jueves, 21 de julio de 2011

LAS SUTILES CARAS DE LA OBSESIÓN

La Real Academia Española define la obsesión como una "Perturbación anímica producida por una idea fija". El término obsesión que proviene del latín obsessio y que significa asedio, es considerada efectivamente por la ciencia oficial (psicología/psiquiatría), una perturbación anímica producida por una idea fija que acompaña a la persona, llevándola a estados penosos y angustiantes.

Para la Parapsicología este término define el estado en el que una persona es controlada por "otra personalidad" ajena a sí misma y que de hecho es una "personalidad intercalada" en su mente, lo que provoca la separación de la individualidad del ser por elementos psíquicos disociados. En algunos casos puede derivar en un estado de posesión[1].

La Doctrina Espírita la ha definido como “el predominio o coacción producida por un espíritu sobre la voluntad del hombre… atacando, no solamente a quienes poseen facultades mediúmnicas y las ejercitan, sino a mayor número de personas de lo que se supone[2]”.

Observando a nuestra humanidad encarnada en la Tierra notamos que cada quien en mayor o menor medida carga con sus manías u obsesiones, como lo son la manía por la limpieza, por cerrar las puertas, por el orden, etc. La literatura espírita nos ilustra que Poncio Pilatos cargo hasta el final de sus días “un cuadro neurótico-obsesivo, que lo hizo célebre, frente a la situación aflictiva de lavarse siempre las manos, que le parecían sucias por la sangre del inocente. Su desdicha habría finalizado, sólo cuando se suicidó, arrojándose al cráter de un volcán extinguido en Suiza[3]”.

Es apenas natural nuestra preocupación por los problemas obsesivos que en mayor o menor cuantía, como un lastre, carga el ser humano con sus raíces sujetas al pasado y que hoy repercute cual diapasón, en las telas sutiles de la mente encarnada. Juana de Angelis, dispuesta siempre a darnos luces de comprensión ante tan delicado problema, asegura que “es incontrolable el número de los perseguidos por Espíritus desencarnados en nuestros días. La inmensa masa de obsesos que tienen sus mentes y cuerpos violados por fluidos perturbadores, yace quebrantada por una hipnosis segura que la domina, o es azuzada por una inducción criminal, que la desorganiza y alucina[4]”.

Tal situación representa para el espírita y las Casas Espíritas en particular, la necesidad de trabajar con ahínco en la divulgación de estas verdades, pues tal como lo expresa el Espíritu de Verdad en El Libro de los Espíritus, “Es preciso explicar bien y desarrollar esas leyes, puesto que hay tan poca gente que las comprende y menos aún que las practica. Nuestra misión es la de impresionar los ojos y los oídos para confundir a los orgullosos y desenmascarar a los hipócritas: los que toman las apariencias de la virtud y de la religión para ocultar sus torpezas. La enseñanza de los Espíritus debe ser clara e inequívoca, a fin de que nadie pueda pretextar ignorancia y que cada uno pueda juzgarla y apreciarla con su razón. Estamos encargados de preparar el reino del bien anunciado por Jesús; por esto, no es preciso que cada uno interprete la ley de Dios al capricho de sus pasiones, ni falsee el sentido de una ley que es todo amor y caridad[5]”.

Para comprender el compromiso que asume el espírita ante las verdades proclamadas por Jesús y sobretodo, ante el intenso servicio que prestó a los pobres y desheredados de la Tierra, debemos considerar el extraordinario poder de Jesús y su piedad para con quienes sufrían los embates de los espíritus obsesores, valiéndose de la autoridad que lo acreditaba como Hijo de Dios encarnado en la Tierra; nos corresponde hoy como espíritas, multiplicar sus enseñanzas ya desde la tribuna o desde el refugio seguro del hogar, ya en el sitio de trabajo o donde nuestra palabra consoladora puede calar en los corazones ansiosos del pan de la vida, al que alegóricamente proclamaba Jesús, siempre dispuestos a la redención de nuestras faltas sirviendo y amando.

Ante la obsesión, solo la terapia del perdón puede desatar los lazos que los unen, aunado al ejercicio de la voluntad y la transformación moral que tanto ayuda a que obsesor y obsesado reencuentren el camino de la paz tan anhelada, y sobretodo busquemos en Jesús el sostén moral que tanto necesitamos en el desarrollo de nuestras actividades espíritas, tal como lo asegura Juana de Angelis “Como a los hombres y a nosotros, Espíritus imperfectos, nos falta la autoridad real, busquemos en Jesús los valiosos recursos de la caridad y de la luz, de la misericordia y del amor, de la fraternidad y del bien que nos cabe ofrecer a los hermanos atribulados de la Tierra como a los del más allá, consumidos por obsesiones – en demostración soberana de que la muerte libera al Espíritu del cuerpo, empero, no modifica estructuralmente a aquellos que atravesaron el portal de cenizas -, los valores santificantes que habrán de guiarlos con seguridad hacia la sublime madrugada de la vida[6]”.


[1] http://diccionario.babylon.com/obsesi%C3%93n/

[2] Alienación obsesiva, Espíritu Rufino Juanco y psicografia de Divaldo Pereira Franco. Hacia las Estrellas, Librería Espírita Alvorada Editora, Salvador Bahía, Brasil, 1990, pág. 113.

[3] Triunfo Personal, Juana de Ángelis/Divaldo P. Franco. Trastorno Obsesivo-Compulsivo, pág. 104. Librería Espírita Alborada Editora (LEAL).

[4] Deudas y rescates, Espíritu Juana de Angelis y psicografia de Divaldo Pereira Franco. En el Borde del Infinito, pág. 123, Instituto de Difusión Espírita, IDE.

[5] El Libro de los Espíritus, preg. 627. Instituto de Difusión Espírita, IDE.

[6] Las sesiones mediúmnicas de caridad, Espíritu Juana de Angelis y psicografia de Divaldo Pereira Franco. En el Borde del Infinito, pág. 131, Instituto de Difusión Espírita, IDE.

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