miércoles, 25 de noviembre de 2015

Dimensión espiritual de la renovación sexual

Fotografia tomada de la Web: http://www.nocruceselrioconbotas.net/2015/05/creacion-de-un-centro-de-atencion-y.html
Por: Oscar Cervantes Velásquez
Centro de Estudios Espíritas Francisco de Asís
Santa Marta - Colombia
2015

Desde tiempos inmemoriales la humanidad ha padecido y padece, lacras, las cuales ha vituperado con vehemencia o a las que, en ocasiones, ha silenciado porque la sociedad lo ha considerado necesario o conveniente al propio decoro. Sin embargo, nadie puede pretender discutir que el simple eco de negar la existencia de algo, o el no querer hablar de ello, implique como consecuencia su desaparición automática; antes por el contrario, el silencio favorece en determinados aspectos la actitud de algunos desadaptados que, merced a la posición hipócrita de algunas sociedades, se aprovechan para actuar dominados por sus bajos instintos.

Al intentar analizar las costumbres de la sociedad en materia sexual, necesariamente tenemos que hacer una mirada retrospectiva de ella desde sus albores y nos encontraremos con prácticas y costumbres que atentan, para quienes aplican los principios cristianos, contra la moral y las buenas costumbres; según el profesor Schawer, entre algunas tribus salvajes, la primera copula, porque es dolorosa y sin placer, debe ser practicada por extraños a fin de que su recuerdo no turbe el afecto hacia el marido y produzca la infidelidad en la mujer. El famoso viajero medieval Marco Polo, hizo una clara referencia a estas costumbres en su libro “El Millione”, donde al hablar del Tíbet y de sus habitantes dice:

“En esas regiones ningún hombre tomaría por esposa a una virgen. Por eso las muchachas se apresuran a perder cuanto antes eso que en muchos sitios es virtud y que allí se considera defecto. Los tibetanos dicen que una mujer no vale gran cosa si antes no ha conocido a otros hombres”.

Marco Polo, imagen tomada de la Web:
http://www.aglobalreach.com/was-marco-polo-an-explorer/

Igualmente, en la península de Malaca es el padre quien asume el penoso deber de la iniciación que, sin embargo, tiende también a significar que la joven es propiedad del padre hasta que le es entregada – ya mujer – al marido.

También encontramos pueblos que rendían culto al sexo, pues a través de él lograban la reproducción de las especies. Igualmente, en todos los continentes, ya sea en Europa, Asia, África, Oceanía y muy especialmente en toda América, se han encontrado vestigios arqueológicos que han demostrado la existencia del culto fálico. Las investigaciones antropológicas han verificado, que son muchas, de formas distintas y variadas las manifestaciones y los testimonios descubiertos en representaciones pictóricas o escultóricas de un falismo sagrado. Es demasiado evidente el carácter ritualístico que se observan en los símbolos sexuales y por todas partes y en distintos lugares abundan hechos sobre la adoración de los misterios del sexo. En la India, por ejemplo, encontramos muchas divinidades fálicas, como Shiva y Shakti; en Roma y Grecia tenemos a Venus, Baco y Príapo.

Estatuilla galo-romana de bronce de Príapo o Genius descubierto en el norte de Francia. Fotografía tomada de la Web: http://www.abc.es/cultura/abci-priapo-dios-maldito-falo-gigante-adoraba-poblacion-rural-201606190434_noticia.html
Las indagaciones realizadas a todas las religiones trascendentales, nos llevan a descubrir con gran asombro, que estas están llenas de símbolos y amuletos fálicos, claro que, para aquella época, el falo no se miraba en la forma vulgar, sensualista y pornográfica como hoy día; todas estas festividades giraban alrededor de los misterios sexuales, por cierto, muy sagrados en las grandes culturas que nos precedieron en el curso de la historia. Que estas ceremonias ritualísticas hayan degenerado en horribles bacanales, no lo podemos negar. En el nacimiento y desarrollo de las grandes civilizaciones como la egipcia, la hindú, la romana, la griega, etc., se cultivaron los misterios trascendentales del sexo. Pero cuando la cultura decae, declina y degenera, entonces comienza la decadencia de los grandes imperios, que ente otras cosas se debió a una conducta desenfrenada y libertina del sexo.

En cuanto a la homosexualidad, podemos anotar que entre las primeras referencias a invertidos de que se tiene noticia se encuentra en la Biblia, en el capítulo XIX del Génesis, cuando los dos ángeles enviados por Yahvé a la ciudad de Sodoma y de Gomorra son hospedados por el fiel Lot en su casa. Este ofrece de comer a sus huéspedes, pero luego: “…Antes de que fueran a acostarse, los hombres de la ciudad, los habitantes de Sodoma, rodearon la casa, mozos y viejos, todos sin excepción. Llamaron a Lot y le dijeron:

·       "¿Dónde están los hombres que han venido a tu casa esta noche? Sácanoslos para que los conozcamos”.

Salió Lot a la puerta, y cerrándola tras sí, les dijo:

·        Por favor, hermanos míos, no hagáis semejante maldad. Mirad, dos hijas tengo que no han conocido varón, os las sacaré para que hagáis con ellas como bien os parezca, pero a esos hombres no le hagáis nada, pues para eso se han acogido a la sombra de mi techo.

Ellos le respondieron:

·        Quítate allá. Quién ha venido como extranjero, ¿va a querer gobernarnos ahora? Te trataremos a ti peor que a ellos.

Forcejearon con Lot violentamente, y estaban para romper la puerta, cuando, sacando los hombres su mano, metieron a Lot dentro de la casa y cerraron la puerta”.

Lot ofrece a sus hijas. Fotografía tomada de la Web: http://www.mscperu.org/espirit/Emiliano%20Jimenez/Abrahan/abrahan18.htm

No vamos a comentar el extremado sentido de la hospitalidad de que dio muestras Lot al querer proteger a sus huéspedes hasta el extremo de ofrecer a sus hijas vírgenes para que los sodomitas hicieran con ellas lo que bien quisieran, lo que si haremos constar es que estos, pese a dicho ofrecimiento, persistieron en su deseo de acceder a los dos hombres presentes en la casa de Lot, lo que nos da una ligera idea de la extensión que en ellos tenían las costumbres homosexuales.

Sobre la costumbre de las relaciones sexuales en la antigüedad existen muchos casos, entre los que se destaca el de Khribor, general en jefe de las huestes de mercenarios que servían en el ejército de Ramsés II.


La ciudad de Tiro se había rebelado y el Faraón envió contra ella a sus tropas más aguerridas, entre los cuales figuraban, como es natural, los mercenarios de Khribor. Luego de varios meses de asedio los habitantes de Tiro propusieron rendirse, pero este no aceptó y, aprovechando que los notables de la ciudad estudiaban la posibilidad de ofrecer otras menos ventajosas para ellos, atacó al frente de los mercenarios ocupando Tiro después de una lucha sañuda y sangrienta.

Khribor, se instaló entonces en el palacio del Virrey y preguntó a sus capitanes cuantos prisioneros se habían hecho. La respuesta fue:

·        Quinientos ancianos, más de mil mujeres y otros tantos niños. Guerreros solo hemos capturado a un centenar escaso.

El victorioso general siguió preguntando:
-         
·        ¿Estáis contentos con el botín obtenido?

·        Sí, pero confiábamos lograr más cautivos. En Karnak compran los esclavos a buen precio… necesitan hombres robustos…

Khribor se mostró generoso con sus capitanes, y les dijo:
-  
  • ·      Os doy mi autorización para que vendáis los guerreros a los arquitectos de Karnak. A los ancianos pasadlos todos a cuchillo. Y también a las mujeres que no gusten a la soldadesca.

  • ·        ¿No queréis ningún esclavo para ti?, preguntaron los capitanes a Khribor.

  • ·        Sí… pero me reservo únicamente los niños varones. Todos aquellos cuya edad oscile entre los siete y los quince años vivirán. A los menores les daréis muerte igual que a los ancianos y a las mujeres inútiles.

  • ·        ¿Y las niñas?

  • ·        Haced con ellas lo que os plazca. ¡No me interesan!

Los lamentos de los habitantes supervivientes de Tiro, atronaron el aire cuando los sicarios de Khribor comenzaron a ejecutar las sentencias dictadas por el general. Varios centenares de cadáveres se amontonaron en una colina cercana a la ciudad donde se encendió una gigantesca pira funeraria para evitar el mal olor de los cuerpos corruptos.  A la luz de aquella gigantesca hoguera, dos centenares de hombres partieron encadenados hacia Karnak para trabajar como esclavos, mientras escuchaban los gritos de las mujeres de Tiro en las que la soldadesca cebaba sus deseos o los de los chiquillos que habían pasado a engrosar el gineceo de Khribor.

La “hazaña” del general fue notificada a Ramsés II por algunos nobles egipcios, los cuales censuraban el proceder de Khribor, pero “el señor de las dos tierras” respondió a sus quejas con estas palabras:

  •        Khribor ha castigado a unos rebeldes en forma ejemplar. Yo le aplaudo. De ese modo las ciudades vecinas a Tiro no osaran rebelarse.
  •      Pero... el gineceo de niños...
  •      Son esclavos conseguidos en una acción guerrera. Es dueño de hacer con ellos lo que le plazca. pudo matarlos a todos y nadie se lo habría reprochado. todavía pueden estar contentos por haber salvado la vida gracias a esa debilidad del valeroso Khribor.
    Y con eso dio por terminada la conversación el faraón, sin que los nobles se      atreviesen a seguir pidiendo el castigo del general homosexual y pedófilo.

    La visión de los hombres sobre el sexo ha sido muy cambiante de acuerdo a las épocas y circunstancias históricas, donde el sexo ha sido en algunos exaltados y en otros despreciados; unas veces tratados con mucho rigor y en otros desenvueltos en lamentables libertinajes. En la cultura griega, a los jóvenes que se alistaban en el ejército se les permitía la práctica del homosexualismo, dándose el caso que había ejércitos formados por parejas de homosexuales, porque se suponía que estas parejas cuando iban a la batalla, ni uno ni otro daban muestras de retroceso ni de cobardía, sino que por el contrario hacían brillar su gran valor a los ojos de los hombres. Era la degradación sexual unida a la degeneración moral de aquella cultura, y esto trajo como consecuencia el derrumbe de estos grandes imperios.

Quizá uno de los factores que más influyeron en el desarrollo y propagación del homosexualismo entre los griegos deba buscarse en sus escuelas filosóficas. Y al hablar de escuelas, no nos referimos a la doctrina que en ellas pudiera enseñarse, sino a la agrupación de hombres o discípulos en torno a un filósofo que sentaba cátedra de maestro. En efecto, resulta fácilmente comprensible que los seguidores de estos filósofos, por ejemplo, que reverenciaban a sus maestros en la filosofía como a unos superdotados, al ver que ellos practicaban sin reparar las costumbres homosexuales, les imitaran también en el terreno de lo sexual.

En la isla griega de Lesbos nació Safo, la famosa poetisa, que se consideraba como la figura más conspicua de las homosexuales femeninas y cuyos “méritos” la hacen acreedora a un capítulo aparte, puesto que su nombre y el de la isla que la vio nacer han servido para designar las prácticas homosexuales entre mujeres, bajo los títulos de “sáficas” o de lesbianas”.

Safo de Mitelene. Imagen tomada de la Web: 
http://lapasiongriega.blogspot.com.co/2008/10/safo-de-mitilene.html

En Lesbos nació también Magila, una de las heroínas de las famosas conversaciones lesbianas que figuran en la colección de Luciano, “Los diálogos entre cortesanas”. La prueba de la difusión de las prácticas lesbianas se encuentra no solamente en la literatura griega y luego en la romana, sino también en la pintura. Todavía hoy se conservan numerosos vasos que datan del siglo V antes de Cristo, en los cuales aparecen muchachas desnudas haciéndose el amor.

En cuanto a las desafortunadas costumbres sexuales de los romanos, podemos decir, que fue la heredera de las costumbres, civilización, artes y filosofía helena. No es pequeño el número de prohombres romanos que incurrieron en las prácticas homosexuales. Citaremos como ejemplo de las más famosas a Julio Cesar, de carácter marcadamente bisexual, y del que uno de sus historiadores dijo:
  •         Es el marido de todas las mujeres y la mujer de todos los hombres.
Una de las consideraciones que se han hecho acerca de la razón por la cual se extendió tanto la sodomía entre los generales y militares romanos es la larga duración de las campañas y la abstinencia de placer carnal con mujeres que los obligaba al trato con animales – recuérdese las famosas cabras que llevaban las legiones y los variados usos que a estas le daban – o a las relaciones homosexuales. Teniendo en cuenta los precedentes que les dejaron sus antecesores guerreros, egipcios, medos, persas y griegos, no es de extrañar que los “milites” romanos les imitaran en lo sexual. Y mucho más si se considera que Roma extendió sus dominios por todo el mundo, sojuzgando a gran cantidad de tribus y pueblos, que pasaron a convertirse en esclavos, sobre los cuales – como ya es sabido -, el dueño tenía un poder absoluto.

Respecto a los esclavos digamos que entre los romanos era costumbre dedicar a los hijos de aquellos a la prostitución pederastica. A estos se les daban los nombres de pueri meritori, paediconis, cynaedi, ephebi, cathamiti, spadones, concubini, etc., y a aquellos que se habían especializado en una determinada dirección, fellatores.

El amor lesbiano estuvo también muy extendido en Roma. Al igual que los homosexuales varones, las lesbianas se daban cita en los famosos baños romanos donde podían admirar sus cuerpos a placer sin traba de ninguna clase, y sin que pudiera escandalizarse ninguna mujer ajena a las prácticas sáficas.


Entre las lesbianas más famosas de Roma hay que citar a Bassa, cuya belleza fue cantada por los poetas contemporáneos, y a las célebres patricias Agripina y Livia, las cuales sino igualaron en la capital del imperio la fama de Safo en su Lesbos natal, trataron por todos los medios de conseguirlo.

Con el advenimiento del cristianismo se produjo una reacción y las culturas formalmente formadas, reaccionaron con mucha violencia ante el desenfreno sexual del paganismo; y el cristianismo instauró normas terribles. Se prohibía la vida sexual y solamente se permitía algún desarrollo para la procreación. Se consideraba el sexo como algo impuro y de allí nació la noción del pecado, es decir, el sexo apropiado a la vida del pecador. El cristianismo en sus distintas vertientes instauró la abstención del sexo. Se miraba al sexo como algo morboso, condenable y reprimido y se establecen normas como el celibato, la virginidad, etc.

En la Alta Edad Media, la invasión de los bárbaros y la extensión y difusión del cristianismo en el imperio representaron un golpe de muerte para la civilización hedonista de los romanos. Los ciudadanos de Roma, más dados a los placeres que al trabajo, relegaban en los esclavos toda labor pesada. Igualmente, los nobles del imperio preferían comprar la defensa de sus fronteras a bárbaros aliados o a tropas mercenarias sobre las cuales ostentaban un mando puramente honorario, que a organizar legiones por sí mismos y a mandarlos, alejándose a las delicias y goces que encontraban en la capital. Para senadores y tribunos era mucho más importante disputarse la posesión de los encantos de una querida o de un lindo efebo, que ampliar los dominios del imperio. La política romana se reducía entonces a una continua pugna por ocupar puestos preeminentes en la Corte, en el Senado, en el Gobierno, en situarse cerca del Cesar, sin ocuparse poco ni mucho de los problemas que les creaba la continua presión de las hordas bárbaras, cada vez más exigentes.

Imagen tomada de la Web: http://www.misterica.net/la-decadencia-romana/
Frente a la relajación de costumbres romanas surgieron pues los bárbaros como una serie de pueblos jóvenes, vigorosos, viriles y belicosos. Las invasiones fueron sucediéndose dando al traste con la débil organización defensiva de Roma y en lugar de las depravadas costumbres de los prohombres del imperio, los vencedores implantaron otras puramente castrenses y espartanas, conscientes quizás de que su victoria se había debido más que a su valor a la relajación y degeneración de los corrompidos romanos. Para los victoriosos bárbaros la mujer pasaba a formar parte del botín, reservándola para trabajar para ellos si no les agradaba o de compartir techo mientras todavía era hermosa. En cuanto a los hombres solo les reservaban dos destinos: la muerte o la esclavitud. 

Durante algún tiempo, los bárbaros se mantuvieron fieles a esa línea de conducta, pero tuvieron que transcurrir algunos siglos, para que nuevamente volviesen a aparecer la molicie y el relajamiento en las Cortes de las nuevas naciones recién forjadas. Pero antes de que esto llegase a constituir un hecho, surgió en Oriente una religión belicosa y los pueblos que la abrazaron empezaron a extender sus dominios por el norte de África primero y por varias zonas de Europa, después. Esta religión era la del Islam.

Símbolo del Islam

Más entre los musulmanes se dio también el mismo caso que se diera entre sus predecesores. Mientras fueron guerreros, lanzados a la conquista, no tuvieron cabida entre ellos los vicios ni las relajaciones, pero luego, en cuanto se asentaron definitivamente en los territorios conquistados y se dispusieron a gozar de la victoria, con el florecimiento de una nueva civilización y cultura, apareció la ya habitual secuela de relajación de costumbres, la depravación y la degeneración. La lujuria, la gula y el desenfreno se dieron el brazo con la ociosidad aposentándose en las cortes musulmanas, y esto agravado por la existencia de algo que no había existido entre sus antecesores y que estaba prohibido entre los cristianos, la poligamia.

Es mucha la importancia que tiene el harem en el desarrollo de la homosexualidad entre las mujeres allí encerradas. Viene a ser algo semejante a un prostíbulo enmascarado. Son demasiadas las mujeres que deben permanecer allí sometidas al capricho y al deseo de un solo hombre, por lo que su deseo las lleva a buscar satisfacciones entre ellas. Y por otra parte, la misma facilidad de obtención de placeres heterosexuales de los señores musulmanes produjo en estos el efecto conocido como “saturación”, llevándolos, por curiosidad primero, hacia las prácticas homosexuales, prácticas que luego se convirtieron en costumbre y que produjeron la aparición de la esclavitud pederastica tal como había sucedido anteriormente en Roma.

Todavía sucedió algo más con el Islam y fue que al iniciarse las Cruzadas, se estableció – involuntariamente – una especie de intercambio de las costumbres de aquellos pueblos que se combatían a muerte. A este respecto debemos aclarar que si fueron muchos los cruzados que marcharon a Tierra Santa, llevados por el ideal de liberar los Santos Lugares, otros lo hicieron por simple afán de aventuras o por escapar a sus acreedores. De estos cruzados “no podía esperarse que viviesen de acuerdo con la continencia propia de los verdaderos caballeros cristianos y a ellos hay que achacar la responsabilidad de la introducción en Europa de las más relajadas y depravadas costumbres orientales, entre las cuales figuraron la homosexualidad y el hábito de castrar a aquellos hombres a quienes debía confiarse de una o de varias mujeres. El eunuco del harén oriental dejo de ser algo privativo del oriente o de la corte musulmana para encontrarse a su vez en la Europa cristiana y medieval.

Y ya que hemos hablado de los cruzados, no podemos dejar de hacer mención de la Orden del Temple, que después de seis siglos de haber acumulado gloria y honra, se vio objeto de una sañuda persecución sujeta a varias y tremendas acusaciones, entre las cuales figuraban la de practicar un culto satánico, blasfemo y anticristiano, la de haber desvirtuado el primitivo voto de castidad, sustituyéndolo por el de no tener contacto sexual con mujeres en el que se aceptaba como cosa implícita, el trato homosexual.

En la baja Edad Media, un factor muy importante y digno de ser tenido en cuenta, es el llamado derecho de pernada, por el cual los señores feudales tenían poder sobre las vidas y las haciendas de sus vasallos, así como el privilegio de poder gozar las primicias de toda doncella nacida en sus dominios.

Cuenta la historia que en la hermosa ciudad de Venecia la homosexualidad tomó una gran extensión y esto nos sirve de exponente de lo que sucedía en otras localidades europeas. El gobierno de San Marcos reconoció que: “…las meretrices, mamolas o violetas, son absolutamente necesarias en esta tierra, pero les está terminantemente prohibido habitar en las casas privadas de las ciudadanos venecianos”.

Esta orden del gobierno fue objeto de numerosas censuras por parte de las mujeres que ejercían la más vieja profesión del mundo, las cuales se quejaban de que aquella venía a disminuir sus ya escasos beneficios, puesto que los hombres no iban con ellas prefiriendo practicar entre ellos el pecado contra natura. El ciudadano Antonio Contarini, uno de los notables de la ciudad, hizo eco de las quejas y las trasladó al Consejo de los Diez, exponiendo:

  •     A pesar de que la República castiga severamente el “abominable vicio” ahorcando y quemando después a los culpables o condenándolos a prisión perpetua, o ahogándolos en el Canal de Marani, no cesa ese vicio y por ello puede verse por las calles de Venecia a hombres en traje femenino o a mujeres de mala vida, que adoptan el aspecto y las ropas masculinas y que, para mayor atracción, esconden la mitad del rostro y se cortan los cabellos.

  •         Últimamente se han impuesto algunos castigos ejemplares – opuso uno de los diez.
  •       Es cierto, pero no basta. Conviene que el gobierno tome medidas para evitar que los ciudadanos caigan en ese vicio.

  •                    ¿Podéis sugerir algo?

  •       Si, señorías. Solicito que se proteja a las meretrices y se les autorice a una exposición más abierta de sus encantos físicos.

El Consejo de los Diez, luego de escuchar a Contarini prometió estudiar el asunto; poco tiempo después, el abogado de la comuna, Sir Lorenzo Venier, mandó a llamar a todas las “matronas de la ciudad de Carampano”, o dueñas de casas de trato y les ordenó:
  •          A partir de hoy las mamolas saldrán en verano a las ventanas y en invierno al pórtico del piso bajo que estará iluminado, y permanecerán allí, con el seno descubierto, a fin de alentar a los transeúntes y distraerles de las pasiones perversas.

Puente della Tetta. 
Imagen tomada de la Web: http://www.boschce.es/venecia-puentes-y-leyendas/

-          Las matronas de la caridad de Carampano acogieron con agrado aquella orden del Gobierno de Venecia y ésta fue puesta en práctica inmediatamente, por lo que el pequeño puente de hierro, cercano a la parroquia de San Casiano, comenzó a conocerse a partir de ese momento con el nombre de “Puente della Tetta”.

El Renacimiento representó el florecimiento de una cultura calcada sobre los clásicos griegos y romanos, pero también la reaparición de muchas de sus costumbres licenciosas. Renacimiento y relajación de costumbres pueden considerarse poco menos que unidos. El florecer de las artes y las letras fue acompañado por una licencia casi general en todos los órdenes de la vida. La “amistad “entre los hombres pasó a ser sino algo normal, por lo menos muy tolerado, algo de lo que pocos se extrañaban.

Una de las primerísimas figuras del arte renacentista la constituye Leonardo Da Vinci (1451 – 1519), al que sus compañeros de taller, cuando trabajaba en el Verrochio, le apodaban el “arcángel” por la belleza y dulzura de su rostro. Su afición a los efebos radica de la época que contaba 30 años y comenzó a hacer uso de ellos como modelos para sus obras pictóricas.

Ha habido autores que se han negado a admitir la homosexualidad del genio de la pintura. Respecto al declarado misoginismo de Leonardo Da Vinci, para comprenderlo, basta leer una de sus cartas, en la que dice textualmente: “… El acto del coito y los miembros que en el actúan son de tal brutalidad que, si no fuese por la belleza de los rostros y los adornos de los actores y su desenfrenada actitud, la naturaleza perdería la especie humana…”. Lo cual viene a demostrar que, si de él hubiese dependido, el hombre no tendría nunca contacto físico o sexual con la mujer, aún a riesgo de la extinción de la raza humana.


Un caso que se hizo famoso en aquella misma época, recogido por Botta en su Historia de Italia, es el de Pier Luigi Farnese, el cual “como confaloniero o inspector del gobierno” visitaba el Estado no ya para vigilar los centinelas y los baluartes como era su deber, sino para admirar y estuprar, de grado o por fuerza, a los jóvenes soldados o paisanos que veía y le agradaban, desahogando sobre sus dóciles o rebeldes cuerpos su increíble e infame brutalidad. Pero no eran solo esos casos como el precedente, de violencia y estupro, los habituales entre los homosexuales del Renacimiento. Lo más frecuente era la “amistad íntima” que rayaba en verdadera admiración entre dos hombres.

Michelangelo Ludovico Buonarotti, es el otro gran genio del arte y la escultura, cuyas aficiones homosexuales carecen de discusión. La perfección de su “David” debe atribuirse a la amorosa pasión con que el cincel del artista plasmó en la materia, el cuerpo adorado de Tomas Cavalliere, el joven por quien sentía una atracción profunda, desasosegada y sensual. Tanto Miguel Angel como Leonardo Da Vinci fueron dos genios del arte, pero las maravillas que salían de sus manos no impedían que aquel talento creador se encenegase en el vicio de la desviación homosexual. 

Tampoco Inglaterra se libró de la degeneración y depravación de la sexualidad en personas relevantes de su reino. Así se cita el caso de Catalina Howard, a quien su esposo, Enrique VIII, hizo ajusticiar por haber llegado a oídos del monarca que ella se entregaba a prácticas lesbianas con sus camaristas.

Catalina Howard. 
Imagen tomada de la Web: http://eldiariodeanabolena.blogspot.com.co/2013/01/catherine-howard-la-rosa-sin-espinas.html
Y también en la neblinosa Gran Bretaña, un gran talento literario, quizá el mayor de los nacidos en aquel país, se hizo sospechoso de homosexualidad, debido a los apasionados versos que Shakespeare dirigió al honorable Sir Henry Carl de Southampton, como este que transcribimos a continuación:

Tienes, mi dueño, femenil la cara
de niña el corazón; no eres variable
ni te importa que muera miserable,
quien, con gusto, por ti muerte buscara.

Quizás para que fueras admirable
te hiciera Dios mujer; luego pensara
que eras, siendo mujer, más peligrosa
y te hiciera varón, más sin restarte
encanto a tu belleza luminosa.

Y, pues encanto tal quiso dejarte
mi canto solo te dirá una cosa

que sufro y languidezco por gozarte.

Como puede observarse leyendo estos versos del genial Shakespeare, en ellos se dice de un hombre, de un “amigo”, lo que quizás no se diría de una bella joven de la que se estuviese enamorado y a la que se hubiese poseído. Hacen pensar, forzosamente, que el autor sentía más amor al varón que a la hembra.

En la Edad Moderna, por lo tanto mejor documentada que las épocas anteriores, también ha tenido una serie de genios que han de ser incluidos en la ya larga relación de homosexuales de ambos sexos. La apasionada amistad entre los célebres poetas ingleses Lord Byron y Percy Bysshe Shelley fue objeto de escándalo en la puritana Gran Bretaña y causa de que el primero se separase de su esposa, la hija de Sir Ralph Milbanke. Dos hombres influyeron notablemente en la vida del poeta. A uno ya lo hemos citado, fue el célebre Lord Byron; el otro era Godwin, del que algunos afirmaban que Shelley estaba tan enamorado que llegó a casarse con su hija para estar cerca de él.

Entre las grandes figuras de esta época no se puede olvidar al cuentista Juan Cristian Andersen, a Holderlin, al genial compositor Chaichowsky, al poeta norteamericano Walt Whitman, ni al escritor inglés Jean Addintong Symonds; todos ellos pese a sus dotes relevantes, tuvieron sobre sí el estigma de la desviación homosexual.


Pero aquel que recabó sobre su persona la atención del mundo entero, cuyo caso fue aireado por la prensa de su país, encontrando eco en la de las restantes naciones, es la del escritor Oscar Wilde.

Oscar Wilde. 
Imagen tomada de la Web: https://es.wikipedia.org/wiki/Oscar_Wilde

Oscar Wilde se convirtió en un visitante habitual de los salones, las damas se lo disputaban por lo divertido de sus réplicas, por el preciosismo de su lenguaje, por la misma impertinencia de que hacía gala, así como del desdén - fingido – hacia la opinión pública. Después de una vida azarosa y desprestigiada por su vida escandalosa, este famoso escritor murió de meningitis el 30 de noviembre de 1900 y tal como lo hubiese podido decir el propio Oscar Wilde, “La comedia o la tragedia de su vida acaba de terminar”.

En este sucinto relato histórico, hemos querido documentar como grandes personajes de la humanidad, que han podido ser tomados como paradigmas de la sociedad por su aporte al engrandecimiento que hicieron en su tiempo a las naciones del mundo, cayeron en el descrédito y desprecio por parte de la sociedad a causa de sus desvaríos sexuales.


De la época contemporánea son muchos los casos conocidos y precisamente por la cercanía de la época, dejamos al recuerdo del lector, aquellos casos de nuestra sociedad actual. Llevamos 20 largos siglos, en los cuales se han podido contemplar épocas más o menos liberalizadas. Han sido 20 siglos de cultura sexual en el mundo occidental, ampliamente influenciada por la visión cristiana de condenación al sexo y esto, naturalmente, ha creado en el ser arquetipos que se gravan en el Espíritu y que lo hacen reaccionar equivocadamente en su conducta sexual.

Según el lenguaje de la estadística, viven hoy en la Tierra mayor número de Espíritus encarnados que la totalidad de su población desde el principio de la vida planetaria hasta nuestros días, o sea: hasta 1825 vivieron en la carne en un momento dado, mil millones de criaturas humanas; hasta 1925 esa suma alcanzó dos mil millones y en la actualidad pasa la cifra de los tres mil millones.

Este hecho señala la magnitud de nuestra época, porque en los días que corren, epílogo de un ciclo planetario, se limpian los umbrales de la espiritualidad inferior, reformándose los museos de sufrimiento purgatoriales, forjados a través de innumerables milenios… Vivimos en un periodo de grandes perturbaciones en varios campos y entre estos está el sexo. Observando atentamente las costumbres sociales, percibimos que las comunidades de Espíritus venidos de las regiones umbralinas más inferiores, que están encarnados en gran cantidad, vienen influenciando de forma decisiva el cambio de la sociedad en cuanto a las actitudes vinculadas al sexo.


La humanidad está transformándose en una simple fuente de placer; los medios de comunicación se encargan de divulgar este punto de vista con una velocidad espantosa, y nosotros, sumergidos en esta tempestad de desequilibrios, muchas veces ni siquiera percibimos que estamos siendo arrastrados hacia los sombríos caminos del dolor y del sufrimiento. Si prestásemos atención, veremos esta influencia en las ropas cada vez más cortas y ajustadas, en las novelas, en los bailes, en las calles, etc. Y la gran mayoría de nosotros, que creemos no formar parte de estas regiones, pero que con toda certeza traemos tendencias del mal uso del sexo, estamos siendo permeados por la inmoralidad sexual, como si fuéramos hojas secas arrastradas por esa poderosa corriente.

Hoy tenemos una actitud sexual, una conducta sexual, una visión sexual de desbordamiento, donde transitamos por una delicada línea hacia la pornografía, influenciados por el cine, la televisión, la prensa, la radio y mucha literatura donde se resalta la conducta sexual depravada y libertina, dándose a esto el nombre de libertad sexual.


Desde el punto de vista de la Doctrina Espírita, sabemos de la importancia real del sexo como fuerza creadora “destinada a expandirse en obras de amor y luz que enriquezcan la vida igualmente condicionada a la ley de responsabilidad que nos rige los destinos”, y que, por lo tanto, su mal uso nos traerá deudas, que tendremos que saldar en el transcurso de los tiempos, retardando aún más nuestra caminata evolutiva. Es necesario que asumamos la realidad con una visión doctrinaria, que, en vez de desnaturalizar esa función sexual, se debe elevar y santificar a través de la práctica honesta, basado en el amor verdadero y respeto entre los participantes.

El sexo para el Espiritismo es función biológica y conducta espiritual. Es energía que se elabora para utilizarse en la construcción de lo bello. Es instrumento para la procreación, para el equilibrio energético de los seres que se relacionan. Es un instrumento para que se perpetúen las especies, para mejorar la realidad de la vida y para que haya evolución en dirección vertical. El Espiritismo reconoce la necesidad de la vida sexual, considerándolo instrumento positivo en la evolución material y espiritual del ser.  El sexo no es pecaminoso cuando no tiende con lo impuro, con el abuso, sino que utilizado de la mejor manera, con ética y moral, es instrumento de evolución de la vida.

En segundo lugar, el Espiritismo nos dice que el sexo no está en la estructura carnal del ser, el sexo tiene su causa, su verdadera realidad en el espíritu. La verdadera sexualidad es vibración del espíritu que se refleja en la estructura genital del cuerpo de la persona. Puede decirse que el sexo es emoción, sentimiento, vibración, atracción, es facultad espiritual.


El sexo honesto, noble, es para el Espiritismo la puerta de la cuna de la reencarnación, de la evolución de la vida, de la oportunidad del espíritu, es la gracia para que la especie continúe, debido a que la reproducción es una ley natural. Consideremos el sexo como un vehículo orgánico espiritual para el equilibrio de tensiones y de las cargas emocionales que todos llevamos dentro; necesitamos la vida sexual para nuestro equilibrio psicológico, fisiológico y espiritual. Y cuando se producen aquellas abstinencias y actitudes de reprimirlo pueden producir enfermedades, desequilibrios, estrés, angustias y situaciones de absoluta ansiedad en aquellos que no supieron controlar los centros reproductores e inferiores. El Espiritismo no está de acuerdo con la abstinencia, ni con el celibato forzoso.

En la relación sexual ocurre un intercambio de energías entre los cónyuges y que estas energías los fortalecen mutuamente si son el resultado del amor y los desequilibran como consecuencia de su falta. El sentimiento es lo que proporcionará mayor o menor satisfacción sexual a la pareja y la parte física es un complemento que se ajusta con cierta facilidad siempre que el móvil sea el amor.


La “comprensión sagrada del sexo”, comienza por el entendimiento de que en la mente está situada la sede real del sexo, imponiéndose por lo tanto, la adopción de un programa superior de actividades, en todos los sectores de la vida, con el fin de que se sublimen las energías sagradas, posibilitando, en consecuencia, las edificaciones del alma inmortal.

BIBLIOGRAFIA
  1. Biografía de la homosexualidad. H. Von Sohel. Editorial Ferma. 1964.
  2. Reflexiones sobre sexo y juventud. Anuario Espírita 1993. Editorial
  3. Sexo, sexualidad y amor. Divaldo Franco/Humberto Mariotti.
  4. En el mundo mayor. André Luiz/Francisco Cándido Xavier.
  5. El sexo a la luz del Espiritismo.
  6. ¿Existió el culto fálico?

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