jueves, 26 de abril de 2018

EL EMBARAZO EN LOS ESPÍRITUS




En una reunión de estudios doctrinarios, en nuestra casa espírita, unos de los simpatizantes  nos dirigió la siguiente pregunta: ¿podría ocurrir un embarazo en los espíritus? A lo que le respondimos: hasta donde sabemos no. Sin embargo nos replicó: pero existe un libro espírita, citando el título, que habla de eso. Le dijimos que no sabíamos, sin embargo, vamos a procurar estudiarlo, pues no podemos emitir una opinión sobre algo de lo que no tenemos conocimiento.

Fuimos entonces a buscar la información en el libro Infinitas Moradas, del cual transcribimos una parte. Es un párrafo específico del diálogo entre el Dr. Ignacio Ferreira con Odilon Fernandes, ambos ya en la condición de espíritus desencarnados. Iniciamos con la palabra del Dr. Ignacio:

-    ¡Tanta grandeza por encima de nuestras cabezas y nosotros insistiendo en continuar viendo lo que está bajo nuestros pies!... Por más que me esfuerce, no entiendo esos personajes que dejan el cuerpo y prosiguen en las mismas... No es para que, de este lado, tuviésemos hospitales, valles de expiación ni tampoco regiones tenebrosas. Ni esos hermanos con problemas de deformidad en el cuerpo espiritual, al punto de tener que necesitar prácticamente de un nuevo nacimiento por aquí, con el fin de readquirir la forma humana, antes de una nueva inmersión en la carne.
-   Este es un tema que transciende Ignacio, sobre el cual, infelizmente, no debemos profundizar con nuestros compañeros encarnados que, a decir verdad, aún revelan dificultad para aceptar la Reencarnación como ella es... Ellos no entenderían el “embarazo” periespiritual en las regiones inferiores, donde seres que padecen aberraciones de la forma carecen de un renacimiento como recurso terapéutico. Dejemos que la semilla de la idea florezca naturalmente. ¿Si se “muere” por aquí, por qué también no se renacería...?
-     ¿O nacería?
-     Sí, o nacería, pues, si los Espíritus Superiores confirmaron a Allan Kardec que en la Naturaleza nada da saltos, como explicarse, por ejemplo, sin elementos de transición en nuestro Plano, ¿la primera encarnación humana del principio espiritual? El cuerpo humano no está apto a recibir entidades primarias, sin que su organismo periespiritual haya antes, humanizado la forma. ¡Los primeros nacimientos acontecen aquí!... Pero, repito, tal vez esto sea mucho para la cabeza de cuantos aún no consiguieron, por sí mismos, intuir semejante realidad. El asunto ha generado polémicas, y no podemos comprometer la tarea que, a pesar de los pesares, ha producido frutos de significativa calidad.
-      Tal vez me haya excedido...
(BACCELLI, 2003, pp. 59-60). (La negrilla es nuestra).

Bueno, no hay duda alguna sobre lo que el compañero nos informó acerca de que hay un libro abordando el asunto. Pero tenemos el deber de verificar si encontraremos apoyo para eso en las obras básicas de la codificación, toda vez que, como el propio Kardec dice, la opinión de un espíritu no pasa de ser sólo una opinión y de ella no podemos sentar bases para un punto doctrinario.

Inicialmente, veremos que en El Libro de los Espíritus, a la pregunta de Kardec si los Espíritus tenían sexo, la respuesta de los Espíritus fue: “No como lo entendéis, pues los sexos dependen de la organización. Hay entre ellos amor y simpatía, pero basados en la concordancia de sentimientos”. (Preg. 200, p. 134). Según podemos entender de esa respuesta, por faltarles una organización física, los espíritus no tienen sexo. ¿Si no hay sexo, como habría la relación sexual para la consecuente fecundación del óvulo por el espermatozoide? ¿Además de eso, donde se fijaría el gameto fecundado?

Más adelante, cuando el asunto es la evolución del principio inteligente, específicamente en el momento en que él sale del reino animal para practicarse en el reino hominal, Kardec pregunta (607b) a los espíritus si el periodo de humanización comienza en la Tierra. A lo que responden que “la Tierra no es el punto de partida de la primera encarnación humana. El periodo de humanización comienza, generalmente, en mundos aún inferiores a la Tierra”. (Pág. 300).

Viniendo del reino animal, y obviamente, con un periespíritu adecuado a aquel reino, el principio inteligente no se conecta a un cuerpo humano igual al nuestro, sino a un cuerpo humano mucho más próximo al de él, adaptado a la condiciones de los planetas primitivos. Ese cuerpo humano, tan próximo al de los animales, no ofrece ninguna dificultad de adaptación a ese nuevo estado por el cual él pasa. Ciertamente que eso no ocurre de un día para el otro, sino en miles de años sin que haya solución de continuidad: “todo se encadena en la Naturaleza”. Fue lo que aconteció aquí en la Tierra, cuando aún era un planeta primitivo, con los seres de los cuales descendemos, que más parecían animales que propiamente seres humanos de la forma que somos hoy. Kardec tejiendo consideraciones sobre la hipótesis del origen del cuerpo humano, dijo que “como en la Naturaleza no hay transiciones bruscas, es probable que los primeros hombres aparecidos en la Tierra poco difiriesen del mono por la forma exterior y también no mucho por la inteligencia”. (La Génesis, p. 213).

En El Cielo y el Infierno, en el capítulo II, de la segunda parte, acerca de los relatos sobre las manifestaciones de los Espíritus Felices, encontramos la afirmativa de que “los Espíritus no se reproducen” y que “los Espíritus no pueden tener sexo”. Kardec, en nota explicativa dice: “Siempre dijeron que los Espíritus no tienen sexo, siendo este sólo necesario a la reproducción de los cuerpos. De hecho, no reproduciéndose, el sexo les sería inútil.” (p. 183). De esta manera, queda claro que los espíritus no se reproducen, por consiguiente, no hay como hablar de embarazo en los espíritus, y si así ocurriese tendríamos, ahí si, el embarazo espiritual.

Nuevamente, encontramos a Kardec hablando sobre el asunto, ahora en la Revista Espírita:

Las almas o Espíritus no tienen sexo. Las relaciones que las unen nada tienen de carnal, y, por esto mismo, son más durables, porque están fundadas sobre una simpatía real, y no subordinadas a las vicisitudes de la materia.
[…]

Los sexos no existen sino en el organismo; son necesarios a la reproducción de los seres materiales; pero los Espíritus, siendo creación de Dios, no se reproducen unos a los otros, es por eso que los sexos serían inútiles en el mundo espiritual. (Revista Espírita 1866, p. 3). (La negrilla es nuestra).

Ese último párrafo resume todo cuánto podríamos buscar en la codificación, no necesitaríamos de más nada, sin embargo, vamos a continuar con nuestra investigación.

Vamos a recurrir ahora al espíritu André Luiz, por la psicografia de Chico Xavier, para elucidar aún más este asunto. Cita una situación donde será necesario recomponer la forma espiritual humana, conforme podemos leer cuando él habla sobre el monoideísmo:

Se establece en él el monoideísmo por el cual los otros deseos se le desvanecen en lo íntimo.

Por la oclusión de otros estímulos, los órganos del cuerpo espiritual se retraen o se atrofian, por ausencia de función, y se vuelven, instintivamente, hacia la sede del gobierno mental, donde se localizan, ocultos y debilitados, en el fulcro de los pensamientos en circuito cerrado sobre sí mismo, cuáles implementos potenciales del germen vivo entre las paredes del huevo.
En tales circunstancias, el monoideísmo es solamente reversible a través de la reencarnación,...
[…]
En ese periodo, afirmamos habitualmente que el desencarnado perdió su cuerpo espiritual, transubstanciándose en un cuerpo ovoide, lo que ocurre, de hecho, a incontables desencarnados, en situación de desequilibrio,... (XAVIER, 1987, pp. 90-91). (La negrilla es nuestra).
Por lo tanto, algunos espíritus pierden la forma periespiritual humana para transformarse en ovoides. ¿Podrían ellos reencarnar en esas condiciones? ¿Tendrían la necesidad de retomar a la forma humana? En fin, ¿qué sucederá en la presente situación? Vamos a continuar recurriendo a André Luiz que, más adelante, habla de la necesidad de la reencarnación, de una forma general:

FORMA CARNAL - Sin embargo, así como el germen para desarrollarse en el huevo necesita calentarse al calor del ave que lo acoge maternalmente o del ambiente térmico apropiado, en el recinto de la incubadora, y así como la semilla, para liberar los principios germinativos del vegetal gigantesco en que se convertirá, no prescinde de la cuna tibia en el suelo, los Espíritus desencarnados, deseosos de la reintegración en el mundo físico, necesitan del vaso genésico de la mujer que con ellos se armoniza, en las líneas de la afinidad y, consecuentemente, de la herencia, vaso ese a que se aglutinan, mecánicamente, y donde, conforme a las leyes de la reencarnación operan en algunos días todas las ocurrencias de su evolución en los reinos inferiores de la Naturaleza.
Asimilando recursos orgánicos con el auxilio de la célula femenina, fecundada y fundamentalmente influida por el gen paterno, la mente elabora, por sí misma, un nuevo vehículo fisiopsicosomático atrayendo, hacia sus moldes ocultos, a las células físicas que han de reproducirse por cariocinesis, de conformidad con la orientación que le es impuesta, esto es, reflejando las condiciones en que ella, la mente desencarnada, se encuentra.
Plasmándosele, de tal modo, una nueva forma carnal, un nuevo vehículo físico al Espíritu, éste se rehace o se reconstituye mediante una formación reciente con un entretejido de células sutiles, vehículo éste que evolucionará igualmente después de su pasaje por la cuna y que persistirá después de la tumba. (XAVIER, 1987,  pp. 91-92). (La negrilla es nuestra).
Deja clara la cuestión del espíritu haber que cumplir la ley de la reencarnación, entrando nuevamente en un cuerpo femenino, vía óvulo fecundado, para seguir el curso normal del proceso reencarnatorio. Y, en especial, para los casos de los espíritus en forma de ovoide él dice:
Los Espíritus categóricamente inferiores, padeciendo monoideísmo tiranizante, la mayoría de las veces, entran en simbiosis fluídica con los organismos femeninos a los que se ligan, experimentando el debilitamiento del cuerpo espiritual, o sea el fenómeno de ovoidización, siendo inevitablemente atraídos al órgano uterino, en circunstancias adecuadas, para que la reencarnación se cumpla en moldes enteramente dependientes de la herencia, tal como acontece a la simiente que, después de desligarse del fruto seco, germina en el suelo, conforme a los principios organogénicos a que obedece, luego de haber encontrado el favor del ambiente.(XAVIER, 1987,  pp. 152-153). (La negrilla es nuestra).
Así es que, aún en este caso, hay la necesidad de la conexión del espíritu en forma de ovoide con el óvulo ya fecundado, sin otro procedimiento a no ser la reducción periespiritual. Interesante es que hay para los reencarnantes, el acto de “restringimiento del cuerpo espiritual” para conectarlo al óvulo. Curioso es que el proceso de reducción periespiritual para la reencarnación es muy semejante al de la ovoidización por fijación mental del espíritu, aún prendido a sentimientos inferiores, de los cuales, parece, no querer dar su brazo a torcer.
Para corroborar esto, podemos traer más información dictada por el espíritu Adamastor:
La ovoidización es una de las dolorosas enfermedades que puede provocar el espíritu después de la muerte. Consiste en la pérdida de la conciencia activa, cuando el yo consciente se desmorona completamente, en el transcurso de atroces e insoportables sufrimientos, volviéndose sobre sí mismo, anulándose y perdiendo todo el contacto con la realidad. La actividad consciente del alma entra en letargia, refugiándose en las capas del subconsciente. El pensamiento continuo se fragmenta, perdiendo su hilo de conducción, y la estructura periespiritual se desfigura completamente, deshaciendo su natural conformación humana, adquiriendo el formato aproximado de un huevo, cuyas dimensiones se aproximan al del cráneo infantil. El proceso es en todo semejante al de las bacterias que se enquistan ante las condiciones adversas de la vida, aguardando nuevas oportunidades para retornar a la actividad normal. La ovoidización es un proceso incurable en el plano espiritual, siendo una de las más graves enfermedades de nuestro mundo, y solamente puede ser revertida en reencarnaciones expiatorias, cuando el espíritu se reencuentra con un nuevo ambiente de manifestación y puede rehacer el metabolismo de su consciente. Varias reencarnaciones, sin embargo, se consumen en tentativas frustradas, de modo que la pérdida evolutiva es inmensa para estos infelices seres. Muchos retroceden a condiciones tan primarias de la vida humana que necesitan reencarnar entre pueblos primitivos, con el fin de resistir la grave patología, sin deshacerse en malformaciones congénitas incompatibles con la biología humana. […] (FREIRE, 2002, p. 28). (Las engrillas son mías).
Juntamos también, a nuestra investigación, el pensamiento del escritor espírita Eurípides Khül, en su estudio del capítulo XII – Alma y desencarnación, del libro Evolución en Dos Mundos. Leamos:
5) ¿Qué son los ovoides y cual el origen de su existencia en el mundo espiritual?
R - Ovoides son los espíritus que, aún en la fase primitiva de la evolución, asumen la forma de huevo, después de la desencarnación, a consecuencia de su incapacidad en adaptarse a la nueva forma de vivir, en el mundo espiritual. La idea fija, única, auto-hipnotizante, de renacer en la carne, mantiene su psiquismo ligado a la vida carnal y le magnetiza la mente, reprimiendo otros estímulos a los órganos del cuerpo espiritual, que se retraen y atrofian, por falta de función. Se vuelven, entonces, esos órganos, hacia la mente, donde se dejan dominar por los pensamientos. Sus células son atrofiadas por la idea única de retorno al vehículo físico. Es un proceso semejante al encogimiento del periespíritu por motivo de la reencarnación. Mientras perdura esta situación, el espíritu pierde la forma humana, asumiendo la forma ovoide. El formato de huevo se explica por ser este la cuna donde se da inicio al proceso de renacimiento de varios seres, inclusive del propio hombre, que tiene su cuerpo físico generado en el óvulo de la madre. De ahí por qué la mente de esos espíritus, fijados en la idea de renacer para la vida física, plasma la forma ovoide.
Así permanecen hasta que surja una nueva oportunidad reencarnatoria. Con el proceso de reencarnación iniciado, asimilan nuevos recursos orgánicos, utilizando la ayuda de las células de los padres. Su mente pasa a elaborar el nuevo vehículo fisiológico, en moldes cuya orientación le es impuesta. Plasma, de esta manera, una nueva forma carnal, un nuevo vehículo para lo cual rehace y reconstituye el periespíritu, readquiriendo la forma humana.
André Luiz compara esas criaturas a algunas bacterias que, apartadas de su medio ambiente, se hacen incólumes al frío y al calor, manteniéndose inmóviles por largos periodos, pero que entran en actividad tan luego sean colocadas en el ambiente que les sea peculiar.  
6) ¿Cómo es plasmada la nueva forma carnal en la cual el espíritu reencarnante se expresará?
R - Para que se dé el proceso reencarnatório que lo liberará de la forma ovoide, el espíritu reencarnante necesita del organismo genésico de la futura madre, con la cual tiene afinidad y de la cual heredará características físicas, para asimilar recursos orgánicos a través de la célula femenina, fecundada por el gen paterno. Su mente, entonces, elabora por sí misma nuevo vehículo fisiopsicosomático, atrayendo células físicas que se reproducen de conformidad con la orientación que le es impuesta y reflejando su estado evolutivo. Plasma así, la nueva forma carnal, que irá a repercutir en el periespíritu, a través de células sutiles, promoviendo alteraciones en el cuerpo espiritual desde el renacimiento y que irán perdurar después de la muerte.
(Fuente: http://www.cvdee.org.br/est_nltexto.asp?id=08&cap=12). (La negrilla es nuestra).
Por lo tanto, tenemos aquí, según la opinión de este autor, que es necesaria la reencarnación para que el espíritu asuma nuevamente la forma periespiritual humana.
A la duda del Dr. Ignacio: “¿Y nacen niños por aquí?...”, respondió André Luiz: “Es claro que sí,...” (BACCELLI, 2002, p. 215), no deja duda de que se habla del embarazo como algo real. Sin embargo, por este estudio, concluimos que el embarazo periespiritual de espíritus, siguiendo la idea de lo que ocurre aquí en la tierra, no es una posibilidad real, por cuanto, son otras las leyes que rigen el mundo espiritual. De hecho si ella ocurriera sólo podría ser a nivel periespiritual, ya que el cuerpo del espíritu, en la dimensión espiritual, es el periespíritu. Obviamente, esa no deja de ser también una opinión personal, pero nuestro objetivo no es llevar al lector a aceptarla, sólo provocarle una reflexión sobre el asunto, de forma de encontrar una solución para el problema planteado. Y, que quede claro, que no estamos contra nadie, sólo analizamos las opiniones, lo que ciertamente, acontecerá con nosotros en relación a lo que aquí estamos hablando.
Paulo de Silva Neto Sobrino Dic/2006.
(Publicado en la Revista Espiritismo & Ciencia nº 51, ago/2007, pp. 28-33)  
Nota: La imagen pertenece a la serie “Dibujos Médicos Irónicos”, de la autoría de Claudio Goldini y fue tomada de la página Web del autor.

TraducciónOscar Cervantes Velásquez
Centro de Estudios Espíritas Francisco de Asís
Santa Marta - Colombia

Referencias Bibliográficas
KARDEC, A. El Libro de los Espíritus, Río de Janeiro: FEB, 1995.
KARDEC, A. El Cielo y el Infierno, Río de Janeiro: FEB, 1995.
KARDEC, A. La Génesis, Río de Janeiro: FEB, 1995.
KARDEC, A. Revista Espírita 1866, Araras - SP: ID, 1993.
XAVIER, F. C. Evolución en Dos Mundos, Río de Janeiro: FEB, 1987.
BACCELLI, C. A. Infinitas Moradas, Uberaba – MG: LEEPP, 2003.
BACCELLI, C. A. En la próxima dimensión, Uberaba – MG: LEEPP, 2002
FREIRE, G. T. Ícaro redimido: la vida de Santos Dumont en el Plano Espiritual, Bello Horizonte: Ediame, 2002


viernes, 13 de abril de 2018

UN ESPÍRITU EN EL ENTIERRO DE SU CUERPO

Estado del alma en el momento de la muerte

Por: Allan Kardec


Los Espíritus siempre nos han dicho que la separación entre el alma y el cuerpo no se efectúa instantáneamente; algunas veces comienza antes de la muerte real, durante la agonía; cuando la última pulsación se hace sentir, el desprendimiento todavía no es completo; se opera más o menos lentamente según las circunstancias, y hasta su total liberación el alma siente una turbación, una confusión que no le permite darse cuenta de su situación; se encuentra en el estado de una persona que se despierta y cuyas ideas son confusas. Este estado nada tiene de penoso para el hombre cuya conciencia es pura; sin entender bien lo que ve, está calmo y espera sin miedo el completo despertar; al contrario, es lleno de angustias y de terror para aquel que teme el futuro.



Decimos que la duración de esa turbación es variable; es mucho menos larga en aquellos que, cuando encarnados, ya han elevado sus pensamientos y purificado su alma; dos o tres días le son suficientes, mientras que en otros es preciso a veces ocho días o más. Frecuentemente hemos asistido a ese momento solemne y siempre hemos visto lo mismo; por lo tanto, no es una teoría, sino el resultado de observaciones, ya que es el Espíritu quien habla y quien describe su propia situación. He aquí un ejemplo tanto más característico como interesante para el observador, puesto que no se trata más de un Espíritu invisible escribiendo a través de un médium, sino de un Espíritu que es visto y escuchado en presencia de su cuerpo, ya sea en la cámara mortuoria o en la iglesia durante el servicio fúnebre.

El Sr. X... acababa de tener un ataque de apoplejía; algunas horas después de su muerte, el Sr. Adrien –uno de sus amigos– se encontraba en la cámara mortuoria con la esposa del difunto; vio nítidamente a éste, en Espíritu, pasearse de un lado a otro, mirar alternativamente a su cuerpo y a las personas presentes, y después sentarse en un sillón; tenía exactamente la misma apariencia que cuando encarnado; estaba vestido de la misma manera: redingote y pantalón negros; tenía las manos en los bolsillos y un aire de preocupación.

Durante ese tiempo su mujer buscaba un papel en el escritorio; su marido la observó y dijo: Por más que busques no encontrarás nada. De ningún modo ella sospechaba de lo que ocurría, porque el Sr. X... solamente era visible para el Sr. Adrien.

Al día siguiente, durante el servicio fúnebre el Sr. Adrien vio nuevamente a su amigo, en Espíritu, rondando el ataúd, pero no tenía más la vestimenta de la víspera; estaba cubierto con una especie de ropaje. Entre ellos se entabló la siguiente conversación. De paso, señalemos que de manera alguna el Sr. Adrien es sonámbulo; que en ese momento, como en el día anterior, estaba perfectamente despierto, y que el Espíritu se le aparecía como si hubiera sido uno de los asistentes al entierro.

– Preg. Dime una cosa, querido Espíritu, ¿qué sientes ahora?

– Resp. Bien y sufrimiento.

– Preg. No te he entendido.

Resp. Siento que estoy viviendo mi verdadera vida, y entretanto veo a mi cuerpo aquí, en este cajón; me palpo y no me siento, y sin embargo siento que vivo, que existo; ¿soy entonces dos seres? ¡Ah! Dejadme salir de esta noche; es una pesadilla.

Preg. ¿Has de permanecer por mucho tiempo así?

Resp. ¡Oh! No, gracias a Dios, amigo mío; siento que pronto me despertaré; sería de otro modo; tengo las ideas confusas; todo es nebuloso; pienso en la gran división que acaba de hacerse... Todavía no comprendo nada.

– Preg. ¿Qué efecto te produjo la muerte?

Resp. ¿La muerte? No estoy muerto, hijo mío, estás equivocado. Yo me levantaba y de repente fui sorprendido como por una nebulosidad que descendió sobre mis ojos; después me desperté, e imagínate mi extrañeza al verme, al sentirme vivo y al ver al lado, sobre la losa, a mi otro yo acostado. Mis ideas estaban confusas; anduve para restablecerme, pero no pude; vi a mi esposa llegar, velarme, lamentarse y yo me preguntaba el porqué. Yo la consolaba, le hablaba, pero ella no me respondía ni me comprendía; era esto lo que me torturaba y lo que dejaba a mi Espíritu más perturbado. Sólo tú me has hecho bien, porque me has escuchado y comprendido lo que quiero; tú me ayudas a ordenar mis ideas y me haces un gran bien; pero ¿por qué los otros no hacen lo mismo? He aquí lo que me tortura... El cerebro está oprimido ante este dolor... Iré a verla; quizás ahora me escuche... Hasta luego, querido amigo; llámame e iré a verte... Igualmente te haré una visita, amigo... He de sorprenderte... hasta luego.

Enseguida el Sr. Adrien lo vio acercarse a su hijo que lloraba: se inclinó ante él, permaneció un momento en esta posición y partió rápidamente. Él no había sido escuchado, y sin duda pensaba haber producido un sonido; estoy persuadido –agrega el Sr. Adrien– que aquello que él decía llegaba al corazón del niño; os probaré esto. Lo he visto después: está más calmo.

Nota – Este relato está de acuerdo con todo lo que ya habíamos observado sobre el fenómeno de la separación del alma; con circunstancias totalmente especiales confirma esa verdad de que después de la muerte el Espíritu aún está allí presente. No cree tener delante de sí un cuerpo inerte, mientras que ve y escucha todo lo que sucede a su alrededor, penetra el pensamiento de los asistentes, y entre éstos y él no hay sino la diferencia entre la visibilidad y la invisibilidad; las lágrimas hipócritas de ávidos herederos no pueden infundirle respeto. ¡Cuántas decepciones deben los Espíritus sentir en ese momento!


Tomado de La Revista Espírita
Diciembre de 1858



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