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En el ámbito doméstico, mi
amigo, preguntas qué papel desempeñará el Espiritismo en la ciencia de las
relaciones sociales, y simplemente te responderé que, aliado con Cristo,
nuestro movimiento renovador es la clave de la paz entre las criaturas.
¿Has reflexionado alguna vez
sobre la importancia de la comprensión generalizada en relación con la justicia
que rige nuestras vidas y la fraternidad que debemos construir en la Tierra?
La sociología no es una
realización de escritorio. Es una obra viva que concierne al núcleo del ser
humano, con el fin de plasmarle el clima de progreso sustancial.
Te refieres al amargo
problema de los matrimonios infelices como si el matrimonio fuera el único
enigma en la peregrinación humana, pero olvidas que el alma encarnada se ve
sorprendida en cada paso por oscuros laberintos en la vida de asociación.
Por lo general, renacen
juntos, bajo los lazos consanguíneos, aquellos que aún no han encontrado el
entendimiento en el carro de la evolución para trabajar con el bendito buril de
la dificultad en los obstáculos que les impiden la armonía. Unidos a la maquinaria
de las convenciones respetables en el instituto familiar, caminan lado a lado bajo
las espuelas de la responsabilidad y la traición, bebiendo el amargo remedio de
la convivencia obligada para sanar viejas heridas inmanifiestas.
Y en esta vasta ruta de
espíritus desajustados, no solo encontraremos a los desafortunados cónyuges.
Además de ellos, existen fenómenos sentimentales más complejos. Hay padres que
no toleran a sus hijos y madres que se vuelven impasibles ante sus propios
descendientes. Hay hijos que se revelan como enemigos de sus progenitores y
hermanos que se destruyen mutuamente dentro del magnetismo degenerado de la
antipatía congénita, desgarrándose unos a otros con los mortíferos e invisibles
rayos del odio, los celos, la envidia y el resentimiento, cultivados apasionadamente
en el terreno mental.
Los hospitales, y
especialmente los manicomios, tienen un número significativo de enfermos que no
son más que mutilados espirituales de esta guerra terrible e incruenta que se
libra en la trinchera disfrazada con el nombre de hogar. Los médicos los etiquetan
con diferentes diagnósticos complicados, pero en la profundidad de las causas
reside la influencia maligna de la parentela consanguínea que, a menudo, copia las
actitudes de la tribu salvaje y furiosa.
A diario, estos despojos
humanos atraviesan los portales de los hospitales o instituciones de caridad,
como restos indefinidos de náufragos perdidos en un mar tormentoso, buscando la
tierra firme de la costa a través de la ola en movimiento.
No tengas dudas.
El homicidio, en sus
diversas formas, se practica intensamente sin armas visibles en todos los
rincones del planeta.
En casi todas partes, vemos
padres y madres que muestran ternura hacia sus hijos desventurados, pero se
rebelan contra ellos cada vez que demuestran prosperidad y felicidad. Hay
hermanos que no soportan la superioridad de aquellos que comparten su nombre y
experiencia, y compañeros que solo se alegran con la camaradería en momentos de
necesidad y desgracia.
Nadie puede negar la
existencia del amor en el fondo de estas diversas uniones a las que nos
referimos. Pero ese amor todavía se encuentra, como el oro sin pulir, incrustado
en la dureza y contundencia de la ignorancia y el egoísmo, que a veces matan
sin la intención de destruir y hieren sin percibir la inocencia o grandeza de
sus víctimas.
Por eso, el Espiritismo
junto a Jesús, invitándonos al sacrificio y a la bondad, al conocimiento y al
perdón, al aclarar el origen de nuestros antagonismos y al referirse a los
dramas que todos hemos vivido en el pasado, encenderá una luz en cada corazón, inclinando
a las almas rebeldes o enfermas a comprender adecuadamente el sublime programa
de mejora individual en beneficio de la tranquilidad colectiva y el ascenso de todos.
Al revelar los amplios
horizontes de la vida, la Nueva Revelación ampliará la esperanza, el estímulo
hacia la virtud y la educación en todas las mentes maduras y dispuestas, que
comenzarán a comprender en las peores situaciones familiares pequeños cursos
regenerativos, aceptándolos con serenidad y paciencia, ya que el dolor y la
muerte son invariablemente los oficiales de la Divina Justicia, actuando con equilibrio
absoluto en todas las direcciones, uniendo o separando almas en aras de la prosperidad
del Infinito Bien.
Por lo tanto, querido amigo,
permíteme ahorrarte mayores comentarios que resultarían tediosos en nuestra
época de rápidos esclarecimientos, a través de la condensación de los temas
relacionados con la elevación de la Tierra.
Observa y medita.
Y cuando percibas la inmensa
fuerza iluminadora del Espiritismo Cristiano, identificarás a Jesús como el
Sociólogo Divino del Mundo y verás en el Evangelio el Código de Oro y Luz, cuya
aplicación simple y pura reside en la verdadera redención de la humanidad.
Tomado de "Cartas y Crónicas", Chico Xavier/Hermano X
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