domingo, 26 de octubre de 2025

33 AÑOS DESPUÉS


Sí, treinta y tres años después, ofrezco un tributo de gratitud a la gloriosa Doctrina Espírita que, despertando conciencias y santificando almas, ha hecho de este pensador de ilusiones y rebelde sin causa un hombre mejor; aunque aún no del todo desarraigado de un pasado lleno de aciertos… y de muchos errores.

Cuántas ideas preconcebidas, sostenidas y alentadas por doctrinas erróneas en lo político y lo social, fueron el caldo de cultivo de una juventud en rebeldía. Rebeldía que, poco a poco, se fue diluyendo ante el ideal consolador que el Espiritismo proyecta sobre las conciencias sedientas de “verdades eternas”, aquellas que nunca lograron llenar los vacíos ideológicos a los que aspiraba.

Así, los nuevos paradigmas que el Espiritismo propuso a nuestra conciencia no solo disiparon la queja sistemática, sino que abrieron un espacio inmenso para colmarse con el sinfín de verdades reveladas a lo largo del tiempo.

Hoy, tras años de estudio e investigación, en el silencio de quien a veces se siente incomprendido por aquellos que —olvidando la universalidad de las enseñanzas de los Espíritus— se ilusionan con “falsas interpretaciones”, sostengo que solo las obras espíritas fundamentadas en las respuestas del Espíritu de Verdad constituyen el verdadero sustento doctrinario.

Es cierto que los Espíritus Superiores aseguraron a Kardec que no todo estaba revelado; sin embargo, no por ello podemos desconocer el inmenso poder de las obras de la Codificación y el esclarecimiento y consuelo que brindan a quienes aún peregrinamos por la Tierra. Muchas verdades aguardan ser develadas, y me atrevo a afirmar que buena parte de ellas se hallan consignadas en las obras emanadas de la mediúmnidad santificada —esa misión redentora del Espíritu inmortal encarnado— que nos hace llegar mensajes de profundo significado, preparando el camino liberador que habrá de abrirse cuando la Tierra alcance, en su proceso evolutivo, la condición de mundo regenerado, dejando atrás la desolación y el sufrimiento que aún nos mantienen apostados en el planeta azul, en nuestra lucha inmarcesible hacia el despertar del Espíritu.

Bien lo asegura Manoel Philomeno de Miranda en la introducción de la obra Amanecer de una Nueva Era:

Las revelaciones del mundo espiritual han sido incesantes, y nunca han dejado a la conciencia humana sin el conocimiento de su perennidad. Aunque en el pasado estaban envueltas en misterio debido a la etapa evolutiva del hombre, hoy, en estos días gloriosos de intercambio lúcido y fraternal con los espíritus nobles, descubrimos los más valiosos comportamientos que propician la conquista interior del Reino de los Cielos.

Nunca han faltado las directrices armonizadoras para el ser humano que, sumergido en la vestimenta celular, fácilmente se equivoca o teme, se desanima y huye del deber. Tales directrices buscan ofrecerle la indispensable condición que otorga la libertad real, estimulándolo a volar hacia la inmortalidad triunfante”.

“Para verdades, el tiempo”, decían los mayores, en esa sabiduría serena de quien ha vivido mucho. El tiempo, en efecto, es el mejor testigo de la evolución de las ideas, tanto en el inconsciente colectivo —como bien señaló Jung—, como en el inconsciente individual, para gloria de quienes observan con ilusión y esperanza la transformación planetaria a la que estamos llamados por Ley de Evolución.

Sí, treinta y tres años después, reconozco el valor de aquellos que nos precedieron y que, como colonos del alma, desbravaron conciencias adormecidas, asentando la propuesta liberadora del Espiritismo, esa llave luminosa que abre las puertas de la ignorancia y facilita el conocimiento de la Verdad.


 Oscar Cervantes Velásquez

Centro de Estudios Espíritas Francisco de Asís

Octubre 26 de 2025

Santa Marta - Colombia 

 


viernes, 10 de octubre de 2025

UN ANTIGUO LIDIADOR

 

Francisco Cándido Xavier

Cerrando nuestras actividades socorristas en la reunión del 21 de octubre de 1954, fuimos reconfortados con la visita del Hermano Ernesto Senra, antiguo lidiador de los eventos espiritistas de Minas Gerais.

Fue él uno de los fundadores del “Centro Espírita Amor y Luz”, la primera organización doctrinaria de Pedro Leopoldo, instalada el 5 de febrero de 1903, prestan-do, años más tarde, su valiosa colaboración a las casas espíritas de Belo Horizonte.

Su palabra de compañero esclarecido y perspicaz denota gran conocimiento de nuestra vida mental y de nuestras necesidades doctrinarias, mereciendo, por ello, nuestra justa atención.

 

Imaginad una pequeña bandeja de papel sobre un imán.

Las partículas de hierro se organizarán, según las líneas de fuerza del campo magnético por él establecido.

Imaginemos las radiaciones gravitantes que arrojamos de nosotros, alrededor de nuestro propio cuerpo. Los órganos vivos que lo constituyen reproducirán su impulso y naturaleza, inclinándonos al equilibrio o al desequilibrio, a la salud o a la enfermedad.

Nuestra mente puede ser comparada a vigorosa central electromagnética de emisión y recepción, y nuestro cuerpo espiritual, sea en el círculo de la carne o en nuestro presente estado evolutivo fuera de ella, es un condensador en que los centros de fuerza desempeñan la función de baterías y en que los nervios sirven como hilos conductores, transmitiéndonos las emanaciones mentales y absorbiéndolas, de primera mano, de conformidad con la ley de correspondencia o de flujo y reflujo.

En el examen de cualquier perturbación, es indispensable el servicio de autoanálisis para conocer la onda vibratoria en que nos situamos y a fin de ponderar en cuanto a los elementos que estamos atrayendo.

Eso es de fundamental importancia en el estudio de nuestras impresiones orgánicas, porque provocando los efluvios mórbidos de las entidades enfermas que se asocian a nuestro mundo psíquico, ya estamos consumiendo esos mismos efluvios, originariamente producidos por nuestro propio pensamiento, colocándonos en relación indeseable con los habitantes de la sombra.

A través de nuestras radiaciones favorecemos la eclosión o el desarrollo de molestias aflictivas, como son la neurastenia y la debilidad, la epilepsia y la locura, la parálisis y la angina, la tuberculosis y el cáncer, sin que nos reportemos a las enfermedades menores, catalogadas en los cuadros de la sintomatología común.

Sin embargo, nos referimos al asunto, no para investigar los rayos de la tiniebla, de cuya intimidad necesitamos distancia.

Tocamos la cuestión, destacando el impositivo de trabajo para nuestros sectores doctrinarios en el campo del Espiritismo, para que acuñemos nuevos patrones para nuestras actitudes y actividades, creando un estado de conciencia individual y colectiva en que preponderen la salud y la armonía, la comprensión y la tolerancia, la bondad y el optimismo, el altruismo y la fortaleza moral. A cada paso, encontramos grupos de nuestra Doctrina que más se asemejan a muros de lamentaciones repletos de petitorios y necesidades, cuando poseemos en nuestro movimiento toda una fuente de bendiciones renovadoras y dones divinos, como ricos potenciales, a movilizar en la concreción de nuestro idealismo con Jesús.

De esa forma, nos compete accionar las energías a nuestro alcance para que nuestra tarea no se convierta en gratuita cosecha de bienestar particular, y sí en una campaña viva y activa de valores educacionales, ya que el Espiritismo envuelve en sí mismo el más vasto proyecto de espiritualización hasta ahora surgido en el mundo.

Valioso es nuestro patrimonio doctrinario. Pero si el tesoro permanece encerrado en el cofre de las teorías inoperantes, en verdad perderemos la oportunidad más preciosa del siglo, expresada en ocasión de nuestra propia edificación al sol del Cristianismo redivivo.

En nuestra posición de asociados de lucha, encontramos también adoctrinadores siempre ágiles en la administración de la enseñanza, con inmensa dificultad de asimilarla para sí mismos; compañeros que exaltan la paciencia, conservando el corazón cual pozo de irascibilidad y de orgullo; hermanas que se refieren a la humildad, transformando el hogar que el Señor les confía en trinchera de guerra contra sus familiares, y amigos que glorifican la lección del Maestro resaltando el impositivo de la bondad y del perdón, con absoluta incapacidad de soportar a los hermanos de la retaguardia.

Nos cabe, así, modelar recursos e iniciativas que perfeccionen no sólo nuestros corazones, sino también nuestras casas de trabajo, para que se fundamenten en nuestras propias almas.

Para ese fin, es indispensable el coraje de aceptar los principios, incorporándolos a nuestra existencia.

Los viejos hombres del mar abandonaron la vela que les dificultaba la navegación; entretanto, para alcanzar ese resultado investigaron el vapor y se dispusieron a recibir sus beneficios.

Las antiguas ciudades abolieron el servicio deficiente del gas, sin embargo, para eso, estudiaron la electricidad y adoptaron la bombilla.

Reclamamos un Espiritismo no solamente sentido, creído y enseñado, sino sustancialmente vivido, porque mañana seremos congregados por la Vida Eterna y el trabajo en la Vida Eterna brillará en las manos de aquellos servidores que, desde ahora, procuren realizar su propia renovación para el bien.

Amigos, creemos no estar usando la palabra de manera ociosa.

Deseamos hacer en vuestra compañía esa misma cruzada en que empeñáis el corazón, una vez que nosotros, vuestros compañeros desencarnados, también somos caminantes de la liberación, decididos a establecer nuevos rumbos en nosotros mismos, a fin de que nuestra fe sea tanto ahí como aquí, trabajo vivo y santificante.

Ernesto Senra

Tomado del libro “Instrucciones Psicofónicas

Diversos Espíritus/Chico Xavier

sábado, 4 de octubre de 2025

REENCARNACIÓN - DON DE DIOS

 


Como es comprensible, la planificación para las reencarnaciones es casi infinita, y obedece a criterios que se derivan de las conquistas morales o de los perjuicios ocasionales de cada candidato.

En general, existen automatismos establecidos que funcionan sin mayores preocupaciones por parte de los técnicos en renacimiento, y por los cuales la gran mayoría de Espíritus retorna a la carne, señalados por sus propias imposiciones evolutivas.

Junto a este extraordinario automatismo de las leyes de la Reencarnación, hay programas y labores especializados para atender finalidades específicas, en la ejecución de tareas relevantes y realizaciones ennoblecedoras, que exigen un gran esfuerzo de los Mentores encargados de promover y ayudar a sus pupilos, en el rumbo del progreso y de la redención.

Sin desear detenernos en pormenores de los casos especiales, referentes a los misioneros del Amor y a los abnegados cultores de la Ciencia y del Arte, los candidatos en nivel medio de evolución, antes de ser encaminados a las experiencias terrenas, solicitan la oportunidad, empeñando los mejores propósitos y presentando los recursos que esperan utilizar, con el fin de granjearse la bendición del recomienzo, en la bendita escuela humana...

Examinados por hábiles y dedicados programadores, que recurren a técnicas muy especiales de evaluación de las posibilidades presentadas, son sometidos a demorados entrenamientos, de acuerdo con el servicio a emprender, con vistas al bienestar de la Humanidad, tras lo cual son seleccionados los mejores, disminuyendo, con este expediente, el margen de fracaso. Los que no son aceptados, vuelven a cursos de especialización para otras actividades, especialmente de equilibrio, con que se arman de fuerzas para vencer las malas inclinaciones provenientes de las existencias anteriores que fracasaron, así como para la adquisición de valiosas habilidades que les despuntarán, futuramente, en el cuerpo, como tendencias y aptitudes.

Concomitantemente, de acuerdo con la ficha personal que identifica al candidato, se realiza la búsqueda sobre aquellos que le pueden ofrecer amparo, dentro de los mapas kármicos, proveyéndose los necesarios encuentros o reencuentros en la esfera de los sueños, si los futuros genitores ya están en el vehículo físico, o directamente, cuando se trata de un plan elaborado con gran antelación, en el cual los miembros del futuro clan conviven, primero, en la Erraticidad, de donde parten ya con la familia previamente establecida...

Ejecutada la etapa de evaluación de las posibilidades y la aproximación con la necesaria anuencia de los futuros padres, son meticulosamente estudiados los mapas genéticos para que faciliten, en el cuerpo, la ocurrencia de las manifestaciones tanto físicas como psíquicas, de salud y enfermedad, normalidad o idiocia, lucidez e inteligencia, memoria y armonía emocional, duración del emprendimiento corporal y predisposiciones para el prolongamiento o anticipación del viaje de retorno, posibilitando, así, probabilidades dentro del comportamiento de cada alumno para el aprendizaje terrenal...

Se establecen fenómenos deterministas con espacio para alternancias resultantes del uso del libre albedrío, permitiendo un amplio rango de movimiento con cierta independencia emocional en torno al destino, aunque bajo controles que funcionan automáticamente, en consonancia con las leyes del equilibrio general.

Se mantienen debates entre el futuro reencarnante y sus garantes espirituales, con la exposición de las dificultades a enfrentar y de los problemas a vencer, naciendo y desplegando la euforia y la esperanza con relación al futuro.

En clima de plegaria, entre promesas de lucha y coraje, bajo el apoyo de abnegados Instructores, el Espíritu se sumerge en el océano compacto de la psicosfera terrena y se vincula a la célula fecundada, iniciando un nuevo compromiso.

Los que le aman, en la Espiritualidad, quedan expectantes e interesados por los acontecimientos, preocupados por los sucesos que se darán, y buscando interceder en las horas graves, auxiliando en los momentos más difíciles, alentando siempre...

La reencarnación, sin embargo, que conlleva el olvido parcial de las responsabilidades, a causa de la imantación celular que se realiza, es siempre un emprendimiento de gran magnitud y alta gravedad.

Conseguido el éxito del renacimiento, continúa el intercambio, durante la primera infancia, con los Amigos de la retaguardia espiritual y, a medida que el cuerpo absorbe al Espíritu o este se adueña de aquel, se van apagando los recuerdos más cercanos mientras que resurgen las fijaciones más fuertemente vivas en el ser, dando nacimiento a las tendencias y pasiones que la educación y la disciplina moral deben corregir para beneficio del educando.

Nunca cesan, en momento alguno, los socorros inspirativos que proceden de la esfera espiritual, en continuos intentos por el aprovechamiento integral de la valiosa inversión a la que el Espíritu se propuso.

El retorno se realiza, casi siempre, con altos índices de fracaso, con agravamiento de responsabilidades; de falta de éxito, a causa de la invigilancia y de la indolencia, dando pie a la amargura y a la perturbación; de pérdida del intento, gracias a la fatuidad y a los graves compromisos del pretérito, de los que no consiguieron liberarse...

Se puede comprender la preocupación afectuosa de los Benefactores Espirituales que acompañan a sus pupilos, a medida que estos se alejan de su influencia benéfica y se transfieren espontáneamente de área vibratoria, entregándose a los envolvimientos perniciosos y destructivos.

Instan, estos nobles cooperadores del bien, para que sus protegidos retomen el derrotero trazado, usando mil recursos sutiles, o de interferencias más vigorosas, tales como las enfermedades inesperadas, los accidentes imprevistos, las dificultades económicas, la carencia afectiva, de modo a despertar del anestésico de la ilusión a los que se enredaron en los hilos de la ligereza o se intoxicaron por el hedor del orgullo, del egoísmo, de la cólera...

Otras veces, recurren a otros amigos y bienhechores, a favores de la vida y a ayudas que les faciliten la marcha, perseverando incluso cuando, rechazados, permanecen a distancia, aguardando...

La reencarnación es la mayor inversión de la vida para el Espíritu en proceso evolutivo, el cual, sin ella, padecería la hipertrofia de valores intelecto-morales, por la falta de la oportunidad de la convivencia con aquellos que se le vinculan por el amor santificado, por el amor salvaje de las pasiones disolventes, o por el amor enloquecido en el odio, en la violencia, en la persecución...

La coyuntura carnal constituye un valioso aprendizaje para la fijación de los recursos más elevados del bien y del progreso en la escalada inevitable de la evolución.

Sin duda, el parcial olvido de los compromisos asumidos es responsable de algunos factores del fracaso, pero, al mismo tiempo, esto constituye la más expresiva concesión del amor del Padre, evitando que se compliquen los fenómenos de la animosidad y del resentimiento, de las penas y de las preferencias exclusivistas, que tenderían a reunir a los afines en gustos y afectos, produciendo un clima de desprecio y agresión contra aquellos que se les opusiesen.

Como el Espíritu jamás retrocede en su proceso evolutivo, los fracasos no afectan las conquistas, que permanecen, agravando, eso sí, el programa de responsabilidades de las que se desobligará, cuando fallen las pruebas remisoras, mediante las expiaciones redentoras que serán utilizadas como terapéutica final.

Todas las conquistas de la inteligencia — y siempre se logran nuevas etapas, en ese campo, en cada reencarnación — permanecen, aunque las adquisiciones morales, más lentas, pero más importantes, solo a través de sacrificio y renuncia, de amor y devoción consiguen ser alcanzadas.

En la actualidad, con las luces proyectadas por el Espiritismo, el emprendimiento de la reencarnación adquiere una más amplia comprensión por los hombres, que reconocen su procedencia espiritual, identificándola y, a su vez, preparándose para el retorno a la vida que fluye y en ella se encuentra, inevitablemente, sea en el cuerpo o fuera de él.


Tomado del libro: "Temas de la vida y de la muerte"

Manoel Philomeno de Miranda/Divaldo Franco

 

sábado, 5 de julio de 2025

LA SOCIEDAD ESPIRITISTA DE SANTA MARTA — SESMAR

 


Siguiendo con nuestras elucidaciones en torno a mi llegada al movimiento espírita en la ciudad de Santa Marta, anotadas en el artículo anterior "Anecdotario Espírita", luego de algunos meses de participación en el Centro Espírita André Luiz — CEAL tomamos la decisión de retirarnos a raíz de ciertas situaciones personales, por lo que presenté mi carta de renuncia como miembro del mismo. Tiempo después, otros hermanos decidieron tomar el mismo camino y desligarse del centro. Con ese pequeño grupo, nos seguimos reuniendo en distintos lugares, decididos a no perder el impulso espiritual que habíamos cultivado con tanto esfuerzo.

Fue entonces cuando supimos que la Sociedad Espiritista de Santa Marta — SESMAR iniciaría un curso de mediúmnidad, programado para comenzar el 8 de mayo de 1993. Nos integramos con entusiasmo, y así comenzó una etapa profundamente enriquecedora en esta institución espírita. No cabe duda de que el ambiente de estudio y trabajo que allí se respiraba —bajo la dirección, en aquel entonces, de Enrique Roca Navarro— nos ayudó a comprender mejor la belleza del compromiso espiritual asumido con seriedad y entrega, siempre en nombre del Maestro Jesús.

Con el paso del tiempo, nuestra participación se intensificó y, en octubre de 1993, recibimos la credencial de socios activos de SESMAR. Para mí, aquello fue un hito vital, una afirmación de que estaba dando un giro significativo a mi existencia. A comienzos de 1994, después de la elección de la nueva Junta Directiva, me propusieron asumir la coordinación del grupo juvenil de la Sociedad. Acepté con alegría, pues mi experiencia como docente me había preparado para trabajar con jóvenes, especialmente con aquellos que enfrentaban desafíos de comportamiento.

Por esos días, algunos estudiantes del Departamento de Agropecuaria del INEM Simón Bolívar —donde laboraba— se unieron al grupo juvenil. Entre ellos: Arnulfo Benavides Trigos, Ubaldo Rodríguez de Ávila, Roberto Ribón y Benito Vega. Hoy, Ubaldo aún continúa firme en el movimiento espírita. Compartimos experiencias memorables hasta el año 2000, cuando nos retiramos de SESMAR para emprender un nuevo proyecto: el Centro de Estudios Espíritas Francisco de Asís.

A SESMAR le debemos lo que somos como espíritas. Fue nuestra universidad espiritual. En sus aulas invisibles, recibimos el apoyo y la inspiración de personas inolvidables: Carmen Peralta de Gómez, José Oliver Oliver, Delia Reales de Martínez, Eduardo Munive y muchos otros.

 

Gracias a doña Carmen Peralta, inicié mi camino en el mundo de las traducciones de obras espíritas del portugués al español. Ella recibía material doctrinario en portugués por correo aéreo y notaba la necesidad de poner ese contenido al alcance de los hispanohablantes. Fue así como me regaló un pequeño diccionario “Michaelis” portugués-español y me animó a comenzar. Desde entonces, ese gesto se convirtió en un viaje de aprendizaje que ha contribuido enormemente a mi formación doctrinaria. Hoy, después de años de estudio y dedicación, contamos con una sólida experiencia en traducción, fruto de esa semilla inicial.

Jamás podremos olvidar a SESMAR. Allí vivimos experiencias que marcaron nuestras almas. Algunas de ellas las comparto ahora, con la esperanza de que puedan ofrecer enseñanza y reflexión.

El caso del amigo invisible

Corría el año 1990 cuando se presentó a SESMAR una señora con su pequeña hija, quien vivía una extraña experiencia: la del “amigo invisible”. Según las explicaciones psicológicas, muchos niños entre los 2 y 3 años desarrollan una imaginación activa, creando amigos imaginarios como parte de su mundo interior. Pero este caso parecía diferente.

La niña, cuidada por su abuela mientras la madre trabajaba, mantenía constantes interacciones con su supuesto amigo invisible. A pesar de ciertos disgustos que este le causaba, la abuela los minimizaba, considerándolos parte del juego.

Todo cambió una mañana, cuando subieron a una buseta del servicio público. La niña, con gran convicción, le pidió a su abuela que no se sentara en un asiento específico porque allí “estaba su amigo”. La firmeza de la afirmación, en presencia de otros pasajeros, alertó a la abuela, quien comunicó la situación a su hija. Gracias a una amiga que conocía a SESMAR, pudieron acudir a la institución y recibir atención espiritual.

Durante la atención fraterna, nuestras intuiciones apuntaban a la presencia real de un Espíritu perturbador. Pedí entonces la ayuda de nuestra hermana Yolanda Arias —quien ya habita la patria espiritual—, dotada de mediúmnidad vidente. Le pregunté:

—Yolanda, ¿qué ves?

Y ella respondió sin dudar:

—Veo un niño… pero ya no lo es. Es un hombre. Y está molesto.

Aquella confirmación bastó para tomar el camino a seguir en el tratamiento espiritual correspondiente al caso. Se aplicaron las terapias espiritistas propias de la Doctrina Espírita, y se reveló que ese “niño” era en realidad un Espíritu que pretendía engañar a la pequeña con su ropaje infantil. Existía un vínculo kármico entre ambos. Afortunadamente, gracias a la intervención del equipo espiritual de SESMAR, se logró brindar la asistencia necesaria y la niña fue liberada de aquella influencia.

El Espíritu agresivo

En otra ocasión, llegó a SESMAR la señora O. con perturbaciones profundas. Era víctima de manifestaciones espirituales que la dominaban, tornándola agresiva con sus familiares, y adoptaba comportamientos y voz propios de un varón.

Después de una primera atención fraterna, se le recomendó un tratamiento espiritual. Una noche, durante la sesión de pases —o fluidoterapia— el obsesor la tomó violentamente y trató de agredirme frente a los presentes. Tomé entonces el Evangelio y leí un pasaje al azar, ofreciendo el respectivo adoctrinamiento. Poco a poco, el Espíritu se fue calmando.

Uno de los médiums presentes describió al espíritu obsesor como un hombre alto, de complexión robusta y rostro airado, profundamente molesto por la intervención que la Casa Espírita realizaba en beneficio de nuestra hermana. Según expresó, buscaba vengarse por hechos que eran completamente desconocidos para nosotros, pero que para él representaban una oportunidad de desquite. Semanas más tarde, se manifestó nuevamente en la sala de conferencias, esta vez con mayor violencia: rompió un retrato enmarcado de Allan Kardec, generando temor entre los asistentes. Una nueva lectura del Evangelio, acompañada de un adoctrinamiento amoroso, logró calmarlo nuevamente.

Con el tiempo, y gracias a la constancia en el tratamiento espiritual, la señora logró liberarse de aquella influencia y recuperar su paz interior.

A SESMAR le debemos el despertar de nuestra conciencia espírita. Fue la cuna de nuestras primeras responsabilidades, el taller donde el alma empezó a esculpirse a sí misma, bajo la luz del Evangelio redivivo. Y aunque hoy nuestros pasos nos han llevado a otros senderos dentro del movimiento espírita, la huella de aquella casa perdura en lo profundo de nuestro corazón.


sábado, 28 de junio de 2025

PEDRO CURA A ENÉIAS

 

La curación de Enéias


Por: Cairbar Schutel

Recorriendo Pedro todos los lugares, descendió también hasta los santos que habitaban en Lida. Allí encontró a un hombre llamado Enéias, que hacía ocho años yacía en una cama porque era paralítico. Pedro le dijo: “Enéias, Jesucristo te sana; levántate y haz tu cama”. Y él se levantó de inmediato. Todos los que habitaban en Lida y Sarona lo vieron, y se convirtieron al Señor. – Cap. IX, vv. 32–35.

Una de las principales características de los Apóstoles era la curación de enfermos. Pedro poseía este don en gran medida.

Las curaciones espirituales contribuían enormemente a la conversión de los incrédulos. No solo se convertía el enfermo curado, sino también todos los que tenían conocimiento cierto del caso.

Dotado de facultades magnéticas y auxiliado, además, por los Espíritus que constituyen la Falange del Consolador, que actuaban en nombre de Jesús, Pedro realizó innumerables conversiones, más por medio de curaciones que por la misma palabra.

Es que la curación es un hecho que toca el corazón, el sentimiento, más fácil de percibir que la palabra, que necesita pasar por el cerebro y atravesar el tamiz del entendimiento.

El amor obra milagros, mientras que la Sabiduría es tardía en su acción.

Enéias, cuyos nervios se encontraban paralizados, al recibir los fluidos vitalizantes que necesitaba para volver a ponerlos en acción, a la voz de Pedro, se levantó y quedó sano.

Las curas espíritas, como se ve, forman parte de los anales del Cristianismo, y al añadir estas palabras a la narración de Lucas, no hacemos más que confirmar lo que ya hemos dicho en obras anteriores, principalmente en la titulada “Histeria y Fenómenos Psíquicos — Curas Espíritas”, que recomendamos a los lectores.

 

Tomado de “Vida y hechos de los apóstoles”.

Cairbar Schutel

Centro de Estudios Espíritas Francisco de Asís

Santa Marta – Colombia

Junio 28 de 2025


domingo, 22 de junio de 2025

GÉNESIS DE LA VIOLENCIA EN COLOMBIA - CAPÍTULO I

LA ÉPOCA PRE-COLOMBINA Y LOS PRIMEROS HABITANTES

Tomada de la Web: https://colombiapais.com/pagina-cultura/cultura-colombia-precolombina.html

 Oscar Cervantes Velásquez

Aunque el término precolombino puede resultar ambiguo, pues igualmente se le suele denominar civilizaciones prehispánicas, precortesianas (antes de la llegada de Hernán Cortés) o América antigua, lo cierto que es que los estudios sobre los primeros grupos humanos que habitaron el actual territorio colombiano siguen siendo limitados y fragmentarios. En Colombia, solo se han “realizado excavaciones arqueológicas en una parte mínima del territorio donde podrían encontrarse restos de culturas prehistóricas; los hallazgos de herramientas o cerámicas han sido analizados en forma no muy sistemática y estudios que podrían llevar a conclusiones más o menos firmes sobre poblaciones muy alejadas en el tiempo, como los basados en la medición de la magnitud de los residuos orgánicos, están por fuera de las posibilidades de los investigadores colombianos[1]”.

Sin embargo, la Doctrina Espírita nos ofrece un marco más amplio y revelador para comprender el sentido profundo de esta etapa primigenia. Desde esta perspectiva, los primeros grupos humanos que poblaron el suelo colombiano no llegaron por azar ni por meras condiciones geográficas. Fueron, en su mayoría, Espíritus en proceso de evolución, que encontraron en este territorio una oportunidad de aprendizaje, reparación y progreso. Como lo enseña “El Libro de los Espíritus”, los mundos materiales son escuelas del alma, y las razas y pueblos son agrupaciones temporales de Espíritus afines, unidos por vínculos kármicos y evolutivos.

Según el antropólogo Gerardo Ardila (2006: 267-8), “en el límite entre el Pleistoceno y el Holoceno, en medio de transformaciones que alteraron las poblaciones ecológicas y la composición de los ecosistemas, ingresaban los primeros seres humanos a lo que hoy es Colombia, creando las condiciones físicas y psicológicas para tener éxito en la colonización de los ecosistemas colombianos y en la construcción de territorios humanizados[2]”.

Esta colonización humana de los ecosistemas fue también una colonización del alma: los Espíritus encarnados venían a someterse a las leyes de la naturaleza, a enfrentar desafíos físicos, emocionales y morales que impulsaran su progreso. Algunos de estos Espíritus estaban en grados primitivos de desarrollo moral e intelectual, otros traían consigo avances significativos desde reencarnaciones anteriores en otras regiones del planeta.

Se sabe hoy que esos primeros habitantes ocuparon una gran diversidad de entornos y desarrollaron modos de vida variados. ocuparon el más amplio espectro de espacios y que se adaptaron a modos de vida que difirieron mucho entre sí. No todos fueron cazadores, como sí lo fueron los de los Andes orientales —los mejor estudiados—, los cuales vivían de la cacería y la recolección[3]”. La antropología sitúa su origen en migraciones asiáticas que, hace decenas de miles de años, cruzaron el estrecho de Bering y descendieron por el continente. Pero más allá del dato geográfico, desde el punto de vista espiritual, fueron oleadas de Espíritus con tareas comunes, reencontrándose para dar continuidad a procesos iniciados en otras existencias, muchas veces marcadas por errores colectivos, actos de violencia o desequilibrios sociales que requerían corrección en nuevas condiciones.

“Se estima que las primeras poblaciones de lo que hoy es Colombia podrían haberse establecido desde hace más de 20.000 años, aunque la evidencia más sólida, correspondiente al periodo paleoindio, habla de al menos 16.000 años de antigüedad[4]. Esta distancia temporal no nos impide intuir que esos pueblos vivían de acuerdo con una espiritualidad implícita, conectada con la naturaleza, los ciclos cósmicos y la sacralidad del entorno, aunque no estructurada como religión formal. Su relación con lo invisible, con los ancestros, con los elementos, revela una intuición espiritual profunda, que puede ser vista como una forma inicial de religiosidad natural.

Cuando los españoles llegaron, hacia el siglo XV, encontraron en el actual territorio colombiano una situación demográfica intermedia: no tan densamente poblado como México o Perú, pero tampoco deshabitado. Se calcula que había entre tres y cuatro millones de indígenas, cifra que se redujo dramáticamente en los siglos siguientes debido a la violencia de la conquista, las enfermedades y la desestructuración social. Hacia el siglo XVIII quedaban apenas unos 130.000 indígenas. Este colapso demográfico puede comprenderse, desde la visión espírita, como el cierre de un ciclo colectivo: muchos Espíritus completaron allí un aprendizaje común, y fueron llamados a nuevas etapas, ya sea en otros lugares o en nuevas condiciones sociales dentro del mismo territorio.

A la llegada de los españoles existía una vasta diversidad cultural, destacándose tres grandes familias lingüísticas y culturales que dominaban la región:

      La cultura Chibcha, ubicada en los altiplanos y zonas frías del centro del país y en la "Sierra Nevada de Santa Marta". 

      La Caribe, localizada en el litoral del Océano Atlántico y 

      La Arawac, en las regiones de los ríos Amazonas, Putumayo y Caquetá.

La familia Chibcha, una de las más numerosas y con mayor grado de desarrollo intelectual, tuvo un avanzado conocimiento en las matemáticas, empleó un calendario que le permitió manejar la agricultura y celebrar las fiestas religiosas y utilizó la escritura jeroglífica. Su dispersión territorial impidió la formación de un Estado unificado, pero reflejaban una espiritualidad organizada, con ritos, mitos y una ética social centrada en el equilibrio con la tierra.

La familia Caribe, guerreros y comerciantes del litoral Atlántico, ofrecieron la mayor resistencia a la conquista. Los conquistadores los temieron y denigraron, asociándolos al canibalismo y la sodomía, ignorando que muchas de sus prácticas respondían a cosmovisiones distintas, en las que el cuerpo, la guerra y la sexualidad tenían un sentido ritual, no meramente bárbaro. Su organización era más libre, sin caciques permanentes, lo cual los diferenciaba de estructuras estatales más jerárquicas.

La cultura Arawac, vivían en sociedades mixtas, con elementos de matriarcado y patriarcado. Su economía era diversa: agricultura, pesca, caza y recolección. Su arquitectura y vida social mostraban señales de refinamiento espiritual y armonía comunitaria.

 

Todas estas culturas fueron escenarios de progreso colectivo, pero también de desequilibrios. Algunas desarrollaron formas de dominación interna, violencia ritual o prácticas que generaron deuda moral ante la ley divina. La llegada de la conquista, por brutal e injusta que haya sido desde lo humano, fue también —en clave espiritual— una experiencia de prueba y redención para muchas almas. Espíritus que antes dominaron, reencarnaron luego como dominados; quienes oprimieron en otros continentes, nacieron aquí como expiación, en el marco de las sabias leyes de causa y efecto.

La historia no debe leerse solo como sucesión de hechos materiales, sino como una pedagogía del alma. Cada pueblo, cada civilización, encierra un proceso espiritual colectivo, lleno de lecciones, caídas y ascensos. Comprender esta dimensión nos ayuda no solo a interpretar mejor el pasado de Colombia, sino a sanar sus raíces más profundas de violencia.

En términos culturales, el territorio colombiano estaba habitado por una pluralidad de pueblos en diversos estadios de desarrollo, que probablemente se hallaban en proceso de unificación al momento de la llegada española, aunque no llegaron a constituir un imperio unificado como los aztecas o los incas.

 

Centro de Estudios Espíritas Francisco de Asís

Santa Marta - Colombia

Junio 22 de 2025


[1]   Historia de Colombia. El establecimiento de la dominación española. Jorge Orlando Melo, Facultad de Derecho Universidad de Buenos Aires. Tomado de http://www.banrep.gov.co/blaavirtual/letra-h/hicol/hicol.htm.

[2]   Ardila, G. (2006), “El poblamiento en Colombia”, en Ardila, G. (ed.), Colombia: Migraciones, transnacionalismo y desplazamiento, Cátedra Manuel Ancízar, Facultad de Ciencias Humanas. Bogotá: Universidad Nacional, Colección CES.

[3] Langebaek, C. H. (2010), “¿Cuántos eran? ¿Dónde estaban? ¿Qué les pasó? Poblamiento indígena en la Colombia prehispánica y su transformación después de la Conquista”, en Bonnet et al. (comp.), Colombia. Preguntas y respuestas sobre su pasado y su presente. Bogotá: Universidad de los Andes, pág. 32.

[4] La población indígena en el momento de la conquista/Darío Fajardo. En: Ayer y hoy de los indígenas colombianos. Bogotá. Dane, 1971, p.3.

jueves, 12 de junio de 2025

ANECDOTARIO ESPÍRITA - Crónicas íntimas de una búsqueda interior

 

Corría el año de 1992 cuando, por primera vez, supe de la existencia de la Doctrina Espírita. Dos motivos me impulsaban a buscar a Dios desde una perspectiva distinta. El primero, una enfermedad que ha caminado a mi lado durante más de treinta y cinco años: la psoriasis. El segundo, más profundo aún, tenía que ver con la forma en que estaba enfrentando mi vida personal, la cual amenazaba con resquebrajar el mayor tesoro que Dios me ha concedido: la familia.

Así, en medio de esa búsqueda espiritual, comencé leyendo cuanto libro cayera en mis manos. Recuerdo que el primero que compré llevaba por título “Manos que Curan[1]. Me pareció fascinante la forma en que la autora vinculaba las curaciones “milagrosas” de Jesús con su propuesta de sanación.

En ese tiempo, también visité la librería de la Curia, justo frente a la Catedral de Santa Marta. Allí adquirí, entre otros textos, “Mi Catecismo”, una obra del autor Santos Lorenzana, editada por Ediciones Paulinas. Era un libro de oraciones que de niño conocía a la perfección, aunque para vergüenza mía, ya no recordaba casi ninguna. Sin embargo, esas oraciones no saciaban lo que mi alma estaba buscando.

Una tarde, caminando por el Centro Histórico de la ciudad, vi en un poste de energía un aviso que invitaba al “Conocimiento de Sí Mismo”. Copié la dirección y esa misma noche asistí a la conferencia. Al final, mis pensamientos hervían de inquietudes, así que me acerqué para plantear algunas preguntas. Para mi sorpresa, la respuesta fue tajante: “Aquí no se responden preguntas”. Aquello me desilusionó profundamente y decidí no volver.

Fue entonces cuando un pariente me habló de unas reuniones que se realizaban en el centro de la ciudad, dirigidas por alguien que también tenía conocimientos en medicina natural. Esa fue la excusa perfecta para presentarme, compartirle mi situación dermatológica y preguntar si podía participar en las reuniones espíritas[2]. Dicho y hecho: el 5 de diciembre de 1992 asistí por primera vez, y desde ese momento supe, con una certeza que brota del alma, que eso era lo que estaba buscando.

Las reuniones eran conducidas por un oficial retirado de la Policía Nacional. Más adelante, el grupo se trasladó al norte de la ciudad, a la calle 8 con carrera 4ª, donde nació el “Centro Espírita André Luiz”, CEAL. Como anécdota curiosa, allí me encontré con una prima hermana, Y. V. D., quien tuvo la gentileza de prestarme los primeros libros espíritas. En ellos hallé la orientación necesaria para asumir un compromiso que, hasta hoy, sigo honrando: ser un espírita practicante.

Recuerdo con especial emoción el 13 de enero de 1993. Ese día, Santa Marta recibió la visita del orador espírita Divaldo Pereira Franco, quien ofreció una conferencia en el Club de Leones. Era mi primer contacto con una figura de tal magnitud. En mi espíritu —ávido de llenar los vacíos existenciales propios de quien se inicia en el camino de la plenitud espiritual—, quedaron sembradas grandes enseñanzas y la certeza de que ese era el camino correcto.

En esa época, vivíamos en la Urbanización El Parque, una de las tantas urbanizaciones construidas durante el gobierno conservador de Belisario Betancur, bajo el programa de “Casas sin cuota inicial”. El vecindario no era el mejor, y algunos conflictos con una querida vecina me llevaron a vivir una experiencia que marcó profundamente mis primeros pasos en la Doctrina Espírita.

A comienzos de 1993, con solo unos meses de asistencia al centro, me encontraba una tarde sentado en la puerta de la casa junto a mi esposa. Desde la tienda de la esquina vimos aproximarse a la vecina en cuestión, quien, en evidente gesto de provocación, arrojó a nuestros pies parte de la envoltura de algo que acababa de comprar. Contuve a mi esposa, pidiéndole calma, sabiendo que un enfrentamiento solo nos alejaría del propósito espiritual que comenzábamos a construir.

Fue entonces cuando, frente a la casa de aquella vecina, se formó un pequeño torbellino[3]. Recogió una gran cantidad de basura que yacía en una zona verde cercana y, en un movimiento lento pero decidido, cruzó unos veinte metros y se coló por completo en la sala de su casa. El resultado fue evidente: su sala quedó cubierta de suciedad.

Imágenes generadas con la ayuda de IA

¿Ley de causa y efecto? ¿Un mensaje espiritual? ¿Una enseñanza? No lo sé con certeza, pero lo que sí tengo claro es que en ese momento comprendí que había una lección por aprender. Una señal que me animaba a entender los fenómenos espirituales desde la óptica sabia y amorosa de la Doctrina Espírita.

Continuará...



[1] Bárbara Ann Brenan, Manos que Curan.

[2] Las reuniones se realizaban en una oficina de los oficiales en retiro de la Policía Nacional, la cual estaba ubicada en la Calle Real o Calle Grande, hoy Calle 17.

[3] Los torbellinos se forman cuando en una masa de aire en movimiento surge una diferencia de velocidad entre dos regiones generando turbulencias. Este fenó-meno ocurre en todas partes del planeta y en cualquier estación del año. Incluso, se sabe de torbellinos en otros planetas. (Tomado de Wikipedia, hoy 15 de mayo de 2016, a las 2:25 p.m.).

33 AÑOS DESPUÉS

Sí, treinta y tres años después, ofrezco un tributo de gratitud a la gloriosa Doctrina Espírita que, despertando conciencias y santificando ...