domingo, 28 de enero de 2018

Misterios comprensibles desde la óptica Espírita

LOS ATAÚDES DESLIZANTES DE BARBADOS

Imagen tomada de la página Web: https://www.elpensante.com/el-enigma-de-los-ataudes-deslizantes-de-barbados/

¿Fantasmas? ¿Poltergeist? o, ¿algún fenómeno natural? Cualquiera que sea la causa, los ataúdes deslizantes de Barbados es uno de los misterios que han fascinado a los amantes de lo extraño y poco usual por más de ciento cincuenta años. Y es suficientemente fantasmagórico para ser incluido en un libro de fantasmas.

El suceso ocurrió en la isla de Barbados, en la India Oriental. Como a siete millas de Bridgetown, la capital, se encuentra el cementerio de la Iglesia de Cristo. En el cementerio hay una gran cripta construida una parte sobre la superficie y otra parte debajo. En la actualidad está vacía y así ha estado durante mucho tiempo; la razón es un misterio.

En la actualidad no se sabe con exactitud quién construyó la cripta. Los registros de la iglesia se refieren a ella como la Cripta Chase, y la mayoría de las personas sepultadas ahí pertenecían a la familia Chase, pero también había otros. El primer ataúd que fue colocado en la cripta contenía los restos mortales de la señora Thomasina Goddard. Su sencillo ataúd de madera fue colocado en la cámara subterránea en julio de 1807. En 1808 fue depositado en la cripta el ataúd de la pequeña Mary Ann Chase, de dos años, seguido por el de Dorcas Chase, hermana mayor de Mary Ann, el 6 de julio de 1812. Se corrió el rumor de que Dorca se había dejado morir de hambre por la desesperación de tener un padre tiránico y cruel.

Pocas semanas después tocó el turno al padre. Él era el Honorable Thomas Chase, quien tenía fama de ser uno de los hombres más odiados de la isla. Cuando la cámara se abrió, los asistentes al funeral entraron con sus luces y encontraron con sorpresa que ninguno de los ataúdes se encontraba en su lugar original. El ataúd de la niña Chase había sido movido a la pared opuesta.

Dibujos de Nathan Lucas, posición inicial y posición en la que se encontraron en abril de 1820[1].
La primera reacción de los presentes fue de enojo, pues supusieron que los ataúdes habían sido movidos por ladrones de tumbas. Pero al irse calmando se dieron cuenta de que los culpables no podían ser ordinarios ladrones de tumbas. En la cripta no había nada que robar, y lo más importante, sólo había una entrada y estaba cubierta por una pesada placa de mármol. Después de cada sepelio la placa se pegaba con cemento en su sitio, y para abrir de nuevo la cripta había que quitar el cemento con cincel y martillo. Antes de abrir la cripta, la placa de mármol estaba en su lugar y el cemento que la aseguraba estaba tan duro como una roca. Desde luego, pudo ser abierta y después sellada con cemento de nuevo, pero ¿para qué se tomaría alguien tanta molestia?

Nadie podía deducir lo que había pasado, pero la mayoría de los dolientes supusieron que de una u otra forma los sepultureros eran los responsables, aunque nadie sabía bien cómo o por qué. Los ataúdes fueron colocados de nuevo en su sitio y el pesado ataúd de plomo del honorable señor Chase fue colocado con gran dificultad en su sitio correspondiente. La cripta se selló de nuevo.

Pasaron cuatro años antes de que se abriera otra vez la cripta para un sepelio. El 25 de septiembre de 1816 recibió el cuerpo de Charles Brewster Ames, de once años. Y una vez más los presentes descubrieron que los ataúdes en el interior estaban fuera de su lugar.

Ahora el misterio era más grande. De los primeros tres ataúdes, uno era de madera y los otros dos eran relativamente pequeños. Pero el ataúd del honorable señor Chase pesaba 120 kilos, y se habían requerido ocho hombres para introducirlo en la cripta. Esta vez el desorden no podría haber sido causado por un solo vándalo, sino por un pequeño grupo. ¿Por qué querría alguien tomarse tantas molestias? Y enfrentar el peligro, pues el castigo sería severo para cualquiera que fuera encontrado violando una tumba.

El siguiente sepelio ocurrió sólo cincuenta y dos días después. Esta vez era Samuel Brewster, padre del pequeño que fue sepultado poco antes. El señor Brewster estaba sepultado en otra parte, pero sus restos fueron cambiados a la Cripta Chase. La procesión fúnebre ahora era mayor por la cantidad de curiosos que querían saber si los ataúdes habían sido movidos otra vez. La placa que cubría la entrada a la cripta fue cuidadosamente examinada. Al parecer estaba intacta. Pero cuando la cripta se abrió, era obvio que los ataúdes habían sido movidos de nuevo. El ataúd de la señora Goddard, el único de madera, estaba muy dañado -no se sabe si a causa del manejo o por causas naturales. Tuvo que ser amarrado con alambre para que no se desintegrara. Los otros cuatro ataúdes, todos de plomo, estaban diseminados por todos lados.

El Reverendo Thomas Oderson, rector de la Iglesia de Cristo, y otras prominentes personas investigaron la Cripta Chase cuidadosamente, pero no encontraron ninguna pista de por qué o cómo los ataúdes eran movidos. Todo lo que pudieron hacer fue ordenar que los ataúdes fueran colocados de nuevo en su lugar original y sellar la cripta una vez más.

Ya para entonces los ataúdes deslizantes eran tema de especulación para todas las personas de la isla, y esperaban con ansia para ver qué pasaba la próxima vez que se abriera la cripta. Tuvieron que esperar tres años hasta el 17 de julio de 1819. Fue difícil cincelar el cemento alrededor de la placa de mármol. Pero cuando la cripta se abrió, los presentes encontraron que los ataúdes estaban en desorden. Como detalle curioso, sólo el frágil y ligero ataúd de madera de Thomasina Goddard se encontraba donde había sido colocado antes.

Lord Combermere, el gobernador de la isla, ordenó una investigación por su cuenta. Cada  centímetro de la cripta fue revisado. Los ataúdes sellados fueron examinados minuciosamente, pero no se encontró ninguna pista. Una vez más los ataúdes fueron ordenados colocando los más grandes sobre el piso y los dos pequeños de los niños encima. El ataúd de madera permaneció recostado contra una pared. El gobernador hizo esparcir arena en el piso de la cripta. En la arena se marcarían las pisadas de cualquiera que entrara a la cripta. Después el lugar se cerró y los sellos personales del gobernador y otros dos hombres fueron impresos en el cemento fresco que sellaba la placa de mármol. Cualquiera que quisiera mover los ataúdes esta vez, tendría que violar los sellos.

Hecho esto, todos se retiraron a esperar el próximo funeral. Pero el gobernador no pudo esperar. El 18 de abril de 1820, él y un grupo de amigos curiosos fueron a la Iglesia de Cristo y examinaron la cripta. Los sellos no habían sido alterados, pero cuando entraron encontraron los ataúdes en un desorden peor que nunca, algunos incluso estaban volteados. Sin embargo, el ataúd de madera no había sido movido. En la arena del suelo no encontraron pisadas.

A estas alturas, el preocupado y exasperado gobernador ordenó que los ataúdes fueran sacados de la Cripta Chase y sepultados en otro lugar. La Cripta Chase ha permanecido abierta y sin usar hasta la actualidad.

La causa de las perturbaciones en la Cripta Chase ha sido motivo de acalorada discusión desde que fueron advertidas por primera vez. Desafortunadamente, la información sobre los sucesos no es tan completa y exacta como pudiera esperarse. Los registros originales del Reverendo Oderson fueron destruidos, ya sea por un huracán en 1831 o por un incendio en 1935. Lo que queda son copias y relatos, que no son la mejor evidencia. Pero al parecer se eliminaron algunas explicaciones obvias como temblores de tierra o inundaciones. ¿Cómo podría un temblor afectar sólo esta parte de la isla? Nunca se encontró agua en la cripta y, además, el ataúd de madera de la señora Goddard era el único que no se movía, mientras los de plomo más pesados cambiaban de lugar.

La especulación más excitante fue enfocada en posibles explicaciones "psíquicas". Muchas personas han señalado que las perturbaciones comenzaron después del sepelio de Dorcas Chase, una probable suicida. Los suicidios son, desde luego, el origen de muchos relatos de "espíritus sin descanso". El honorable Thomas Chase en sí, tenía fama de ser malo, otra característica popular de esta clase de relatos.

El hecho es que el misterio de los ataúdes deslizantes de Barbados no ha sido resuelto y es probable que permanezca así.


Tomado de la Enciclopedia de los Fantasmas 
Por Daniel Cohen


[1] Tomada de la página Web https://www.elpensante.com/el-enigma-de-los-ataudes-deslizantes-de-barbados/

miércoles, 17 de enero de 2018

Nuestro encuentro con Dios

Por: Oscar Cervantes Velásquez
Centro de Estudios Espíritas Francisco de Asís
Santa Marta - Colombia

Desde los albores del tiempo, el hombre aposentado en la Tierra e intentando interpretar en los fenómenos naturales, aún sin comprensión, la causa primaria de los mismos, inicio un largo recorrido hacia la búsqueda de un ser superior a él que pudiera dar respuestas a infinidad de interrogantes, propios de quien evoluciona con muchas dudas, sintiéndose huérfano de un Padre en quien pudiese refugiarse ante sus necesidades existenciales.

En respuesta a sus inquietudes, surge la mitología, como apoyo espiritual para encontrar explicaciones sobre la naturaleza, la creación del universo, y todo aquello que se imposibilitaba a una explicación racional, que por su escasa evolución intelecto-moral, se escapaba a una fácil comprensión de los mismos. Sin embargo, tal como lo informa la espiritualidad, “toda la mitología pagana no es en realidad más que un gran cuadro alegórico de las diversas caras, buenas y malas, de la humanidad. Para quien busca su sentido, se trata de un curso completo de la más profunda filosofía, como sucede con las fábulas modernas. Lo absurdo residía en que se tomara la forma por el fondo[1]”.

En la búsqueda de esa ligazón que lo uniera al ser Supremo, aparecen las religiones, que le permitieron moldear su pensamiento y acercarse cada vez más, a los “misterios” de la divinidad. Son muchas las culturas y los pueblos antiguos, que, amparados en los enigmas de sus concepciones religiosas, alcanzaron una mejor comprensión del mundo, entendiendo cada vez más a la naturaleza y dándoles un mayor sentido a la vida.

Sin embargo, “aquellas religiones que no entendieron la creación, punto de partida de todos los credos religiosos, han equivocado sus dogmas: los que no creyeron en un Dios todopoderoso, imaginaron muchos dioses; esas otras que no atribuyeron a Dios la bondad suprema crearon un dios colérico, parcial y vindicativo[2].

De esta manera y en pleno auge del politeísmo, surge la necesidad que el planeta Tierra pueda albergar la concepción de la unicidad divina, y el pueblo hebreo fue el instrumento del que Dios se valió para hacer su revelación. Así, se da inicio al ciclo de revelaciones en el seno de la cultura hebrea, influenciada notablemente por la idea de los varios dioses, pero que gracias al pacto o alianza celebrado por Dios con Abraham, prometiéndole la tierra de Canaán a él y a su descendencia, asumen el monoteísmo como única religión. Asegura El Génesis, que a la edad de 99 años, Yahvé se le apareció a Abram y le dijo:

 “Por mi parte he aquí mi alianza contigo: serás padre de una muchedumbre de pueblos. No te llamarás más Abram, sino que tu nombre será Abraham, pues padre de muchedumbre de pueblos te he constituido. Te haré fecundo sobremanera, te convertiré en pueblos, y reyes saldrán de ti. Y estableceré mi alianza entre nosotros dos, y con tu descendencia después de ti, de generación en generación: una alianza eterna, de ser yo el Dios tuyo y el de tu posteridad. Yo te daré a ti y a tu posteridad la tierra en que andas como peregrino, todo el país de Canaán, en posesión perpetua, y yo seré el Dios de los tuyos[3]”.

Posteriormente surge la figura de Moisés, quien “por inspiración y observación estableció los códigos esenciales al proceso de liberación de la sombra”[4], recibiendo las Tablas de la Ley en el Monte Sinaí. De igual manera, se convierte en legislador civil de un pueblo indómito, viéndose obligado a contener, por el miedo, a un pueblo naturalmente turbulento e indisciplinado, en el cual tenía que combatir abusos arraigados y prejuicios adquiridos en la servidumbre de Egipto. Para dar autoridad a sus leyes, debió atribuirles origen divino, como lo hicieron todos los legisladores de los pueblos primitivos; la autoridad del hombre debía apoyarse en la autoridad de Dios; mas sólo la idea de un Dios terrible podía impresionar a hombres ignorantes, en quienes el sentido moral y el sentimiento de una delicada justicia estaban aún poco desarrollados. Es evidente que el que había establecido en sus mandamientos: “Tú no matarás; tú no harás mal a tu prójimo”, no podía contradecirse elevando a deber el exterminio. Las leyes mosaicas propiamente dichas, tenían, pues, un carácter esencialmente transitorio”[5].

Época marcada por la predominancia de la sombra colectiva, al decir de Juana de Ángelis[6], se tornaba indispensable que quedasen establecidas trayectorias de gran vigor, mediante el proceso avanzado con relación a la Ley del talión, aquella que punía conforme el tipo de delito practicado: ojo por ojo, diente por diente…

En la segunda y tercera revelación, hay un desmarque profundo de aquellas concepciones que nos ofrecían un Dios a la medida de los pueblos y su propia evolución, surgiendo, con Jesús, la posibilidad del reencuentro con Dios a través de una enseñanza centrada en el sentimiento, no solo hacia el creador, sino hacia el prójimo, como objetivo fundamental en su acercamiento hacia Dios. La llegada de Jesús a la Tierra, le permite “enfrentar la ignorancia predominante trayendo el mensaje de amor que jamás fuera presentado antes en la formulación de la cual Él era portador[7].

El hombre, ser pasajero, limitado en el tiempo y el espacio y viviendo la religión sin religiosidad, permite que el concepto de Dios se pierda en la complejidad de las fórmulas vacías del culto externo, complaciéndose en manifestaciones ruidosas de cantos e idolatrías, que lo desligan de componentes espirituales como la meditación y la reflexión en una introspección profunda, que le permitan intimar con la esencia divina. Bajo ese clima de orfandad espiritual, terminan en una vida desprovista de esperanza, sin convicción profunda, sin madurez espiritual.

Se hace necesario que el ser se identifique con su propia conciencia, en la búsqueda de la religiosidad interior que lo aproxime a Dios en toda su plenitud. Es por ello que la espiritualidad superior, ante las indagaciones del maestro Kardec, acerca de donde están escritas las leyes de Dios respondieron: “En la conciencia”. De esta manera, el germen divino crece en el interior del hombre y se expande, permitiendo que se comprenda el concepto de Pablo, que el ya no vivía, sino era “Cristo que vivía en él”.

Ante esta aseveración de Pablo, podemos asegurar, de acuerdo con el pensamiento de León Denis, “que no se puede demostrar la existencia de Dios con pruebas directas y sensibles, pues Dios no cae bajo el dominio de los sentidos. La divinidad ha desaparecido bajo un velo misterioso, tal vez para obligarnos a buscarla, lo cual constituye, por cierto, el ejercicio más noble y más fecundo de nuestra facultad de pensar, y también para dejarnos el mérito de descubrirla[8].

Cuando Jesús de Nazaret nos enseña “Yo soy el camino, la verdad y la Vida; nadie viene al Padre sino es por mí[9], comprendemos que el largo viaje que nos conduce a Dios, es directamente proporcional a los objetivos de nuestra encarnación, la cual es la perfección, perfección esta que nos acerca irremediablemente a Dios. Entonces, vinculados con el tropismo divino, y seguros que en el Evangelio encontramos las más hermosas lecciones que permearan nuestro Espíritu indolente en el Bien, hacemos de sus enseñanzas la ruta segura para “convertirlo en compañero de la oración, en libro escolar en el aprendizaje de cada día, en fuente inspiradora de nuestras más humildes acciones en el trabajo común y en código de las buenas maneras en el intercambio fraternal[10].

Entonces, no más excusas para nuestro encuentro con Dios, recordemos que en medio de la gran noche, que aún oscurece los caminos de muchos de nuestros compañeros de camino, es necesario mantener encendida la luz del discernimiento, que hoy nos permite servir de guías a aquellos que aún se mantienen en la retaguardia, seguros que nuestros pasos hoy se encaminan a los montes de elevación, a los que nos haremos merecedores, manteniendo la certeza que, avanzar sin luz a nuestro encuentro con Dios, es imposible.








[1] Allan Kardec, La Génesis, Cap. XII, Caracteres de los milagros.
[2] Allan Kardec, La Génesis, cap. II, Dios.
[3] Gen. 17, 4-8.
[4] Juana de Ángelis/Divaldo Franco, Leyes Soberanas, Cap. 1. El Evangelio a la luz de la psicología profunda. Ediciones Juana de Ángelis, 2012.
[5] Allan Kardec, El Evangelio según el Espiritismo, Cap. I, No he venido a derogar la ley.
[6] Juana de Ángelis/Divaldo Franco, Leyes Soberanas, Cap. 1. El Evangelio a la luz de la psicología profunda. Ediciones Juana de Ángelis, 2012.
[7] Ibídem
[8] León Denis, Después de la muerte. Cap. IX, El universo y Dios. Editorial Cima, 1995.
[9] Juan 14, 6.
[10] Chico Xavier/Emmanuel, Camino, Verdad y Vida. Editora Mensaje Fraternal, 1986.

sábado, 6 de enero de 2018

Conciencia Espírita

Humberto de Campos

Dice usted que no comprende el motivo de tantas lamentaciones, en las comunicaciones de los Espíritas desencarnados. Fulano, que dejo una buena estela de servicio, regresa escribiendo que no actúo entre los hombres como era debido; zutano, conocido por su elevado patrón de virtudes, regresa, a través de varios médiums, a quejarse del tiempo perdido… Y usted anota, después de interesantes comentarios: “Tengo la impresión de que nuestros hermanos regresan, del más allá, atormentados por terribles complejos de culpa. ¿Cómo explicar este fenómeno?”.

Crea, mi querido hermano, que tengo personalmente por los Espíritas la más tierna admiración. Infatigables constructores del progreso y obreros del Cristianismo Redivivo. Sin embargo, recibieron tanta libertad para la interpretación de las enseñanzas de Jesús que, sinceramente, no conozco en este mundo personas de fe más razonable, ante los problemas de la vida y del Universo. Cargando grandes recursos intelectuales, es justo que guarden la preocupación de realizar mucho más, a favor de tantos hermanos en la Tierra, detenidos en ilusiones e inhibiciones en el campo de las creencias.

Se cuenta que, Allan Kardec, cuando reunía los textos con el que nacería “El Libro de los Espíritus”, cierta noche se recogió en su lecho, impresionado con un sueño con Lutero, del que recibiera noticias. El que en su tiempo fuera el gran reformador, tenía la convicción de haber estado en el paraíso, cogiendo informes en torno a la felicidad celestial.

Conmovido, el Codificador de la Doctrina Espírita, durante el reposo, viese también fuera del cuerpo, en singular desdoblamiento… Junto a él, identificó a un enviado de los Planos Sublimes que lo transportó, de golpe, a nebulosa región, donde gemían millares de entidades en sufrimiento aterrador. Llorando de aflicción, se unían en gritos de cólera y blasfemias, a las que le seguían carcajadas de locura.

Atónito, Kardec recordó a los tiranos de la Historia e inquirió, espantado:

¿Yacen aquí los crucificadores de Jesús?

-     Ninguno de ellos – informó el guía solícito -, porque aunque responsables, desconocían, en esencia, el mal que practicaban. El propio Maestro los ayudó a desembarazarse del remordimiento, consiguiéndoles bendecidas reencarnaciones, en las que rescataron ante la Ley.

-     ¿Y los emperadores romanos? Con seguridad padecerán en estos sitios aquellos mismos suplicios que impusieran a la Humanidad.

-     Nada de eso. Hombres de la categoría de Tiberio o Calígula no poseían la mínima noción de espiritualidad. Algunos de ellos, después de estados regenerativos en la Tierra, ya se elevaron a las esferas superiores, mientras que otros se demoran, hasta hoy, internados en el campo físico, en camino de la redención.

-     ¿Acaso, andarán presos en estos valles sombríos – pregunto el visitante – los verdugos de los cristianos, en los siglos primitivos del Evangelio?

-     De ninguna manera – replicó el lúcido acompañante -, los verdugos de los seguidores de Jesús, en los días apostólicos, eran hombres y mujeres casi salvajes, a pesar del tinte de civilizados que ostentaban… Todos fueran llevados a la reencarnación, para que adquirieran instrucción y entendimiento.

El Codificador del Espiritismo pensó en los conquistadores de la Antigüedad, Atila, Aníbal, Alarico I, Gengis Khan… Sin embargo, antes de enunciar una nueva pregunta, el mensajero agregó, respondiéndole la consulta mental:

-     No vagan por aquí los guerreros que recuerdas… Ellos nada sabían de las realidades del espíritu y, por eso, recibieron piadoso amparo, dirigidos hacia el renacimiento carnal, entrando en lides expiatorias, acorde a los débitos contraídos…

-     Entonces, dime – rogó Kardec, emocionado -, ¿qué sufrientes son estos, cuyos gemidos e imprecaciones me cortan el alma?

Y el orientador esclareció, imperturbable:

-    Tenemos junto a nosotros los que estaban en el mundo plenamente educados en cuanto a los imperativos del Bien y de la Verdad, y que huyeron deliberadamente de ella, especialmente a los Cristianos infieles de todas las épocas, perfectos conocedores de la lección y del ejemplo de Cristo y que se entregaran al mal por libre voluntad… Para ellos, un nuevo renacimiento en la Tierra, es siempre más difícil…

Impresionado con la inesperada observación, Kardec regresó al cuerpo y, de inmediato, se levantó y escribió la pregunta que presentaría, en la noche siguiente, a examen de los mentores de la obra en construcción y que figura como la número 642 de “El Libro de los Espíritus”: ¿Basta con no hacer el mal para ser grato a Dios y asegurarse tal situación en el porvenir?, indagación esta a la que los instructores respondieron: “No. Hay que realizar el bien, dentro del límite de las propias fuerzas. Porque cada cual responderá de todo el mal que haya hecho a causa del bien que él no realizo”.

Según es fácil percibir, mi amigo, con principios tan claros y tan lógicos, es natural que la conciencia Espírita, en comparación con las ideas dominantes de la gran mayoría de las religiones, sea muy diferente. 


ESPÍRITU HERMANO X
Chico Xavier – Libro “Cartas y Crónicas” – N° 7, edición FEB



JUNG Y EL ESPIRITISMO

  CARLOS GUSTAV JUNG ARQUETIPOS, ESPÍRITUS Y COMPLEJOS: EL ESPIRITISMO A LA LUZ DE LA PSICOLOGÍA JUNGUIANA Núñez, M. (1996). Archetypes ...