Por enésima vez consulté el reloj, quien señalaba las 23,42 horas, de ese día que pronto iba a terminar.
Sin poder precisar en qué momento, recordé que era el día del aniversario del retorno de Allan Kardec al Mundo Espiritual. Y no pude precisarlo porque fue un día especial, determinante en mi vida porque desde hacía algunas horas, estaba internado en una habitación del Policlínico Bancario y al día siguiente, me sería extirpado un tumor.
Los sufrimientos vividos los quince días previos, agudizaron mi sensibilidad y pese a que los médicos afirmaban tratarse de un tumor benigno, cúmulus nimbus ensombrecían mis pensamientos, pues el dolor físico vivido me hacía dudar del diagnóstico médico. Sin querer justificarme, pienso que es propio de la flaqueza humana y me sentía en el límite de lo que me consideraba capaz de resistir.
Si me fuera posible elegir, creo que quería morir, pero no continuar con aquel dolor intenso y profundo que parecía roer mis entrañas. Pensé, entonces, en los cancerosos y recordé que uno de mis eventuales compañeros de cuarto, ya era casi terminal, a causa de esa enfermedad, en cuanto que el otro, sería sometido a la extirpación de la vesícula biliar.
Pero al mirarlos, en la semipenumbra que nos rodeaba, observé que ellos dormían, presumiblemente por causa de los tranquilizantes que habrían ingerido y que yo no había recibido, no sé por qué razón, pues tenía la idea de que se le suministraba a todo paciente a quien al día siguiente se lo iba a intervenir quirúrgicamente.
El barullo del tránsito llegaba muy espaciado, probablemente disminuido por lo avanzado de la hora y la habitación, como toda sala de hospital, estaba en silencio, convidando al reposo a aquellos a quienes el dolor daba tregua.
Súbitamente, en medio de la poca claridad ambiental, percibí una presencia espiritual que trataba de manifestarse ante mi visión psíquica. Era la figura patriarcal y amiga de Don Cosme Mariño, el viejo líder Espiritista argentino, quien articulando palabras solo perceptibles en la acústica del alma, me dijo:
- “ ¿No quiere aprovechar el tiempo..?”
Esta frase, harto conocida por mí, era utilizada por él cuando me invitaba a psicografiar, ya fuera estando en viaje en avión, o aguardando la salida del tren en un viaje prolongado, es decir, en ese interregno en el que generalmente, no sabemos utilizar el tiempo, como no sea en la vaguedad del pensamiento, no siempre conducido por senderos positivos.
Azorado, por la inesperada aparición, recordé que no tenía más papel para escribir, puesto que el que había llevado conmigo, lo había utilizado en registrar mi voluntad, en caso de que no sobreviviera a la operación...
Él, leyendo mi pensamiento, manifestó:
- “No de esa forma – al tiempo que me preguntaba - ¿Ya oró por nuestros compañeros?” – y señaló a los otros dos enfermos que cohabitaban conmigo.
Inmediatamente comprendí que, en mi egoísmo, había olvidado cumplir con un elemental compromiso de cristiano y Espírita. Y percibiendo mi turbación, como ofreciéndome una salida airosa, expresó:
- “Aún está a tiempo. Hágalo!”
Tan pronto ordené mis ideas y conseguí conjugarlas con mis sentimientos, me sentí fuera del cuerpo, al tiempo que el generoso amigo me decía:
-“Venga. Voy a mostrarle lo que es un hospital desde nuestro lado!”
Tuve la impresión de que mi visión se había ampliado y lo primero que me asombró fue ver un extraño resplandor dorado-brillante que impregnaba las paredes del cuarto.
Ante la indagación, que no llegué a formular, el noble amigo espiritual me informó:
- “Ese es el resultado de tantas vibraciones que en su favor están emitiendo muchas personas a ud. vinculadas, pero debo aclararle que sólo recibirá de ello estrictamente lo necesario, y el resto será distribuido entre aquellos que nada tienen en ese sentido, pero que la Misericordia Divina no abandona. Es por eso que, cuando una persona es hospitalizada y tiene conocimiento o cree en la vida espiritual, es apta para generar una energía mental terapéutica que produce a través de sus pensamientos y que es aprovechada y distribuida por Entidades al servicio del bien, que trabajan en los establecimientos hospitalarios. Pero... venga: voy a mostrarle, en primer lugar, las defensas de este nosocomio..”
Y como si una fuerza superior me hubiera impulsado, de inmediato me vi fuera de la ventana, más o menos a la altura del edificio donde yo estaba hospitalizado -2º piso- , y pude observar que todo el predio estaba circundado por lo que podría definir como varias hileras de alambre de púas, sostenidas por varios postes como de cemento, equitativamente distribuidos en el contorno perimetral del hospital. Esos “alambres” emitían una luminosidad anaranjada, lo mismo que un zumbido, casi imperceptible.
Me volví para mirar a la Entidad amiga, quien leyendo mi asombro en mi rostro, dijo:
- “Los que aquí se encuentran internados, ya están sufriendo una pesada carga emocional, como para que sus sufrimientos se vean agravados con presencias espirituales desagradables, que redundarían en perjuicio del cuadro clínico que presentan. Este sistema de defensa, que en la Tierra denominaríamos de alta complejidad electrónica, impide el avance de entidades inferiores vampirizantes, ignorantes y enemigas que, por diversos motivos rondan los hospitales. Es una forma de mantenerlos a distancia, puesto que tan pronto se aproximan a la supuesta alambrada, reciben una alta carga energética – que ellos suponen tratarse de electricidad-, que los atonta durante cierto período, lo suficiente como para infundirles miedo y no reiterar en la tentativa.”
Acto seguido, manifestó:
- “Prosigamos nuestra visita..."
En ese momento nos cruzamos con tres Entidades espirituales, que usaban guardapolvos blancos, como podrían usar facultativos encarnados, sin que nada delatara una situación especial.
Pero Cosme esclareció:
- “El de más edad, es el médico responsable de todas las tares espirituales que aquí se llevan a cabo y los otros dos, sus colaboradores inmediatos.
Ellos nos saludaron con una leve inclinación de cabeza, visiblemente entregados a sus comentarios, ciertamente laborales, a los que nuestro amigo agregó:
- “Generalmente, estos establecimientos tienen un patrono que es quien figura en el “nombre del hospital”, pero no es este el caso, pues el nombre del Director responsable no figura entre los homenajeados de la Tierra y no es porque no tenga méritos suficientes para ello, sólo que él prefiere mantenerse en el anonimato, sin por ello disminuir su entrega”.
Seguimos avanzando y a medida que transitábamos por las diversas salas, se diría que un verdadero ejército de médicos y enfermeras espirituales se desplazaban en el mayor silencio, de cama en cama, efectuando curativos con sustancias blancuzcas, aplicando pases, colocando apósitos sobre la frente del enfermo que luego eran retirados, y que traían adherida otra sustancia pardusca, producto de los pensamientos generados.
Me llamó la atención observar que un cierto número de operarios cargaban sobre sus espaldas unos recipientes de los cuales pendían unas mangueras finas, transparentes y por medio de las cuales vertían sobres los clásicos cestos de basura que había en cada baño de cada habitación, un líquido también blancuzco, que caía sobre algodones manchados y gasas usadas que allí habían sido depositados, junto con otros desperdicios.
Ante la muda indagación que mi mente generara, Cosme Mariño me esclareció:
- “El material arrojado en estos recipientes, naturalmente cría miasmas que al no ser eliminados rápidamente, no tardarán en reproducirse aumentando el riesgo infeccioso, que ya existe en todo hospital. El compañero que fumiga esos receptáculos, está impidiendo con su acción la propagación de nuevos focos infecciosos. Es para disminuir ese riesgo que en estos establecimientos, generalmente, se incineran los desperdicios, así como también, algunas piezas que salieron del quirófano, luego de haber sido analizadas y no prestando ya servicio alguno, son eliminadas por ese medio a fin de evitar posibles focos bacteriológicos".
Sorprendido, una vez más y siempre guiado por el paciente compañero espiritual, marchamos hacia otras dependencias del establecimiento. Al pasar por determinado lugar, observé a dos entidades apostadas en actitud de guardia y en cuanto mi mirada buscaba respuesta a mi incógnita, el amigo, aseveró:
- “Esa es la sala donde se depositan los cadáveres, cuyos Espíritus, no siempre están totalmente desvinculados de la forma material y a fin de evitar conexiones con Entidades perversas que aguardan esos instantes para sorber los restos de energía material que quedan en la envoltura orgánica, se presta una guardia especial, la que a veces acompaña al cadáver hasta el lugar donde se procede al velatorio, siempre que el muerto tenga méritos suficientes para ello. A propósito – agregó -, asistiremos a la preparación previa a la desencarnación de alguien a quienes los médicos terrenos reconocerán como tal, algunas horas después".
Súbitamente me sentí desplazado por el influjo de su poderosa voluntad y nos encontramos en una de las tantas salas del establecimiento.
Lo primero que me llamó la atención fue la luminosidad reinante en el lugar, como si se tratase de un quirófano allí establecido. Tres Entidades vestidas con guardapolvos blancos realizaban gestos semejantes al pase, sobre la organización física del moribundo, en cuanto que otras cuatro se mantenían en actitud de estar orando, un poco más distanciadas de la cama. Al indagar, sin palabras, el querido Cosme me informó:
“Estamos frente a uno de los actos primordiales de la vida. La operación de desligar los lazos fluídicos del periespíritu que comandó durante más de sesenta años este cuerpo, requiere tanto cuidado y atención como lo es en el momento de la incubación de la futura organización física, luego del instante de la fecundación. Una y otra circunstancia es elaborada por Entidades especializadas que realizan esas operaciones con dedicación extrema, a fin de alcanzar el éxito deseado. Las Entidades que ve a cierta distancia, son parientes que le precedieron en el gran viaje y que están aguardando el momento de su arribo a nuestro lado para recibirle y conducirlo al lugar determinado por su propia vibración... Como le decía, estamos asistiendo al fin de la caminata carnal y en un proceso complicado y a veces doloroso, el nuevo habitante de nuestro mundo está llegando a los tramos finales del viaje. Pero, auxiliemos con nuestro pensamiento en oración...”.
Tan pronto manifestó lo antes expuesto, me fue dado observar que del tórax de Cosme Mariño surgió una luminosidad zafirina brillante, que me provocó una profunda emoción y que simultáneamente me hizo recordar los relatos de André Luiz, a través de la mediumnidad de Chico Xavier.
Poco después y bajo el influjo de su mirada penetrante y fraternal, me sentí desplazado del lugar y vi que estábamos en un espacio abierto que sirve de estacionamiento de autos, dentro del hospital, con algunos canteros, rodeado de grandes árboles y muy próximo a la capilla, hacia donde se dirigían cuatro Entidades espirituales, un sacerdote y tres religiosas, que también contestaron el saludo del amigo espiritual con cortesía, pero moviendo ligeramente la cabeza.
Sin demoras, Cosme me informó:
- “Perfectamente conscientes de su condición espiritual, no abandonan sus hábitos religiosos y como tal, prestan los servicios a su alcance, con la misma unción que lo hacían cuando disponían de una organización física. Ellos también están al servicio del bien y son colaboradores de la obra de auxilio a la Humanidad que comanda Jesucristo".
Aprovechando el breve paréntesis que se produjo mientras el amigo acompañaba con la mirada a los religiosos que se introdujeron en la capilla, ligeramente iluminada, pregunté:
- ¿Las plegarias allí emitidas, también generan energías de auxilio a los internos del establecimiento?
- “Si lo negáramos – respondió – estaríamos cometiendo una grave falta, pues no es la forma de orar la que genera la energía y sí el sentimiento que en la plegaria se deposita. Estos religiosos que acabamos de ver, conscientes de la terapéutica energética a que nos referimos al inicio de nuestro viaje, accionan de la misma forma señalada en la pregunta 459 de El Libro de los Espíritus (*)1 sobre la congregación de religiosas que viven dentro del hospital, conduciéndolas, muchas veces, a un cierto éxtasis, que es un estado de transe, a fin de lograr el material deseado a ser aplicado en aquellos seres aquí internados".
“No interesa en qué sector del bien se trabaja, ni bajo qué rótulo –que es quien, generalmente, separa a los hombres-, sino la intención de poner todos nuestros sentimientos al servicio del amor universal. Las religiones, como el hombre encarnado aún las entiende, son compartimentos estancos que aspiran a tener la supremacía de conducir la conciencia humana. Pero cuando se esta del lado de acá, el sentimiento religioso es encarado con otra óptica y sin abandonar las propias convicciones, el accionar común en el campo del bien generaliza a los Espíritus, cualesquiera sean las ideas religiosas mantenidas durante la permanencia en el escenario carnal".
“Lo que identifica a los hombres es el bien o el mal practicado, ya que ninguna religión estimula la práctica del mal. En consecuencia, la idea religiosa podría considerarse neutra, no así la actitud de aquellos que la practican, creando divisiones innecesarias. Es posible que unas tengan mayor o menor claridad en lo que hace a la interpretación de la Escrituras , pero fuera del culto exterior, todas son conducentes al bien, al mejoramiento del individuo".
“Y como consecuencia de ello, hemos querido que ud. viviera esta experiencia a fin de que, como difusor de la Doctrina Espiritista que es, esclarezca a los compañeros de ideal, todo lo referido a la elaboración de la energía psíquica que es tan necesaria en nuestro plano, para el auxilio a aquellos que como ud., aún permanecen en la carne".
“En las plegarias colectivas que se efectúan en esas células cristianas que son los Centros Espiritistas, esas energías no son encaminadas directamente a determinados lugares, lo que hace que éstas se pierdan, por no haber comunión de ideas. Por lo general, se dice:
“Vamos a elevar nuestro pensamiento por los que están en las cárceles, en los hospitales, en los manicomios...”, dispersándose las energías por falta de orientación consciente y no pasar de ser una petición genérica".
“Es necesario encausar el pedido a determinado establecimiento, nombrándolo, dirigiendo hacia el mismo la energía colectiva que habrá de producir resultados favorables en las distintas circunstancias en que serán empleadas y como ud. tuvo oportunidad de vivir en esta experiencia, que de alguna manera asume la responsabilidad de dar a conocer, para el mejor aprovechamiento de la energía psíquica. Para ello, le intensificaremos los centros de la memoria y tendrá la impresión de haber asistido a un film, del que guarda un recuerdo claro y preciso...”.
Abrí los ojos y casi como por impulso y automáticamente, miré el reloj: eran las 23,47 horas...
En apenas cinco minutos había vivido una de las más importantes experiencias de mi vida. Y en cuanto la emoción generaba las lágrimas que se deslizaban por mi rostro, agradecí a Dios por Su Misericordia, extensiva a todos los seres de la Humanidad.
Buenos Aires, noviembre de
1987, Juan Antonio Durante.
1 (*) 459-¿Los Espíritus
influyen sobre nuestros pensamientos y nuestras acciones? – A ese respecto, su
influencia es mayor a lo que creéis, porque, frecuentemente, son ellos quienes
os dirigen.