Por: Oscar Cervantes Velásquez
Centro de Estudios Espíritas Francisco de Asís
Santa Marta - Colombia
La civilización
occidental, con una pronunciada influencia del judaísmo, el cristianismo y el
Islam[1],
religiones que cuentan con gran número de adeptos, Moisés aparece como profeta
y legislador cuyas actuaciones están escritas en uno de los libros del Antiguo
Testamento, el Éxodo. Criado y educado en la corte de los faraones egipcios,
cuentan las sagradas escrituras que cierto día observando el trabajo de los
esclavos hebreos y viendo la brutalidad con que eran tratados, Moisés acabó con
la vida del egipcio maltratador, razón por la cual tuvo que huir de Egipto por
las molestias que su acto produjo en la corte del Faraón.
Se refugió en la
región de Madián, tierra de pastores, donde se casó con Séfora, la hija mayor
de Jetró[2]. En
esa región vivió como pastor durante 40 años; cierto día pastoreando el rebaño
hacia el monte Horeb, vio una zarza ardiendo sin consumirse, que de acuerdo a
la cita bíblica Éxodo 3:5-14, a la letra dice:
“No te acerques;
quita el calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es.
[...] Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el
Dios de Jacob. [...] Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en
Egipto, y he oído su clamor a causa de sus opresores, pues he conocido sus
angustias. Por eso he descendido para librarlos de manos de los egipcios y
sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a una tierra que fluye
leche y miel [...] Ven, por tanto, ahora, y te enviaré al faraón para que
saques de Egipto a mi pueblo, a los hijos de Israel. [...] "Yo soy el que
soy".
A pesar de la
negativa de Moisés para cumplir semejante encargo, Dios le ofrece todo su apoyo
para cumplir con éxito su misión. Bajo esas condiciones, Moisés inicia su gesta
libertadora de la esclavitud egipcia hacia la tierra prometida, bajo la infame
presión del ejército del faraón Ramsés II.
¿Pero, qué nos lleva
a concluir que Moisés y el pueblo hebreo, se mantenían bajo la influencia de
las enseñanzas politeístas? Nos apoyamos en la siguiente cita que encontramos
en Éxodo 15:11:
¿Quién como tú, oh
Jehová, entre los dioses?
¿Quién como tú,
magnífico en santidad,
terrible en
maravillosas hazañas, hacedor de prodigios?
No es de extrañar que
entre los mismos hebreos se diera el culto a varios dioses, teniendo en cuenta
que muchas veces fueron sojuzgados por pueblos que profesaban el politeísmo[3], y
dichas costumbres fueron asimiladas por la gran mayoría. Esa es la razón por la
cual Yavhe exhorta a su pueblo a mantener la unicidad en Dios.
Moisés, mensajero del
Maestro Jesús, recibió el encargo de llevar a su pueblo hasta la tierra
prometida, tarea nada fácil ante un pueblo indómito y contaminado por las
creencias paganas. Acudiendo a citas que reafirmen la idea central de nuestro
artículo, en Éxodo, cap. 20:2-3, encontramos: “Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa
de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí”; aquí se pone de
manifiesto la existencia de otros dioses ajenos a la concepción monoteísta de
la divinidad. Igualmente en Deuteronomio cap. 6:4, leemos, “Escucha, oh Israel: Jehová nuestro Dios,
Jehová uno es”, en esta se establece la obligación de seguir a una sola
divinidad. Más contundente aún, es el versículo de Isaías cap. 44:6 que dice: “Así dice Jehová Rey de Israel, y su
Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y
fuera de mí no hay Dios”, donde se patentiza la necesidad del culto a un
solo Dios.
Para Emmanuel, guía
espiritual del médium Francisco Cándido Xavier, “la misión de Moisés fue tornar accesibles al sentimiento popular las
grandes lecciones que los demás iniciados eran compelidos a ocultar. Y, de
hecho, en el seno de las grandes figuras de la antigüedad, se destaca su figura
como el primero en rasgar la cortina que pesa sobre los más elevados
conocimientos, filtrando la luz de la verdad religiosa para el alma simple y
generosa del pueblo[4]”.
Antes de la llegada
de Cristo, ya el pueblo hebreo había asimilado la concepción monoteísta, no en
vano Dios les transmitió su Ley, a través de Moisés en el Monte Sinaí y “de ese pequeño foco salió la luz destinada a
esparcirse por todo el mundo, a triunfar sobre el paganismo y a dar a Abraham una
posteridad espiritual “tan numerosa como las estrellas del firmamento [5]”.
[1]
Estas son las tres grandes religiones de occidente, entre las cuales existen
muchas semejanzas y particularmente con la presencia del profeta Moisés, el
cual es reconocido por el Islam con el nombre de Musa.
[2]
Jetró, también conocido como Reuel o Hobab, era sacerdote de Madián.
[3]
Entre estos pueblos podemos nombrar asirios, babilonios, egipcios, romanos,
etc.
[4]
Chico Xavier/Emmanuel, El pueblo de Israel, en: A camino de la luz, Mensaje
Fraternal, 2007.
[5]
Allan Kardec, El Evangelio según el Espiritismo, Cap. XVIII, Muchos son los
llamados y pocos los escogidos, Parábola del festín de las bodas. CEA, 2014.
No hay comentarios:
Publicar un comentario