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Hermano X
Tomado del libro "Cartas y Crónicas"
Después de la fiesta
benéfica, en la que habíamos servido juntos, Belarmino Bicas, estimado
compañero al que nos habíamos encariñado en el Plano Espiritual, me llamó
aparte y habló, decidido:
·
Bien, ya que hoy hemos estado en tarea de
solidaridad, me gustaría pedirte un favor...
Ante la sorpresa que nos
asaltó, Belarmino continuó:
·
Supe que todavía tienes alguna facilidad para
escribir a los compañeros encarnados en la Tierra y me gustaría confiarte un
asunto...
·
¿Qué asunto?
·
Sucede que desencarné con cincuenta y ocho
años de edad, después de veinte de convicción espírita. Abracé los principios
codificados por Allan Kardec a los treinta y ocho, y, como siempre fui
irascible por temperamento, organicé, desde mis primeros contactos con la
Doctrina Consoladora, una relación diaria de todas mis exasperaciones,
apuntando sus causas para estudios posteriores... Mis desajustes, sin embargo,
fueron tantos que, a pesar de los nobles conocimientos asimilados, suprimí,
inconscientemente, veintidós años de la cuota de ochenta que me correspondía
disfrutar en el cuerpo físico, regresando a la Patria Espiritual en la
condición de suicida indirecto... Solo aquí, pude examinar mis problemas y
acomodarme a las desilusiones... ¡Cuántos tesoros perdidos por nimiedades!
¡Cuántas tonterías en nombre del sentimiento!... Y, mostrando un curioso papel,
Belarmino añadía:
·
¡Cuenta mi caso para quien todavía esté
cargando con la tontería del enojo! Habla del peligro de los enfados
sistemáticos, insiste en la necesidad de la tolerancia, de la paciencia, de la
serenidad, ¡del perdón! Ruega a nuestros compañeros que no pierdan la riqueza
de las horas con susceptibilidades y enfados, ¡explícale a la gente en la
Tierra que el mal humor también mata!... Fue entonces cuando comencé a leer la
interesante estadística de irritaciones, que no me resisto a la satisfacción de
transcribir: Belarmino Bicas – Número de cóleras y agravios innecesarios con la
especificación de las causas respectivas, de 1936 a 1956.
1811 debido a contrariedades en la familia,
906 por disgustos en casa, en temas de
alimentación e higiene,
1614 por altercados con la esposa, en
desacuerdos en la conducta doméstica y social,
1801 por motivo de disgustos con los hijos,
yernos y nuera,
37 por descontento con los nietos,
1015 por entrar en conflicto con jefes de
servicio,
1333 por incompatibilidad en el trato con los
colegas,
1012 debido a reclamaciones a proveedores y
comerciantes en casos de poca importancia,
614 por malentendidos con vecinos,
315 por resentimientos con amigos íntimos,
1089 por susceptibilidades ante el descuido
de funcionarios y empleados de instituciones diversas,
615 por molestias con barberos y sastres,
777 por desacuerdos con conductores y
pasajeros desconocidos, en viaje de autobús, coches particulares, tranvías,
419 por desacuerdos con lecheros y panaderos,
820 por conflictos con camareros en
restaurantes y cafés,
211 por ofenderse con dificultades en
servicios de teléfonos,
90 por motivo de controversias en casas de
diversión,
815 por molestarse con opiniones ajenas en
materia religiosa,
217 por malentendidos con hermanos de fe, en
el templo espírita,
901 por error o inquietud, ante personas
imaginarias o la perspectiva de acontecimientos desagradables que nunca
sucedieron.
Total: 16.386 exasperaciones inútiles.
Este es el recuento de las irritaciones del
prestigioso amigo Bicas: 16.386 disgustos innecesarios en 7.300 días de
existencia, y, eso, por cuatro lustros más bellos de su paso por el mundo, iluminados
por los resplandores del Evangelio Redivivo. Cumplo su deseo de hacer conocida
su experiencia que, a nuestro parecer, es tan importante como las observaciones
que previenen desequilibrios y enfermedades, aunque estamos seguros de que
mucha gente juzgará el balance de Belarmino como mera invención de un espíritu
charlatán.