señorita Boudet se caracterizaba por ser una gentil pedagoga, egresada de la Escuela Normal de París como profesora de 1ª Clase y llegó a ser profesora de Letras y Bellas Artes. El acta matrimonial se firmó el día 6 de febrero de 1832. Así, de esta manera providencial, la señorita Boudet, vino a ser para el joven pedagogo Rivail un acicate, un estímulo y una compañía excepcional en las labores que les eran comunes.

1834 – A pesar de todas las previsiones, el Instituto merced a causas financieras, estaba destinado a desaparecer, pues las rentas provenientes de un tío adinerado fallaron, por haberse entregado éste al juego en lujosos lugares de diversión, como Aix-La Chapelle o Aquisgran (Alemanía) y Spa (Bélgica). La pérdida arrastró los ahorros de Rivail y los aportes monetarios de su esposa. Salvaron sólo 45.000 francos para cada socio y por consejo de su esposa, se confió ese dinero a un comerciante, amigo íntimo de la familia, quien para mala suerte de todos, al poco tiempo entró en quiebra.

1835 a 1840 – Sobrepuestos al duro revés económico, mientras durante el día Allan Kardec se dedicaba a atender la contabilidad de casas comerciales, su esposa colaboraba de alguna forma en la preparación de los cursos gratuitos que habían organizado en su residencia y que funcionaron durante este tiempo.

1843 a 1848 – Colaboró en los cursos públicos de matemáticas y astronomía que bi-semanalmente su esposo dictó y a los cuales no sólo asistían alumnos, sino también profesores.

1850 – Kardec fundó y dirigió el Liceo Polimático, el cual funcionó hasta este año y como es de suponer no faltó el auxilio eficiente y constante de su dedicada consorte.

1858 - Lanzado “El Libro de los Espíritus”, meses después, el 1o. de enero de 1858, con el apoyo solamente de su esposa, salió a la luz el primer número de la “Revista Espirita”, periódico que alcanzó más de un siglo de existencia, beneficiando en gran medida al Espiritismo. Además, con una vasta correspondencia epistolar, proveniente de Francia y de otros países, si no fuese por la ayuda de su esposa, sin duda no habría tenido tiempo Allan Kardec para dedicarse a la preparación de los libros de la Codificación y de su revista.

1865 – Allan Kardec no se olvido de todo lo que hizo su esposa por él y lo registró en la Revista Espírita de 1865 (página 164); al hablar de sus sacrificios en pro del Espiritismo dijo: “mi mujer adhirió completamente a mis intentos y me secundó en mi laboriosa tarea, como hace aún, a través de un trabajo muy por encima de sus fuerzas, sacrificando, sin pesar, los placeres y las distracciones del mundo a los cuales por su posición familiar estaba habituada”.

1869 – A finales de marzo, el Codificador se quejaba de su salud. En los últimos días de este mes, él sintió más pronunciadamente dolores en la región precordial. Como la gran ilusión del Maestro era la inauguración de la Librería, él, todo compungido le dijo a su esposa:

- Gaby, yo no me siento bien, tengo mucho dolor en el pecho, mas la inauguración de la Librería está prevista para el día 1° de abril. Faltan cinco días para arreglar una inauguración que esté en consonancia con la importancia del acto, en lo que sea posible... Y yo no me siento bien, más el 1° de abril yo tengo que inaugurar la Librería...

Ella entonces le contestó:

- Si usted está con ese dolor tan fuerte, podemos dejar esa inauguración para la otra semana, de aquí a unos quince días.

- Nosotros tendremos en esa inauguración, -dijo él ya reconocido Misionero-, más de cincuenta compañeros que vienen del interior de Francia y de Bélgica. Sintiendo dolor o sin él, yo no los puedo abandonar, yo tengo que ir...

- Más yo, como su esposa, no pienso que eso deba ser así.

- Del mismo modo, yo no puedo dejar de tomar en cuenta el dinero que los hermanos gastarán para venir aquí.

- A pesar de eso, yo aconsejaría a usted aplazar la fecha de la inauguración.

- Usted me aconseja aplazar la inauguración, más, si yo estuviera peor en el día 1° de abril o que incluso hubiera desencarnado, ¿qué es lo que usted haría por mi si estuviera incapacitado para ir hasta el local de la Librería, ya que la inauguración está prevista para las 10 de la mañana...? No podemos hacer que los otros esperen, esto es también caridad...

- Ya que su decisión es tan firme, en el caso del acto inaugural y dado el caso que usted empeore...

- ¿Y en el caso de que yo empeore?

- De igual manera, si usted empeora o desencarna, yo iré en su lugar...

El día 31 de marzo, el Maestro desencarnó a consecuencia de un aneurisma. Fue una muerte repentina. Los amigos comenzaron a visitar la casa tan pronto se conoció la noticia... Entonces alguien aventuró la hipótesis:

- ¿Quiere decir, entonces, que debemos aplazar la inauguración?

- No, mi esposo y yo conversamos sobre esto. Él está en la urna. Mañana es el primer día del velorio, pero a las diez de la mañana yo estaré allá cumpliendo lo que a él le prometí en vida. En nombre de la Doctrina que es el Espiritismo yo lo sustituiré...

En la mañana siguiente, día 1° de abril, a las ocho de la mañana, doña Gaby despidióse de su esposo y habló con él diciéndole que iría a cumplir su tarea. Pidió le disculpase por ausentarse de la casa y se fue para el local... Demoró unas dos horas y después de entrevistas y conferencias, regresó al lado del cuerpo de su marido.

Doña Gaby era nueve años mayor que su marido que acababa de morir de sesenta y cinco. Ella también estaba enferma, muy delgada, tenía padecimientos de jaqueca y fue a cumplir con el acto inaugural... Ella demostró así que es posible, incluso delante de la muerte, cumplir con el deber de caridad...

El señor E. Muller, durante su funeral habló en nombre de la viuda y de sus amigos:

- “Hablo en nombre de su viuda, -dijo-, de aquella que fue su compañera fiel y feliz durante treinta y siete años de una dicha sin nubes y sin mixturas, de aquella que compartió sus creencias y sus trabajos como de sus vicisitudes y alegrías, de aquella que sólo se enorgullece de la pureza de las costumbres, de la honestidad absoluta y del desinterés sublime de su esposo. Él es quien nos da a todos el ejemplo del valor, de la tolerancia, del perdón de las injurias y del deber cumplido escrupulosamente”.

Casi inmediatamente después de la muerte de Kardec se llevó a cabo en el seno de la Sociedad Espírita de París, la constitución de la nueva directiva para el periodo 1869 – 1870 y la cual quedó integrada por el señor Malet como Presidente y, el resto, por los señores Levant, Canaguier, Ravan, Desliñes, Delanne y Tailleur.

En la misma oportunidad y con ocasión de la toma de posesión de la nueva directiva, la viuda, ejemplo de serenidad y resignación cristiana, única propietaria legal y, por lo tanto, en su condición de heredera universal, decidió por devoción a la Doctrina y atendiendo a las posibilidades y según las necesidades del momento, donar anualmente a la Caja General del Espiritismo el excedente de las ganancias provenientes de la venta de las obras Espíritas y de las suscripciones de la Revista e igualmente, de las operaciones de la Librería Espírita.

Estableció ella como condición expresa, que nadie a título de la Comisión Central o de todo carácter, tenga el derecho de inmiscuirse en este negocio comercial y que los recibimientos, sean los que fueren, sean aceptados sin observación alguna, dado que ella pretende administrar todo personalmente y, en consecuencia, se ocupará de determinar la reimpresión de las obras, las publicaciones nuevas, regular a su criterio los emolumentos a sus empleados, realizar los alquileres o gastos futuros que se presenten y, en una palabra, atender a todos los gastos generales; en segundo lugar, dispone que la Revista esté abierta a la publicación de los artículos que la Comisión Central juzgue útiles a la causa del Espiritismo, pero con la condición expresa de ser previamente sancionados por la propietaria y la Comisión de Redacción de la Revista y los mismo sería con todas las publicaciones, cualesquiera que fuesen; y, en tercer lugar, la Caja General del Espiritismo era confiada a un Tesorero, encargado de la gerencia de los fondos bajo la supervisión de la Comisión Central. Hasta que sea el caso de usarlos, esos fondos serán empleados en la adquisición de propiedades inmobiliarias para enfrentar todas las eventualidades. Anualmente, el Tesorero hará una detallada presentación de cuentas de la situación de la Caja, la cual será publicada en la Revista.

En la sesión del día 6 de abril, la Sociedad Espírita de París fue informada de la resolución tomada por la viuda el Maestro y ella fue objeto de felicitaciones unánimes y se consideró como un ejemplo de desinterés y de fidelidad a la Doctrina en la cual todos estaban empeñados.

Al no dejar herederos directos, pues no tuvieron hijos, Allan Kardec por testamento le dejó como su legataria universal la “Sociedad para la Continuación de las Obras de Allan Kardec”. Sin embargo, una parienta suya, ya entrada en edad y los hijos de esta, intentaron anular esas disposiciones testamentarias, alegando que ella no estaba en su sano juicio, pero no consiguieron nada, pues las pruebas en contra fueron contundentes.

1875 – Aparición en la Revista Espírita de una fotografía de la viuda de Kardec con el Espíritu de su marido al lado, quien sostiene en sus manos un mensaje. Este ha podido ser leído por parte de los autores Zéus Wantuill y Francisco Thiesen, quienes con el auxilio de poderosos lentes, mucha paciencia y repetidas tentativas, lograron hacer su lectura. He aquí el contenido de dicho mensaje: “Querida esposa: Proteged a nuestro médium Buguet. Falsos espiritistas lo molestan en este momento. El sólo es verdadero y especialmente hará que se desenvuelva nuestra Doctrina. Leymaire debe ayudarlo. Estoy con todos vosotros. Valor y adiós. 14 de noviembre de 1874. Allan Kardec”.

Poco tiempo después, el 16 de junio de 1875, se incoaría una acusación por parte del Ministerio Público contra Edouard Buguet, médium, el fotógrafo Firman y el señor P. G. Leymarte, responsable de la Revista, por el hecho de haber sido inculpado de la realización de fraudes con las referidas fotografías.

La viuda de Allan Kardec tuvo que presentar testimonio como testigo en la causa. Allí fue tratada con todo desprecio sin que la honorabilidad que dan los años fuese respetada. El interrogatorio a que fue sometida fue de la más baja estofa. El juez Mollet preguntó:

- “¿En que época el señor Rivaill adoptó el nombre de Allan Kardec?

- Por los años cincuenta.

- ¿Dónde buscó ese nombre? ¿En un manual de brujería?

- No se que es lo que el señor pretende decir.

- Nosotros conocemos los orígenes de los libros de su marido. El se valió sobre todo de un manual de brujería de 1522, de uno intitulado “Alberti”... y de otros.

- Todos los libros de mi marido fueron escritos por él con la ayuda de los médiums y evocaciones. No conozco ninguno de los libros a que el señor se refiere.

- Nosotros los conocemos. El nombre de Allan Kardec que su marido adoptó es el nombre de una gran floresta de Bretaña. La señora erigió a su esposo un túmulo en el Peré-Lachaise y en el colocó el nombre de Allan Kardec, ¿está convencida de que él fue tal?

- Yo creo que no debe mofarse de eso. No es agradable ver reír de tales cosas.

- Nosotros no estimamos a las personas que se apropian de nombres que no le pertenecen, escritores que pillan de obras antiguas, que se burlan del espíritu público.

- Todos los literatos usan pseudónimos. Mi marido nada robó.

- Fue un compilador, no un literato. Un hombre que hizo magia negra o blanca... ¡Quédese sentada!”.

Este interrogatorio tan soez y tan bajo dio lugar a que la honorable viuda escribiera un protesto con el propósito de ser incluido en las actas del proceso sobre el injusto y desconsiderado interrogatorio a que fue sometida. “Declaro que el señor Presidente de la Séptima Cámara Correccional, -dice el documento-, no me dejó libre para bien desenvolver mi pensamiento, pues en mi interrogatorio introdujo reflexiones extrañas al debate y quiso ridiculizar al señor Rivail, conocido como Allan Kardec, haciendo de él un simple compilador y negando su título de escritor. Protesto enérgicamente contra esta manera de interrogar y solicito ser oída nuevamente, porque es costumbre en Francia respetar a las señoras sobre todo cuando tienen cabellos blancos. No debía interrumpirme y mandarme a sentar, después de haberse divertido con lo que considero inatacable, o sea, el derecho de hacer construir un túmulo para mi compañero de todas las pruebas de la vida, para el esposo entrañable y honrado por hombres del más alto valor”.

1883 – Desencarna, a las 5 de la mañana del 21 de enero, dulcemente, con una rara lucidez y con aquella graciosa y amable sonrisa que siempre brillo en sus labios, desatándose de los lazos que la unían a la materia. Contaba con 87 años de edad y cuentan quienes la conocieron que aún leía sin necesitar de lentes y escribía correctamente y con letra firme. Conforme su voluntad, el entierro fue simple y espiritualmente realizado, saliendo el féretro de su residencia ubicada en la Avenida Segur, No. 39 hacia la Pere-Lachaise, a 12 kilómetros de allí.

Una gran multitud de personas, comparecieron el 23 de enero a las exequias junto al Dolmen de Kardec, en el cual los despojos de la extinta fueron inhumados y donde todos los años, hasta su desencarnación, ella comparecía a las solemnidades del 31 de marzo, fecha en la que falleció su esposo.

Durante el sepelio tomaron la palabra los señores P.G. Leymarie, en nombre de todos los Espíritas y de la “Sociedad para la Continuación de las Obras Espíritas de Allan Kardec”, Charles Fauvety, ilustre escritor y presidente de la “Sociedad Científica de Estudios Psicológicos”, así como representantes de otras instituciones y amigos, como Gabriel Delanne, Cot, Carrier, J. Camille Chaigneau, poeta e escritor, Lecoq, Georges Cochet, Louis Vignon, quien dedicó delicados versos a la querida extinta, el Dr. Josset y la distinguida escritora, la Sra. Sofia Rosen-Dufaure, todos haciendo sobresalir los méritos de aquella digna sucesora de Kardec. Para finalizar, con una oración hecha por el Sr. Warroquier, los presentes se dispersaron en silencio.

La nota más hermosa de aquel homenaje póstumo fue dado por el Sr. Lecoq. Leyó él, para alegría de todos, una bella comunicación mediumnica de Antonio de Pádua, recibida el 22 de enero, en la cual ese iluminado Espíritu describía la brillante recepción con que elevados Amigos del Espacio, juntamente con Allan Kardec, acogieron a aquel ser bienaventurado.

En su improvisación, el Sr. P.G. Leymarie recordó, en forma muy breve, apartes de la vida de la finada, de su nobleza de alma, afirmando, entre otras cosas, que la publicación tanto de "El Libro de los Espíritus", como de la "Revista Espirita", se debió en gran parte a la firmeza de ánimo, y a la insistencia, y perseverancia de Madame Amelia Gabriela Boudet.

El 26 de enero de 1883, el médium parisiense Sr. E. Cordurié recibía espontáneamente un mensaje del Espíritu de Madame Amelia Gabriela Boudet, y después otro, de la autoría de su esposo. Sinceras en la forma, bellas en los conceptos, tenían aún un soplo de inmortalidad y comprobaban que la vida continúa....

Sin duda, los Espíritas le debemos mucho a Amelia Gabriela Boudet y estamos de acuerdo con lo que acertadamente escribió Samuel Smiles: “Los supremos actos de la mujer, generalmente permanecen ignorados; no salen a luz de la admiración del mundo, porque son hechos en la vida privada, lejos de los ojos del público, por el único amor al bien".

El nombre de Madame Amelia Gabriela Boudet se proyecta así, con mucha justicia, entre las innumerables mujeres que la historia a registrado como dedicadas y fieles colaboradoras de sus esposos, sin las cuales tal vez ellos no llevasen a buen término sus misiones. Tales fueron, por ejemplo, las valerosas esposas de Lavoisier, de Buckland, de Flaxman, de Huber, de Sir William Hamilton, de Stuart Mill, de Faraday, de Tom Hood, de Sir Napier, de Pestalozzi, de Lutero, y de tantos otros hombres de genio. A todas estas Grandes Mujeres, además de aquellas olvidadas por la Historia, la Humanidad tiene una deuda eterna!

BIBLIOGRAFÍA
  1. "Allan Kardec o la Dimensión Moral de un Hombre y su Doctrina". Daniel Guerra Iñiguez. Caracas 1993.
  2. Madame Rivail. Revista Correo Fraterno. Abril de 2002. Página 9.
  3. Amelia Boudet, una gran mujer. Amilcar Del Chiaro Filho. Página Web Portal do Espirito.
  4. Amelia Gabriele Boudet. Biografías. Portal de Espirito.
  5. Biografía de Allan Kardec. El Libro de los Espíritus. Editora Espírita Española. 1981.

DE HYDESVILLE AL ESPIRITISMO

HERMANAS FOX

Por: Oscar Cervantes Velásquez
Centro de Estudios Espíritas Francisco de Asís
Santa Marta - Colombia

El hombre siempre se ha enfrentado a la dualidad “materialismo-espiritualismo”, donde el materialismo, por la fuerza de atracción que ejerce sobre su psíquis y las sensaciones de la materialidad sobre su cuerpo físico, ha jugado un papel preponderante a la hora de negar la existencia del alma en el ser humano. Peor aún, cuando surgen corrientes como el ateísmo (materialismo) que “pretende negar la existencia de todo tipo de divinidad fundante o presente; concepción esta que proviene de los griegos, especialmente de Demócrito y Leucipo, según la cual el cinismo, el epicureísmo y el hedonismo deben remitir al hombre al goce intramundano, sin deberle cuentas a ninguna deidad que no fuera la propia individualidad”[1].

El materialismo filosófico llegó al absurdo de negar la vida espiritual mediante el Positivismo, con Augusto Comte, y más tarde con Littré, que utilizaba el sofisma: “El cerebro es el agente del pensamiento y cuando aquél muere éste se acaba”[2]

Por otra parte, “siguiendo otra dirección, se destacan Sócrates, Platón y Aristóteles que establecieron la corriente idealista o espiritualista, informando que hay en el Universo un primer-motor o mundo de las ideas de donde el ser procede y al cual vuelve cuando ocurre la muerte corporal. Es decir, que el hombre está constituido por el ser – el espíritu inmortal – y por el no ser – la materia”[3].

Partiendo de estos dos conceptos fundamentales, a la hora de comprender la importancia que tiene el surgimiento de la Doctrina Espírita en el seno de nuestra humanidad terrestre, todo el que cree que hay algo más allá de la materia es espiritualista, pero no por ello cree en la existencia de los Espíritus o en sus comunicaciones con el mundo invisible.

El problema de la creencia o no en el alma humana ha sido discutido durante mucho tiempo, sin embargo, los fenómenos de ultratumba los encontramos en el fondo de todas las creencias, manifestando de esa manera la ligazón entre los mundos material e inmaterial. No obstante, en muchas sociedades el estudio de estos fenómenos era privilegio de algunos iniciados, ocultando al común de la gente el resultado de sus investigaciones.

León Denís, en su magnífica obra “Cristianismo y Espiritismo” apoya nuestras inquietudes cuando afirma: “El problema del Más Allá surge ante el Espíritu humano con una fuerza, una autoridad y una persistencia tales, como nada semejante se haya producido quizás antes en la historia, pues jamás se había visto un conjunto de hechos y de fenómenos, considerados al principio como imposibles y no despertando en el pensamiento de la mayoría de nuestros contemporáneos más que antipatía y desdén, acabar por imponerse a la atención y el examen de los más competentes y autorizados”[4].

Las ideas precursoras de la Doctrina Espírita las encontramos en Sócrates y Platón, tal como aparecen en la introducción a "El Evangelio según el Espiritismo" y en muchos otros seres que, enfrentándose a una sociedad hipócrita y cohonestadora a la vez, rompieron las cadenas de la intolerancia y la insensatez para proclamar las ideas de la inmortalidad del alma.

Entre ellos destacamos a el sueco Emmanuel Swedwnborg, quien desde niño tuvo manifestaciones paranormales, las cuales se acentuaron al llegar a los cincuenta años de edad, legando para la posteridad sus visiones acerca de la vida en el mundo espiritual, confirmadas hoy por las informaciones que André Luiz nos hizo llegar a través de sus obras por medio de la psicografía de Chico Xavier.

En Andrew Jackson Davis, encontramos otro precursor de las ideas espíritas, quien en su obra “Penetralia previó la irrupción de la fenomenología mediúmnica que daría origen al movimiento espiritista, al cual se sumo con entusiasmo”[5]. Además, “entre sus anotaciones personales, aparece una fechada el 31 de marzo de 1848, en los siguientes términos:

"Esta mañana, hacia el amanecer, un hálito fresco pasó por mi rostro y oí una voz tierna y segura que me decía: Hermano, ha comenzado la buena labor; contempla la demostración viviente que se inicia. Me quedé divagando acerca del significado de tal mensaje”[6].

Surgen así las primeras manifestaciones del espiritualismo moderno, en Estados Unidos, país joven y menos sujeto que la vieja Europa al espíritu de rutina y a los prejuicios del pasado, tal como afirma León Denís, en la aldea de Hydesville, en el condado de Wayne, puerto de Nueva York, donde a través de golpes o “raps” la familia Fox asiste a la alborada de un nuevo amanecer para la humanidad, la comunicación con el espíritu de Charles Rosma, buhonero (vendedor ambulante), quien había sido asesinado para robarle la mercancía por parte de los anteriores inquilinos de la casa, el matrimonio Bell.

“Una criada de los Bell, Lucrecia Pulver, declaró que vio al vendedor y lo describió; dice como llegó a la casa y refiere su misteriosa desaparición. Una vez descendió al sótano y su pié se enterró en un hueco y al decirle a su patrón, él le dijo que debían ser ratones, y fue rápidamente a hacer las reparaciones necesarias. Ella vio en mano de sus patrones algunos objetos de la caja del vendedor ambulante”.

“El 23 de noviembre de 1904. el Jornal de Boston deba la noticia de que el esqueleto del hombre que posiblemente producía los golpes, oídas inicialmente por las en 1848, fuera encontrado y las mismas estaban, por lo tanto, eximidas de cualquier duda con respecto al descubrimiento de la comunicación con los Espíritus”.

Diversas comisiones se formaron en la época de los acontecimientos, con la finalidad de estudiar los extraños fenómenos y desenmascarar el fraude atribuido a las Fox. Se verificó que ellos ocurrían en presencia de las pequeñas y se les atribuyó el poder de la mediumnidad. Sin embargo, ninguna comisión consiguió demostrar que se trataba de fraude. Los hechos eran absolutamente verídicos, aunque hubiesen sometido a las pequeñas a los más rigurosos y severos exámenes, alcanzando a veces los límites de la brutalidad.

Las Hermanas Fox fueron presionadas. La iglesia las excomulgó, por haber hecho pacto con el demonio. Fueron acusadas de embusteras y muchas veces amenazadas físicamente.

En 1888, al conmemorar los 40 años de los fenómenos de Hydesville, Margareth Fox ilusionada por promesas de favores económicos por parte del cardenal Maning, hizo publicar un reportaje en el New York Herald en el que afirma que los fenómenos que realizaron eran fraudulentos. Sin embargo, al año siguiente, arrepentida de su falta de honestidad para con el Espiritismo, reúne a una gran cantidad de público en el salón de música de Nueva York y se retracta de sus declaraciones anteriores, no sólo afirmando que los fenómenos de Hydesville eran reales, sino provocando una serie de fenómenos físicos en el salón.

“La retractación fue publicada en la época. Consta en el Ligth y en el diario americano New York Press, del 20 de mayo de 1889” [7].

El ejemplo de las hermanas Fox cundió de tal modo que en 1854 había ya en Estados Unidos más de tres millones de fieles dirigidos por médiums, buena parte de los cuales desembarcó en 1853 en Europa para extender sus redes por el viejo continente. Numerosas celebridades de la época como Alejandro Dumas, Victor Hugo, Gustave Flaubert, Aldous Huxley o Thomas Mann se interesaron por la doctrina. Y otros como Conan Doyle, se convirtieron fervientemente a ella tras asistir a sesiones espiritistas en las que se producían levantamientos de mesas, o apariciones y materializaciones de fantasmas.

Pero cuando las hermanas Fox confesaron haber inventado su experiencia, o se descubrieron las trampas de algunos médiums, cuyos poderes aparecían y desaparecían cuando les venía en gana, la decepción comenzó a extenderse entre los adeptos del Espiritismo, si bien es cierto que algunos médiums fueron sometidos a control sin que pudiera hallarse en ellos ningún fraude. Fue tal el caso de Daniel Douglas Home, que podía tocar un acordeón sin poner sobre él sus manos, como atestiguó sir William Crookes. O el de Leonora Piper, cuyas dotes de mediumnidad fueron corroboradas por el psicólogo William James y otros treinta eminentes investigadores ingleses y norteamericanos como Frederich Myers y sir Oliver Lodge.

“Al comienzo, en los Estados Unidos de América, los Espíritus sólo se comunicaban por un proceso trabajoso y bastante demorado en el que alguien decía en voz alta el alfabeto y el Espíritu era invitado a manifestar por “raps” o golpes las letras, que reunidas, debían componer las palabras que quería decir. Era la telegrafía espiritual”.

“Los Espíritus indicaron, en 1850, una nueva manera de comunicación: bastaba simplemente que se colocasen alrededor de una mesa, encima de la cual se colocaban las manos. Levantando una de las patas, la mesa daría (en cuanto se recitaba el alfabeto) un golpe cada vez que fuera dicha la letra que servía al Espíritu para formar las palabras. Ese proceso aunque muy lento, producía resultados excelentes, y así se llegó a las mesas girantes y parlantes”.

“Hay que anotar que la mesa no se limitaba a levantarse sobre una pata para responder a las preguntas que se le hacían; se movían en todos los sentidos, giraba bajo los dedos de los investigadores, a veces se elevaba en el aire, sin que se descubriese las fuerzas que la suspendían”.

“El fenómeno de las mesas girantes se propagó rápidamente, y durante mucho tiempo entretuvo la curiosidad de los salones de la sociedad. Después, se aburrieron de ella, pues la gente frívola que sólo imita la moda, la consideró como simple distracción”.

Sin embargo, las personas observadoras y con criterio abandonaron las mesas girantes por haber “visto nacer en ellas algo serio, destinado a prevalecer”, y “pasaron a ocuparse de las consecuencias a que el fenómeno daba lugar, más importante en sus resultados. Dejaron el alfabeto por la ciencia, tal es el secreto de ese aparente abandono”. (…)

Las mesas girantes representarán siempre el punto de partida de la “Doctrina Espírita” y merecen, por eso, una explicación, para que, conociéndose las causas, sea facilitada la llave para descifrar los efectos más complejos”.

Las observaciones e investigaciones Espíritas realizadas por Allan Kardec, y otros sabios, demostraron que la causa inteligente era determinada por los Espíritus, que podían actuar sobre la materia, utilizando el fluido suministrado por los médiums, esto es, mediador o intermediario entre los Espíritus y los hombres, generando así, las manifestaciones físicas y las manifestaciones inteligentes.

Se perfeccionaron los procesos. Las comunicaciones de los Espíritus no se detuvieron en las manifestaciones de las mesas girantes. Evolucionaron hacia las cestas y las planchetas, a las cuales se le adaptaban lápices y las comunicaciones pasaron a ser escritas – era la psicografía indirecta. Posteriormente se eliminaron los instrumentos y apéndices: el médium, tomando directamente el lápiz, pasó a escribir por un impulso involuntario y casi febril – era la psicografía directa.[8].

A mediados del siglo XIX, Allan Kardec (pseudónimo del sabio francés Hippolyte León Denizard Rivail, colaborador de Pestalozzi, profesor de química, física, matemática, astronomía y autor de diversas obras didácticas adoptadas por la Universidad de Francia, miembro de varias academias de sabios, inclusive de la Academia Real D´Arras), a instancias de los Espíritus codificó la Doctrina Espírita, trayendo nuevos y más amplios conocimientos sobre la vida, el universo y las leyes que lo rigen.

Fueron los Espíritus Superiores, bajo la supervisión del Espíritu de Verdad, que trajeron esas informaciones y esclarecimientos, respondiendo a preguntas hechas por Kardec, las cuales se encuentran en "El Libro de los Espíritus", que fue publicado en París, el 18 de abril de 1857. Posteriormente surgieron "El Libro de los Médiums", "El Evangelio Según el Espiritismo", "El Cielo y el Infierno" y "La Génesis". Esos cinco libros representan la codificación de la Doctrina Espírita.

Son informaciones y esclarecimientos que muestran la vida y la evolución desde una óptica más amplia, cuyos mecanismos son verdaderamente justos, sabios y perfectos, y que encaja con todo lo que experimentamos en nuestro diario vivir; dándonos paz, serenidad, esperanza y consuelo.

El Espiritismo nos enseña una conducta más saludable para la mente y el cuerpo y una ética de vida más compatible con nuestras necesidades evolutivas; abre ante nuestra curiosidad y sed de saber, un universo infinito de nuevos conocimientos. Es como redescubrir la vida bajo nuevos y maravillosos enfoques, bajo nuevos colores y perspectivas.

La finalidad esencial del Espiritismo es ayudar al ser humano en su evolución, recordándole las enseñanzas de Jesús y trayéndole todo un universo de nuevos conocimientos.

Vianna de Carvalho en la obra “Enfoques Espíritas”, psicografiada por Divaldo Pereira Franco, nos esclarece: “no obstante el respeto que nos merecen todas las corrientes del pensamiento espiritualista, particularmente las que derivaron del Cristianismo primitivo, la Doctrina Espírita cumple todas las cláusulas del anuncio de Jesús, clarificando sus enseñanzas, gracias a los postulados a través de los cuales se expresa.

Acentúa aún más: Al declarar que enviaría al Consolador para la Humanidad , a fin de que él repitiese Sus sabias lecciones y trajese otras que aún no podían aprenderse en aquellos días, el Maestro fue tácito en reconocer que nosotros, los hombres, olvidaríamos el incomparable mensaje y lo adulteraríamos, despojándolo de su significado profundo, careciendo, por consiguiente, de las condiciones mínimas para comprender en su totalidad la magnitud de la revelación”[9].

Es por ello que el Espiritismo llega a la humanidad en el momento propicio, cuando el conocimiento, traducido en un avance científico e intelectual, nos muestra el camino hacia la liberación del ser de las amarras de la ignorancia y la necesidad de iniciar su ascenso definitivo hacia el infinito de la espiritualidad buscando el progreso moral, sin el cual el hombre crece en la horizontalidad, sin penetrar en la verticalidad del conocimiento divino, tal como lo manifiesta Amalia Domingo.

Según Amalia Domingo Soler, los espíritus le dicen que: el Espiritismo es el alma en acción, es la fraternidad de los pueblos, es la vida del hombre dándoles las llaves del pasado, del presente y del porvenir; es un manantial que nunca se agotará, es la cuenta de la herencia que tenemos ganada, es la ley de las inteligencias, es el eco de los tiempos, es la civilización eterna, es el reflejo del pasado iluminando nuestro presente[10].

Allan Kardec en su obra La Génesis, expresa que: “El Espiritismo no crea la renovación social; la madurez de la Humanidad es la que hará de esa renovación una necesidad. Por su poder moralizador, por sus tendencias progresivas, por la amplitud de sus metas, por la generalidad de las cuestiones que abarca, el Espiritismo es más apto que cualquier otra doctrina, para secundar el movimiento de regeneración; por eso él es contemporáneo de ese movimiento”[11].

No queremos terminar estas divagaciones, acerca del gran camino recorrido por la Doctrina Espírita hasta nuestros días, sin recordar la enseñanza del Espíritu de Verdad en "El Evangelio según el Espiritismo", cuando nos expresa: “Mi Padre no quiere aniquilar la raza humana; quiere que, ayudándose unos a otros, muertos y vivos, es decir, muertos según la carne, porque la muerte no existe, os socorráis, y que no ya la voz de los profetas y de los apóstoles, sino la voz de aquellos que ya no están en la Tierra , se haga oír para gritaros: ¡Rogad y creed! Porque la muerte es la resurrección, y la vida es la prueba elegida, durante la cual vuestras virtudes cultivadas deben crecer y desarrollarse como el cedro”[12].

El Espiritismo llenó un gran vacío en el corazón de los hombres, quitándonos el velo que nos ocultaba las grandes verdades del espíritu, y hoy con el corazón henchido de fe y esperanza en un mañana mejor, entiende que en la patria espiritual está la verdadera esencia del ser inmortal en su camino hacia la perfección.

BIBLIOGRAFÍA
[1] Faro, Filosofía. Editorial Voluntad.
[2] Hacia las Estrellas, Aplicación del Conocimiento Espírita, Fernández Colavida. Librería Espírita “Alvorada” Editora. 1990, pág. 132 y 133.
[3] Hacia las Estrellas, La Victoria de la Vida , Fernández Colavida. Librería Espírita “Alvorada” Editora. 1990 Pág. 49 a 53.
[4] León Denís, Cristianismo y Espiritismo. Editora Argentina 18 de Abril. 1991, pág 137.
[5] Jon Aizpurúa, Historia de la Parapsicología. Edicomunicación S. A. 1989, pág. 90.
[6] Jon Aizpurúa, Fundamentos del Espiritismo. Movimiento de Cultura Espírita CIMA. 1991, pág. 43 – 44.
[7] Curso Básico de Espiritismo, Las Hermanas Fox. Asociación de Divulgadores del Espiritismo de Portugal.
[8] Curso Básico de Espiritismo, Las Mesas Girantes. Asociación de Divulgadores del Espiritismo de Portugal
[9] Vianna de Carvalho, Cristianismo y Espiritismo en Enfoques Espíritas. Librería Espírita “Alvorada” Editora. 1982. Pág. 13.
[10] Amalia Domingo Soler, El Estudio del Espiritismo en La Luz del Porvenir.
[11] Allan Kardec, La Génesis , 14a edición de la FEB – Cap. XVIII, ítem 25.
[12] Allan Kardec, El Evangelio según el Espiritismo 27a edición, Mensaje Fraternal – Cap. VI, ítem 5.

JUNG Y EL ESPIRITISMO

  CARLOS GUSTAV JUNG ARQUETIPOS, ESPÍRITUS Y COMPLEJOS: EL ESPIRITISMO A LA LUZ DE LA PSICOLOGÍA JUNGUIANA Núñez, M. (1996). Archetypes ...